![]() ![]() Mi viaje al Monte Athos ✏️ Blogs de Grecia
El Monte Athos (Grecia) es una pequeña península bastante inaccesible, en la que hay 20 monasterios ortodoxos. La gran particularidad es que las mujeres y los animales hembra tienen prohibida la entrada.
A continuación relataré lo que fue mi viaje por dicha península.Autor: TripTrouper Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (2 Votos) Etapas 1 a 3, total 6
En la costa norte de Grecia, frente al mar Egeo y a los pies de Thesaloniki está la península de Chalkidiki, cuya forma de mano con tres dedos seguro que es más conocida que su nombre. De las tres pequeñas penínsulas de su extremo la que está más al este es el Monte Athos, uno de los lugares más misteriosos de toda Grecia.
Se trata de una pequeña península en la cual hay 20 monasterios ortodoxos diseminados a lo largo de la misma. Athos goza de cierta autonomía siendo, a muchos efectos,un estado independiente. Para entrar se deben cumplir ciertos requisitos. El más importante y totalmente inquebrantable es ser hombre. Sólo los hombres y los animales macho tienen permitida la entrada a la península. La razón de esta estricta regla es que la única hembra que puede tener presencia en toda la península y especialmente en los monasterios no es otra que la Virgen María. Para llegar a Athos se debe tomar un barco desde Ouranoupolis, la "Ciudad del Cielo", ya que la vía marítima es la única vía de entrada a la península, por lo abrupto de la misma. Pero entrar en el Monte Athos no es tan fácil. Además de ser hombre, se deben cumplir y seguir ciertos requisitos y burocracia para poder entrar. Otro requisito no tan estricto es el aspecto personal. Es posible que, según sea tu estética o aspecto, no te dejen entrar. Si eres un hippie greñudo, guarro e irrespetuoso o un pastillero pasadetodo lo más probable es que no te dejen entrar. Pero si logras esconder tus particularidades personales e intentas parecer serio y respetuoso, en principio no tendrás problemas para que te den el permiso. Así que si eres hombre, tu aspecto no es escandaloso y quieres visitar el Monte Athos, debes dirigirte a uno de los consulados que el Monte Athos tiene en Atenas o en Thesaloniki y, con el pasaporte en regla, pedir permiso para entrar. Se debe tener en cuenta que sólo 10 extranjeros y 300 griegos pueden acceder cada día al Monte Athos así que, según lo solicitado que esté en el momento de pedir el permiso, deberás esperar algunos días a poder entrar. Con los papeles que te autoricen a entrar a Athos deberás acudir a Ouranoupolis e ir a la Oficina del Monte Athos para completar la burocracia. Y una vez con todos los papeles en regla y esperado el día de entrada, podrás tomar un barco para viajar al Monte Athos y vivir una experiencia única de la que seguro no te arrepentirás aunque no la desees repetir jamás. ![]() ![]() Etapas 1 a 3, total 6
Después del trayecto en barco y en autobús se llega a Karyes, la capital del Monte Athos, en el mismo centro de la península.
Karyes es un pequeño pueblo con algunas casas, algún bar y alguna tienda de alimentos, también de objetos religiosos, una panadería y un hotelito. Muy cerca del hotel se encuentran dos monasterios, uno abandonado hace años y en proceso de reconstrucción y otro a pleno rendimiento monjil. Desde el pueblo es también desde donde se distribuyen los visitantes y monjes hacia los monasterios en pequeños autobuses puntuales o caminando, lo más recomendable por lo atractivo del paisaje para los que pisan Athos por primera vez. Por Athos viajé en compañía de Carlos, un nicaragüense que conocí en Atenas y durante dos días y dos noches recorrimos los bosques y monasterios y vivimos unas experiencias religiosas sumamente extrañas y casi oscuras. NUESTRA EXPERIENCIA EN ATHOS Llegamos a Karyes después del agitado trayecto en autobús por las sinuosas pistas de grava desde Dafni. Después de bajar del autobús y de haber echado el primer vistazo alrededor, nos adentramos en el pueblo. Pasamos junto a una torre que detrás tenía una iglesia y decidimos entrar a verla. Por el interior era una iglesia como en la que jamás había estado. De entrada lo más impactante fue la casi total oscuridad que iluminaba la estancia, no demasiado amplia pero sí alta, repleta de candelabros en los que ardían escasas velas. El interior de la nave estaba despejado, sin bancos para que se sentasen los fieles como en la iglesias occidentales. Poco a poco, a medida que nuestros ojos se habituaban a la luz de las velas empezamos a vislumbrar los tesoros que decoraban las paredes: iconos pintados sobre tablillas, esculturas de la virgen María, pinturas de santos, coloridas vidrieras y otras muchas cosas que nuestros ojos ignorantes no supieron tasar pero a los cuales impresionaron por su belleza. Y al final, cuando ya casi veíamos a la perfección, sentado en uno de los magnos tronos de madera que envolvían la estancia entrevimos a un anciano monje, oculto entre las sombras, con su traje negro y dormitando algunos rezos mientras se aguantaba la cabeza con los brazos. Por el respeto que nos ofrecía el lugar y las instrucciones que recibimos antes de partir, no pudimos hacer ninguna foto del interior de las iglesias, cosa que lamentamos profundamente aunque sabemos que, de haberlas hecho, tampoco hubiesemos logrado plasmar la fuerza que transmitían. Así que el que quiera sentirlas tendrá que viajar él mismo al monte Athos. ![]() ![]() ![]() Etapas 1 a 3, total 6
Junto a Karyes, la capital del monte Athos, a apenas cinco minutos andando está el primer monasterio con el que te topas en Athos, el monasterio de Koutloumousiou.
NUESTRA EXPERIENCIA EN ATHOS Ese fue el primer monasterio que visitamos. Cruzamos la muralla y entramos al patio. Era bastante sobrecogedor, repleto de balcones y galerías por la parte interior de las muralla, con la iglesia en el interior del patio y con su alta torre, el suelo todo decorado con mosaicos de cantos rodados. A primera vista no había nadie y nos sentimos un poco perdidos. Pero enseguida, desde una ventana baja, una mano nos hizo señas para que nos acercáramos. Fuimos hacia allá y entramos en una pequeña habitación en la que había un par de griegos y un monje, que nos invitó a sentarnos y nos obsequió con un dulce hecho de resina y una copita de anís. Se interesó por nuestra procedencia y nos dió la bienvenida. Quince minutos después nos despedimos amigablemente y partimos rumbo a lo desconocido, a cruzar un espeso bosque para llegar, antes de anochecer, al monasterio de Philotheou, el segundo monasterio que visitaríamos y donde pasaríamos la noche... ![]() Etapas 1 a 3, total 6
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