Bebé y grumete a bordo ✏️ Blogs de MediterráneoDiario de un crucero con mis peques de 4 años y 3 mesesAutor: Lajoyosa Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (8 Votos) Índice del Diario: Bebé y grumete a bordo
01: Preparación y salida
02: Embarque
03: Mónaco (Villefranche)
04: Pisa (Livorno)
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Etapas 1 a 3, total 4
A la vuelta de las vacaciones de verano en la playa, se nos planteó la misma duda que cada vez que regresamos: ¿a dónde vamos ahora?
Como siempre, empezamos a barajar mil posibilidades, que se iban descartando ya fuera por el presupuesto, la climatología del destino en Noviembre o por que Laura sólo contaría con 3 meses y medio en el momento del viaje. Además, a pesar de lo que nos gusta ver cosas, no queríamos que el viaje fuera una paliza para Elena, de 4 años, sino que ella también lo disfrutara como nosotros. Un destino muy socorrido en estos casos es Disneyland Paris, pero claro, ya habíamos estado los dos años anteriores y aunque nos apetecía mucho volver, también teníamos muchas ganas de descubrir algún lugar nuevo. Finalmente parece que por enésima vez, nos decidimos por Tenerife. Y también por enésima vez, mientras buscábamos el mejor precio para ir, se nos cruzó otro destino, en este caso una oferta de Pullmantur para hacer el crucero Brisas del Mediterráneo. La verdad es que desde que hicimos el crucero por el caribe de viaje de novios nos había apetecido volver a hacer otro, pero no se había dado el momento. Hasta ahora. Lo estuvimos pensando y nos pareció una buena idea. Podríamos ver cosas, que nos gusta a nosotros, y Elena podría ir al Tibu Club a jugar cuando volviéramos de las excursiones. Además no tendríamos que andar haciendo y deshaciendo maletas por ir de hotel en hotel. Nuestro hotel flotante nos llevaría mientras dormíamos a nuestro siguiente destino. "¿Un crucero? ¿Pero dejaréis a las peques no?" Nos decía todo el mundo. "Pues no" contestábamos al unísono. "Aquí o viajamos todos o ninguno. Vamos todos en el mismo paquete. Hicimos la reserva y comenzamos a preparar el viaje con la ayuda del foro, buscando información del barco, los destinos, las excursiones... Y casi sin darnos cuenta llegó el esperado día. En un principio íbamos a ir a Barcelona con el coche el mismo sábado, pero esa misma semana decidimos ir el viernes para evitar un disgusto si surgía algún imprevisto con el coche y no tener que madrugar tanto. Así que reservamos por 55 euros una habitación en el Acta BCN Events, en Castelldefels. Lo suficientemente cerca de Barcelona para tardar poco en llegar al puerto, pero no tanto como para pagar un pastón por la habitación. El viernes por la tarde recogimos a Elena del colegio y salimos hacia Barcelona. Llegamos al hotel sobre las 8, no sin antes dar un pequeño rodeo gracias a nuestra amiga "Ton Ton a" (y menos mal que mi marido lo había actualizado antes de salir ). Aparcamos en la puerta, junto a un Ferrari (a ver si el dueño nos cambia el coche a pelo, bueno no, que a ver cómo llevamos las maletas en ese ). Subimos a la habitación y ¡oh sorpresa! "¿Seguro que la reserva ponía 55 euros? ¿No sería por persona?" "Que no, que no. Mira, 55 euros" Pues pedazo de chollo. No veáis qué habitación. Dos baños, uno de ellos más grande que el camarote del barco, vestidor, cama de 2,20 y salón con TV de plasma de nosecuantas pulgadas. Vamos, tremenda. Lástima quedarnos sólo una noche. En fin, dejamos las maletas y nos fuimos a cenar a un centro comercial que había al lado. Volvimos al hotel y después de ver un rato la tele, nos acostamos para intentar dormir algo si nos dejaban los nervios y la emoción de lo que nos esperaba al día siguiente. Etapas 1 a 3, total 4
El sábado nos levantamos y salimos hacia el puerto un poco pasadas las diez de la mañana, más o menos a la hora prevista. Nuestra amiga “Ton Ton a” se volvió a liar un poco en la llegada y tuvimos que recurrir a lo que se hacía antes de su existencia: mirar las señales indicativas, que para algo están.
En fin, que nos metimos con el coche hasta la terminal y una vez descargadas y facturadas las maletas, mi marido se fue a dejar el coche al parking del WTC mientras nosotras esperábamos a que volviera para hacer el check-in. Fui rellenando el formulario para pagar con la tarjeta los gastos del barco y nos sentamos a tomar unos zumos que te ofrecían durante la espera. Elena se entretenía jugando con los globos que le habían regalado donde cenamos el día anterior cuando de repente uno se le soltó y se le fue al techo. Vaya berrinche se llevó la pobre. Yo ya no sabía qué hacer para consolarla. En estas que veo que el chico de Pullmantur que te recibía y te explicaba lo que tenías que hacer para hacer el check-in, viene con una pedazo escalera y se sube para rescatar el globo. Y problema solucionado. Mi hija otra vez con una sonrisa de oreja a oreja. “Sujétalo bien, que la escalera pesa un montón, ¿eh?” Le dijo el chico. Vamos, que se lo até con diez nudos marineros, por si acaso. Bueno, pues Chema volvió, hicimos el papeleo para el embarque, nos dimos una vuelta por las tiendas de la terminal y nos sentamos a esperar hasta las 12.30 que se podía embarcar. Llegada la hora nos pusimos en la fila, donde ya te empezaban a grabar para luego venderte el vídeo del crucero (que la inmensa mayoría de la gente no compramos), y antes de subir al barco también nos hicieron la foto de rigor (esa sí que la cogimos, aunque Laura no salía porque iba dormida). Cuando entramos al barco, nos acompañaron al camarote (donde aún no estaban las maletas). Era pequeño, más o menos como lo esperábamos, pero suficiente para el rato que íbamos a estar en él. Y las maletas y el carro entraban. Vamos, si habían entrado en el maletero no iban a entrar en el camarote. Menudos campeones de Tetris estamos hechos. Como el camarote se veía rápido, dejamos las chaquetas y nos fuimos a explorar el barco y a comer algo que ya había gusa. Cogimos la comida en el buffet Panorama y nos sentamos a comer en la zona de la piscina. Después de coger fuerzas, seguimos dando una vuelta para ver lo que nos faltaba del barco e ir ubicando las distintas zonas. Ya en la cubierta del Grill, empezamos a coincidir con la gente que habíamos conocido a través de Internet y con quienes íbamos a hacer las excursiones contratadas con la agencia externa (una de las “innombrables”). Pasamos muy buenos momentos juntos durante el crucero. Casi sin darnos cuenta, eran casi las 5 de la tarde, hora de zarpar de Barcelona. Nos disponíamos a grabarlo y hacer fotos, cuando nos anunciaron por megafonía que teníamos que ir a hacer el simulacro de emergencia, así que se nos chafó el plan. La verdad es que lo podían hacer antes, o un poco después, porque el momento de zarpar es algo bonito de ver, pero bueno, qué le vamos a hacer, la seguridad es lo primero. Después del simulacro, llevamos a Elena al Tibu Club y dimos una vuelta para verlo y conocer a los monitores. Volvimos a organizar las maletas, arreglarnos para la cena y pedir el cambio de mesa en el restaurante y ya se hizo el momento de recoger a Elena del club. Se lo estaba pasando pipa bailando en la mini disco. En la cena, hay menú infantil, pero casi todos los días lo mismo: sopa, un plato de carne o pescado, pasta y pizza, y de postre arroz con leche, natillas, fruta o helado. Elena hubo varios días que le pedimos comida de adulto y no ponen ningún problema. Ya durante la cena empezamos a notar el movimiento del barco. Bastante leve comparado con lo que se movió otros días. Después de cenar, subimos a unos sofás que hay junto al casino a tomarnos un café y unos cócteles (bendito TI) y a dormir, que al día siguiente nos esperaba Mónaco. Etapas 1 a 3, total 4
El domingo no madrugamos. La llegada a Villefranche era sobre las 11.30, así que aprovechamos de dormir un poco más. Fuimos a por el desayuno para Elena y la llevamos al Tibu Club que esa mañana estaba abierto un rato. Mientras desayunábamos en el buffet, contemplamos la llegada a la bahía de Villefranche.
En esa escala el barco no atracaba en puerto sino que se quedaba en medio de la bahía y el desembarco se realizaba en unas barcas llamadas tenders. A la hora que nos indicaron nos dirigimos a la discoteca situada en la cubierta 8 a recoger la letra para poder desembarcar, algo que se convirtió en una rutina durante todo el viaje. Después de que desembarcaran los de las excursiones de Pullmantur, llegó nuestro turno, y tras un breve paseo en la barca, llegamos a Villefranche Sur Mer, un pequeño pueblo de la Costa Azul. Siguiendo las indicaciones, llegamos a la estación de tren. Hay unas escaleras para acceder a la misma. Nosotros ese día decidimos llevar a Laura en la mochila por si había problemas para acceder a la estación con el carro, y de hecho no vimos ningún ascensor. No sé si dando un rodeo por el pueblo podríamos haber llegado ahorrándonos las escaleras.
En fin, compramos los billetes de ida y vuelta a Mónaco (5.20 los adultos y la mitad los niños) y tras validarlos subimos al tren, que llegó enseguida. La mayoría de la gente no validaba los billetes, imagino que por desconocimiento. A la ida no se subió ningún revisor, pero a la vuelta sí, pero sólo comprobó los billetes de unos pasajeros que parecían tripulación del barco (y lo eran). Una vez llegados a Mónaco, nos dirigimos hacia la zona del casino. No había visto tanto lujo por metro cuadrado en mi vida. Qué coches, qué tiendas, qué yates… parecía que ahí lo regalaban. Pues eso, en la puerta del casino nos hicimos unas fotos con los coches de nuestros sueños, que soñar es una de las pocas cosas que aún es gratis en esta vida. Y del casino fuimos bajando hacia el puerto, y nos encontramos con la famosa salida del túnel del circuito de F1. Hay que decir que en la cuidad hay varios homenajes a este deporte.
Ya en el puerto, para alegría de Elena, habían puesto unas ferias. Dimos unas vueltas por ahí y comimos en uno de los puestos unos bocadillos bastante buenos y después de reponer fuerzas, afrontamos la subida a la zona del castillo. Tengo que reconocer que Elena subió como una campeona, le dimos una paliza de patear a la pobre ese día… (pero aún así cuando llegamos al barco, se fue directa al miniclub sin pasar por boxes, ains…).
Una vez arriba callejeamos un poco, fuimos a la plaza de armas, a la catedral, que no pudimos entrar porque estaba cerrada ya que iban a celebrar una misa (no sé de qué sería porque iba la gente super peripuesta), pasamos por el oceanográfico, y nos dispusimos a bajar ya que se iba haciendo tarde y no queríamos apurar demasiado la vuelta al barco por si las moscas.
De bajada nos hicimos una foto en un marco incomparable Y volvimos a coger el tren para llegar de nuevo a Villefranche y regresar al barco. A esa hora el mar empezaba a estar ya picado y la barca se movía bastante. Tanto que dificultó bastante el bajar de la misma y subir a la plataforma desde la cuál se accedía al barco. Nosotros bajamos de los primeros, pero hubo gente que tuvo que esperar porque por seguridad no dejaron bajar a nadie más ya que empezó a moverse demasiado.
Luego ya como todos los días, a descansar, a cenar y a tomar algo antes de ir a dormir para reponer fuerzas para el día siguiente, que tocaba excursión a Pisa. Etapas 1 a 3, total 4
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