Mi primer crucero, pero no el último ✏️ Blogs de Mediterráneo

Al desembarcar en Corfú tomamos un autobús urbano en el mismo puerto (1,70€) que nos dejaba en el centro de la ciudad, visitamos la antigua fortaleza que es de entrada libre y disfrutamos de las vistas, después callejeamos un poco y admiramos algunas de las múltiples y bonitas iglesias ortodoxas; no soy creyente, pero me encantan las iglesias de cualquier confesión, esconden mucha belleza en su interior y son lugares agradables que permiten unos instantes de reposo al sufrido viajero.

Hay otra fortaleza, la nueva, en la que no entramos porque es de pago y ya habíamos visto bastantes piedras, preferimos contemplar las impresionantes vistas del mar azul y más tarde comimos y tomamos un café (carísimo) antes de coger otra vez el autobús y regresar al barco.


Me consta que Corfú tiene playas y rincones preciosos, pero como siempre, el tiempo no nos permitía más.

Por la noche en el barco tuvimos cena de gala, que no la del capitán, que se limitó a dar una vuelta al ruedo en torno al inmenso comedor con toda la tripulación tras él para recibir los aplausos del público. Pero nos pusimos nuestras mejores galas (un simple vestidito de verano con un foulard y tacones) y disfrutamos de una cena especial y una copa de cava (o champagne, no sé cómo se le llama en Grecia).

Al final de la cena los camareros, que sirven para todo, nos sorprendieron bailando con gracia una bien ensayada coreografía en las escaleras del restaurante y todos acabamos bailando con ellos.


Al día siguiente llegábamos a Dubrovnik, una de la etapas del viaje que más ilusión me hacía, y no me decepcionó. Nos ofrecieron una furgoneta de 8 plazas que compartimos con unos italianos, por 10€ cada uno, para llevarnos a la ciudad, visitarla libremente durante un par de horas, y más tarde dar una vuelta por los alrededores.
Era la solución perfecta porque nos evitábamos el engorro del cambio de moneda y en la mayoría de las tiendas aceptan euros, pero no en el transporte público.
Dubrovnik es una ciudad medieval amurallada, patrimonio de la humanidad. Tiene estrechas calles de piedra y muchas escaleras que nos dejaron sin aliento en más de una ocasión, y un bonito puerto. Cuando sales del centro turístico la piedra amortigua el ruido en las callejuelas y solo percibes el silencio. Dos horas después, como habíamos acordado, nos llevaron a un montículo desde el que se divisaba la ciudad con su típica imagen de tejados rojizos que parecen adentrarse en el mar, y también visitamos una presa donde vimos casas medio derruidas por la guerra y un puente muy moderno bajo el que el río se une al mar.


Creo que Croacia merece por lo menos una semana para recorrerla, me lo apunto en mi larga lista de destinos futuros.

En nuestra última noche en el barco la cena era de temática italiana. Los camareros volvieron a sorprendernos con populares canciones italianas muy bien entonadas que todos acabamos coreando y bailando. Fue muy divertido.

Por la mañana llegaríamos a Venecia y desembarcaríamos definitivamente con cierta tristeza.

---

La entrada en barco a Venecia es impresionante, aunque había un poco de niebla y hacía más frío que en los puertos anteriores.

Nos habían dado instrucciones para ir saliendo del Costa Luminosa con cierto orden, previa presentación de la factura con los cargos a nuestra tarjeta de los gastos que hubiéramos podido hacer, en nuestro caso solo el paquete de bebidas y las propinas obligatorias (10€ diarios por persona y día). Como nuestro vuelo salía por la noche nos ofrecían la posibilidad de dejar el equipaje en la consigna del puerto de forma gratuita, y desde allí cogimos una especie de tren (1,50€) para dirigirnos al centro de la ciudad, la plaza de Roma. Una vez en la plaza, callejeamos para llegar a la plaza San Marcos e ir disfrutando de la ciudad, una buena hora parando en tiendas y haciendo fotos por los canales.


Yo ya había estado en Venecia años atrás, pero me impresionó igualmente la maravilla de la catedral y todo el entorno. Eso sí, entre multitudes, cámara en mano igual que nosotras. Después de hartarnos de dar vueltas y hacer fotos comimos frente a una especie de aparcamiento de góndolas y emprendimos el regreso a la Plaza de Roma a pie ya bastante agotadas. Volvimos a coger el trenecito que nos devolvería al puerto y recogimos nuestro equipaje. Como habíamos contratado traslados nos esperaba un autocar que nos llevó al aeropuerto.



Llegábamos a Barcelona a las 12 de la noche, agotadas pero satisfechas de la experiencia vivida. Aunque hubo algunas cosillas que no nos gustaron del todo, como que no nos dieran ni agua del grifo para la cena, el incidente que tuve con uno de los camareros del bufet y que quisieran cobrarte por todo y muy caro, el balance general es bueno y ya estamos pensando en un nuevo crucero por los fiordos noruegos.

Conclusiones finales:
No contratamos ninguna excursión, todo se puede hacer por cuenta propia sin problemas y mucho más económico. Solo es cuestión de informarse un poco al preparar el viaje.

Mención especial a nuestro camarero, Jeffrey; al encargado del camarote, Churchill, que también era encantador y nos sorprendía cada noche con muñecos hechos con toallas, sobre la cama. Sospecho que esos no son sus verdaderos nombres y se los cambian para que los huéspedes podamos recordarlos con facilidad.


También merece mi más sincera admiración el equipo de animadores. Un grupo de jóvenes de diversas nacionalidades que trabaja sin descanso de la mañana a la noche para que disfrutemos de nuestras estancia, siempre con una sonrisa en los labios y derrochando simpatía, pese a que a mí me pareció que los explotaban demasiado y acababan cada día completamente agotados.

Toda la tripulación del barco se defiende con mayor o menor fortuna en varios idiomas: italiano, inglés, español, francés, alemán... por lo que no vais a tener ningún problema para entenderos.

El crucero, con vuelos y traslados incluidos nos salió por unos 1.000€ cada una. Aparte del paquete de bebidas, las propinas y los gastos personales que pudiéramos hacer. Antes de contratarlo todo nos parecía caro, pero una vez allí, viendo la cantidad de gente que está trabajando para ti, la calidad de todos los servicios y lo que se esmeran por ofrecerte una estancia inolvidable, te acaba pareciendo barato.

Y eso es todo. Si puedo ayudaros con alguna duda no tenéis más que preguntar.

---