![]() ![]() Un paseo por Londres, Mayo de 2008. ✏️ Blogs de Reino Unido
Siete días en la urbe más voraz de Europa, una auténtica tourne de compras, compras y más compras con alguna visita que otra...Autor: Pichelegan Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (1 Votos) Índice del Diario: Un paseo por Londres, Mayo de 2008.
VIERNES, 22 de mayo de 2009:
Con todo súper preparado (hasta tenemos las entradas de los sitios que vamos a ver compradas de antemano por internet!, viva la tecnología), salimos del aeropuerto de A Coruña con puntualidad británica, nunca mejor dicho, a las tres y cinco de la tarde, hora prevista de salida del vuelo, para llegar a la capital inglesa a las cuatro de la tarde horario de Greenwich, o sea, una horita más que aquí, y después de pasar un control tipo “está Ud. entrando en otro país que aunque sea de la UE no lo parece” (algo que ya nos esperábamos), y andar unos diez minutos, cogemos el “tube” hasta el centro, hasta St. Pancras-King Cross, la segunda estación de Londres en número de viajeros. El trayecto es emocionante, sobre todo por el deseo de comenzar a recorrer la ciudad, y parte del viaje se nos hace rapidísimo. Tras una hora llegamos a la estación, con un tiempo que nos rompe los moldes: sol y calorcillo, y cruzando dos calles llegamos a nuestro hotel, el Central Hotel: en realidad había alquilado en el Hotel Fairway, pero como son dos casas gemelas enfrente de la otra nos dio igual, y la habitación para lo que esperábamos de lo mejor: pequeña, un baño minúsculo, pero tan cerca andando de Convent Garden por ese precio, 75 euros la noche, imposible. La zona pertenece al distrito de Camden. Nada más dejar las cosas comenzamos a patear, aunque cansado del avión y el tren, cogemos el metro otra vez hasta Leicester Square, dos paradas, por no andar mucho (no sabíamos lo que nos quedaba): de Leicester, que lo pasaríamos todos los días, bajamos hasta Trafalgar Sq., y entramos en la National, que el viernes abre hasta las nueve. Cuando llegamos había una especie de party fina, con vino y pastelitos light, una delicatesen para empezar el viaje, y a ver arte. La verdad, cualquiera de nuestros grandes museos le dan muchas vueltas a la National, lo que pasa es que esta National Gallery tiene un poco de todo: pintura italiana del Cuatroccento, pintura española del XVI, románticos franceses, impresionistas, lo dicho, un poco de todo. De ahí salimos al Támesis, pasando por delante de una par de típicos pubs ingleses repletos de gente…¡en la calle!, claro con el día que hace, la cervecita, el cigarrito, la charla, pues eso, como en España pero a las siete de la tarde (la gente en Londres se recoge pronto, demasiado pronto). En la orilla del Támesis cruzamos el Puente del Milenio y damos un paseo por el lado contrario hasta llegar al puente que cruza frente al Parlamento británico y el Big Ben: obligada foto para mandar por msm a los amigos (envidia total), y seguimos paseando por el borde del Parlamento hasta la Abadía de Westminster. Ya casi se empieza a hacer de noche así que subimos Whitehall hasta Leicester Sq. cenamos algo y decidimos pasear hasta el hotel pasando por Convent Garden, donde aun nos retrasamos algo para ver una de las famosas actuaciones callejeras que se hacen delante del mercado, en la Piazza. Tremendo, la verdad la gente vive más en la calle de lo que pensábamos, aunque claro, es mayo y el tiempo es mejor que en invierno. Luego unos cuarenta minutos andando hasta el hotel, pasando por delante de Russell Square (donde vemos la primera ardilla de las muchísimas que veremos en la City), perdiéndonos, eso si, un par de veces. SABADO, 23 de mayo de 2009: Después de despertar a las cinco de la mañana, ver la hora que era, decir en alto que estos británicos están locos y dormir un par de horas más, a las ocho nos ponemos en marcha para desayunar a las nueve. Pero nada más ver el desmesurado desayuno que nos espera, cedemos al café y las tostadas (en toda la semana no seremos capaces de probar los huevos, con mantequillas, alubias, salchichas bratwurst, etc…). A pesar de ellos desayunamos como Dios manda, y salimos camino a St. Paul. El metro sale al lado mismo de la Catedral, pero está tapada por varios edificios bastante altos y resulta cuando menos curioso pensar que allí estaba antes el Londres antiguo, pues la Catedral está en plena City. Vista desde fuera la Catedral impresiona, pero lo que es cierto que es el urbanismo excesivamente permisible de Londres la ha dejado tapada por varios edificios, algunos modernos del siglo pasado, otros de estilo regencia,… una especie de urna rara que rodea un gran monumento. Por dentro la Catedral no defrauda para nada (11 libras, pero merecen la pena), sobre todo por las impresionantes estatuas del interior, las muchísimas tumbas de gente VIP, la famosa galería de los susurros (si, es verdad!!, si hablas en un lado se oye en el otro), y las vistas, algo modernillas, perdón, demasiado modernas, el Pepino, la Canada Tower, y todos los mamotretos que han ido poblando la City… Después de esto íbamos a ver la Torre de Londres, pero un pequeño fallo técnico (me olvide las entradas en el hotel) nos hizo coger el metro hasta Chelsea, para acercarnos al Museo de la Ciencia: un entretenimiento completo, curioso, ¡gratuito!, y tres horas que se pasaron en un momento; comimos en el propio Museo (barato y bueno), y cruzamos la calle para ver el Victoria & Albert Museum (también gratuito), el mayor museo del mundo de arte decorativa: un detalle: os va a gustar casi todo (tiene 11 km. de salas), es algo extraordinario ver como decoraban los romanos o los británicos medievales sus casas, y fuimos a ver una exposición de sombreros y otra de moda, magnifica y yo no soy de los que tiro mucho por la moda moderna, pero la verdad la expo merecía la pena: Armani, Gaultier, Valentino, Versace, lo mas de lo mas de la moda… pero si de moda hablamos, a veinte minutos andando el paraíso de las compras de la zona de Chelsea: Knightsbridge. Si solo hablaramos de Harrod’s todos sabríamos de que va, pero es que la calle está llena de todo tipo de tiendas: desde los Zara, con toda la gama y marcas de Zara, hasta otras cadenas desconocidas aquí, propias de Inglaterra, pero algo semejantes de calidad a nuestra Zara. ¡Toda la calle!. Eso si , si a alguien no les gustan las compras, callejead. Enfrente de Harrod’s cruzas un par de calle y antes de entrar en Hyde Park, hay casitas estilo victoriano impresionantes (luego supe que Lampard el del Chelsea vive por la zona). Desde hay un paseo hasta St. James’s Park, donde tomamos el primer contacto con las “squirrels” británicas: las hay a miles, que digo a miles, ¡ a millones ¡, la gente les da de comer, las ardillas se dejan sacar fotos, se dejan sacar las pulgas (en serio), parecen los perrillos esos pijos que se llevan tanto ahora, tal cual,… pero como molan!!, jajaja. Y otro <largooooo, largoooo paseo hasta el hotel, parando a cenar (como no en Leicester Sq.), y a descansar que el tren de Hampton nos espera mañana.
DOMINGO, 24 de mayo de 2009:
Sinceramente, no conozco el sistema de cercanías de Madrid o de Barcelona, en Galicia vamos de un lado a otro en trenes que casi casi los hay que mover a patadas, pero el de Londres me dejo patidifuso: es sencillo, fácil de entender, continuo, funciona con puntualidad, no cambia ni en domingo, no se, nos pareció otro mundo… Así en aproximadamente tres cuartos de hora nos plantamos ¡un sábado por la mañana!, desde St. Pancras en Hampton Court, a unos 30 km. del centro de Londres. Fue el palacio donde residió la mayor parte de su vida uno de los reyes más queridos por los británicos (y luego resulta que sus restos están mezclados con los de otros reyes bajo una losa en Windsor): Enrique VIII. ¿Por qué?, para mi por que les dio algo con lo que sentirse aún más diferentes que el resto del continente, la religión anglicana. En cuanto al castillo, es diferente. No esperéis el castillo con almenas estilo defensivo como la gran mayoría de los que tenemos en España, esto es mas tipo Versalles, castillo de recreo, de vida social, de vida conyugal, pero en el fondo, castillo. Sus estancias son excesivas, no tanto como las de Versalles o Queluz en Lisboa, pero le llegan. Las cocinas son como una extensión del castillo pegada a su flanco izquierdo, una ciudad en pequeño. El famoso The Maze, el laberinto, está un poco plof: tiene mucho verdor y espesura, pero… ¡saldría un niño de 2 años!. Eso si, el día que hacía lo dejo todo como para tirarse en el inmenso campo que circunda el castillo, sentarse a ver como los niños pelean entre ellos con espadas de plástico simulando una batalla medieval, o como los halcones hacen las delicias de grandes y pequeños,… una visita de lo más agradable, seguro. El pueblo, que está en la margen derecha del río Támesis, es el típico pueblo british, pequeño, coqueto, bien arreglado, y se come genial y barato. No hace falta meterse por callejuelas, en los primeros puestos podéis encontrar raciones de pasta muy bien surtidas o unas ensaladas como solo aquí las preparan (siempre con algo de salmón escocés), por el módico precio de no más de 8 libras. De vuelta para Londres (aguantando a una veintena de hooligans que iban a ver un partido del Arsenal: no recuerdo haber visto beber tanto a las tres de la tarde), nos acercamos hoy si a la Torre de Londres (si no recuerdo mal 14 pounds): el último vestigio de la ciudad medieval. Es una especie de ciudadela en miniatura donde aún viven los vigilantes de la torre, con sus famosos cuervos, y que está demasiado preparada para el turismo (las escenificaciones se suceden a lo largo de las dos horas que pasamos allí). Sin duda es una visita imprescindible, y bonita, pero sobre todo por el mero hecho de cotillear acerca de las joyas de la corona. El edificio central de la torre es el que alberga dichas joyas, es uno de los lugares más seguros del mundo, nunca, digo, nunca, recuerdo haber visto tanta policía junta en tan poco espacio, ni tanta gente en fila india como en un concierto de U2 o de los Rolling intentando entrar para agarrar un buen sitio. Todo eso para que te paseen durante quince minutos por varias salas donde vas viendo unas proyecciones hasta que por fin pasas una puerta de caja fuerte gigantesca y llegas a un lugar donde, con tan solo una de las piedras preciosas que allí hay, vivirías tú, toda familia y tus generaciones venideras por los siglos de los siglos. Una cinta mecánica te obliga a ver de pasada las joyas (se puede repetir eso si), pero la sensación que te queda es de…Dios, la de gente que comería con lo que hay aquí; o la de…voy a volver a entrar a ver si consigo llevarme algo sin que se den cuenta… no se, son tantas las ideas que se te pasan por la cabeza viendo las riquezas de Isa II que, preferimos salir de allí cuanto antes, no sea que nos dé por armarla… Salimos por delante de la puerta de los Traidores (el que entraba por ella no salía), y nos encaminamos al puente de Londres (4 libras), cuyos escalones subimos en aproximadamente diez minutos (llegamos a la última hora de apertura, las cinco y media), las vistas no son nada del otro mundo, pero la arquitectura del edificio tanto por dentro como por fuera merece la pena. Y con todo cerrado (en Londres las seis es la hora tope para la mayoría de los museos y atracciones turísticas) nos damos un paseo por la otra orilla del Támesis, hasta el London Eye, atracción que en cambio no cierra tan pronto. Después de canjear unos billetes carísimos para lo que es (34 libras dos personas), subimos para contemplar las vistas, que no son para tanto: están bien para la parte de Westminster, pero hacia el puente de Londres la ciudad deviene moderna, demasiado moderna. Lo clásico para el otro lado. Después del viaje, otro largoooo paseooo hasta Convent Garden a tomar unas cañas en Floral St. y para el hotel que se hace tarde. LUNES, 25 de mayo de 2009: Después del tute de ayer, caminamos un poco hasta Russell Sq. para ver el Bristish Museum(gratis total). Es sin duda alguna, el paradigma de lo que los británicos conciben por arte: lo clásico. Pero el problema es que el arte clásico es romano y griego básicamente, y sobre todo en este último caso, los británicos se han cebado: es más fácil comprender lo que fue y es el Partenón de Atenas en el British que viéndolo en la propia Atenas. Pero merece la pena conocer lo que ofrece el museo: es un compendio de toda clase de arte desde la prehistoria hasta nuestros días, casi nada de los ingleses, pero un poco de todo de las demás culturas (incluida la española). También destacan lo que se llevaron de la cultura asiria, los toros alados, o de la egipcia, aunque de esta las pirámides estaban un poco complicadas de llevar, se llevaron la piedra Rosetta y algunas esfinges tamaño bolsillo de camión. Desde el British bajamos en Metro a Westminster a ver la abadía. Sin duda alguna, a pesar de las 15 libras, de que no dejan sacar fotos en el interior, y de que esta petado, pero petado, de gente, lo mejor hasta hoy de Londres. Básicamente es un cementerio. Pero que cementerio señores… Reyes de toda clase: Elizabeth I, Jorge V, los Ricardos, … Escritores: Shakespeare, Dickens,… Políticos, músicos, pintores, poetas, escultores, no eres nadie para los ingleses si no estás enterrado en Westminster, es su panteón nacional. Pero el aire que tiene es totalmente diferente a los demás panteones nacionales que he visto hasta hoy: la mayoría son geométricos, con las tumbas separadas con cierta distancia entre ellos, algo vacuos, grandiosos en cuanto a su construcción,… Westminster es lo contrario: unas tumbas sobre otras, sin darte cuenta pisas a Haendel, o a un rey de la Inglaterra medieval, los grandes reyes separados en capillas ceremoniosas, los grandes duques con sus propias capillas, los escritores todos acumulados en tres grandes paredes,… es algo que en mi vida había visto: todo el saber de la Pérfida Albión acumulado en unas treinta paredes, ¡pero que paredes señores!. Vale, alucine un poco mirando para cada lado y cuando veía alguien conocido flipaba, por decirlo de una manera más clara. El claustro no está mal tampoco. Seguimos luego con un paseo por el barrio para ver los diferentes ministerios que allí están, para ver Scotland Yard, por fuera, Downing St., por fuera también, y volver a coger el Metro hasta la City. Allí decidimos que, dado que es festivo (el último lunes de mayo es algo así como el día de primavera, Bank Holiday), que lo mejor es pasear hasta el centro, bajando Holborn, la zona de los abogados y tribunales. Lo que pasa es que aquí aunque sea festivo… ¡Zara esta abierto!, ala, para dentro,… y aquí termino este día porque lo demás es compras, cena y cervecita en Floral St. Hips. Para bajarlo como no, andando al hotel (¿he dicho ya que eran unos veinte minutos desde Covent?).
MARTES, 26 de mayo de 2009:
Hoy nos despertamos tarde pero con ganas de marcha: sin desayunar vamos a Portobello. O sea, mas compras!!!!!... Bien, Londres es el paraíso de las compras, no hace más falta que ver las tiendas de Portobello a las doce de la mañana de cualquier día: fotos de Madonna, Sienna Miller o Kate Moss en el exterior para decir, aquí estuvieron, algún famoso buscando una bagatela (¿conocéis a Jimmy Hince de los Kills?, pos nos lo cruzamos un par de veces; y al guitarrista de The Killers, o si no era él era calcado a él). Yo la verdad tenía ganas de ver al ex de Kate Moss, pero claro no eran horas, demasiado temprano. Volviendo al tema: compras, pero de todo tipo. Mientras mi María recorría extasiada las tiendas de ropa y zapatos con su inglés macarrónico, que las dependientes rusas todas entendían a la perfección, yo me dedique a los puesto de frutas: a la gente de aquí le gusta lo tropical. Aparte de los clásicos (lechugas, tomates, pepinos, etc…) triunfan el mango, la papaya y el aguacate. Extraño para Londres. Tras dos horitas entretenidas vamos a comer algo a la City (si, al otro lado de la ciudad) y es que a mi señora le tira eso de ver a los yuppies en su ambiente (ella también es una yuppie, pero de ciudad pequeña). Y la verdad, se lo montan bien. Tras las preceptivas fotos con la Swiss Tower, el famoso pepinillo, comemos en un local lleno a reventar de yuppies de las más diversas compañías. El local está al lado del Stock Exchange, así que seguro que había más de un corredor de bolsa contando la pasta que acababa de ganar. Nosotros a nuestro salmón y a observar el ambiente. Por la tarde bajamos hasta Baker Street primero, a ver, solo por fuera el museo de Sherlock Holmes, pero sobre todo para subir Oxford Street (si Dios, mas compras). Lo mismo que Knightsbridge pero en menos fino (por decirlo de algún modo): H&M, Zara, más aún (por cierto, no dejéis que os atiendan en español en Zara, que siempre hay algún español, exigid que os traten como a un british), Blanco, Gap, Miou Miou, grandes almacenes, etc… la bacanal de la compra. Decido unilateralmente que ya esta bien de compras y no se me ocurre algo mejor que bajar por Bond Street hasta Picadilly Circus. La cagué. Las tiendas caras de Londres ocupan las aceras de esta calle. Fotos en Tiffany’s, en Dior, en Cartier,.. me compensa que en un lateral veo ¡VIGO STREET!, mira tú los gallegos estamos en el mundo. Como todo empieza a cerrar bajamos hasta Chinatown a probar algún chino-británico, pero nos quitan la idea cuatro mastodontes que no paran de mirarnos de un lado a otro de la calle, más que nada por que estamos en el barrio rojo de Londres, así que vuelta a Leicester Square y a Covent a cenar algo, y para casa que mañana nos espera otro viaje. MIERCOLES, 27 de mayo de 2009: Hoy volvemos a comprobar la magnificencia del sistema de transportes británico: vamos a Windsor. Cambiamos de estación y nos tenemos que acercar a la mítica Paddington: una estación como Dios manda ( y eso que St. Pancras, con la salida del Eurostar a París y Bruselas no está nada mal). Tiene todo lo clásico de la arquitectura ferroviaria, por eso, aunque no fuerais a ningún lado haced una visita, merece la pena. El tren a Windsor lleva incluida una parada, pero aún así en menos de media hora nos encontramos en Windsor: al igual que Hampton Court, otro pueblo típicamente inglés (trufado con los vuelos continuos de los aviones que salen de Heatrow, que está a menos de diez kilómetros), pero este con una estación de tren de esas de película de los años 50. El palacio es imposible de no encontrar: ocupa casi todo el pueblo. En realidad lo que se puede ver es poco: la mayoría de las estancias están reservadas para la familia real británica, pues viven en verano allí, pero lo que se puede ver no está nada mal. En general todo está como si te llevarán cien años atrás en el tiempo, y además la impresión que da el conjunto ya visto desde lejos (en el tren se ve desde unos tres minutos antes de que llegue a la estación) es impresionante. Dentro como dije, no es que se hayan lucido en cuanto a cosas que se puedan ver, en otros palacios reales que hemos visto (sin ir mas lejos en Madrid, por ejemplo) tienes mas donde pararte y ojear. Pero la grandiosidad no se le puede quitar. Y es que aunque el palacio seguramente podía dar mas de sí, la visita se completa con la Capilla de San Jorge: dentro de sus muros se recogen los restos de varias decenas de reyes británicos, incluido como ya dije Enrique VIII, y otros conocidos, que ahora no recuerdo. Al lado de la capilla están las casas de los típicos guardas, que por cierto te reciben a la entrada con toda amabilidad y un aire british que tira para atrás. El resto de la mañana recorrimos un poco el pueblo, precioso por cierto, y con una estación de tren con un buen centro comercial, donde incluso se puede comer comida española (si, el tópico restaurante español, de cadena eh, nada de particular). Tras la vuelta a Londres, nos fuimos de parques. Hyde Park, Green Park y St. James’s Park. Son los tres pulmones de la ciudad de Londres: Hyde Park es gigante, no recorrimos ni un tercio del parque, no por que sea grande sino por que después de cinco días caminando a tope, la verdad es que ya las piernas no están para trotes. Green Park es un parque más pequeño pero no menos precioso, que termina en Buckingham Palace por lo que está siempre lleno de gente, aunque dado que es bastante extenso, tienes sitio de sobra para estar siempre aislado del mundo que esta fuera y con un ardilla rondándote, ¡o con algún cuervo!, que haberlos hailos. St. James’s es mas urbanita, está casi integrado en la ciudad, pues empieza en Buckingham y lo bordea Picadilly, viene siendo algo así como el Retiro pero en pequeño, frente a Hyde Park, que sería la Casa de Campo. En todos encuentras servicios suficientes (en Hyde Park tienen una cafetería muy buena, surtida de todo tipo de productos, un poco cara eso sí). Después de tanto trayecto el cuerpo ya pide descanso así que reconocemos nuestro cansancio y nos vamos a “nuestra zona”, a Camden, a cenar algo y retirarnos pronto. La estación de St. Pancras es algo parecido a Principe Pío en Madrid: aparte de ser enlace de comunicaciones tiene un centro comercial con restaurantes. Las comparaciones son odiosas claro: de St. Pancras como ya dije sale el Eurostar nada menos. Pero los restaurantes tienen todos buena pinta. Nosotros escogimos uno de comida “ecológica”: unas ensaladas de chuparse los dedos. JUEVES, 28 de mayo de 2009: El último día lo teníamos pensado para dormir, pero como ya sabéis los británicos y las persianas no se llevan bien, así que a las ocho y media ya estábamos de pié. Tras recoger un poco, y dado que el avión no salía hasta las cinco, bajamos al centro por Oxford St., es decir, más compras. La verdad, sorprendido me quedé de los precios en Londres: ni es tan caro como dicen ni tampoco un chollo, pero hay buenos chollos en materia de ropa: eso si, tienes que ir a grandes cadenas, donde los precios si están más bajos que en España. Desde Oxford bajamos a ver el cambio de guardia de Buckingham. Que algo tan cacareado sea tan imposible de ver no es nada raro: suele pasar que toda la gente se acumula en todas partes para verlo lo mejor posible. Claro que si eres militar profesional o miembro de una policía, los “bobbies” te dejan verlo desde las mismas rejas del palacio. Menudo chollo. Para los demás, llega a las diez de la mañana por que si no casi no vas a ver mucho. Nosotros como somos un poco más altos que la media (no que la media británica), no tuvimos gran problema desde la segunda fila para ver el “desfile”. Por que en el fondo no es más que eso. Un gran desfile. Y total como no te pegues a las rejas (donde si que era imposible ver nada por la acumulación de gente que había) de poco te vas a enterar: llegan desde el lado derecho, cruzan por delante y todo la ceremonia la celebran rejas adentro. Vamos, que no es para tanto. De ahí vuelta al hotel y salir para el aeropuerto (otra horita de metro) y dejar uno de los viajes mas deseados y que no nos ha defraudado en ningún momento. 📊 Estadísticas de Diario ⭐ 5 (1 Votos)
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