Tres días en Manchester y Blackpool ✏️ Blogs of United Kingdom

Hemos aprovechado el fin de semana largo de San Juan para viajar a uno de nuestros países favoritos, ¡el Reino Unido!

Esta vez visitaremos Manchester, la segunda ciudad más grande de Inglaterra y cuna de la Revolución Industrial, y la complementamos con una escapada a Blackpool, una pequeña ciudad costera basada en el turismo.



El presupuesto total (por persona) han sido 525€:

165€ vuelo ida y vuelta con Ryanair (sólo equipaje de mano)
45€ entrada al parque Pleasure Beach
125€ tres noches de hotel en habitación doble
48€ transporte público
142€ comidas y bebidas

Salimos el viernes por la tarde desde Barcelona. Tras unas dos horas y media estamos en el pequeño aeropuerto de Manchester.

Como mañana por la mañana iremos a Blackpool en tren, nos quedamos a dormir en el hotel más cercano al aeropuerto.

Es de la cadena Premier Inn, es una opción asequible y de buena calidad, y muy bien comunicado en tren con el aeropuerto.
Nos cuesta 120€ una habitación doble con desayuno incluido.

El hotel tiene un restaurante pero cierra bastante pronto y no llegamos a tiempo, por suerte nosotros hemos cenado en el avión.

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Hoy madrugamos porque tenemos ganas de llegar a Blackpool cuanto antes, y nos espera una hora y media larga de tren.

A las 7 abren el desayuno buffet y allí estamos puntualísimos.

El check-out es super rápido y a las 8:20 tomamos el tren.

Ayer por la noche compramos los billetes, mediante la aplicación de Northern Railway. Muy práctica.

Llega puntual y por el trayecto cruzamos Manchester y lo poco que vemos, nos encanta. Una mezcla de industrial victoriano y rascacielos.

Llegamos a Blackpool North a las 10:00.

Esta estación es la más bien situada si se va a hacer turismo por la ciudad, pero es la que queda más alejada del parque de atracciones Pleasure Beach, nuestro destino.

Todo el ocio de la ciudad se concentra en el Promenade, el paseo marítimo. Está muy bien conectado con autobuses y tranvías constantes.


Nosotros nos descargamos la aplicación móvil y compramos un billete de un día, que se amortiza con dos trayectos.

El revisor pasa a cada trayecto y escanea el código QR de la app, muy práctico.

Llegamos a Pleasure Beach!

El parque de atracciones está abierto de 10 a 17h y la entrada cuesta 42€ por persona. (Comprándola online, que in situ cuesta más ).


Por suerte hay unas taquillas para guardar las mochilas, porque todavía vamos con ellas a cuestas. Y se pueden pagar con tarjeta.

Hay que descargarse la aplicación móvil del parque para escanear tu entrada en cada una de las atracciones.

Es un parque con mucha historia, tanto que es el hogar de la atracción aún en funcionamiento más antigua de Europa. ¡Flying Machines abrió en 1904!


De tamaño, es relativamente pequeño (nada que ver con Disneyland o PortAventura) pero tiene bastante variedad de atracciones para todos los públicos.

Nos gusta la adorable Wallace and Gromit (una “dark ride” infantil).


Nos sorprende la mítica Valhalla (unos troncos “indoor” que nos dejan empapados ¡poncho recomendable! ).


Y nos encanta la adrenalítica Icon (una montaña rusa que alcanza una velocidad de 85km/h).


Si por algo destaca el parque es por las montañas rusas.

La más grande es la llamada “The Big One”, con 71 metros de alto, tiene unas fantásticas vistas del mar.


La montaña rusa de madera Big Dipper se construyó hace más de 100 años y aún sigue siendo muy divertida.

Para comer, a ver, estamos en el Reino Unido,... no esperamos delicatessen gastronómicas, nos conformamos con un aceptable “fish & chips”.

Es la comida más típica de Blackpool. ¡Cuidado con las gaviotas que intentarán robarnos la comida!


Por la tarde seguimos disfrutando de la amplia variedad de diversión:

una atracción es como si los caballos de un tiovivo se hubieran escapado y corrieran por el campo.
Te montas a un caballo, que va sujeto a unos carriles y viajas a sus lomos haciendo curvas, subidas y bajadas a toda velocidad cual jockey en un trepidante derby.

O unos avioncitos que puedes girar tú mismo.


Y por supuesto también hay una zona infantil, pero esta, apenas la visitamos.


A las 5 de la tarde cierran, nos ha pasado el día volando, pero nos quedan varias horas para seguir aprovechando la visita a Blackpool.

Primero vamos a dejar las mochilas al hotel.

Para desplazarnos entre Pleasure Beach y el hotel tomamos un tranvía. ¡Hay que amortizar el abono!

Es un modesto Bed & Breakfast en una calle paralela al mar, donde cada una de las casitas es un B&B.


Lo reservamos a través de Booking (por 68’50€ la habitación y el desayuno). Muy recomendable.

Ahora ya más ligeros, vamos a explorar el paseo marítimo Promenade.

Aquí nos encontraremos los tres muelles que caracterizan la ciudad.

El North Pier el año pasado cumplió 160 años (es de 1863).

Construido en plena era victoriana para entretenimiento de la creciente clase media.

Tiene un teatro, varios bares con terraza al mar y un carrusel desierto. Definitivamente no es el sitio más turístico.


El Central Pier se ve más moderno, pero solo tiene 5 añitos menos que su vecino North.

En él hay un salón recreativo en la entrada, y varias atracciones de feria y paraditas de comida en el extremo del muelle, entre ellas una fotogénica noria.


El South Pier, de 1893, está enfrente del parque Pleasure Beach.

No nos acercamos para verlo porque está demasiado alejado, además, el entretenimiento que ofrece es parecido al Central: muchas atracciones de feria.


En el paseo marítimo, entre el North y el Central, se encuentra la icónica Blackpool Tower.


Es como si hubieran cogido la Torre Eiffel, la hubieran cortado de la mitad para arriba, esa parte la hubieran pintado de rojo, y la hubieran llevado unos setecientos y pico kilómetros más al norte.

Su construcción es de 1894 y está catalogada como edificio histórico (Grade I) por el gobierno británico.

En su base se encuentra un circo, una sala de baile, un pasaje del terror y varias instalaciones más dedicadas al entretenimiento.


Visitar su interior solo es posible con una entrada a uno de sus espectáculos o atracciones.

Se puede subir al mirador superior, pero las alturas y yo no nos llevamos demasiado bien, así que nos conformamos admirando la torre desde tierra firme.

Cuando es hora de cenar buscamos algún pub tradicional acogedor, pero esta ciudad está centrada en el turisteo de diversión y fiesta, así que la oferta gastronómica no destaca.

La restauración se sitúa en las calles más cercanas al Promenade. En cuanto nos alejamos un poco de la playa, desaparece todo rastro de vida humana.


Elegimos un restaurante de una cadena inglesa sin pretensiones y regamos la comida con una pinta de típica sidra.

La última la hacemos en un desangelado pub británico muy cercano y nos retiramos a dormir.

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Después de una sorprendentemente plácida noche en Blackpool (es sábado por la noche y hay muchos fiesteros sueltos, pero no hemos escuchado nada ), ¡toca desayunar!

Tras la insatisfacción gastronómica de ayer, nuestros estómagos anhelan un buen desayuno británico casero.

No falta de nada: bacon, salchichas, huevos, black pudding (parecido a la morcilla), champiñones, judías...


Hoy tomaremos el tren hacia Manchester, ayer por la noche compramos los billetes desde la app.

Mientras se hace la hora de ir a la estación, damos una última vuelta por la solitaria costa del mar de Irlanda.

Es domingo por la mañana, todo el mundo descansa.


El tren lleva retraso, pero no tenemos prisa. Llegamos a Manchester alrededor de las 12:00.

En Manchester nos moveremos casi todo el rato a pie. Nosotros solo visitaremos el centro de la ciudad, y no es demasiado grande.

Pero cuando empezamos a cansarnos hacemos uso del práctico autobús gratuito.

Son dos líneas circulares que cubren todo el centro. ¡Simplemente hay que montarse al bus y ya!

Empezamos dando un agradable paseo hasta nuestro céntrico hotel, el hotel Ibis Manchester Centre (por 61€ la habitación), donde dejamos las mochilas.


Esta tarde queremos visitar la Galería de Arte de la ciudad, que se encuentra muy cerquita del hotel.

Como se acerca la hora de comer, entramos y vamos directo a la cafetería.

Como en todos los restaurantes de museos y galerías, la comida es buena pero el precio es un poco elevado.

La Manchester Art Gallery, al ser una institución pública, es de acceso gratuito.

No es el Louvre, pero tiene una interesante colección de arte, sobre todo de Pre-Rafaelitas.

Así se llamaba el colectivo de artistas ingleses de la segunda mitad del siglo XIX que apostaban por las virtudes de la pintura anterior a Rafael, enfatizando mucho el detalle y los colores intensos.

Sus temáticas pueden ser románticas como protagonistas de leyendas medievales o héroes mitológicos, o realistas como crudos retratos de la sociedad victoriana contemporánea.


También hay una gran cantidad de obras del artista mancuniano L.S.Lowry, que con su peculiar estilo un tanto naïf pintó escenas de la Manchester más industrial, de la primera mitad del siglo XX.


A pesar del tamaño reducido de la galería, la visita nos ocupa una hora y media bien buena.

A continuación, para disfrutar de un tiempo magnífico, paseamos.

Exploramos el Northern Quarter, un barrio alternativo y gentrificado, de origen industrial y que actualmente alberga las tiendas, bares y negocios más “hipster”.


Luego nos acercamos al Canal, cuya calle con el mismo nombre es un oasis peatonalizado con terracitas a la sombra de los árboles. Todos los bares son gay.


Es que nos encontramos en el Gay Village.

En una cercana placita hay una estatua en honor a Alan Turing.

El informático más famoso de Inglaterra y víctima de los prejuicios homosexuales. Hoy es su cumpleaños y hay un montón de flores a su alrededor.

A la altura de la estación Oxford Road recorremos la calle que sigue el viaducto victoriano elevado.


El tren tiene un protagonismo especial en esta ciudad, ya que el primer tren de vapor de Europa en llevar pasajeros fue en la línea Manchester - Liverpool.

Actualmente las arcadas del viaducto albergan modernos bares en un entorno super industrial.


Hemos llegado al barrio de Castlefield, pero lo dejamos para mañana.

Ahora vamos a descansar en un histórico pub llamado The Britons Protection.

Toda una institución de más de 200 años de historia, que actualmente (junio 2024) está en riesgo de demolición por las ansias imparables de expansión inmobiliaria.

El interior es todo lo que uno puede necesitar en un pub: acogedores salas con cómodos sofás, decoración antigua y una chimenea para calentarse en invierno.


Después de beber algo y descansar, volvemos hacia el centro, admirando los grandiosos edificios de ladrillo, la mayoría antiguos almacenes comerciales de las empresas textiles de la Revolución Industrial.


Nos encontramos otro pub tradicional adorable y no nos resistimos.

La verdad es que en Manchester no abundan.

Muy buena música, muy buena sidra, y una caja de dominós es lo que necesitamos para pasar una horita super agradable.


Pero hay que buscar un sitio para cenar. Hay muchos pubs que cierran la cocina los domingos por la tarde, si es que tienen.

Finalmente cenamos en un bonito restaurante elegante.

De regreso al hotel pasamos por Chinatown, que es poco más que una calle, un arco colorido y una placita.

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