Dusseldorf, Colonia, Bonn, Aquisgrán y Monschau ✏️ Blogs de Alemania

Un conocido visitó Dusseldorf y me lo recomendó. Leí sobre la zona en el magnífico diario de marifeviajera y me pareció una escapada interesante, a pesar de no tener ni idea de alemán. Cuadramos vacaciones y allá que nos fuimos mi esposa y yo del 22 al 26 de marzo. Debéis conocer que esta zona de Alemania nos pareció estupenda, super civilizada y en la que todo parece funcionar a la perfección. Tuvimos suerte con el clima, incluso llegué a ir de manga corta, y eso hizo que las terrazas y los parques estuviesen muy animados. A un alemán le comenté que tenían fama de ser gente seria, y me dijo que aquello era Dusseldorf, la gente más divertida del país, y que no se podía comparar.

Nuestra base fue Dusseldorf, una elegante y bonita ciudad a orillas del río Rin, cosmopolita y abierta, con unos 600.000 habitantes y acostumbrada a recibir un montón de ferias y congresos (este año 2011 se celebra allí el Festival de Eurovisión). Les llama la atención el turista típico, porque ellos esperan al que sale de la feria y sale a disfrutar lo que queda del día antes de irse al hotel. Y una pega que a veces resulta divertida: las cartas de los restaurantes casi siempre están exclusivamente en alemán, por lo que tienes que pedir por señas viendo la pinta de los platos de los demás. Casi todo el mundo habla inglés, pero en español solamente saben decir paella y Mallorca.

Cogimos un hotel llamado Bejuna mediante booking.com, barato (60 euros diarios habitación doble), incluyendo desayuno y con buena ubicación. Se puede recomendar si no tienes miramientos, aunque debéis saber que es algo cutre. Supermercado a 3 minutos.

El vuelo de Ryanair nos dejó a las 22.50 en el aeropuerto de Weeze, a una hora de camino de Dusseldorf, y saliendo a toda pastilla cogimos a las 23.05 un autobús hacia la estación central de Dusseldorf y que increíblemente en un país como éste iba con retraso. Había otro a las 24.00, así que nos ahorramos una hora de espera. Cuesta 14 euros por persona y por trayecto, más caro que el vuelo, pero no hay mucha alternativa. El andén de salida está nada más salir del aeropuerto en la acera de enfrente, creo recordar que era el número 1. No olvidéis mirar los horarios de salida y de regreso porque los van cambiando cada cierto tiempo.

Nos apeamos en la estación Central de Dusseldorf, localizamos la oficina de turismo y caminando 12 minutos llegamos al hotel, cansados pero sin problemas. No había nadie por la calle, y en general las calles están poco iluminadas, pero no tuvimos sensación de inseguridad en ningún momento. Nos estaban esperando amablemente en el hotel porque les envié un mail antes de ir para confirmar la reserva y avisándoles de que llegaríamos algo tarde.

Una vez instalados, rápidamente a descansar, que vienen días de mucho trote.

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Después de desayunar nos vamos directos a la oficina de turismo en cuanto abrió (9.30), excelente costumbre que nunca me ha fallado. Nos dieron una guía de la ciudad en español, un mapa de transportes y nos sacamos una Welcome Card, 9 euros por cabeza, y a pesar de que nosotros no somos gente de museos nos merecía la pena. Era miércoles y los museos abrían más horas. Nos indicaron muy bien cómo ir a Bonn, Colonia y Aquisgrán en tren para los demás días.
Nuestro primer destino fue ir a Benrath Park, tomando desde la estación central el cercanías S6 dirección Colonia. En 15 minutos estás allí, y caminando otros 5 llegas al parque. Bonito lugar, con jubilados paseando y gente haciendo deporte. Decidimos no entrar a los museos-palacio, y simplemente paseamos por la zona.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Tras dar una vuelta por el barrio, donde encontramos un bonito cementerio, se nos ocurrió ir en tranvía a nuestro siguiente objetivo: un acuario llamado Aquazoo. Da gusto montar en la red de transportes alemana, siempre puntual, y en cada marquesina te pone las líneas que pasan, a qué hora, y cuánto tardan en llegar a las siguientes paradas. Tenemos mucho que aprender. Una cosa curiosa: casi nadie pica el billete ni en metro ni en tranvía, la gente sube y baja aparentemente sin pagar, aunque creo que es mejor no arriesgarse a que te pillen sin billete.
El tranvía te deja a 5 minutos del Aquazoo, que está dentro de un parque llamado Nordpark que merece un paseo. Si no os gustan los bichos podéis ahorraros esta visita, pero se hace en poco rato y aprovechas la mañana viendo cocodrilos, pingüinos, tortugas, tiburones y peces de mil tamaños, formas y colores. Nos gustaron mucho los que estaban camuflados con su entorno, a veces nos costaba un buen rato localizarlos.

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Volvemos a coger el tranvía y nos apeamos cerca del Hofgarten. El parque como todos los que hemos visto en este viaje era precioso. Visitamos el Theatermuseum, pero fue una pérdida de tiempo porque dentro solamente hay fotos de actores alemanes desconocidos.

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Nos comimos un menú a base de doner kebab en una de las calles del casco viejo, que nos supo a gloria. No es caro comer, y tampoco beber, no hace falta que os llevéis comida desde España porque está repleto de garitos para alimentarte, de todas nacionalidades y especialidades, helados, pasteles, panaderías estupendas,...
Al tranvía otra vez, que llega el plato fuerte del día, la torre Rheinturm. Es una especie de "pirulí" como el de TVE, desde el que hay unas vistas maravillosas. El ascensor es amplio, no da miedo alguno, y arriba no te cansas de hacer fotos. Absolutamente recomendable.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Caminando nos acercamos al MedienHafen, la zona antigua del puerto y que ahora tiene edificios modernísimos y bares de diseño. Muy chulo, pero no sé cuánto valdrá aquí el m2 de vivienda.
Nuestro siguiente destino eran el Filmmuseum y el Hetjens-Museum, a los que llegamos paseando por la orilla del Rin.

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Alejaos un poco del río para ver el Spee´s Graben, un pequeño parquecillo junto a la torre de Vodafone que nos pareció chulísimo. El museo del cine nos gustó mucho, pero el otro es de cerámica y salvo que seas experto en el tema nos pareció aburrido.

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A seguir por la orilla, y si hace buen día obligado pararse en los bares a tomarse una cerveza, especialmente buena en esta zona del país. La gente queda aquí después de trabajar y están todas las mesas a tope. Coincido con la guía de la ciudad que es muy recomendable ver la puesta de sol desde esta zona. Nos pateamos finalmente el casco viejo, con las calles llenas como si fueran las fiestas patronales porque todos los bares sacan mesas y banquetas.

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No teníamos cuerpo para mucho más, así que nos volvimos caminando al hotel por la famosa Konigsallee, con las tiendas más lujosas y las marcas más caras del mundo. Impresiona ver los escaparates, ya no quiero ni pensar lo que sería entrar a comprar algo...

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Nuestro objetivo de hoy era visitar el mismo día Bonn y Colonia, ya que se puede hacer perfectamente. Nosotros hicimos Bonn por la mañana y Colonia por la tarde, ya que nos recomendaron ver la catedral de Colonia por la tarde para que el sol ilumine las vidrieras.
Hay que sacarse un Schoner Tag Ticket NRW en las máquinas de la estación de Dusseldorf, entrando a la derecha (se puede seleccionar idioma español). Vale 36 euros, y te da derecho a coger cualquier transporte regional durante un día completo, válido hasta para cinco personas sin pagar más (por eso recomendamos este viaje para dos parejas). Vale para todos los trenes y autobuses regionales RE (no los rápidos ICE), a coger a partir de las 9.00 para no entorpecer a los currantes. Hay muchos trenes, tres o cuatro cada hora, no os preocupéis por la vuelta porque seguro que alguno os encajará.
Tomamos un RE dirección Coblenza, con paradas intermedias en Colonia y Bonn.
La estación central de Bonn está bastante céntrica, y saliendo dirección Norte por una calle peatonal os encontraréis a unos 200 metros en una bocacalle a la izquierda la oficina de turismo. Hay folleto en español, con mapa de la ciudad y un recorrido turístico que seguimos al pie de la letra. Cuesta hacerlo unas tres horas a paso tranquilo, parando a echar un bocado. Es un paseo muy completo, pasando por la catedral, las plazas principales, la casa natal de Beethoven, el ayuntamiento, la orilla del Rin, los palacios que albergan el museo egipcio y la zona universitaria. Ciudad muy tranquila, con muchas tiendas, y que está repleta de gente joven. Consejo: no olvidéis llevar a mano siempre monedas de 50 céntimos, porque en la mayoría de las estaciones los baños van con ese importe y no aceptan otra moneda ni dan cambio. En los trenes también hay baño gratuito, y están bastante limpios.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Volvimos a coger otro RE dirección Colonia estación central, y nada más salir te llevas una de las imágenes impactantes del viaje: la Catedral. Todo que os digan se queda corto, y a pesar de estar muy sucia es una auténtica maravilla. Se trata de uno de los monumentos más visitados de Alemania, con toda justicia, y si es bonita por fuera no os digo nada por dentro. Imprescindible. La oficina de turismo está junto a la Catedral, y tienen también un mapa en español (pagando 20 céntimos).
Bajando unas escaleras junto a la entrada están las taquillas para el billete de acceso a una de las torres. Recomendable pagar 3 euros y subir (contamos 515 escalones). Es una paliza, pero las vistas desde arriba son magníficas, y se aprecia muy bien el trabajo que lleva construir una obra de arte como esta. Aquí se me acabó la batería de la cámara de fotos, y tuve que utilizar la del móvil como alternativa (observaréis mala calidad, pero es lo que hay).

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Comimos por la orilla del Rin, auténtico eje vertebrador de toda esta zona, y siempre surcado por barcos de todo tipo. El excelente tiempo que teníamos hacía todo muy fácil, y caminando nos acercamos hasta el museo del chocolate. No entramos, pero solamente ver la tienda merece la pena: seguro que no conseguís salir de allí sin comprar algo. Enfrente hay una tienda especializada en mostaza, donde te dan a probar y puedes comprar un bote a buen precio.

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Seguid por la orilla hacia el sur y llegaréis a la zona del puerto, donde han hecho unas viviendas muy modernas que imitan grúas.

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Luego nos dedicamos a callejear por el centro, viendo iglesias, palacios y plazas que están marcadas en el mapa. Hay una calle peatonal (Hohe Strasse) repleta de gente arriba y abajo, llena de tiendas de todo tipo, y que a partir de las cinco se llena de alemanes que han terminado de trabajar y salen a pasear. Un último vistazo a la Catedral antes de volver a la estación y coger otro tren regional hacia Dusseldorf, creo recordar que eran las ocho de la tarde. Hay trenes hasta la madrugada, por lo que si os apetece y tenéis fuerzas podéis cenar en Colonia y volver después.

Ese día nos habíamos propuesto cenar en un restaurante recomendado en la guía de la ciudad: Im Schlussel ("La llave"), situado en pleno casco viejo en la calle Bolker. Lo reconoceréis por una llave verde grande en la pared del edificio. Curiosamente nos sentaron en una mesa para cuatro, pero que ya estaba ocupada por dos alemanes. Al principio no nos hizo gracia, pero luego lo agradecimos porque los alemanes llevaban unas cuantas cervezas en el cuerpo, hablaban inglés y nos hicieron de intérpretes ante el camarero. No pudieron ser más amables (especialmente un asesor fiscal llamado Andreas), nos dieron su móvil por si teníamos algún problema durante la estancia, y nos invitamos mutuamente a unos chupitos de killepisch, un licor "digestivo" con el que brindamos cordialmente. Por si os sirve de ayuda, nos pedimos una salchicha bratwurst con guarnición de puré y menestra y un plato llamado gulash (ternera guisada con ensalada), todo muy bueno y abundante. Con un plato de esos y dos o tres cervezas te quedas alimentado. Me quedé con las ganas de comer codillo (se escribe algo así como "haxe"), pero no podía más. Allí dejamos todavía a los alemanes, pidiendo más rondas, y eso que era jueves y trabajaban al día siguiente...
Volvimos caminando de vuelta al hotel para digerir la copiosa cena, bastante cansados pero con la sensación de haber aprovechado el día al máximo.

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