Botwsana, Cataratas Victoria y Sudáfrica ✏️ Blogs de Sudáfrica

Nos levantamos sobre las 7:00, ducha y buscamos un sitio para desayunar. Nos sorprendió encontrar un sitio de lo más moderno pero a la par con estilo local, con mucha variedad para el desayuno, eso sí, precios europeos. Se llama Red Monkey y nos ponemos las botas antes de iniciar nuestra aventura al Okavango. Nos gastamos por los 4 unos 310 Botswanos, o sea unos 26 euros, pero tras habernos puesto las botas.

Este día empezaba nuestra ruta hacia el consabido Delta del Okavango, un lugar remoto del planeta donde hay mucha vida animal y agua por todas parte. Esta parte del viaje si la habíamos contratado a través de una agencia local que tienen varios campamenos en el Delta. Me gustaría destacar que aquí es imposible encontrar algo económico y que se adapte a nuestra medida y los precios mínimos que se ofrecen ya son de por si carísimos. La agencia con la que lo contratamos es Sundestinations que nuestros amigos ya conocían de otras veces y les había salido bien.

A las 8.45 vamos al aeropuerto donde nos esperan para ir a nuestro campamento Xobega, ya dentro del okavango. Primero fuimos en avioneta con otras 6 personas y 2 pilotos.
Aterrizamos en el medio de la nada, en una pista de arena, y ahí nos está esperando un jeep para ir al campamento. El trayecto en el jeep serían unas horas y a la vez va haciendo un safari, vemos cebras, elefantes y... casi vemos un leopardo! Son muy difíciles de ver. El año pasado en Tanzania tan sólo vimos uno subido a un árbol comiéndose su presa (un ñu). En este caso había cazado otro ñu y lo que vimos es su presa enterita a punto de ser devorada, pero el leopardo no estaba. Según el guía, hace mucho calor a esas horas para que los animales estén por ahí, por lo que es difícil que vuelva hasta la tarde. También hace calor para nosotros, y es que estábamos cerca de los 40 grados!

Cuando llegamos a uno de los afluentes del río Okavango cogemos el último medio de transporte para llegar al campamento, una barca que va por los ríos que van a desembocar al Okavango. Empezamos a darnos cuenta que aquel maravilloso lugar es de una belleza extrema, está rodeado de vegetación, hipopótamos, elefantes, nenúfares,… el cielo se refleja en el agua, haciendo efecto espejo, una maravilla. Llegamos a nuestro camp a las 15:00, nos preparan algo de comer, descansamos y a las 17:00 empieza el Safari al atardecer, que es cuando los animales salen de nuevo. Insisto en que es inmensamente bonito y el atardecer es realmente bello.

Regresamos a las 18.30 que es cuando el sol se pone, nos duchamos (es un bidón que te lo llenan de agua del rio) y cervecita mientras charlamos. Cenamos y nos sentamos al fuego un rato y prontito a la cama. El campamento está bien organizado, y más porque todo el personal estaba para nosotros, pues no había más gente. Noviembre no es temporada alta, debido a las altas temperaturas, por eso entendíamos que no había nadie más. Las habitaciones son el realidad tiendas montadas en estructuras rígidas, muy cómodas y más que suficiente para alojarse.

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Nos levantamos a las 6:00, desayuno, y nos vamos en nuestra barca a ver animalitos y navegar por el Okavango. Como aventurilla, me gustaría destacar el susto que nos dimos con un elefante: estaba con su cría, y nosotros estamos cerca, nos acercamos con la barca con la mala suerte de que la barca se encalla en unas ramas. Mientras el capitán está intentando quitar las ramas, en una fracción de segundo nos encara el elefante con el objetivo de cuidar a su cría, se acerca hacia nosotros al mismo tiempo que el capitán nos dice que nos agachemos y no nos movamos, ya que no podemos salir de las ramas. Fue unos segundos de cague, pero gracias a que el elefante iba sólo con su cría, se gira y despacio se desplaza y se va... menudo susto nos pegamos! Hasta el guía dijo que iba a por nosotros. Pero bueno, una experiencia más vivida en la vida.

Seguimos viendo animalitos y sobre las 12:00 nos vamos al camp, nos dan de comer, nos duchamos, descansamos y Narcis nos da una clase de fotografía en la sobremesa.

A las 16:00 quedé con el capitán para que me hiciera un safari andando por la isla. Me fue explicando todo tipo de árboles, plantas e historias que sabía, muy interesante y entretenido hasta que vimos un elefante a lo lejos. Y ahí estábamos de pie, mientras veíamos comer al elefante. Por lo que nos dimos la vuelta y volvimos al camp. Nos tomamos un té y comenzó el Safari de tarde para ver el atardecer mientras nos tomamos nuestra cerveza Castle (local) y disfrutábamos al máximo del momento.
Luego cenita y a dormir.

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Nos levantamos al alba (=5:30 de la mañanita) para aprovechar al máximo la mañana antes de pillar el transporte (por mar, aire y tierra) a Victoria Falls.
Primero cogemos la barca donde pudimos disfrutar de la luz al amanecer y ver los animalitos; luego el jeep con el que aprovechamos y hacemos Safari. Vimos un montón de elefantes, hipos y 2 leones pero la imagen que no se me olvida es ver a los leones tranquilamente tumbados a la vez que se les acercan los elefantes y finalmente los leones salen por patas cuando ven a los elefantes llegar. Volvimos al árbol donde estaba la presa del leopardo pero nada, ni rastro del leopardo, así que nos fuimos sin verlo.

A las 11.50 llegamos al supuesto aeropuerto, si puede llamarse, así porque es solamente la avioneta en el medio de la nada, con una pista en el medio de la tierra, y la única persona que está ahí es el piloto que hace recuento de personas, si controles ni nada. Es como el regional, va haciendo paradas mientras deja/recoge a gente hasta llegar al aeropuerto de Kasane, que ya eso es un aeropuerto como Dios manda, que está en la zona del parque natural de Chobe, otro destino turístico de Botswana. En el último trayecto íbamos solos como si fuéramos ricos, en nuestro jet particular. Tuvimos la suerte de que no iba ningún copiloto y nos sentamos en alguno de los trayectos al lado del piloto para vivirlo todo más de cerca, una nueva experiencia!

En Kasane nos viene a buscar un coche que nos lleva a la frontera con Zambia que es el propio río Zambeze que hay que cruzar en barca (parece que están haciendo un puente que los une para optimizar) y al otro lado ya cruzar la frontera.
En la frontera, pues otro numerito, porque es importante resaltar que el visado a Zambia se paga en dólares y sólo en dólares, sistema que desconocíamos y curiosamente no llevábamos dólares porque no somos americanos, por lo que ponte a buscar a 40 grados a la sombra un banco donde tengan dólares.

Casualmente, el banco que está detrás de la aduana, donde hay que pagar en dólares, no tienen dólares!! Me crucé la frontera a Zambia andando con el conductor y lógicamente si visado; nadie pregunta ni dice nada pero ahí estoy yo en Zambia, para buscar un banco que tuviera dólares. El primero que encontramos no tenía tampoco así que volví a la aduana a rogarle al Poli que me dejara pagar en moneda local, sacando pasta de un cajero. Pues yo creo que por insistente me dejaron, así que así lo hicimos tras 45 minutos de búsqueda fallida de dólares bajo una sudada importante a 40 grados, insisto.

Llegamos sobre las 15.30 a Livinston, en Zambia, y no puedo dejar de mencionar que hacía un calor horrible. Fuimos a nuestro alojamiento que se llama Olgas italia corner que está en el centro de la ciudad, muy bien situado. Nuestra sorpresa fue al descubrir que no tienen aire acondicionado, con el calor que hacía. Nos planteamos cambiarnos de hotel pero es cierto que no muchos sitios tienen aire, a menos que te vayas al típico hotel resort de 5 estrellas a precio de oro. Este alojamiento está limpio, se come bien y son 30 dólares la noche por persona y con desayuno. Además, en las habitaciones no hacía tanto calor y tenían ventilador.

Dejamos las cosas y nos vamos a tomar una cerveza para preparar lo que íbamos a hacer los días siguientes. Vamos a Limpos, uno de los sitios más famosos y animados de Livinston, pero como es temporada baja no hay mucha gente, aunque el sitio mola. La desgracia fue descubrir de nuevo que no hay aire acondicionado y en la terraza sigue haciendo mucho calor. Tampoco hay wifi, así que poco podíamos organizar. Además, con el calor, estábamos desesperados, y tampoco nos daba la cabeza para pensar.

Pero bueno, hay que asumir: estamos en el tercer mundo, Aquí la gente habla muy despacio, no hay agilidad en la cosas, no hay wifi, no hay aire acondicionado, calles sin aceras, gente viviendo en la calle sin ocupación y demás detalles correspondientes a una ciudad de un país no desarrollado.
Decidimos ir a nuestro hotel que no hay aire pero sí wifi. De camino, pasamos por el supermercado, ya decorado con luces de Navidad y un papá Noel, a 40 grados, qué primor.

En el hotel vamos decidiendo las excursiones que hacer cada día y nos tomamos una pizza (buenísima por cierto). Hablamos con unos españoles que vivían en Aambia y nos dijeron que se alojaban en un backpackers que tenía piscina. Tomamos nota para el dia siguiente estar a remojo y dejarnos de tonterías de bares de moda.

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