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Nos levantamos temprano y desayunamos en el restaurante del hotel. Tiene un buffet grande con mucha variedad, y hacen unas tortillas deliciosas.

Al terminar hacemos el check out y salimos en dirección al mercado de Coc Ly. En él se juntan vendedores y compradores de distintas etnias (H’mong negros, floreados, dzao…) así que el mercado está lleno de colores. El mercado en si, a parte de tener tiendas de souvenirs, muchos ellos con pinta de estar hechos en China, no oferta cosas muy diferentes a por ejemplo el mercado de Sapa, pero tiene también una parte de compra y venta de animales, sobre todo de búfalos.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Al volver hacia Lao Cai paramos en una escuela de una pequeña aldea, justo cuando salen los niños del cole. Hemos guardado todos los amenities de los hoteles y trenes, y lo repartimos. Se ponen muy contentos. Le habíamos preguntado al guía si podíamos comprar galletas, caramelos… para llevarles, pero dice que mejor sólo eso… supongo que les será de más utilidad…

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Por la tarde teníamos previsto otro trekking, pero Ha nos explica que no podemos llegar puesto que hay que cruzar un río y el caudal en esta época es muy escaso, así que cambiamos por una visita a Lao Cai. Comemos un menú típico vietnamita en un restaurante cerca de la estación, probablemente la comida más floja de todo el viaje. Al terminar vamos a ver un par de mercados. El primero que vemos está prácticamente vacío, deben de estar haciendo la siestsa. Después de un buen pateo, llegamos al otro mercado, al cruzar el punte. Es el mercado central, más grande y con más vida. Aprovechamos para cambiar dinero en un banco justo al lado del puente. Nos acercamos también a la frontera de China, justo en frente de nosotros. Le preguntamos al guía si podemos pasar al otro país, pero dice que es muy complicado para los que no son vietnamitas sacar un visado, y que para unas horas no vale la pena. Visitamos una pequeña pagoda que hay justo en el mirador a China.

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China

La verdad es que las visitas de esta tarde no son muy interesantes, parecen más bien improvisadas…

Acabamos pronto y volvemos en taxi a la zona de la estación. Todavía quedan unas cuantas horas hasta que salga en tren de vuelta a Hanoi, y parece que no hay plan de hacer nada más, así que nos sentamos los tres en una terraza a cervecear un poco. Al poco rato pasa otro guía vietnamita de habla inglesa que conoce a Ha y se sienta con nosotros. Es un chico muy divertido y nos hace pasar un buen rato. Un poco más tarde pasa una chica H’mong negra, que parece que también lo conoce y también se queda. Formamos un grupo de lo más pintoresco. Resulta muy interesante poder hablar con alguien de una minoría étnica, preguntarle todas las dudas y curiosidades de su pueblo. Me sorprende muy gratamente sobre todo lo bien que habla inglés y la formación y preparación de esta chica. Unas cuantas cervezas y muchas risas más tarde, nos despedimos con mucha pena y nos vamos a la estación a coger el tren.

Ha nos cuida mucho, nos compra por su cuenta la cena, un bocadillo y postre para cada uno, y eso que la cena no está incluida…

De nuevo, la cabina está impoluta y es muy confortable, aunque esta vez vamos con otra compañía.

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Llegamos a Hanoi como a las 5:00 de la mañana, y vamos en taxi hacia el mismo hotel donde nos alojamos hace tres noches. Tenemos una habitación reservada hasta las 9:00 de la mañana, hora a la que salimos hacia Halong.

Al llegar al hotel nos damos cuenta de que no llevamos la cartera… entonces empieza el trámite de anulación de las tarjetas y mails a los bancos… Así y todo nos da tiempo a darnos una ducha y descansamos un poco antes de bajar a desayunar. Esta habitación me gusta más que la anterior. Aunque no tiene ventana, es más espaciosa y tiene ducha en el baño, le da un aspecto más modernito.

En cuanto nos recoge Ha le comentamos el tema de la cartera, y él se lo comunica a Aurora Travel, que se pone en marcha para buscarla. Antes de llegar a Halong (unas 3 horas en coche) ya tenemos la cartera localizada, nos la habíamos dejado en el tren. Seguimos el viaje hasta Halong, ya la recogeremos a la vuelta. Hacemos una parada en el camino para ir al baño y estirar las piernas. Paramos en una especie de taller de productos artesanales donde jóvenes en situaciones desfavorecidas pintan lacados, bordan cuadros, etc. la verdad es que hay cosas muy bonitas. También hacen esculturas de mármol, que están expuestas en el jardín.

Hasta llegar al puerto vamos bordeando la costa para ver lo que es Halong. El guía nos comenta que es un destino turístico típico tanto entre los vietnamitas como los extranjeros, y la verdad es que tiene toda la pinta de ciudad turística costera, con grandes hoteles y paseo marítimo. En esta época no hay mucho movimiento, tampoco el tiempo acompaña, ya que aunque hace buena temperatura está bastante nublado.

Ha long significa “dragón descendente”, y según la leyenda local, un dragón dejó caer su cola en el mar, creando los islotes que luego el mar inundó.

Parece ser que Ho Chi Minh quedó enamorado de la zona y pretendía convertirla en un destino a precios bajos para que los vietnamitas de todas las clases pudieran disfrutar de ella, pero no se cumplió.

Al llegar al puerto privado de la bahía de Halong desde el que zarpamos nos presentan al guía que nos va a acompañar durante el crucero, de habla francesa. Por lo visto algunos barcos no dejan entrar a guías externos para evitar que haya demasiada tripulación.

El barco es muy bonito, todo de madera. Nosotros accedemos a nuestro camarote a través del comedor, el resto de habitaciones está en el nivel inferior. La habitación es pequeña y sencilla, cuenta con una cama amplia, una mesita y una estantería. El baño tiene solo WC, lavabo, y la ducha consiste en teléfono que sale directamente de la pared, sin plato ni nada… pero vamos, para una noche está bien.

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En la parte superior hay una gran terraza con tumbonas. Como no somos muchos, prácticamente salimos a una cada uno.

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En el comedor nos sentamos por mesas, cada uno con su grupo. Nosotros tenemos una mesita de dos al lado de la ventana. Nada más zarpar nos sirven la comida, muy buena, empezamos con marisco (gambas y algo más que no recuerdo) y seguimos con los obligatorios rollitos, arroz blanco, etc. Pedimos una botella de vino, que nos guardan para la cena.

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Después de comer subimos a las tumbonas a tomar el poco sol que hay y a admirar la bahía de Halong. Hay un poco de niebla, pero no deja de ser un paisaje impresionante, que va cambiando cada pocos minutos. En la cubierta, la única mujer de la tripulación ofrece manicura y pedicura, por 7€ cada cosa.

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Pasamos por varias aldeas flotantes, es una pena que no paremos a visitar ninguna.

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Tras un rato de navegación vamos en la lancha a visitar la Cueva de la sorpresa. Hay un montón de barcos y de turistas, y esto hace que pierda un poco de encanto, pero aún así merece la pena visitarla. Es una cueva enorme que se ha formado dentro de uno de los islotes, a la que se accede por unas escaleras. Está acondicionada para las visitas, con los senderos ya marcados. Entre las estalactitas y estalagmitas se pueden apreciar, con un poco de imaginación, muchas formas (oso perezoso, buda, ángel), algunas de ellas ya iluminadas de manera que se acentúe la forma en si (como un gran pene). Es muy curiosa de ver, aunque nos perdemos muchas explicaciones por el tema del idioma. Al salir hay un mirador desde que el se observa una preciosa vista de la bahía.

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De ahí volvemos al barco y hacemos una nueva parada en la playa Ti Top, que lleva el nombre de un astronauta ruso Titov, que visitó la isla junto con Ho Chi Minh. Es una playa pequeñita que se forma en uno de los islotes, a lo alto del cual se puede subir (creo que nos dijeron que habían unos 400 escalones). Imagino que debe haber unas vistas preciosas desde ahí arriba, pero no lo comprobamos personalmente. Sigo con los tobillos hinchados, y me sienta mucho mejor mojarme las piernas en el agua helada, mientras disfrutamos de las vistas. Algunos valientes se atreven a bañarse, pero para unos mediterráneos como nosotros al agua le faltan muchos grados.

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Tras media horita, volvemos al barco. Tenemos un poco de tiempo libre, y a las 19hrs empieza la cena. Al igual que en la comida, empieza con almejas, luego pescado y algo de arroz. Está muy rico pero nos quedamos con un poco de hambre.

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Después de cenar no hay mucho que hacer en el barco, así que subimos un rato a la terraza y nos acostamos, mecidos por el agua de la bahía.

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Por la mañana tenemos un desayuno sencillo, café y zumo y dos piezas de bollería para cada uno. Nos comentan que no es más abundante porque tenemos un brunch bastante temprano.

Con las lanchas nos acercamos a un pequeño embarcadero, y desde allí subimos en una canoa para acceder a la cueva del túnel. Entramos por un túnel, la única forma de llegar hasta un claro formado naturalmente en medio de uno de los islotes. Mientras pasamos, algún murciélago vuela por encima de nosotros. Nada más salir del túnel, empezamos a ver monos que se acercan a mirarnos desde el islote. Está lleno: en el suelo, colgados de las ramas… El guía les tira trozos de frutas. La verdad es que es un lugar asombroso.

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De vuelta al barco tenemos preparado el brunch en forma de Buffett, y mientras vamos comiendo llegamos a puerto.

Allí nos están esperando como siempre el chofer con el guía, y emprendemos el regreso hacia Hanoi, con la parada de rigor en la tienda de los jóvenes desfavorecidos.

Nada más llegar vamos a la oficina de la empresa de tren a recuperar la cartera. Están las tarjetas, los DNI’s, los pocos dólares que teníamos… pero los euros que cambiamos en Lao Cai han desaparecido. Peor es nada. Menos mal que habíamos sido previsores y teníamos el dinero repartido, al menos tenemos para ir tirando…

De ahí vamos hasta Aurora Travel, a conocer a Che y a acabar de efectuar el pago, ya que sólo habíamos pagado por anticipado el 30% del viaje. Como pensábamos pagar con la VISA y la tenemos anulada, nos quedan pocas opciones. Che es un chico joven, muy majo y agradable. Se lo explicamos y acceden sin problema a que hagamos una transferencia, así que llamamos al banco y damos las órdenes necesarias para que les llegue en dos o tres días, mientras nosotros seguimos de viaje. La verdad es que es de agradecer.

De ahí ya vamos directamente a la estación a coger el tren nocturno a Hue. Ha nos acompaña hasta la cabina, incluso nos compra un picnic (sándwiches, galletitas y agua) para que cenemos, una vez más sin tenerlo incluido. Con mucha pena nos despedimos de él, que se ha portado más que fenomenal con nosotros, además de explicarnos muy bien todo lo referente a los lugares visitados y a la cultura vietnamita.

Habíamos decidido coger otro tren nocturno para evitar pasar por el aeropuerto y ahorrarnos de paso una noche de hotel, y vista las experiencias anteriores estamos convencidos de haber hecho lo correcto, pero pronto nos arrepentimos. Esta cabina no tiene nada que ver con las que nos llevaron de ida y vuelta a Sapa. Para empezar, está sucia que no le cabe más porquería: pelos y pisadas en las sábanas, restos de comida… En cuanto arranca el tren pasan a pedirnos los billetes: la revisora abre la puerta sin llamar a pesar de estar cerrada con pestillo, y al ver que hay dos literas libres nos dice que se va a acostar aquí. Nos la tomamos a broma, pero le decimos que no. A los cinco minutos vuelve a abrir sin llamar y viene con otro revisor y le señala las dos literas vacías… nos empezamos a mosquear… Cinco minutos más y mi marido va al baño, y vuelve a abrir la puerta, esta vez viene con su cena. Le digo que ahí no va a dormir ni ella ni nadie, que he pagado la cabina entera y que no entra ni dios. No habla inglés, sólo se señala y me dice “you lay”. Llega mi marido y creo que entre la cara de cabreo de los dos lo pilla y se marcha. Por si acaso atamos la puerta con una funda de almohada. Yo me forro la litera con toallas y pareos para evitar acostarme sobre las mugrientas sábanas, y espero que pasen pronto las 10 horas… no me queda otra!

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