Nuestra intención era ir a Tongli, o en su defecto a Zhouzhuang, pero cuando al fin dimos con la estación de autobuses turísticos sólo quedaba Xitang. Dudamos porque no sabíamos nada de ella, pero tampoco teníamos otros planes así que nos apuntamos y resultó una más que grata sorpresa.
En Xitang convergen nueve ríos, dividiéndola en ocho secciones que a su vez conectan los diversos puentes, que junto a sus canales y callejuelas, son clara muestra del folclore y la cultura de los pueblos del agua de la cuenca baja del río Yangtze.
A diferencia de Zhujiajiao, para acceder a Xitang es preciso adquirir un ticket, bien en las taquillas de la entrada, bien de forma conjunta con el autobús turístico que sale desde Shanghai. Así, aunque a priori hechos como este hacen que Xitang parezca algo más artificial y enfocado al turismo, no hay más que pasear por sus principales calles y puentes para darse cuenta de que aun así merece, y mucho, la pena.
En aproximadamente dos horas se pueden ver perfectamente los principales puntos de interés de Xitang. Al ir en autobús turístico el tiempo que te dan se extiende a cinco horas, con lo que a nosotros nos dio tiempo a ver todo con calma, parando varias veces a disfrutar del entorno (siempre que hubiera sombra) y, sobre todo, a inflarnos a hacer fotos y vídeo. Aquí podéis ver el mapa que nos dieron y a continuación la ruta que hicimos (suroeste-noreste).
Desde el punto donde nos dejó el autobús turístico pasamos la entrada y dejamos a mano izquierda el puente Huixiu. Por el puente Yingxiu cruzamos hasta el templo Huhuo Grain, que no visitamos porque no estaba incluido en la entrada. Paseamos por los soportales de la calle Tawan, donde visitamos los jardines Drunk (sí incluidos) y, siguiendo por Misty Rain Long Corridor hasta pasar el puente Huanxiu, obtuvimos nuestro primer premio: las vistas que andábamos buscando, a nuestro juicio, las más bonitas de todo Xitang. (Foto 5)
Después de maravillarnos durante un rato largo y tendido, continuamos nuestro camino hasta que nos encontramos con el puente cubierto de Songhaleng, también precioso, y de allí por la calle Belzha hasta el río Wolong. Cruzamos el puente y bajamos por el lado opuesto al que veníamos para acercarnos al Hall del Vino de Arroz Amarillo, también incluido en el precio. Cruzamos por uno de los tres puentes casi gemelos para seguir por la calle Tangdong y girar luego a la izquierda hasta el puente Wujia. A pocos pasos de ahí, desde el puente Xutang, pudimos contemplar la segunda vista que íbamos buscando, preciosa y, además, en una zona mucho más tranquila que la anterior (Foto 1).
Quizá por haber visto ya Zhujiajiao, por no llevar de acompañante a un experto o por haber visto ya varios templos, museos... en Shanghai y Hangzhou, los lugares que incluía la entrada a Xitang no nos parecieron especialmente interesantes, sino más bien prescindibles. Claro que como los incluye la entrada, tampoco está de más echar un vistazo.
Al igual que en la mayoría de nuestros primeros días en China, a causa del jetlag y del más que abundante desayuno, no comimos nada hasta la cena. Lo que sí probamos en Xitang fue la leche de soja de un puesto callejero. En teoría no nos gusta la leche de soja, pero como para decirnos lo que era esa bebida blanca se movilizó el pueblo entero, nos dio vergüenza no pedirla después. Y todo un acierto, la verdad, con ese calor algo tan fresquito nos vino de perlas.
Aquí tenéis el vídeo de Xitang:
De vuelta en Shanghai fuimos en metro a West Nanjing Rd, donde cenamos con nuestro amigo de CS en el restaurantes Grandma's: sopa de bambú, costillas de cerdo, pollo con especias, patatas con salsa y zumo de ciruela y té de bebida. De nuevo, todo espectacular. Aunque sin éxito con el tema de la tarjeta de crédito.
Como era nuestra última noche en Shanghai, decidimos darle una buena despedida en la terraza del hotel Indigo donde, por 90 yuanes te tomas una copa con las vistas tanto del Bund como de Pudong iluminados. Aunque son varios los hoteles que tienen este tipo de terrazas, el Indigo ofrece las vistas de ambos lados a la vez por lo que no podemos sino recomendarlo.