Descripción: Recorrimos Mediodía-Pirineos, Languedoc-Rosellon y un poquito de Provenza. Un viaje muy variado, con hermosos paisajes, pueblos de cuento, castillos, gargantas, cuevas... Espero que os guste y os sea de utilidad.
La idea de visitar el sur de Francia venía de varios años atrás, en concreto, yo estaba muy interesada en ver Carcasona y otros lugares relacionados con los castillos cátaros. Y como 2015 ha sido un año un tanto complicado para organizar viajes por diversos problemas familiares, con varias anulaciones incluidas, al fin pareció presentarse la oportunidad, ya que se trataba de un destino relativamente cercano y que no implicaba necesariamente depender de traslados aéreos. Claro que lo que empezó como una escapada de unos pocos días, acabó por convertirse en unas vacaciones de dos semanitas según fui incluyendo destinos que me iban resultando atractivos en el recorrido. Es el peligro que tiene leer mucho sobre los lugares, porque cuanto más lees, más quieres visitar.
Terminé trazando un itinerario de unos 3.200 Km. de los cuales alrededor de 2.000 constituirían el recorrido por tierras francesas, visitando fundamentalmente las zonas de Mediodía-Pirineos y Languedoc-Rosellon. Al final añadimos un poquito de Provenza. Para preparar el viaje utilicé la inestimable ayuda del foro y los diarios de los foreros; y también me fue de mucha utilidad la página web france-voyage.com. Los hoteles los reservé con bastante antelación en booking.com. Quizás se pueda encontrar alojamientos un poco mejor precio, pero en nuestras actuales circunstancias valoro muchísimo poder cancelar las reservas sin cargos ni mayores explicaciones. Por regla general, busco hoteles muy céntricos, con fácil aparcamiento y que permitan ir a pie a casi todos los sitios de interés. En esta ocasión dejamos a un lado las ciudades grandes, que requieren más tiempo y atención.
Para este tipo de viajes, últimamente nos gusta utilizar el sistema “tour”, haciendo noche en un destino diferente cada jornada, según vamos avanzando en nuestra ruta, en lugar de una o dos bases desde donde hacer excursiones. Al ser dos adultos con poco equipaje que puede permanecer en el coche si es necesario, aprovechamos mucho mejor el tiempo así, ya que 100 km. son 100 km. y no 100 de ida más 100 de vuelta. Además, nos permite visitar algunos de los lugares más concurridos por la tarde, por la noche o por la mañana temprano, cuando hay menos agobio de gente en los periodos veraniegos. Naturalmente, es una cuestión sumamente personal y cada cual decide su manera de viajar.
Y sin más rollos, comienzo el relato de esta pequeña aventura por el sur de Francia, que emprendimos con la misma ilusión que la de 2012, que tanto nos gustó, cuando visitamos los castillos del Loira, Normandía, Bretaña y un poquito de Aquitania. Salimos un 22 de julio, con la mayor parte de Europa sumida en plena ola de calor.
ITINERARIO DEFINITIVO.
1. Madrid – Calatayud – Meritxell en Andorra (noche hotel). 648 km.
2. Andorra – Foix – Fontaine de Fontestorbes – Castillo de Montsegur – Carcasona (hotel). 216 Km.
3. Carcasona – Castillos de Lastours – Castres – Cordes-sur-Ciel (hotel). 139 Km.
4. Cordes-sur-Ciel – Najac – Grote de Pech Merle – Domme – Beynac-et-Cazenac (hotel). 158 Km.
5. Beynac-et-Cazenac – La Roque Galleac – Jardines de Marqueysac – Sarlat-la-Caneda (hotel). 43,7 Km.
6. Sarlat-la-Caneda – Turenne – Collonges-la-Rouge – Carennac – Loubresac – Autoire – Rocamadour (hotel). 129 Km.
7. Rocamadour – Goufre de Padirac – Cabrerets – Saint-Cirq-Lapopie (hotel). 82,2 Km.
8. Saint-Cirq-Lapopie – Cahors – Saint Antolin Noble Val – Penne – Montmiral – Albi (hotel). 150 Km.
9. Albi – Ambialet – Brousse-le-Chateau – Saint Rome de Tarn (hotel). 86,3 Km.
10. Saint Rome de Tarn – Peyre – La Rozier – Montpellier-le-Vieux – Grote de Aven Armand – Saint Chely de Tarn (hotel). 128 Km.
11. Saint Chely de Tarn – Point Sublime – La Rozier – La Malene – Reomoulins (hotel). 211 Km.
12. Remoulins – Pont du Gard – Avignon – Saint Remy de Provence (hotel). 62 Km.
13. Saint Remy de Provence – Ciudad romana de Gallum – Baux en Provence - Arles – Narbona (hotel). 227 Km.
14. Narbona – Castillo de Queribus – Castillo de Peyrepertuse – Gargantas de Galamus – Collioure (hotel). 177 Km.
15. Colliuoure y vuelta a casa. 795 Km.
En total unos 3.200 Km., de los cuales algo menos de 2.000 fueron en territorio francés.
DÍA 1.
Madrid – Calatayud – Meritxell (Andorra). Total, 648 Km. Unas 7 horas de viaje en coche.
CALATAYUD
Partiendo desde Madrid hacia Francia, el primer día resulta inevitablemente largo, con muchos kilómetros de carretera. Así que paramos en Calatayud para comer y hacer algo de turismo en la localidad aragonesa, que no conocíamos. Merece la pena detenerse en esta pequeña ciudad, aunque solamente sea para ver las torres mudéjares de sus iglesias (Colegiata de Santa María, Iglesia de San Juan el Real, etc), realmente interesantes. Sin embargo, no llegamos en el mejor momento, tanto por el tremendo calor que hacía como porque sus principales monumentos y algunas de sus calles se encontraban en plena rehabilitación después de lo que parece haber sido un tiempo largo sin demasiadas atenciones. Será cuestión de volver dentro de algunos meses, cuando las obras estén concluidas.
Teníamos pensado comer en un restaurante muy recomendado por su buena relación calidad/precio, la Taberna Restaurante Puerta de Terrer, en la calle Herrer y Marco, pero nos lo encontramos cerrado por vacaciones, así que fuimos a Casa Escartín, en el Paseo de San Nicolás de Francia nº 19 (también con obras en la calle), donde tomamos dos menús aragoneses (20 euros por persona, con vino de la tierra incluido). Muy rico el arroz (con un huevo frito encima), especialidad de la casa. Pero prefiero dejar el relato de esta visita para una etapa de mi diario “De Viaje por España” ya que este diario se refiere al sur de Francia.
MERITXELL (ANDORRA)
Continuamos hacia Andorra, tomando la autopista de peaje desde Zaragoza a Lleida para ir más rápidos y seguros en un tramo que era de pura transición (nos costó 12,90 €, creo recordar). Luego seguimos la C-12 y la C-14 hasta la Seo de Urgel, donde llegamos en plena tormenta, que descargó una tromba agua impresionante. Nada más cruzar la frontera, dejó de llover y poco después de las 20:00 horas pasamos por Andorra la Vella (repostamos gasolina a 1,13 euros/litro), para llegar a CANILLO-MERITXELL, unos quince minutos más tarde. Teníamos alojamiento en el Hotel La Hermita, un 3 estrellas, reformado y muy cómodo, que, por un precio de 55 euros, resultó una muy buena opción para pernoctar casi a las puertas de territorio francés. Además, está junto al Santuario de Meritxell, construido en 1976 para sustituir a la antigua capilla románica de Santa María, que resultó destruida por un incendio en 1972. El nuevo santuario es un llamativo conjunto de edificios, diseñado por Ricardo Bofill en una reinterpretación personal del románico, con una mezcla diferentes estilos, que trata de expresar la obra humana fusionada con el paisaje.
En su interior destaca la talla de la Mare de Déu de Meritxell, que ha sustituido a la románica que también se perdió en el incendio. La antigua capilla fue restaurada en 1994 y alberga en la actualidad una exposición permanente sobre la patrona de Andorra. Pudimos verlo de noche, con una sutil iluminación, y de día, justamente antes de que empezasen a llegar varios autocares llenos de turistas. Por lo visto, es un lugar de parada obligatoria para los viajes organizados en la zona.
Día 2: Recorrido: Meritxell/Foix/Fontaine de Fontestorbes/Castillo de Montsegur/Mirepoix/Carcasona.
Total: 216 Kilómetros y unas 4 horas de viaje en coche. Así se ve el perfil en Google-Maps.
FOIX.
Departamento de Ariège. Región: Mediodía-Pirineos. Población: unos 10.000 habitantes.
Desde Meritxell hasta Foix, nuestra primera parada ya en tierras francesas, hay unos 90 Km. que se hacen en poco menos de hora y media. Se puede acortar algunos minutos utilizando el túnel de Envalira, que es de peaje y cuesta 6 euros. Esta opción seguramente resulta muy interesante en invierno, por la nieve, el hielo y los miles de vehículos que se mueven en temporada de esquí. Sin embargo, en verano, con un tiempo estupendo y sin prisas, decidimos ir por el puerto. Encontramos un bonito paisaje de nubes colgadas cerca de Pas de la Casa y mucha circulación de vehículos por la N-20, ya en Francia, pero sin problemas importantes. Poco antes de las 12 llegamos a Foix, que nos saludó enarbolando como un estandarte las imponentes torres de su castillo.
La primera palabra que se aprende al hacer turismo con coche en Francia nos saludó nada más cruzar el puente que desde la D117 lleva al centro de la población: “PAYANT”. La palabreja está escrita, bien visible, en cualquier lugar susceptible de aparcar un vehículo cerca de la zona centro de toda población de interés turístico (con alguna excepción que espero no olvidarme de mencionar). Y no es que me parezca bien, ni mal; lo encuentro justificado en muchos casos, pero también un absoluto sacacuartos en otros. En fin, hay que ir preparados para ello.
Nuestra primera experiencia en cuestiones de parking fue muy positiva, ya que el parquímetro de la plaza que queda frente en la Oficina de Turismo, en la Cours Gabriel Faure, señalaba que no se paga de 12:00 a 14:00 horas, y además conceden 15 minutos de cortesía. Así que pudimos dar un paseíto por Foix con parking gratuito en el centro. También hay aparcamiento junto al castillo, pero no sé si es de pago. Nos encontramos una población muy animada, con bares, restaurantes y comercios, y bastante gente por las calles. Teníamos pensado comprar pan y fiambre para hacer unos bocadillos que tomaríamos en la Fontaine de Fontestorbes, pero al entrar en una tienda vimos los bocadillos ya hechos, con una pinta estupenda (en Francia los llaman sandwiches aunque el pan sea normal y no de molde; por cierto, el pan en Francia nos pareció buenísimo). Compramos uno de jamón (jambon) con huevo, tomate, lechuga y queso; y otro de atún, con espárragos y mayonesa. El precio de los dos hermosos bocatas, dos cocas y una botella de agua grande fue de 14 euros. No estaba mal. Dejamos el almuerzo en el coche y nos dispusimos a patear la ciudad, lo cual no lleva mucho tiempo pues aunque está bastante extendida, la zona histórica es pequeña y se encuentra apiñada a los pies del castillo, su principal atractivo turístico. Enseguida llama la atención su imponente estampa, acechando entre las calles, con tres torres (dos cuadradas y una redonda) rematadas por almenas.
También nos encontramos con un panel informativo con un completo plano de Foix:
La villa se forjó en el siglo IX, en torno a un oratorio erigido por Carlomagno, que en el siglo X se convirtió en la Abadía de Saint-Volusien, hoy situada en la plaza de su mismo nombre. Aprovechamos haber legado allí sin casi darnos cuenta para entrar a visitar la iglesia.
Después, decidimos subir al castillo, ya que estábamos a medio camino de la empinadísima cuesta que lleva a él desde la plaza de Saint-Volusien. Sería mejor dejar el paseo hasta el Puente Viejo para después, ya con todo el recorrido en bajada. A unos 60 metros de altura, sobre una peña calcárea, se alza la que fue residencia de los condes de Foix, de la que se tienen noticias ya desde 987. Desempeñó un importante papel en la política medieval de la zona, constituyendo también lugar de refugio para los cátaros.
La entrada general de adultos cuesta 5,60 euros; en verano abre de 10:00 a 18:30 horas. Tiene un museo sobre la historia de la ciudad, pero sobre todo destacan las vistas que se obtienen de los alrededores desde las dos torres a las que se puede acceder. Hay explicaciones en castellano y creo recordar que también en catalán.
Vistos el castillo y la Iglesia de Saint Volusien, dimos un paseo por las callejuelas medievales, con algunas casas de entramado de madera, las más animadas son la Rue de la Faurie y la Rue de Labistour. También fuimos hasta el Pont Vieux y lo cruzamos para ver las casas colgadas sobre el río y, sobre todo, la imponente estampa del castillo en lo alto. Esto se puede hacer tranquilamente en dos o tres horas, aunque tampoco es mal lugar para quedarse a comer ya que vimos muchos restaurantes y terrazas con buena pinta.
Dejamos Foix, pero en vez de ir por la habitual y muy concurrida N-20, tomamos la D-1 hacia Lavelanet, una carretera estrecha y virada, pero poco transitada, que cruza unos preciosos paisajes verdes, en los que pasta el ganado. En otra época, hubiésemos ido hasta la cascada de Roquefort-les-Cascades, ya que pasamos justo al lado, pero a finales de julio sabíamos que estaría casi seca y preferimos no perder tiempo allí. En Belesta, nos desviamos por la D-9 que lleva a Montsegur, aunque previamente íbamos a hacer una parada intermedia.
LA FONTAINE DE FONTESTORBES.
Descubrí este lugar mientras preparaba el recorrido, me pareció sumamente curioso y decidí incluirlo en el itinerario porque nos pillaba de paso. Está al borde de la carretera D-9, a un kilómetro de Belesta, y a 12,8 kilómetros de Montsegur. Según señala el cartel informativo, la fuente es única por su regularidad y constituye uno de los fenómenos hidrogeológicos más relevantes del mundo subterráneo En invierno, con las lluvias y el deshielo, la surgencia mantiene un caudal estable, pero desde mediados de junio a principios de noviembre varía muy notablemente desde los 20/800 litros por minuto hasta los 1.800, en intervalos de unos 40 minutos, durando el ciclo completo entre 60 y 90 minutos.
El manantial, en forma de pequeñas cascadas, surge de una cueva, a la que se puede acceder por una pasarela de piedras cuando el caudal es bajo. Cuidadito porque el agua sube muy rápidamente y si te descuidas te quedas bloqueado dentro hasta que vuelva a bajar, como les pasó a unas chicas durante nuestra visita. Cuando llegamos, apenas corría agua y pudimos entrar en la cueva; luego aprovechamos la espera para tomar los bocatas y un café (hay un bar); al volver, el agua caía a borbotones y había dejado atrapadas a dos incautas. El fenómeno resulta sumamente curioso y recomiendo pasarse a verlo si se está por la zona; pero hay que tener presente que sólo ocurre de julio a octubre y hay que permanecer allí al menos 40 minutos para poder apreciar las variaciones en el caudal. Os pongo unas fotos para que os hagáis una idea.
EL CASTILLO DE MONTSEGUR.
Y al fin nos dirigimos al primero de los castillos con reminiscencias cátaras que íbamos a visitar. Nada más dejar la Fontaine de Fontestorbes, divisamos su silueta acechando a lo lejos, en lo alto de un imponente risco, el monte del Pog, de 1.207 metros.
El paisaje lucía magnífico a lo largo de la revirada carretera D-9, hasta llegar a Montsegur. Desde el aparcamiento (gratuito), se divisa el castillo (sus ruinas) y, también, la enorme cuesta que hay que acometer para conquistarlo. Nos pusimos las botas (es suficiente con botas ligeras de montaña o calzado cerrado con suela que agarre bien; mejor evitar sandalias y chanclas porque hay zonas de peñascos y tierra suelta bastante resbaladizas) y empezamos la caminata. Hacía bastante calor, aunque todavía se notaban los efectos de la tormenta del día anterior.
Este castillo es uno de esos lugares míticos, envuelto en historias y leyendas, que renació de sus propias cenizas cátaras, ya los restos que hoy se conservan pertenecen a una ciudadela construida por Guy de Levis después de la completa destrucción del castillo en el que se refugiaron los cátaros hasta marzo de 1244. Los cátaros creían que el universo estaba compuesto por dos mundos opuestos y en eterno conflicto, uno espiritual, creado por Dios, y otro material, creado por Satán, en el que todo estaba contaminado por la maldad; y el único modo de salvación consistía en vivir una vida completamente ascética para evitar ser corrompidos por el mundo material. Negaban el bautismo, la encarnación de Cristo, las enseñanzas del Antiguo Testamento y condenaban por sus afanes terrenales a la Iglesia Católica, creencias peligrosas que llevaron al Papa Inocencio III a emprender la llamada cruzada albigense (algunas teorías apuntan que el nombre se debe a la relación de los cátaros con la ciudad de Albi) para exterminar a los herejes junto con los reyes de Francia, en el marco de una compleja trama de intereses, traiciones y confabulaciones. Y aquí, en el hasta entonces inexpugnable Montsegur, se libró el episodio definitivo, que terminó con el último bastión de la resistencia cátara. Tras diez meses de asedio por parte de las tropas del senescal de Carcasona y del obispo de Narbona, la guarnición se rindió a las tropas reales; se perdonó la vida a los nobles, soldados y mercenarios que se sometieron a la Inquisición; pero más de doscientos cátaros fueron quemados en una hoguera colectiva al negarse a abjurar de su fe. Al principio del sendero, hay una estela de piedra que los recuerda cerca del conocido como “Campo de los Quemados”.
Cuenta la leyenda, que durante los 15 días de plazo que se les dio para decidir entre morir quemados o abjurar de su fe, los cátaros aprovecharon para sacar del castillo un gran tesoro, que incluía nada menos que el Santo Grial. Además, hay otro hecho que incrementa el misterio que envuelve a este lugar y es que el en el solsticio de verano, los primeros rayos de sol pasan por cuatro arcos, atravesando la torre del homenaje. Todo ello, unido al romanticismo que rodea las ruinas de los castillos medievales y su ubicación espectacular, dominando unos paisajes soberbios, hace que el castillo de Montsegur se haya convertido en una de las principales atracciones turísticas de la zona de Ariège/Midi-Pyrénées.
Al principio del sendero, los árboles proporcionan una sombra gratificante; el final, es más descubierto. A unos cinco minutos de caminata hay una caseta donde cobran la entrada, 5 euros por persona. Por el camino, existen paneles informativos en varios idiomas (castellano incluido) y se puede contemplar el pequeño núcleo urbano de Montsegur, varios cientos de metros por debajo.
La subida es dura pero corta, unos 30 minutos. Y la recompensa merece la pena, aunque solo sea por ver el gran panorama que se muestra alrededor. Del castillo poco queda, pero eso no importa. Al entrar al antiguo patio de armas, había un numeroso grupo de personas, sentadas en el suelo, escuchando las explicaciones de un guía. No existe comunicación interior con la torre del homenaje desde el patio, así que hay que salir al exterior por un arco y rodear los muros con unas sensacionales vistas que abarcan… no me imagino cuántos kilómetros a la redonda.
MIREPOIX.
Desde el castillo de Montsegur fuimos por la D-9 hasta Lavelanet y allí tomamos la D-625 hasta Mirepoix, en total 30 kilómetros que hicimos en una media hora. Encontramos aparcamiento gratis fuera del casco viejo, a unos cinco minutos a pie.
Casi todos los que lo han visto recomiendan hacer una parada en esta pequeña bastida medieval, que cuenta con una puerta fortificada del siglo XIV y, sobre todo, con una de las plazas porticadas más bonitas que nos podamos imaginar con pintorescas y coloridas casas de entramado sobre vigas de madera, adornadas con flores.
Destaca la “Casa de los Cónsules”, cuyas vigas están decoradas con esculturas talladas en la propia madera con motivos típicos medievales.
A un lado de la plaza se encuentra la Catedral de San Mauricio, de estilo gótico meriodional, con una nave de grandes proporciones, que según dicen es la más larga de Francia con sus 21 metros. Nos entretuvimos tanto en la plaza que cuando quisimos darnos cuenta, la iglesia había cerrado, así que no la vimos por dentro. Una pena. Todo estaba muy tranquilo, apenas quedaban unos cuantos turistas despistados, la mayoría tomando un refrigerio en las terrazas pues el calor apretaba de lo lindo. Por la mañana, el pueblo debió haber estado muy concurrido. Así que mejor visitarlo por la tarde.
Desde Mirepoix fuimos a Carcasona por la D-119 (sin peajes). Hay una distancia de 46,8 kilómetros y se tarda unos 45 minutos. Se nos había hecho tarde y fuimos directamente a nuestro hotel.
Día 3. Recorrido: Carcasona/Lastours/Castres/Cordes-sur-Ciel.
En total, 139 Km. Tiempo en el coche: 2 horas 29 minutos. Perfil en GoogleMaps.
CARCASONA (CARCASONNE).
En 1997 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es uno de esos lugares dotados de una magia especial que casi todos los viajeros quieren visitar al menos una vez, atraídos por la romántica evocación medieval de sus murallas, sus torres coronadas por puntiagudas caperuzas y su castillo. Confieso que yo también llevaba tiempo deseando verme delante de ese retazo vivo del medievo. Ambicionada por galos, romanos, visigodos y sarracenos, el esplendor que le proporcionaron los vizcondes de Trencavel, la cruzada y persecución de los cátaros que terminó con su caída en manos del rey francés… todo su pasado cierto se diluye ante el ambiente de “ciudad decorado” actual, que recrea cuentos de caballeros y princesas, y del que se vuelve igualmente protagonista todo el que cruza sus puertas, aunque vaya vestido con vaqueros o con camiseta y shorts. Sin embargo, pareciendo tan real, muy poco es auténtico porque las murallas de Carcasona no eran sino un montón de ruinas hasta mediados del siglo XIX, cuando el arquitecto Eugène Violet-le-Duc acometió su reconstrucción, si bien la obra completa no finalizó hasta después de su muerte, en 1979. Intentó aprovechar los todos los indicios existentes, incluso en los cimientos, para que el resultado fuese fiel reflejo de la realidad medieval según la proyectaron los ingenieros reales de los siglos XII y XIII. No obstante, realizó algunas concesiones a la imaginación (los remates picudos de las torres, por ejemplo) que no todos los entendidos (y profanos) han visto con buenos ojos. En cualquier caso, no creo que nadie discuta que se trata, en su conjunto, de la ciudad medieval fortificada más espectacular y mejor conservada de Europa.
Teníamos reserva en el Hotel Des Trois Couronnes, excelentemente ubicado, junto al puente viejo y con unas vistas extraordinarias de la Cité. Ver la fortificación por primera vez con el sol de la tarde tiñendo de oro sus muros produce una emoción especial. Hay una zona bastante grande de aparcamiento gratuito en el exterior. Nos costó 125 euros una habitación con vistas muy bonita. El hotel está bien, aunque a mi juicio las cuatro estrellas le vienen muy justitas. Por comentarios que he oído, las habitaciones sin vistas (algo más baratas) son mucho más pequeñas y la relación calidad/precio no es buena. Tiene piscina climatizada que nos hubiera gustado utilizar con aquel calor, pero llegamos algo tarde. Supongo que hay varias opciones de alojamiento con precio más interesante en Carcasona, pero esto fue un capricho de día de especial, ya que lo que no queríamos era alojarnos dentro de la Cité.
Como era nuestro aniversario, nos apetecía una cena maja y teníamos apuntados varios restaurantes. De camino a la Cité o Ciudadela (el núcleo amurallado), cruzamos el puente viejo mientras contemplábamos las románticas murallas (miden 3 kilómetros) con sus torres (un total de 52) apuntando al cielo. Según nos fuimos acercando por las calles de la Villa Baja, (que fue quemada a mediados del siglo XIV por el Príncipe Negro en la Guerra de los 100 años al no haber podido conquistar la Cité), crecía la fascinación medieval viendo las picudas torres de fondo. Creo que no hay mejor momento para visitar Carcasona que al atardecer, cuando sus muros se vuelven increíblemente dorados por el sol, sensación que se incrementa accediendo por la Puerta del Aude. Aun corriendo el riesgo de quedarnos sin cenar (se estaba haciendo tarde para los horarios franceses), era imposible no detenerse a hacer fotos y más fotos.
En pleno julio, mucha gente se había quedado a cenar en Carcasona. Pudimos comprobar que, al menos en esta época, los horarios para las cenas son algo más flexibles que en otras zonas de Francia. El restaurante Adelaide (muy recomendado en el foro) estaba completo, así que fuimos al Au For Saint-Louis, en el 4 de la rue Saint-Louis. Es un restaurante pequeño, la minúscula terraza estaba llena y nos ofrecieron una mesa en el interior, pero el calor era insufrible y nos fuimos (el aire acondicionado en los locales franceses es un todo un lujo, inexistente casi siempre, y a los españoles nos cuesta entenderlo). Lo intentamos en el Comte Roger, en el número 14 de la misma calle Saint-Louis. Les quedaba una mesa en la bonita terraza/jardín, junto al pozo, y no lo dudamos. Nos enviaron a un camarero muy amable que hablaba un poco de español, un buen detalle. Cenamos muy bien. Todo muy rico. Los platos eran bastante historiados, así que sólo señalaré los ingredientes básicos: entrante, ensalada con pez espada y pulpo; principales, atún y magret de pato, de postre, tiramisú. Además, cervezas, copas de vino y agua. Total: 71 euros.
Terminada la cena, fuimos a recorrer la Cité de noche. Lo recomiendo (al menos en verano): poca gente, tranquilidad y la iluminación que le concede un plus a la fantasía. Imprescindible recorrer tranquilamente el paseo de las Lizas (el espacio entre las dos murallas), escenario de justas y torneos en su tiempo, y donde el sueño medieval se hace casi real.
Dentro de la Cité no se nota tanto y parece más tenue, pero según te vas alejando se aprecia la intensidad de la luz artificial de Carcasona, desde el Puente Viejo destella como si fuera una inmensa antorcha.
.
A las ocho de la mañana ya estaba en pie dispuesta a visitar la Cité sin agobios de gente. Mi marido saldria más tarde porque no le gusta madrugar, por eso necesito hoteles en el centro de los lugares que visitamos. Cada uno tiene sus gustos y hay que respetarlos. Nos encontraríamos más tarde.
Hacía un día espléndido, pero el sol estaba detrás de los muros, dejándolos oscuros, casi negros. Seguía siendo una visión espectacular, pero en mi opinión había perdido parte de la magia de la tarde/noche anterior. Sin embargo, es una gozada pasear por Carcasona antes de que abran las tiendas y se instalen las terrazas, sin apenas gente, ni obstáculos salvo los barrenderos y algún que otro repartidor madrugador. Tranquilamente, fui recorriendo los lugares más significativos que figuraban en el mapa que tenía de la Cite:
El Castillo Condal, que conserva la barbacana y el foso original, del siglo XII. Son muy vistosas los matacanes, galerías de madera desde donde se lanzaban los proyectiles a los enemigos. Hay un par de miradores extraordinarios para fotografiar la parte exterior del castillo sin necesidad de pagar la entrada.
La Puerta Narbonesa, la Torre del Tesoro, la calle Crosmairevielle, que va del Castillo Condal a la Puerta Narbonesa, los dos pozos...
La calle Auguste Pierre, donde se conservan algunas de las casas más antiguas de Carcasona.
La Basílica de Saint-Nazaire. La antigua Catedral de Carcasona, consagrada por el Papa Urbano II, se construyó en estilo románico, del que conserva la disposición de la nave y el campanario. Posteriormente se añadieron elementos góticos como el ábside y la vidriera central con escenas de la vida de Cristo. En su reconstrucción, Violet-le-Duc reforzó su aspecto gótico añadiendo balaustres, gárgolas y agujas. En el siglo XIX, cedió su título de Catedral de Carcasona para cederlo a la Iglesia de Saint Michel, en la Bastida o Ciudad Nueva.
El Paseo de las Lizas: espacio entre las dos murallas (exterior e interior) que permite recorrer todo el contorno amurallado, admirando sus 52 torres. Me parece imprescindible recorrer aunque sea solo un tramo.
Y de un lado a otro, fotos y más fotos. Era una delicia pasear por Carcasona entre los lugareños que empezaban a ocuparse de sus negocios, algunos turistas y cuatro gatos. A las 9:00 tomé el “petit-dejeuner” en una terraza de la Place Marcou: café con leche, croissant y zumo de naranja, 4 euros (no cogimos el desayuno en el hotel, que costaba 13 euros por persona). La gente es muy amable, los repartidores que pasaban junto a mi mesa con sus carritos se disculparon mil veces sin haberme molestado. La ciudad vive del turismo y se nota.
Place Marcou
A partir de las 9:30 empezó a notarse que llegaba mucha gente aunque sin resultar agobiante, añadiendo simplemente un cálido toque de humanidad a la ciudad que empezaba a despertar. Ya se había formado cola para entrar al castillo, que abre de 9:30 a 18:30 en verano (en invierno, cierra a las 17:00). La fila fue rapidita y tardé unos 10 minutos en entrar. El precio general de adulto es de 8,5 euros. Si se quiere audio-guía creo que eran 4 euros más.
Según leí, el castillo fue construido por los Vizcondes de Trancavel, vasallos de los condes de Toulouse, que tras la cruzada decretada por Inocencio III contra los albingenses fueron derrotados por el rey de Francia, a cuyas manos pasó la ciudad en el siglo XIII. Se trata de una fortaleza de carácter defensivo con torres de vigilancia en altura dentro de otra fortaleza mayor, la ciudadela. Hay visitas guiadas, pero yo fui por libre. No es difícil ya que hay un itinerario marcado y los carteles explicativos también están escritos en castellano. Se tarda unas dos horas en verlo, incluso más, porque se recorre también el camino de ronda junto a las almenas, desde donde se observan unas vistas fabulosas de toda Carcasona (Cité, Villa Baja y Bastida de Saint Louis) y sus alrededores. Solamente por las vistas, ya merece la pena entrar (por lo menos a la hora temprana que fui yo, cuando todavía no había multitudes dentro).
Cuando salí del castillo, me di otra vuelta por la Cité, incluyendo la zona extra-muros por donde pasa un sendero. El sol apretaba de lo lindo y hacía bastante calor. Las calles de la Cite empezaron a llenarse hasta el punto de que resultaba difícil moverse. La fascinación medieval empezó a remitir y comencé a sentir bastante agobio, así que decidí marcharme hacia la Bastida (Ciudad Baja), donde encontré un ambiente más tranquilo y acogedor para dar un paseíto, muy recomendable si se tiene un rato libre, aunque, desde luego, nada tiene que ver con la Ciudadela.
Los lugares más importes para recorrer son:
La Plaza Carnot con la fuente de Neptuno en su centro, en torno a la cual se construyó la fortificación en el siglo XIII. Lugar con mucho ambiente y terracitas; la puerta de los Jacobinos, la única que se conserva de las tres que tenía la ciudad; la Catedral de Saint-Michel y la Iglesia de San Vicente, de estilo gótico con un campanario octogonal (estaba en obras, tenía un enorme andamio por fuera y tampoco la pude ver por dentro). Tampoco está mal acercarse a ver el Canal de Midi, y si se tiene tiempo, darse una vueltecita en barco.
Fuimos a comer al restaurante Les Jardins de L’Estagnol, nº 1 de la rue Benjamin Franklin, en un polígono industrial, no muy lejos del centro, pero sin GPS sería algo complicado de encontrar. Atienden de maravilla y, además del comedor interior, tienen otro en el jardín muy bonito, pero hacía tanto calor que incluso la chica que nos atendió, amabilísima, me trajo un pulverizador con agua para refrescarme. Sirven varios menús (formule, les llaman ellos) desde 14 euros, que incluyen entrante, plato principal, quesos y postres. Elegimos un menú de 20 euros con entrecot y otro de 25 con el cassoulet típico de la zona, una especie de fabada con judías blancas guisadas, pato, morcilla, tocino, carne…. Estaba muy bueno, aunque casi me muero con un plato tan contundente con semejante calor. En Francia, los menús no suelen incluir las bebidas, una cerveza o un refresco cuestan entre 2 y 4 euros y una copa de vino entre tres y cinco euros. Conviene pedir (la ponen sin ningún problema y es gratis) una garrafe d’eau (jarra de agua). La comida nos costó 56 euros (los dos menús, una cerveza, dos cafés cortados y dos copas de vino, además del agua), y estuvo realmente bien, rico y abundante. Después de los platos principales tomamos los quesos, pero ya no pudimos con los postres.
Y así terminó nuestra visita a Carcasona, que realmente me dejó una muy grata impresión; sobre todo su vista al atardecer es algo que no se me olvidará. Pero reconozco que me gustó más el continente que el contenido. Las murallas y las torres me parecieron algo realmente especial, lo que no sucedió con las calles y las casas, a las que no terminé de encontrar demasiado encanto.
CASTILLOS DE LASTOURS.
Desde Carcasona a los castillos de Lastours hay poco más de 17 kilómetros, que se hacen en una media hora por la carretera D-201; por el camino se ve un pequeño tramo del Canal de Midi. El paisaje era muy bonito, pero el tremendo calor y la comilona empezaban a hacer estragos. Llegamos a Cabaret (el pueblo que coronan los castillos de Lastours sobre un espolón rocoso de 300 metros de altura) literalmente asfixiados porque dado el corto trayecto habíamos decidido no poner el aire acondicionado del coche. Es obligatorio dejar los vehículos en un aparcamiento e ir caminando hasta el edificio de la oficina de turismo, donde se compran los tickets, junto a la chimenea de una antigua fábrica textil. De allí salen unas escaleras que conducen al sendero que une los cuatro castillos. Queríamos hacerlo, pero en tales condiciones no nos sentíamos capaces. No sabíamos si seguir a nuestro siguiente destino o esperar un poco a ver si nos sentíamos mejor. Paramos a descansar un rato a la sombra, junto al río.
Media hora después, el calor se había convertido en un bochorno insoportable y decidimos marcharnos, pero visitando previamente el mirador (Belvedere de Montfermier) desde el que se divisan los cuatro castillos. Ya en el pueblo y con el río a la derecha, se toma un giro completo a la izquierda; aunque está indicado, hay que ir atentos para no pasarse el desvío. A un par de kilómetros, junto a un camping, hay una caseta, desde la que se accede al camino que lleva al mirador, que está a unos cien metros. Cobran 2 euros (hay entrada conjunta con los castillos que sale más barato). Resulta un tanto sorprendente tener que pagar por asomarse a un mirador.
Menos mal que la vista es realmente bonita y se distinguen perfectamente los cuatro castillos, el sendero que los une y su espectacular ubicación. Se veía gente haciendo el recorrido a pie y nos pico el gusanillo. Además, casi de repente, unas amenazadoras nubes negras estaban cubriendo el cielo, presagiando tormenta, incluso empezamos a escuchar truenos en la lejanía. Eso tenía la ventaja de que el sol había desaparecido con lo que el calor había remitido bastante. Así que decidimos volver para hacer la caminata hasta los castillos, esperando que no nos pillase el aguacero que ya se intuía en la distancia. La entrada cuesta 6 euros.
Hay muchos tramos de escaleras, algunas talladas en la piedra, y el camino es abrupto y muy empinado. Se necesita un buen calzado con suela que agarre, nada de sandalias. Por lo demás, la ruta es muy bonita, con unas vistas espectaculares y, además, el cielo negro al fondo, les otorgaba un carácter misterioso que los volvía mucho más atractivos. Tras atravesar una gruta, aparecen colgados cada uno sobre su roca, sus nombres se corresponden con cantares de gesta medievales: Cabaret, Quertinheux, Surdespine y Tour Regine, los tres primeros sufrieron el ataque de los cruzados de Simon de Montfort hasta 1229 en que se firmó el Tratado de París, que puso fin a la cruzada. Como represalia, las tropas reales destruyeron el pueblo y los castillos, pero más tarde volvieron a reconstruirse añadiendo la Tour Regine para reforzar las defensas del sur de Francia. Aunque están en ruinas, conviene verlos todos, porque desde cada uno se observa un panorama diferente; y no hay que dejar de ir al último y subir la empinada escalera que alcanza la torre (tuve que utilizar la linterna del móvil porque estaba muy oscuro), desde donde se obtiene una foto preciosa.
Nos dijeron que el recorrido completo lleva unas dos horas, pero se hace en menos, nosotros tardamos 1 hora y 10 minutos, si bien fuimos a buen ritmo para evitar que nos pillase la lluvia. Nos gustó la caminata.
CASTRES.
Desde Lastours hasta Castres hay 50 Kilómetros, que se hacen en unos 50 minutos. Al bajar un puerto de montaña en la carretera N-112, nos encontramos un mirador sobre la ciudad de Mazamet.
Empezamos a ver la carretera mojada pero ya no llovía, por esta zona había descargado la tormenta unos minutos antes. Aparcamos en Castres muy cerca del centro porque ya había pasado la hora de pago en zona azul. Había poca gente por las calles. Queríamos hacer esa parada para contemplar las antiguas y coloridas casas de curtidores y tintoreros que se levantan a orillas del río Agout, que ofrecen un panorama muy bonito desde el Muelle de los Jacobinos, especialmente al atardecer.
En esta ciudad también se puede visitar la Iglesia de San Benito (Saint-Benoit) y el antiguo palacio arzobispal, donde actualmente se encuentra un museo dedicado a la pintura española, especialmente a Goya. Estos dos lugares ya estaban cerrados cuando llegamos allí.
Teníamos pensado hacer otra parada en Lautrec, pero se nos había hecho tarde con el retraso en Lastours, así que continuamos directamente hacia nuestro hotel en Cordes-sur-Ciel.
Muchas gracias, Salodari. Yo también me lo paso muy bien con los relatos de tu pequeño senderista. Si no conocéis la zona, seguro que en un futuro le encantará conocer los castillos cátaros.
Acabo de descubrir este diario artemisa23, que pueblos más bonitos tiene Francia, me encanta este país. Algunos los conozco, otros los tenía para próximas visitas y el resto anotados quedan. Muchas gracias por la información guapa.
Pues sí, LANENA, Francia es una fuente inagotable de sitios y pueblos preciosos para visitar. Siempre que podemos, nos damos una vuelta por el país vecino con el coche, ya que nos sentimos tan cómodos como cuando viajamos por España. No sé si conoces la zona de Auvernia, también nos gustó mucho. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Después de dos grandes tour por Francia, en breve me pongo en marcha a por el tercero, jajajajaja. Algunos de los pueblos/ciudades mencionad@s los conozco y el resto los tengo guardados desde hace tiempo. Mira que le tengo ganas a ésta zona pero se me resiste un poco, lo dejaré para el cuarto tour, jajajajaja. En febrero marcho por otra zona, pasaré por muchos lugares ya conocidos pero será de largo porque no me gusta repetir destinos, algunos van a ser inevitables más que nada porque he encontrado los alojamientos más económicos, pero la mayoría serán lugares nuevos. Como bien dices, Francia "está cerca" pero tiene tanto que ver que no cunde, jajajajaja. Gracias por toda la información y a ver si voy añadiendo etapas a mi diario de "FRANCIA Y SUS PUEBLOS" porque no me da la vida para escribir tantos viajes, jajajaja. Saludos guapa.
Hola, LANENA69. Me alegro de leerte de nuevo. Estoy un poco parada por una operación en un ojo, pero en breve espero estar bien para trotar otra vez. Este verano quiero volver a Francia, a explorar nuevas zonas. Ya contarás tú que tal. Gracias y un abrazo.
Buenas noches a todos. Gracias por los comentarios... Al final sumo a Nantes, Burdeos , Toulouse a Rennes , Angers y Albi ya que por lo que he visto y los días que varios de ustedes me han dicho me da tiempo de sobra. Si me pueden recomendar sitios para comer sería de gran ayuda .
Buenas, vivo con mi pareja en Cataluña y estaba pensando alquilar un coche y visitar la zona del sur de Francia, pueblitos con castillos y tal. Dejaríamos para otra ocasión Montpellier y Perpignan que son ciudades más grandes y desde Barcelona hay bus y tren, asi que las vemos para echar un finde "fácil" sin preocuparse de coche. Toulouse y Carcassone ya las visitamos hace unos años.
Por lo que he estado leyendo, algunas de las ideas que tengo son Albi, Cahors, Rocamadous, Conques, Castres. Mis dudas son...
- cuantos días creeis que es necesario para poder ver lo principal... Leer más ...
@Kaoska_p En semana santa, hay mucho movimiento de viajeros por esa zona. Puede que ir sin hotel sea complicado, pudiendo salir bastante caro encontrar un alojamiento a última hora.