![]() ![]() En lo que una vez fue Mesopotamia (Irak) ✏️ Blogs de Iraq
En este viaje relato mi experiencia por tierras iraquíes durante doce días con algunos datos que pueden servir para otros viajeros.Autor: Agus1973 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (17 Votos) Índice del Diario: En lo que una vez fue Mesopotamia (Irak)
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Etapas 4 a 6, total 12
Me levanté temprano para coger un taxi colectivo para Erbil, capital del kurdistan iraquí. Mi intención era pasar todos mis días en el Irak Federal, pero el final del Ramadán trastocó mis intenciones. Y opté por pasar unos días en el norte de Irak, de mayoría kurda, porque pensé que serían más relajados los preceptos islámicos.
La carrera me costó 4000 dinares hasta la estación Al Nahdha. Ubicada a unos cinco kilómetros del hotel. Cuando llegué me aconsejó el taxista que tuviera cuidado con mis pertenecías que era un lugar donde los amigos de lo ajeno solían pulular en busca de su tesoro. Era una explanada con hileras de vehículos. Enseguida me interceptó el conductor de un todoterreno de siete plazas, quien me pidió que le enseñara el pasaporte para confirma que mi visa estaba al día. No quería tener problemas en los checkpoints. 35000 dinares me costó el trayecto. Siguiendo la costumbre de muchos países hasta que no se ocupaban las plazas no salía. Solo tuve que esperar cinco minutos. ![]() El recorrido transcurrió por tierras áridas con algunas áreas de palmerales, de vez en cuando, aparecía algún vehículo calcinado en los márgenes de la vía, remanentes, presumiblemente, de actos violentos no muy lejanos en el tiempo, o casamatas intimidantes en algunas ondulaciones del terreno. La carretera estaba en mal estado, en lo que parecía una lenta e interminable reconstrucción por la poca maquinaria que vi trabajando. Este trayecto, en comparación con el que hice por el sur, resultaba muchísimo más turbador. Tal vez, aquí sí, no fuera recomendable del todo recorrerlo por tierra y mejor coger la alternativa aérea para mayor seguridad del viajero. En el primer chekpoint cuando pidió los militares la documentación a los pasajeros enseñé mi pasaporte con celeridad. Nos mantuvieron diez minutos parados hasta que consiguieron descubrir que mi visado estaba al día. Muchos de ellos desconocían el alfabeto latino y eso parecía ser la causa principal de la demora. Como mi fisonomía no era muy diferente a la de los autóctonos me pidió el conductor si me podría hacer el dormido para no perder tanto tiempo. Y funcionó en los siguientes controles. Ningún militar quiso “despertar” al pasajero. Después de una parada de media hora en un área de servicio, llegamos a la frontera del Kurdistán iraquí. Todos los pasajeros debían pasar por unas oficinas de inmigración, a los árabes de Irak les daban una especie de resguardo con sus datos y su foto. A los extranjeros nos tenían reservado en la segunda sala una ventanilla enumerada con el número 2 donde en un rápido trámite comprobaba que la visa fuera correcta y te deseaba el funcionario una cálida bienvenida a la región autónoma. Muy importante: La visa que dan si llegas primero al Kurdistán iraquí por cualquiera de sus fronteras, terrestres o aéreas, no sirve para el resto del territorio. En la frontera interna que cruce hay un control muy laxo para entrar desde el Kurdistán a la región árabe, todo lo contrario que al revés. Y puede ocurrir que no te pidan el pasaporte hasta que estés a mitad de camino, como me ocurrió a mí. Y no tener la visa que reconoce el gobierno de Bagdad podría crear problemas innecesarios al turista. En cinco horas y media llegamos a las afueras de Erbil. Un taxista me lleva por 8000 dinares al centro de la ciudad. El centro era un hervidero de gente repleto de comercios. No cabía ni un alfiler. Había un mogollón de hoteles alrededor del Bazar. Como no tenía muchas ganas de buscar me quedé con el primero que entré, que no era gran cosa y no recomendaré al menos que no sea una emergencia. El hotelucho estaba al lado del Hotel Montana. El cartel de sus caracteres solo estaba en kurdo. Su clientela, desde luego, no era occidental, más bien autóctona. Habitaciones muy espartanas con ventilador y letrina. 20000 dinares la noche. A continuación, después una ducha fría, me acerqué al bazar, refugiado en la planta inferior de un bloque, tenía acceso por todos sus lados y ocupaba también espacio del soportal, decorado exteriormente con arcos ojivales y ladrillo ocre, que rodeaba un moderno edificio. Era un placer pasear apaciblemente y observar la actividad mercantil; repletos de vida y vendedores cordiales que en ningún momento asediaban a los visitantes. Podía pararme en un local y mirar sosegadamente los productos sin sentir el aliento del dependiente. Los bazares iraquíes no tenían la enfermedad del turista, sus vendedores todavía vivían ajenos a la adicción que produce las masas de turistas en los comercios tradicionales. Luego, solo cruzando la calle, fui al corazón de Erbil: Shar Garden Square, siempre concurrida y bulliciosa. Al anochecer ponen en marcha las fuentes convirtiéndose en una de las plazas más fotogénicas de la ciudad y los flashes de los móviles convierten el lugar en un cortejo de luciérnagas. Teniendo un papel destacado en la farándula de la plaza los vendedores ambulantes de té, globos u otros productos, ataviados con ropas tradicionales o disfrazados de héroes de Marvel. Esta plaza en sí misma es un espectáculo digno de disfrutar con calma. En un lado, hay una torre con un reloj que recuerda al Big Ben de Londres y un minarete corriente. Y enfrente, en una pronunciada elevación: la famosa Ciudadela de Erbil. Ocupando, mientras no se diga lo contrario, el asentamiento humano ininterrumpido más antiguo de la humanidad. La visita la dejé para el día siguiente porque solo está abierto por las mañanas. A pesar de que oscureció, me dirigí a visitar el parque Minarete Park, treinta minutos a pie desde el centro, ya que me pareció después de unas horas de estar allí acertada la expresión “La ciudad sin ladrones” que hizo Nelo en su página Viaja o Revienta sobre el artículo que escribió en su estancia en la ciudad, si bien sería ingenuo pensar que en una población urbana de casi un millón no hubiera ningún amigo de lo ajeno, pero , por regla general, era un sitio muy tranquilo, muchísimo más tranquilo que muchas ciudades europeas. ![]() El mayor interés cultural que tiene este parque es el decapitado minarete de Muzzafariya, le falta la parte superior, data del siglo XII o XIII. El parque es bastante grande. En aquellas horas era yo el único visitante. Dejé el antiguo minarete y me dirigí a un pequeño anfiteatro por un paseo flanqueado por bustos de personajes desconocidos. Hice unas fotos y me fui a tomar una coca cola a un kiosco que había en una de sus entradas. Estuve charlando un rato con el dependiente. Era libanés, aunque llevaba casi una década viviendo en la capital kurda. Cené algo liviano en un local del centro, y después de un rato de ver la actividad nocturna del centro, animada por los mercadillos de alrededor de la plaza Shar Garden, fui a descansar a mi hotel. ![]() Etapas 4 a 6, total 12
![]() Después de un frugal desayuno en un puesto de zumos del entorno del Bazar me dirigí al acceso a la Ciudadela de Erbil, que si la memoria no me falla, el horario de apertura era desde 09:00h a las 16:00h, el acceso era gratuito. Una rampa no excesivamente inclinada llevaba directamente a uno de los dos accesos principales de la fortificación: Grand Gate. Según informes de investigadores, la ciudad tiene más de siete mil años, cuya existencia aparece por primera vez registrada en unas tablillas cuneiformes del 2300 a.C. Fue habitada hasta los años 70 del siglo anterior. Más tarde, el megalómano y dictador Saddam Hussein expulsó a los habitantes kurdos autóctonos que residían todavía allí para poblarla de familias árabes que pasado un tiempo la fueron abandonando. La ciudadela quedó completamente despoblada hace unos quince años. Actualmente está en un proceso de restauración que, por lo que vi, tardara muchos años en acabarlo. Su interior desilusiona después de ver la fachada exterior, muchísimo más deslumbrante. En su interior había varios edificios restaurados según un panel informativo: El Centro de interpretación, una tienda de suvenires, un archivo de la música kurda, un museo de exhibición de costumbres kurdas en miniatura, un Museo de gemas y piedras, un hammam tradicional, una mezquita y un centro de alfombras tradicionales; sin embargo, los únicos que estaban abiertos eran el museo de gemas y el centro de alfombras tradicionales. Visité los dos, el último me pareció el más interesante, había una sala donde se explicaba el proceso de elaboración de los tintes y las alfombras.La entrada me costó 1000 dinares. En el extremo opuesto de la Grand Gate estaba el otro acceso al interior de la ciudadela, Ahmadi Gate; unidas por una gran avenida. Desde ese lado había una panorámica del otro lado de la ciudad, en cambio, para abandonar el recinto tuve que desandar mis pasos, la salida por Ahmadi Gate estaba cerrada. ![]() Abandoné a pie el epicentro en busca de la mezquita Jalil Khayat, de reciente construcción,2007.Es la más grande de la ciudad y recuerda levemente a Santa Sofía de Estambul en sus trazas, no obstante, como es lógico, no tiene su glamur ni porte. Además el solar que eligieron para edificarla no es el más adecuado, está pegado a una carretera muy concurrida de vehículos que no ayuda a acrecentar sus virtudes. Intenté acceder al interior con poco éxito, en aquellos momentos no me dejaron entrar por razones que desconozco. Me fui con la sensación de haber estado en una de las miles de mezquitas frecuentes que hay en los territorios musulmanes. Considero que no es imprescindible en una visita a Erbil. ![]() Tras una conversación con un dependiente de un colmado y asistir todos los presentes a un motorista que fue atropellado por un vehículo sin graves consecuencias. ¡Conducen como locos en todo Irak! Y en los pocos días que permanecí en tierras mesopotámicas fui testigo de tres accidentes de carretera, que por fortuna solo causaron daños materiales. Me dirigí al antiguo barrio árabe, a cinco minutos de la plaza Shar Garden. Son dos calles de casas abandonadas (algunas de un pasado suntuoso) y tapiadas a causa de los percances históricos de las políticas abusadoras de Bagdad con la comunidad kurda, desembocando en lo que parecía inevitable: un éxodo. El ambiente hostil hacía estas familias tuvo que ser insoportable. La frágil convivencia entre estas dos comunidades podría romperse en cualquier momento, sobre todo, si EEUU deja de apadrinar a los kurdos por estrategias geopolíticas. ![]() Quise ir al pequeño Museo de la Civilización donde hay algunas piezas interesantes de la época Sumeria y Asiria. Pero… ¡0h, Los funcionarios estaban en sus casas! ¿Por qué? El Ramadán, otra vez el final del Ramadán marcaba mi agenda turística, y no sería la última. La semana de vacaciones. ![]() El barrio cristiano de Ankawa, alejado del centro, fue el elegido para comer y tomar una copa, repletos de modernos restaurantes y locales musicales. Por la noche, según he leído, suele haber buen ambiente. Eso sí, sus calles no tienen ningún atractivo, lo único que me llamó la atención fue la iglesia construida en 1982: Saint Joseph. Porque su acceso me recordó a la puerta de Ishtar de Babilonia. Los precios son caros. Después de comer tomé una copa en el pub vanguardista Classic Rock, donde los amantes de la música anglosajona rock encontraran su paraíso en Irak. Cuando entré sonaba un clásico: Highway to Hell de AC/DC. Este barrio estaba lleno de expatriados, algunos procedían de la región de Nínive de Irak por la presión que ejercieron sobre ellos los radicales suníes. La vuelta la hice andando. A medio camino me cogió una tormenta. Y me refugie en un paso peatonal elevado y cubierto hasta que pasara. ¿Estaba granizando? La uralita del techo, de vez en cuando, sobresalía un sonido retumbante, pero no veía caer granizo, solo era una lluvia intensa. Hasta que me di cuenta que no era granizo sino pequeñas piedras que lanzaba el militar que estaba de guardia en la entrada de la base castrense que estaba al lado. No podía permanecer allí. Era en lo que menos me había fijado. Así que tuve que mojarme un poco hasta que encontré un refugio en el pórtico de un edificio. ![]() Por la tarde, envié un mensaje privado a la cuenta de Instagram: VisitMosul, gestionada por jóvenes guías, preguntando precios para realizar una visita al día siguiente a la ciudad y lo que quedaba del yacimiento arqueológico de Nínive tras el paso del Estado Islámico, antigua capital Asiria y donde algunos arqueólogos modernos sitúan los famosos jardines en contraposición de lo que se pensaba hasta ahora: Babilonia, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo . Mosul solo está a 80 kilómetros de Erbil. Me contestaron que los dos días siguientes estaría todo cerrado por… ¿adivináis? Eid-al-Fitr. Era el momento culminante de la festividad. A partir del miércoles ya habría algunos comercios y restaurantes abiertos. Los precios que me dio fueron los siguientes: 240 dólares: incluía servicio de recogida de la terminal de taxis compartidos, hotel (según ellos en el mejor de Mosul), transporte por la ciudad, comidas tradicionales y el guía turístico. 15 dólares para una persona o 10 dólares para grupos la hora para realizar un tour por la ciudad de mínimo 4 horas. Como no quería estar dos días parado en Erbil pregunté, antes de confirmar si iba a ir, en una terminal de taxis cuánto me costaría ir a Mar Mattai con taxi privado ya que era la única forma de ir a este apartado monasterio cristiano siriaco a más de cien kilómetros de Erbil. Desde Mosul solo hay 30 kilómetros, pero no me lo recomendaron por los controles de seguridad que hay en la carretera. Me cobraban 120 dólares. ¡Buf! Esto empezaba a salirse del presupuesto. Al final decide variar mi ruta e ir al día siguiente a Suleimaniya. Que por poco que pudiera ver, algo nuevo vería. Otra vez será Mosul y el monasterio de Mar Mattai. Me fui a dormir un poco triste. Demasiados cambios rompían la planificación del viaje, tal como lo había pensado en casa. No tenía más remedio que aceptarlo y disfrutar el nuevo itinerario que no imaginé. ![]() Etapas 4 a 6, total 12
Era un día feo. Lloviznaba.
Las calles de Erbil a las nueve de la mañana estaban completamente desérticas. Me costó cinco minutos encontrar un taxi que me llevara a la terminal de taxis compartidos a Suleimaniya. Me cobraron 15000 dinares por el trayecto a mi nuevo destino. Circulamos por verdes praderas y pelados cerros. Toda la actividad comercial estaba paralizada, de vez en cuando, algún colmado tenía las persiana subida. A 22 km, después dejar Erbil, pasamos cerca de una colina que alberga el castillo de Khanzad del siglo XVI. Rastreando el Google Map puede ver muchísimo puntos interesantes en el Kurdistán iraquí para visitar con calma. Pero en este viaje me iba a centrar en una aproximación a las ciudades más importantes de Irak. Llegamos antes del mediodía a Suleimaniya. El taxista, en vez de dejarme a las afueras, me llevó al centro de la ciudad. Eso sí, sin acordarlo, me pidió 5000 dinares antes de bajar del coche. Se lo di, porque es lo que me hubiera cobrado un taxista de la localidad; pero no me gustaron las formas. Casi todo estaba cerrado. Subí una calle que dejaba a mano derecha la Gran Mezquita buscando un hotel para pasar varias noches. El primero, solo ver la entrada me echó para atrás, no mire ni la habitación, las paredes tenía grandes descorchados y humedales. Era todo una invitación a coger la de Villadiego. Después de treinta minutos, bajo la constante llovizna, buscando infructuosamente un hotel, apareció un cartel vertical con un delfín dibujado y escrito en el espacio libre: Hotel Dolphin. Me resultaba familiar el nombre. ¡Ya está! Lo había leído en el blog de un viajero: Ganas de Mundo. Coincidía con él que era un lugar muy limpio y las habitaciones individuales pequeñas. En cambio, sobre las puertas que no cerraban bien que tanto desagradó a nuestro viajero no coincidía, no porque no tuviera razón, sino porque, seguramente, el tiempo todo lo arregla si el propietario es un tío avispado y quiere mantener el prestigio de su negocio en alza. Las puertas en el 2022, al menos de mi habitación, cerraban perfectamente. Y, además, los recepcionista tenían un aceptable nivel de inglés. Me cobraron 30,000 dinares la noche. No era cuestión de llorar una rebaja en días festivos y con el hotel casi lleno, así que me di por satisfecho con el precio. Incluido el desayuno en él. ¿Qué hago está tarde? Todo los puntos de interés turísticos cerrados. No había muchas alternativas. Así que fui a pasear al Azadi Park, el parque más grande de la ciudad. En una de sus esquinas tenía un parque de atracciones, al más puro estilo Tibidabo, donde los adolescentes masculinos eran sus principales clientes. Estuve tentado a pasar unas horas divertidas en la montaña rusa y otras atracciones. Hay cosas que no puedo hacer solo y está era una de ellas. ![]() Como el Museo Amna Suraka está al lado del parque me acerqué a preguntar a los militares que lo custodiaban qué día volvería a estar abierto. El soldado me comentó pasado mañana. Aprovecharía a primera hora, antes de partir a Bagdad, para visitarlo. La sorpresa fue mayúscula cuando llegué ese día y seguía cerrado. Parecían tener razón los de la página de facebook (Irak travellers cafe) hasta el día 8 no abrirían ningún museo. Desde el patio contiguo de una cafetería tenía una pequeña perspectiva de la exposición de los vehículos militares que abandonó Sadam Hussein en 1991 durante la revuelta, situados en una plaza del recinto, entre ellos varios tanques. Estos edificios rojos, acribillados de metralla y balazos, funcionaron bajo el régimen del dictador como el cuartel general de la inteligencia de Sadam que se convirtió para los kurdos en una casa del terror. Tantas fueron las atrocidades que ocurrieron en sus dependencias que los kurdos evitaban pasar cercar de este edificio por aquel entonces. Hoy día convertido en museo didáctico de los trágicos sucesos que ocurrieron en sus celdas y cuartos. ![]() Más tarde, después de un té en la cafetería adyacente al museo, me acerqué a Public Park, situado en la calle Salim frente al Hotel Sulaimani Palace. Fue construido en 1937 y está considerado el más antiguo de la ciudad. Era muchísimo más pequeño que el anterior y no había mucha gente. Algunos niños jugando al futbol, parejas de iraquíes y algún grupo familiar que paseaban o disfrutaban sentados en los bancos de la tranquilidad del recinto. ![]() Los mejores momentos en Suleimaniya los pasé justo al anochecer alrededor de la Gran Mezquita. De pronto cobraba vida la ciudad, al menos ahí, después de tantas horas desértica y con todos los locales cerrados, se convertía en una eclosión de júbilo y diversión que contagiaba a todos los presentes. ¡El bullicio musulmán volvía a renacer! Repleta de tenderetes de ropa, kebabs, teterías, frutos secos, chucherías… ![]() A pesar de no hacer gran cosa Suleimaniya me dejaba buen sabor de boca. ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 12
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