![]() ![]() Viaje a Laponia con niñas - Finlandia 8 días ✏️ Blogs de Finlandia
Nuestro viaje a visitar el Papá Noël, Mamá Noël, renos, Huskies, auroras, nieve, frio y descubrir mil aventurasAutor: XV33 Fecha creación: ⭐ Puntos: 0 (0 Votos) Índice del Diario: Viaje a Laponia con niñas - Finlandia 8 días
Todo comenzó en una sobremesa cualquiera, de esas que parecen no terminar nunca. Entre risas y conversaciones distendidas, surgió la pregunta mágica: “¿Y si hacemos un nuevo viaje todos juntos?” Al principio las propuestas fueron variadas, incluso improvisadas, se descartaron algunas, pero poco a poco la idea empezó a tomar forma. El destino ganador fue claro: Laponia.
Sin darnos cuenta, aquella tarde habíamos hecho mucho más que soñar: habíamos tomado un compromiso. Éramos dos parejas, cada una con dos hijas. Nuestro vínculo común es evidente: nos apasiona viajar. Es casi nuestra razón de ser, nuestra manera de entender la vida. Así que Laponia se convertía en el gran reto compartido. Los meses siguientes estuvieron llenos de mensajes, búsquedas y pequeñas emociones anticipadas. Teníamos claro que debíamos darnos un tiempo para ahorrar, porque este viaje para cuatro personas suponía un precio muy elevado. La propuesta inicial fue ir en noviembre de 2025. Así tendríamos un par de años para ahorrar, preparar todo con calma y llegar a las fechas con tranquilidad para poder hacerlo realidad. Pero un día de enero, nuestra compañera de viaje nos llamó y, entre risas nerviosas, confesó que se le había ido la olla: se había calentado y había reservado una casa en Rovaniemi. Con cancelación, sí, pero la realidad era que, si encontrábamos vuelos, ya teníamos las fechas cerradas. ¿Noviembre del 25? No. Noviembre de 2024. Y entonces, a partir de ahí, todo empezó a volar. Cazamos unos vuelos a buen precio y con un par de llamadas lo dejamos todo cerrado. Después vinieron las reservas del parking, el coche de alquiler y, poco a poco, la sensación de que el sueño tomaba forma. Para tenerlo todo bajo control, abrimos un canal de Telegram en el que volcábamos cada detalle: horarios de vuelos, confirmaciones de excursiones, mapas, ideas de restaurantes e incluso propuestas de juegos para los niños. Un espacio compartido que nos mantenía ilusionados y con la cuenta atrás muy presente. Cuando finalmente llegó noviembre de 2024, ya no quedaba espacio para la duda: estábamos a punto de comenzar el viaje de nuestras vidas. Nos esperaba el frío más intenso que jamás habíamos sentido, las auroras boreales y, sobre todo, el momento de mirar a los ojos al Papá y a la Mamá Noel en su propia casa.
Por fin llegó el día. Cogimos el avión en Barcelona con destino a Helsinki, donde haríamos escala antes de volar hacia Rovaniemi. La emoción era inmensa, aunque pronto descubrimos que el viaje no sería tan sencillo.
Al llegar a Helsinki, el avión sobrevoló la ciudad durante casi tres cuartos de hora. Una tormenta de nieve muy intensa, nos impedía aterrizar. Finalmente, en un hueco de oportunidad, el piloto consiguió bajar y tocamos tierra. La escena era impactante: más de un metro y medio de nieve cubría todo el aeropuerto. Tras el transbordo, nos llamaron para embarcar hacia Rovaniemi. Subimos al avión, pero allí permanecimos más de hora y media encerrados, viendo pasar el tiempo. En total acumulamos casi cuatro horas de retraso, ya que la tormenta no daba tregua. En un momento dado, por la megafonía anunciaron algo ininteligible, hasta que vimos acercarse unas enormes máquinas que parecían lanzallamas. Servían para derretir el hielo y la nieve acumulada en el avión. Gracias a esa maniobra, por fin conseguimos despegar rumbo a nuestro destino. Cuando aterrizamos en Rovaniemi, ya era de noche y llevábamos mucho retraso. El temor era que la compañía de alquiler de coches hubiera cerrado y no pudiéramos recogerlos. Para colmo, nuestras maletas fueron de las últimas en salir, así que también fuimos de los últimos en abandonar el aeropuerto. Al llegar al parking, nos encontramos con una odisea: los coches estaban completamente congelados y cubiertos de nieve. El suelo resbalaba con varias capas de hielo y nieve, y hasta el identificar el vehículo fue toda una aventura. Quitamos nieve, rascamos hielo, cargamos maletas, instalamos sillitas y, por fin, arrancamos. Nunca habíamos conducido con tanta nieve. La carretera estaba completamente blanca, sin líneas visibles y sin distinguir los bordes. La prisa era grande, porque antes de llegar a la casa teníamos que pasar por el supermercado: necesitábamos comida para la cena. Así que nos dividimos: una familia fue a hacer el check-in en la casa y la otra al supermercado, a unos 20-25 minutos del aeropuerto. Finalmente, con la compra hecha y la casa lista, nos reunimos. Tras un día larguísimo de vuelos, esperas y nervios, conseguimos cenar algo. Cuando las niñas se durmieron, los adultos pudimos levantar las copas y hacer un brindis: estábamos en Rovaniemi, comenzaba nuestra aventura en Laponia.
Por fin amanecimos en Rovaniemi. El día era espléndido: mucho frío, montones de nieve, pero sin apenas viento, lo que lo hacía mucho más agradable. Después de la llegada nocturna del día anterior, por primera vez pudimos contemplar la casa y sus alrededores.
Era una casa impresionante, amplia, situada en las afueras de la ciudad. Tenía un patio enorme y unas escaleras que bajaban directamente hasta un lago helado, con su propio embarcadero, ahora cubierto por una capa sólida de hielo y nieve. Aquel escenario parecía sacado de un cuento de invierno. La primera visita fue a Santa’s Forest, un bosque de abetos situado a apenas 7 kilómetros de Santa Claus Village. Un sendero de pasarelas nos llevó entre árboles nevados, naturaleza en estado puro y un silencio que solo rompían nuestras pisadas sobre la nieve. El lugar tenía un aire mágico, con placas en algunos árboles que recordaban a niños que, por distintas razones, no habían llegado a la edad adulta. Fue una experiencia conmovedora y llena de respeto. Después llegó la visita a la gran joya de la corona: Santa Park. El parque, construido bajo tierra, es un auténtico mundo de fantasía dedicado a la Navidad. Allí pudimos hacer de todo: Decorar y hornear galletitas de jengibre. Conocer a los elfos de Santa Claus y asistir a una clase especial para convertirnos en aprendices de elfo. Subirnos a un trineo virtual que nos llevó de viaje mágico por todo el mundo ayudando a Santa Claus con los regalos Participar en manualidades navideñas, decorando adornos para el árbol. Descubrir el curioso equipo de fútbol FC Santa Claus. Disfrutar de un espectáculo de acrobacias con elfos saltando y volando sobre el escenario. Y, por supuesto, probar el tradicional vino caliente finlandés (glögi), que nos vino de maravilla para entrar en calor. El momento culminante llegó cuando localizamos la casa de Santa Claus. Tras una pequeña cola animada por los propios elfos, por fin fue nuestro turno. La emoción era inmensa: entramos y allí estaba, sentado frente a nosotros, el mismísimo Papá Noel, gordo, barbudo, con sus gafitas, vestido de rojo y acompañado por sus elfos de confianza. Lo saludamos, hablamos un rato con él, compartimos deseos, y nos hicimos las fotos de rigor. En la salida ofrecían las fotos oficiales, pero también pudimos sacar todas las que quisimos con nuestros móviles. Una experiencia inolvidable para todos, niños y adultos. Ya de noche, todavía con la ilusión en la mirada, hicimos una parada para comprar la cena y regresamos a nuestra casa en el lago. Después de un día lleno de magia, risas y descubrimientos, nos relajamos en familia. Un último detalle para cerrar el día: descubrimos un truco muy finlandés. Si quieres una cerveza fría al instante, basta con dejarla cinco minutos en la nieve. Mano de santo. 📊 Estadísticas de Diario ⭐ 0 (0 Votos)
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