
Después de un frugal desayuno en un puesto de zumos del entorno del Bazar me dirigí al acceso a la Ciudadela de Erbil, que si la memoria no me falla, el horario de apertura era desde 09:00h a las 16:00h, el acceso era gratuito. Una rampa no excesivamente inclinada llevaba directamente a uno de los dos accesos principales de la fortificación: Grand Gate. Según informes de investigadores, la ciudad tiene más de siete mil años, cuya existencia aparece por primera vez registrada en unas tablillas cuneiformes del 2300 a.C.
Fue habitada hasta los años 70 del siglo anterior. Más tarde, el megalómano y dictador Saddam Hussein expulsó a los habitantes kurdos autóctonos que residían todavía allí para poblarla de familias árabes que pasado un tiempo la fueron abandonando. La ciudadela quedó completamente despoblada hace unos quince años. Actualmente está en un proceso de restauración que, por lo que vi, tardara muchos años en acabarlo. Su interior desilusiona después de ver la fachada exterior, muchísimo más deslumbrante. En su interior había varios edificios restaurados según un panel informativo: El Centro de interpretación, una tienda de suvenires, un archivo de la música kurda, un museo de exhibición de costumbres kurdas en miniatura, un Museo de gemas y piedras, un hammam tradicional, una mezquita y un centro de alfombras tradicionales; sin embargo, los únicos que estaban abiertos eran el museo de gemas y el centro de alfombras tradicionales. Visité los dos, el último me pareció el más interesante, había una sala donde se explicaba el proceso de elaboración de los tintes y las alfombras.La entrada me costó 1000 dinares. En el extremo opuesto de la Grand Gate estaba el otro acceso al interior de la ciudadela, Ahmadi Gate; unidas por una gran avenida. Desde ese lado había una panorámica del otro lado de la ciudad, en cambio, para abandonar el recinto tuve que desandar mis pasos, la salida por Ahmadi Gate estaba cerrada.

Abandoné a pie el epicentro en busca de la mezquita Jalil Khayat, de reciente construcción,2007.Es la más grande de la ciudad y recuerda levemente a Santa Sofía de Estambul en sus trazas, no obstante, como es lógico, no tiene su glamur ni porte. Además el solar que eligieron para edificarla no es el más adecuado, está pegado a una carretera muy concurrida de vehículos que no ayuda a acrecentar sus virtudes. Intenté acceder al interior con poco éxito, en aquellos momentos no me dejaron entrar por razones que desconozco. Me fui con la sensación de haber estado en una de las miles de mezquitas frecuentes que hay en los territorios musulmanes. Considero que no es imprescindible en una visita a Erbil.

Tras una conversación con un dependiente de un colmado y asistir todos los presentes a un motorista que fue atropellado por un vehículo sin graves consecuencias. ¡Conducen como locos en todo Irak! Y en los pocos días que permanecí en tierras mesopotámicas fui testigo de tres accidentes de carretera, que por fortuna solo causaron daños materiales.
Me dirigí al antiguo barrio árabe, a cinco minutos de la plaza Shar Garden. Son dos calles de casas abandonadas (algunas de un pasado suntuoso) y tapiadas a causa de los percances históricos de las políticas abusadoras de Bagdad con la comunidad kurda, desembocando en lo que parecía inevitable: un éxodo. El ambiente hostil hacía estas familias tuvo que ser insoportable. La frágil convivencia entre estas dos comunidades podría romperse en cualquier momento, sobre todo, si EEUU deja de apadrinar a los kurdos por estrategias geopolíticas.

Quise ir al pequeño Museo de la Civilización donde hay algunas piezas interesantes de la época Sumeria y Asiria. Pero… ¡0h, Los funcionarios estaban en sus casas! ¿Por qué? El Ramadán, otra vez el final del Ramadán marcaba mi agenda turística, y no sería la última. La semana de vacaciones.

El barrio cristiano de Ankawa, alejado del centro, fue el elegido para comer y tomar una copa, repletos de modernos restaurantes y locales musicales. Por la noche, según he leído, suele haber buen ambiente. Eso sí, sus calles no tienen ningún atractivo, lo único que me llamó la atención fue la iglesia construida en 1982: Saint Joseph. Porque su acceso me recordó a la puerta de Ishtar de Babilonia. Los precios son caros. Después de comer tomé una copa en el pub vanguardista Classic Rock, donde los amantes de la música anglosajona rock encontraran su paraíso en Irak. Cuando entré sonaba un clásico: Highway to Hell de AC/DC.
Este barrio estaba lleno de expatriados, algunos procedían de la región de Nínive de Irak por la presión que ejercieron sobre ellos los radicales suníes.
La vuelta la hice andando. A medio camino me cogió una tormenta. Y me refugie en un paso peatonal elevado y cubierto hasta que pasara. ¿Estaba granizando? La uralita del techo, de vez en cuando, sobresalía un sonido retumbante, pero no veía caer granizo, solo era una lluvia intensa. Hasta que me di cuenta que no era granizo sino pequeñas piedras que lanzaba el militar que estaba de guardia en la entrada de la base castrense que estaba al lado. No podía permanecer allí. Era en lo que menos me había fijado. Así que tuve que mojarme un poco hasta que encontré un refugio en el pórtico de un edificio.

Por la tarde, envié un mensaje privado a la cuenta de Instagram: VisitMosul, gestionada por jóvenes guías, preguntando precios para realizar una visita al día siguiente a la ciudad y lo que quedaba del yacimiento arqueológico de Nínive tras el paso del Estado Islámico, antigua capital Asiria y donde algunos arqueólogos modernos sitúan los famosos jardines en contraposición de lo que se pensaba hasta ahora: Babilonia, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo . Mosul solo está a 80 kilómetros de Erbil.
Me contestaron que los dos días siguientes estaría todo cerrado por… ¿adivináis? Eid-al-Fitr. Era el momento culminante de la festividad. A partir del miércoles ya habría algunos comercios y restaurantes abiertos.
Los precios que me dio fueron los siguientes:
240 dólares: incluía servicio de recogida de la terminal de taxis compartidos, hotel (según ellos en el mejor de Mosul), transporte por la ciudad, comidas tradicionales y el guía turístico.
15 dólares para una persona o 10 dólares para grupos la hora para realizar un tour por la ciudad de mínimo 4 horas.
Como no quería estar dos días parado en Erbil pregunté, antes de confirmar si iba a ir, en una terminal de taxis cuánto me costaría ir a Mar Mattai con taxi privado ya que era la única forma de ir a este apartado monasterio cristiano siriaco a más de cien kilómetros de Erbil. Desde Mosul solo hay 30 kilómetros, pero no me lo recomendaron por los controles de seguridad que hay en la carretera. Me cobraban 120 dólares. ¡Buf! Esto empezaba a salirse del presupuesto.
Al final decide variar mi ruta e ir al día siguiente a Suleimaniya. Que por poco que pudiera ver, algo nuevo vería. Otra vez será Mosul y el monasterio de Mar Mattai.
Me fui a dormir un poco triste. Demasiados cambios rompían la planificación del viaje, tal como lo había pensado en casa. No tenía más remedio que aceptarlo y disfrutar el nuevo itinerario que no imaginé.
