Aterrizamos en el aeropuerto de Shanghai Pudong a las 7:00 de la mañana. Nuestra intención era empezar el viaje por Pekín, pero un ahorro de 200 euros nos llevó primero a Shanghai. Aquí estuvimos un total de 5 días, que aprovechamos también para hacer varias excursiones.
Lo primero que hicimos fue resolver todos los trámites que teníamos pendientes al llegar: primer cambio de moneda (unos 50 euros), compra de tarjeta SIM en el aeropuerto, adquisición de tarjetas de transporte 24 horas para dos días (el de llegada y el penúltimo) junto a la entrada al metro, registro en el hotel (sólo pudimos dejar el equipaje ya que a habitación no estaría disponible hasta media hora después y no quisimos perder más tiempo), segundo cambio de moneda a mejor precio en un banco cercano (unos 400 euros) y traslado en metro a la estación de tren de Shanghai para comprar los billetes a Hangzhou para dos días después.
Finalizados estos trámites con éxito (mucho antes de lo esperado) y evitados también los primeros "timadores de la ceremonia del té" en las salidas del metro de la Plaza del Pueblo y Yuyuan, comenzamos por fin a conocer la ciudad, empezando por su zona más antigua.
La ciudad antigua la delimitan Zhonghua Lu y Renmin Lu. Estas calles siguen exactamente el recorrido de la antigua muralla que se levantó en el siglo XVI para proteger Shanghai de los ataques de piratas japoneses. Los primeros tejados "puntiagudos" y un arco nos muestran que estamos en el Bazar Yuyuan, en cuyo interior se encuentra un laberinto de calles llenas de puestos de souvenirs, vendedores-acosadores de todo tipo de falsificaciones, puestos de todo tipo de comidas y bebidas y miles y miles de turistas chinos. En el bazar Yuyuan hay varios puntos de visita obligada:
- Casa de Té Huxinting: precioso pabellón en medio del lago en el que uno podría estarse horas haciendo fotos y más fotos y en cuyo extremo se encuentran los Jardines Yuyuan.
- Jardines Yuyuan: fundados entre 1559 y 1577 por la familia Pan, estos jardines clásicos chinos son la joya de la zona y un claro ejemplo de la arquitectura y el diseño Ming. Aunque resultaron muy dañados durante las guerras del opio, la revolución Taiping y la ocupación japonesa en la II Guerra mundial, una restauración que culminó en 1961 hace que hoy podamos contemplar en todo su esplendor los pabellones, estanques, terrazas, galerías y rocas decorativas que lo conforman. Además de perderse un rato por los rincones y descansar en el lugar que más guste a cada uno, es impresdincible acercarse a la Cámara Yuhua para observar la Exquisita Piedra de Jade, de más de 3 metros de altura. Otro punto destacado es el Gran Jardín de Roca, cuyas 2.000 toneladas de roca se elevan hasta los 12 metros. En estos jardines descubrimos las "torpezas" de los fantasmas chinos: sólo pueden ir en línea recta y no pueden subir escalones. Por ello, los pabellones no se encuentran nunca alineados y los puentes son en zigzag. Según las guías y foros que habíamos leído, sólo se puede disfrutar de la paz de estos jardines a primera hora de la mañana, antes de que los grupos de turistas los inunden con sus gritos y flashes. Quizá fuera pura suerte pero nosotros llegamos allí un viernes al mediodía y estuvimos prácticamente solos.
- Templo del Dios de la Ciudad: templo taoísta del siglo XV situado también en el bazar Yuyuan. aunque muy dañado con la revolución cultural. Dentro no hay que perderse la cámara yuhua y el gran jardín de roca.
Antes de abandonar la ciudad antigua, nos acercamos hasta el Templo de Confucio, retirado del caos de Yuyuan y poblado por hectáreas de pinos y magnolias. Desde aquí seguimos el trazado de la antigua muralla por Renmin Lu hasta el Pabellón Dajing, junto al que puede verse el único trozo de muralla que quedo en pie tras la demolición en 1912. Muy cerca se encuentra uno de los puntos más curiosos de la ciudad: el Mercado de las Flores, Pájaros, Peces e Insectos. Es uno de los pocos mercados tradicionales de la ciudad y en él se pueden adquirir todo tipo de mini mascotas, siendo los grillos (verdes y gigantes) y sus jaulas de bambú las grandes estrellas.
Desde ahí, callejeamos un rato por el Mercado de antiguedades de Dongtai Lu. Encontrar una verdadera antigüedad, como dice la guía, es como encontrar una aguja en un pajar, pero para comprar el típico Libro Rojo de Mao o artilugio sin valor antiguo alguno, es perfecto. Regateo previo, claro.
Y ya entramos de lleno en la Concesión Francesa. Empezamos por el parque Taipingqiao, en cuyo extremo oeste se encuentra el lugar de fundación del Partido Comunista chino el 23 de julio de 1921. Al lado está Xintiandi que aunque sólo lleva una década construido ya es todo un símbolo de Shanghai. Llegamos después al Parque Fuxing, construido por los franceses en 1909. Muy cerca está la residencia de Sun Yatsen, considerado padre de la China moderna y que vivió aquí entre 1918 y 1924.
De vuelta en Xitiandi, y tras callejear un poco, cogimos el metro hasta East Nanjing Rd, ya al atardecer. Esta calle, equivalente de Preciados en Madrid o Istiklal Caddesi en Estambul, conecta el Bund y la Plaza del Pueblo. Cuando los vendedores de relojes y bolsos falsos te dan una tregua, es una gozada pasear aquí, casi sin motocarros ni otros vehículos (en teoría es peatonal pero todo es "opcional" en China) y entre torres y neones.
Para rematar el día, contemplamos dos de los símbolos de Shanghai, Pudong y el Bund, desde un crucero nocturno por el río Huangpu. Compramos los tickets en la misma Nanjing Road, a unos cinco minutos del Bund, y desde ahí nos empujaron a un autobús urbano que ya venía completo de pasajeros "normales". Una vez en el embarcadero nos tuvieron esperando una media hora, tiempo suficiente para que varios turistas chinos fotografiaran a sus hijas con nosotros, la principal atracción del lugar junto al skyline iluminado de Pudong. Desde el barco obtuvimos el mejor premio a un día de paliza: las vistas del Bund y Pudong iluminados.
El precio incluye también un bol de fruta, que nos supo a gloria tras todo el día sin parar de andar y sin comer nada (consecuencia del jet lag, supusimos) y una bolsa de "patatas fritas" chinas, que fue directa a la papelera del hotel por su insufrible sabor.
Aquí tenéis el vídeo resumen de nuestra visita a Shanghai: