Nuestro sueño maya ✏️ Blogs de Mexico

Riviera Maya era un destino que rondaba por mi mente desde hacía bastante tiempo. Tenía ganas de conocer la cultura maya, bañarme en un cenote, disfrutar de las playas del Caribe y su fondo marino… Pero parecía que nunca era el momento adecuado para lanzarnos con este viaje. Y el momento llegó en Semana Santa de 2017, cuando tuvimos que planear un viaje para dos. Esta vez viajábamos mi hija de 6 años y yo, y el destino estaba claro: Riviera Maya.

Allá por el mes de noviembre comencé a buscar información en el foro y era tantísima que los preparativos fueron fáciles. Tal y como me recomendaron, escribí a viajes Simartour y la respuesta fue rápida y clara, sobre todo cuando para el Black friday salió una oferta que se adaptaba bastante bien a mi presupuesto. La decisión del hotel estaba clara: Grand Palladium Colonial. Pero no pudo ser, pues para entonces estaba ocupado, ¡y eso que faltaban aún 5 meses para ir! Por eso tuvimos que alojarnos en el Grand Palladium White Sand, en el mismo compleejo pero de categoría algo superior que el anterior, y también precio más elevado. Aun así, la oferta merecía la pena: 7 noches en Junior Suite todo Incluido para las dos, 2130 €. Se pasaba un poco de mi presupuesto, pero desde Simartour me animaron, pues las habitaciones estaban recién renovadas. Y además era lo que había, y después de todas las opiniones del foro, tenía claro que quería ir al Palladium. Así que ¡adelante con el plan!

Las condiciones que me ofreció Simartour fueron estupendas, pues tras pagar una pequeña señal, la reserva podía modificarse hasta 20 días antes de la salida, con la devolución total del dinero. Por eso no lo dudé. En principio hice la reserva sin tener muy claro si ese viaje se haría realidad. Pero la fecha se fue acercando y parecía que sí, que mi hija y yo íbamos a conocer una partecita de México. El viaje sería del 14 al 22 de Abril.

Entonces me puse en serio con el foro, y con la ayuda de Niness, Cataleña, Anmovasa y demás compañeros, todo resultó mucho más fácil.

Desde aquí envío un agradecimiento especial a mi amiga Indialuna, una de las responsables de que este sueño se hiciera realidad, pues me animó a realizarlo a pesar de las circunstancias, y me orientó tan bien, que la organización resultó de lo más sencilla.

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Por fin llegó el día. Maletas preparadas y Check in online hecho 48 horas antes de viajar en la página de Air Europa. Elegir asiento costaba dinero, así que me arriesgué a que me los dieran: 44E y 44F. Se trataba de los asientos interiores del avión, dos de los del bloque de cuatro asientos. En principio con pena por no ir solas y en ventanilla, pero de los 4 asientos, solo estaban ocupados los nuestros, por lo que resultó ser un puesto estupendo. Viajamos solo con equipaje de mano, cada una con nuestra maleta de 10 Kg, y todo fue muy rápido. El vuelo con 40 minutos de retraso, pero no importaba, la ilusión nos podía, y a las 16:00 ya estábamos montadas en el avión. Nos esperaban más de 9 horas de vuelo, acompañadas de emoción. Mi hija ha viajado mucho, con 4 meses montó en avión por primera vez y lo hace todos los años en varias ocasiones. Es algo que le encanta, pero este vuelo era el más largo de los que había hecho hasta ahora, y estaba emocionada.

El vuelo es largo, sí, pero entre comer, dormir, jugar a las cartas, merendar, ver película, leer y cenar, lo hicimos entretenido y fue muy llevadero. Dos horas después del despegue llegó la comida, bastante aceptable y con dos menús a elegir. Nosotras elegimos uno de cada para probar ambos. Tres horas después, de merienda un bocadillo de queso con bebida a elegir y una hora o dos antes de aterrizar, la cena, un sándwich caliente con bebida y café o leche con una magdalena.



Al llegar al aeropuerto fuimos a buscar a los de Travelplan y nos indicaron el autobús que nos correspondía. Eran casi las 2 de la noche españolas, pero en México aún eran las 7 de la tarde y estaba anocheciendo. En ese momento eché en falta viajar por libre y coger mi coche de alquiler, pues la espera hasta que llegaron todos los pasajeros de coger su maleta facturada y se ubicaron en el autobús, se me hizo un poco larga. Teníamos sueño, pero la primera parte del trayecto hasta el hotel, el chico de Travelplan nos fue explicando algunas cuestiones sobre el viaje. Luego ya pudimos dormirnos, y casi sin darnos cuenta, tras un viaje de hora y media, estábamos en el Palladium.

Llegamos al hotel y nos recibieron con un cocktail de bienvenida y nuestra pulsera TI, algo totalmente nuevo para nosotras, que siempre hemos ido a hoteles sencillos. Nos montamos en el cochecito que lleva a las habitaciones y enseguida llegamos a la nuestra: 5202 en la planta baja de la villa 52. La habitación impresionante, tal y como la había visto en las fotos, una suite enorme, de 53 m2 con cama king y jacuzzi en el centro de la habitación. Podíamos haber dormido las dos en la enorme cama, pero nos gusta tener independencia por la noche, así que salí a pedir que le hicieran el sofá cama a la niña. Fue dicho y hecho, y enseguida vinieron a transformar el sofá en una cama. Ella estaba agotada y se durmió enseguida, pero yo estaba con la emoción del viaje y no me podía dormir así que me puse a sacar la ropa de las maletas y colocarla en el armario. Finalmente a las 12 de la noche mexicanas (7 de la mañana españolas), me acosté.

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Ya nos habían avisado de que nos despertaríamos pronto el primer día, y así fue. A las 5 de la mañana yo estaba con los ojos abiertos, y mi hija aguantó durmiendo hasta las 6. El desayuno comenzaba a las 7, así que decidimos acercarnos a la playa del hotel a ver el amanecer. Cogimos el mapa y nos adentramos por los caminitos del Palladium. ¡Qué maravilla! Cada villa, rodeada de selva y los animalitos correteando por esos senderos, las piscinas solitarias, preciosas, y al fin la llegada a la playa. Estaba amaneciendo y la imagen era espectacular. ¡Que buen comienzo para nuestro viaje! Estábamos emocionadas y nos parecía increíble que estuviéramos allí, en un rinconcito de la Riviera Maya, viendo el precioso amanecer.


A las 7 nos dirigimos a desayunar al Kabah, uno de los bufets, situado entre el White Sand y el Riviera. Nos encanta. Frutas variadas y zumos caseros en jarras de diferentes mezclas de sabores; bollería de lo más variada, panes de diferentes tipos, patés y quesos, además de otros productos salados para hacer al momento y otros ya hechos en los que no me fijé tanto, pues no solemos desayunar salado. Además, gofres, churros y una persona haciendo crepes, tortitas y demás, con una gran variedad de condimentos para rellenarlos.


Con este escaparate, estamos desayunando un buen rato, y después continuamos nuestro paseo por el hotel. Ya han despertado los coatís y las iguanas, que en aquel momento eran una novedad, pero nos acompañarán el resto de los días como algo de lo más natural en nuestros paseos por el hotel.


Decidimos quedarnos en las piscinas del Colonial - Kantenah: piscina Lago y la piscina infantil. A primera hora se está de maravilla, pues no hay gente, pero según avanza la mañana, se va llenando, ponen música y hay actividades, por lo que la piscina se llena de ambiente.


A mediodía mi hija quiere probar un rato el mini club y vamos a ver cómo funciona. Me gusta mucho el control que hay y las chicas parecen muy majas, por lo que ella se queda encantada y yo aprovecho a buscar una de las piscinas de solo adultos que está cerca: El Secreto. Una maravilla que exista esta opción para los momentos en los que las piscinas principales se llenan de gente y ambiente. La verdad que el hotel tiene en cuenta muchos pequeños detalles.

Llega la hora de comer. Las opciones a mediodía son los bufets Kabah y La Hacienda y los dos restaurantes de la piscina: La Laguna y Gran Azul, además de los dos snacks abiertos las 24 horas: Punta Emilia y Las Olas. Hoy decidimos comer en la Hacienda, el restaurante del Colonial. Hay que entrar vestido y seco, aunque sea con ropa de piscina. El buffet es estupendo, tiene una gran variedad de ensaladas, comida hecha al momento (carne, pasta, etc.) Y varios platos cocinados, guisos de carne y pescado, además de comida mexicana, pizzas y demás. Nos hacemos una ensalada con un montón de cosas, un plato de fideua con frutos del mar, langostinos en salsa y patatas fritas. En la zona de postres hay un montón de pastelitos, además de yogures, frutas y helados que se sacan directamente de la máquina. Probamos el mousse de mango y un helado de fresa.


Hemos comido fenomenal y damos un paseo por la zona para ver los cocodrilos y saludar a las iguanas que encontramos por el camino. Después nos vamos a reposar a la piscina el Lago de nuevo, pero a otra zona que vemos más tranquila. Pasamos la tarde de relax, que es lo que buscábamos para el primer día del viaje, y nos tomamos nuestros primeros cocktails.


Hacia las 5 de la tarde vamos a la habitación a cambiarnos de ropa para ir al gimnasio, que nos pilla muy cerca de nuestra villa, por lo que vamos andando. El gimnasio es gratuito y está junto al spa, que cuesta 10$. El sitio es precioso y el gimnasio muy completo. La pena es que a la niña no le dejan entrar, así que se queda fuera esperándome jugando con el móvil. Hoy no me entretengo mucho haciendo deporte y para mañana ya sabemos que ella no puede entrar, y lo haremos de otra forma.


Después de estrenar nuestra maravillosa jacuzzi, salimos a cenar. Las opciones para las cenas son dos de los bufets del desayuno (Kabah y La Hacienda) y los 9 restaurantes temáticos. De estos 9, en dos hay que reservar con antelación: Punta Emilia y Sumptuori en la opción de Teppanyaki. Estos los dejaremos para otro día con reserva previa, así que hoy decidimos comenzar con el restaurante “La Adelita”, temático mexicano, con la mala suerte de que en éste es el día de sólo adultos. Esto no lo sabíamos, cada día es en uno y hoy toca aquí. Intentamos en “El Dorado” (temático de comida a la brasa) que está al lado, pero al entrar a preguntar nos dan más de una hora de espera así que lo descartamos. Mirando en el mapa del hotel, el temático más cercano es el tailandés, Chang Thai, donde nos dan 10 minutos de espera, así que nos quedamos. Al final la espera es más larga de lo previsto, y mi hija se queda dormida en los sofás, por lo que cuando nos toca, decidimos hacer una cena rápida y sin complicaciones: ensaladas variadas y rollos vietnamitas (se los sirve uno mismo de la isla de ensaladas que hay en la entrada) y un arroz frito a la piña que está buenísimo. No puedo dar una percepción objetiva de este restaurante, pues nos ha pillado cansadas y un poco desubicadas. Lo que sí puedo decir es que no teníamos mucha más opción para elegir, pues hay bastantes comidas picantes.


Para volver a nuestra villa tomamos el tren que conecta los lobbys, y el tramo del lobby del White Sand a nuestra villa lo hacemos andando por un atajo que nos enseña el conductor y se llega fenomenal. A estas horas se nota el Jet lag, pues aunque son las 10 de la noche mexicanas, para nosotras es como si fueran las 5 de la mañana. A dormir.

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