Nepal. Caminando por el Himalaya ✏️ Blogs de NepalEn éste viaje estaremos 1 mes recorriendo Nepal, subiendo al Campo Base del Everest y ascendiendo al Kala Pattar, bañaremos elefantes en el rio y haremos un safari por la jungla, conoceremos a gente increíble...Autor: Jordilakota Fecha creación: ⭐ Puntos: 4 (6 Votos) Índice del Diario: Nepal. Caminando por el Himalaya
03: 3ª etapa: BOUDANATH
04: EVEREST
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Etapas 1 a 3, total 4
1ª ETAPA: 22-09-2009. Llegada a Kathmandú
Hay ocasiones en las que el tiempo se alía conmigo. Otras en las que es tu peor enemigo y conspira contra mí. Depende el punto de vista, la sensación la creo yo… La impaciencia, el hastío; La templanza o la serenidad, son apéndices que se manifiestan a través del tiempo y nos causan tantos estados de ánimo distintos como seres vivientes hay en la Tierra. En mi caso, como cada víspera de viaje, el tiempo se para. Todo encaja, todo encuentra su sitio en mi mente. La sensación es de serenidad, de recién nacido, del que empieza a vivir desde cero sin condicionantes de ningún tipo. La sensación de seguir viviendo justo allí dónde lo dejé, cuando volvía de Äfrica hace unos meses; ciertas cosas se detienen y se retoman otras. Retomé la vuelta al samsara, a la lucha absurda y a la obligación de obligaciones: vivir la vida de otro; a desgranar la granada de la rutina y hacer ver a los demas que encima me interesa. Nada más lejos de la realidad! La realidad la acabo de retomar. Esta es la mia, escribir desde una cama cochambrosa de un cochambroso hotel en Katmandú, aunque uando sólo necesito una ducha de agua caliente y un catre para descansar, después de haber estado dos días viajando para llegar hasta aquí todo cobra otro sentido; lo cochambroso se convierte en práctico, y en definitiva, en suficiente. Acabo de llegar a la habitación después de cenar, pensando en las personas con la mirada perdida que me he encontrado en el corto trayecto desde el restaurante al hotel; Contrasta violentamente con el espíritu de la mayoría de nepalíes que hemos ido conociendo desde que hemos bajado del avión. Lo que les caracteriza, sin pretender caracterizar, es su amabilidad y sinceridad. Aunque esto ya me lo podía esperar, aquellos dueños de miradas vidriosas son los que ahora mismo ocupan mi atención. Llego aquí buscando la paz, espiritualidad, sociedades tradicionales con profundos valores, y todo apunta a que el viaje en ese sentido será un éxito. Pero, por qué me he fijado en la tristeza en lugar de la serenidad que transmite ésta gente? Por qué me ha hecho coger el diario de viaje y escribir a pesar del cansancio? Pienso en aquel hombrecillo con una carga que le doblaba en volumen y probablemente en peso corporal. Que me importa a mi el pensar si ha cenado, o peor aún, si no ha comido hoy? Por qué me tengo que fijar en que camina descalzo por una calle sin asfaltar y llena de piedras y basura? En la capa de polvo que le cubria desde la coronilla a la punta de los pies? Pues por que me ha sonreído y me ha dicho algo que no he acertado a comprender. En el momento de cruzar nuestras miradas, ha sido suficiente para que durante tres segundos su aparente desgracia se disolviera como un terrón de azúcar en una taza de café bien caliente. Han sido tres segundos de una dura lección para mí. Me ha hecho sentir mucho más miserable de lo que humanamente podría intuir de él. Aquellas ininteligibles palabras las pronunció desde el corazón y directamente al mío llegaron. “Como pesa el saco” o “bienvenidos a Katmandú” o “Cómo ha subido el precio de las bananas”. Que más dará!! Lo grande del asunto es que he visto una dignidad que no he visto a los jeques en Banhrein, ni a los compradores compulsivos en Oxford Street de Londres, tan bien vestidos, limpios y despreocupados. Aquél hombre pequeño, igual que los que hablan sin ego merecen toda la atención de la que pueda disponer. Como él quiero ser y entre otras cosas por eso estoy aquí. La primera lección en la frente, y aún no he pasado una noche en Nepal. No está nada mal, verdad? Que afortunado soy!! O ahora que lo pienso, me alegro dóblemente de haber cazado esa sonrisa… [img] [/img] Etapas 1 a 3, total 4
MIÉRCOLES, 24-09-09
DESCUBRIENDO KATHMANDÚ Después de planchar la cama durante 10 horas, me he levantado sin recordar dónde estaba. Ah, si!, en la cochambrosa habitación de Kathmandú... que alivio, pensé por un momento que me despertaba en mi olchón de látex de mi espaciosa habitación de Barcelona... Después de burlar al insistente casero indio con la insana intención de vendernos todo tipo de excursiones de las de "tienen 15 minutos para realizar sus compras en la tienda de mi primo", salimos a conocer la maána de la ciudad: y que mejor opción que empezar desayunando en una casa de té minúscula unas judías bien picantes acompañadas de "chapati" (pan ácimo sin levadura) y té. El local tiene unos 10 metros cuadrados y lo compartíamos con la familia nepalí que regentaba el negocio, padre, madre y dos niños y poco después se une un monje budista joven. No lo vimos llegar ni marcharse, y estábamos sentados en la misma entrada. En fin... Visita obligada por las calles del centro histórico, admirando las obras de arte de estilo Newar, budista-tibetano, hinduísta... y celebrando que se encuentren en la misma calle y no en caros museos para turistas elitistas como pasa en otros lugares. Cientos de obras de arte han sido expoliadas de paises pobres como Nepal y llevadas a Europa y Norteamérica, como sucedió aquí sin ir más lejos en los años 80, cuando se robaron 120 estatuas de forma impune. Vamos recorriendo las caóticas calles de Thamel, escuchando el incesante ruido de los cláxon de los coches y motocicletas, las cantinelas de los vendedores ambulantes y los mil olores distintos entre agrio y dulzón. Hacemos los trámites necesarios para volar en avioneta a Lukla, una de las puertas al Gran Himalaya y los permisos para recorrer a pie los valles del Kumbhu y del Gokyo, valles paralelos al Everest. Cuando salimos de la Oficina de Turismo Nepalí tengo que sentarme a fumar un cigarro para convencerme que estoy a punto de realizar parte de un sueño de la infancia: ver en directo a Sagarmatha, el Everest, la diosa madre de los mundos, con sus leyendas, aldeas de sherpas y picos que las custodian como el Cho-Oyu, Ama Dablanm, el Lhotse, Pumo-Ri... Increíble. La segunda mitad del sueño es conquistarlo, aunque esa será otra historia. ësta vez me presentaré a mi Madre como un hijo. La besaré, y le diré hasta luego. Que me espere algún dia para cenar. A mesa puesta, como los niños rebeldes pero de buen corazón. La Plaza Durbar, merece capítulo aparte. Una concentración inverosímil de estupas budistas, palacios newar y templos hinduístas que contemplados desde la terraza de un restaurante en la azotea de un edificio en la misma plaza la experiencia se multiplica. Desde una altura de unos 20 metros, todo queda al alcance de la mano; las escenas cotidianas se suceden y són toda una atracción; una abuela acariciando con un amor infinito a un perro semi-callejero, niños haciendo volar sus cometas a más de 50 metros de altura, un soldado ocioso que mira a través de una reja de un blanco edificio gubernamental, un richsaw que se mueve gracias a Shiva de lo viejo que está... y todos vigilados por el teleobjetivo: qué gran compra hice!! Después de la deliciosa comida, con charla incluída con dos nepalíes adolescentes teníamos que hacer compras de material de montaña de última hora por las calles de Thamel. Un forro polar, cantimploras, un frontal, pastillas potabilizadoras para el agua y un largo etcétera por un corto número de rúpias. Son imitaciones, pero con una calidad aceptable. Vuelta al hotel, siempre caminando. Ducha, y cena en el mítico "Everest steak house", aunque sin proponérnoslo por que llegamos bajo una intensa lluvia que no nos dejaba ver por dónde caminábamos...y aquí fuimos a parar, al restaurante más famoso de la ciudad. La cena, muy bien. Pedí pescado... En la sobrecena, decidimos dejar el hostel del indio al dia siguiente para ir a visitar Boudanath, y perdernos por sus callejuelas llenas de espiritualidad budista, sus monasterios abiertos para que los occidentales puedan estudiar budismo y sus pensiones regentadas por monjes. Pinta bien, verdad? Etapas 1 a 3, total 4
JUEVES, 25-09-2009
BOUDANATH Al Salir de Kathmandhú esta mañana no pudimos dejar de sentir cierto alivio. La ciudad, engalanada por todo lo alto celebra el Dasain, fiesta nacional: mercados en las calles, un tráfico infernal (más que de costumbre) y sus habitantes con muchas ganas de fiesta. Un taxi nos lleva a Boudanath, reducto de Tíbet en Nepal dónde se encuentra la mayor concentración de tibetanos fuera de su tierra natal, ocupada desde 1959 por la China Comunista de Mao, el gran Dragón Rojo. Al llegar, me siento teletransportado. Mis ojos contemplan una de las estupas (monumentos funerarios y lugar de peregrinación) más grandes del mundo. Entrar a ésta pequeño refugio de las tradiciones tibetanas me produjo una sensación difícil de explicar, como si hubiera vuelto a casa... Ví a monjes budistas de todas las edades haciendo girar las ruedas de oración mezclados entre viajeros y lugareños que al unísono giraban alrededor de la estupa en sentido de las agujas del reloj. Pude sentir una inmensa paz en ésta plaza que me atravesó el pecho. Todos los movimientos de las personas, de los perros semicallejeros y los de los propios monjes eran elegantes y cadenciosos, de una belleza plástica. Armonia creo es la palabra. Invitaba a sentarse en cualquier rincón y quedar escuchando las plegarias de unos lamas cercanos que se encontraban en una pequeña estancia anexa a la estupa. Los tambores, los tañidos de las campanas y los cántos guturales me ponían los pelos de punta. Fué una clase magistral de meditación avanzada para mí. El mundo gira más despacio allí en Boudanath. Desde luego que sí... Al rato, cojemos un taxi para ir a visitar el Templo de Pashupatinath. Es uno de los principales centros hinduïstas en el mundo fuera de la India, enorme en extensión y en importancia para la tradición, situado a orillas del lago Bagmati, el Ganges de Nepal. Visitamos los gaths con sus piras funerarias ordenadas por castas, con sus respectivos cadáveres ardiendo en bolas de fuego y desprendiendo una nube de humo acre que resecaba la garganta. Los gaths de los difuntos ilustres están aparte, y tuvimos la ocasión de contemplar dos funerales de familias acomodadas. Es curioso, pero los cuerpos queman igual y al mismo sitio van a parar, al Bagmati bajo la atenta mirada de los zarrapastrosos rapaces que rebuscan entre las cenizas de los muertos algo de valor extraviado. Después de jugar con las legiones de monos dorados que habitan en los bosques del templo, sortear yoguis impostores, charlatanes varios y aprendices de guia, dejamos el Palacio muy impresionados por la visión de los cadáveres envueltos en llamas y por la magnificiencia de sus numerosísimas pináculos funerarios, cada uno con su campana símbolo de fertilidad para la mujer hinduïsta. Volvemos a Boudanath y nos volvemos a fundir con la estupa, como si de la primera vez se tratase... Nos perdemos por las callejuelas anexas que forman la aldea; comprobamos con preocupación que hay mucha mendicidad infantil y mucha agresividad por parte de los vigilantes de las calles, que palo en mano se encargan que los niños no "incordien" a los viajeros, encorriéndolos durante unos metros de carrera loca... Cumpliendo a rajatabla nuestra costumbre que la comida posterior siempre debe ser mejor que la anterior, disfrutamos de una cena en una terraza con vistas a la plaza central increíbles, escuchando el rumor de las conversaciónes de allá abajo, y rebañando hasta el último plato que nos trajo un tipo pintoresco: momos picantes, ensalada de patata, chopsuey y unos spaguettis, todo regado con una San Miguel importación, increíble!! A dormir, que mañana partimos hacia Sagarmatha, la diosa madre de las nieves, en tibetano el Everest!! Etapas 1 a 3, total 4
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