Entre encinas y carrizos ✏️ Blogs de España

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Hoy nos tocó madrugar mucho pues teníamos que estar en Las Tablas a las 8 de la mañana. Habíamos quedado previamente a las 7 para el desayuno con el único señor al que hemos visto en todo el viaje y al que presentamos nuestras quejas de palabra (que de nada sirven) y no nos entretuvimos a pedir el libro de reclamaciones porque teníamos que salir corriendo hacia Las Tablas.

Bueno, aquí estamos ya, en el punto de encuentro y a la hora establecida. Esta vez vamos en dos vehículos y esta vez nos toca en la parte de atrás, un poco incómodos pero bien, se lleva bien.

Este parque fue declarado Parque Nacional en el año 1973 y también goza de la calificación de Reserva de la Biosfera desde 1981.


Esta zona ha sido habitada desde muy antiguo, tanto que existen yacimientos de la Edad del Bronce ocultos entre sus aguas y se les conoce por el nombre de “Motillas” pues la vegetación ha cubierto los restos y desde lejos parece una pequeña elevación del terreno o motilla y posteriormente fue habitada por íberos y romanos. Realmente nunca ha dejado de ser poblada por el hombre.

En cuanto a la formación del humedal hay que hablar de la confluencia de dos ríos: el Cigüela y el Guadiana, éste último de aguas dulces y de caudal permanente y aquel de aguas salobres y caudal estacionario y todo ello sobre un suelo calizo y que forma una suave depresión lo que permite que se formen lagunas. Durante el invierno el Cigüela inunda la laguna y el Guadiana aporta agua durante todo el año. Esto que parece tan sencillo es imprescindible para el mantenimiento del parque pues si el acuífero del Guadiana no aporta el agua, normalmente por exceso de regadíos, de nada sirven las aguas del Cigüela: la laguna se seca.


El parque ha sufrido un desgaste extremo durante los últimos años debido a la rapiña y la ceguera de muchos, se ha sobreexplotado el acuífero hasta casi desecar toda la zona de forma que en el año 2009 las turbas que forman el subsuelo empezaron a arder de forma espontánea y el futuro pintaba muy negro para el parque. Tanto es así que hasta la Comunidad Europea tuvo que tomar cartas en el asunto pues este parque es el refugio de las aves migratorias en su viaje desde Africa a los países europeos del norte y viceversa y estas migraciones se vieron afectadas por la situación del parque. Se invirtieron grandes medios tanto materiales como humanos para evitar la propagación de los fuegos pero apenas se consiguieron resultados pues la causa principal era la falta de agua.

Milagrosamente el año 2010 fue un año especialmente lluvioso y los altos costes de las explotaciones agrícolas propiciaron el abandono del regadío por parte de muchos agricultores. Todo junto consiguió que el parque volviera a anegarse y con ello se apagasen los incendios. Y el mayor milagro fue la recuperación de la vida propia del parque. Las algas renacieron y con ellas los peces y estos atrajeron de nuevo a las aves. Nadie sabe cómo se pudieron enterar de que Las Tablas volvían a ser un refugio para ellas, pero el hecho es que se enteraron y volvieron a sus costumbres ancestrales. En la actualidad pueden verse de nuevo a casi toda la fauna que en su día poblaba el parque.


Focha Cigüeñuela

La fauna del parque difiere mucho según sea primavera o invierno, así en primavera se pueden ver entre otros somormujos, patos colorados, porrones, fochas, garzas de todo tipo incluida la garza real, garcillas y garcetas, martinetes, todos ellos nidifican en el parque y las garzas en especial lo hacen en conjunto en una isla dentro del parque. Las más pequeñas utilizan las zonas más bajas y según aumenta el tamaño de la garza ponen sus nidos a mayor altura. Aquí las “clases sociales” imperan, los más modestos se ven obligados a poner sus nidos en los lugares más expuestos a los zorros y otros animales, mientras que las clases altas ponen sus nidos en las copas de los árboles a buen recaudo de los peligros. Las cigüeñas blancas y negras hacen su aparición en grandes bandadas hacia el final del verano en su camino hacia territorios más cálidos.


En otoño e invierno pueden contemplarse andarríos, avefrías, correlimos, chorlitejos, ánades, cercetas, patos cuchara, garzas reales y enormes bandadas de grullas, así como cormoranes y otras aves.
Pero no solo podemos encontrar aves, sino que en él viven zorros, nutrias, jabalís, conejos y liebres, etc. Y, naturalmente, una enorme cantidad de reptiles, anfibios y peces.

Dentro de la flora hay que destacar las algas acuáticas que son las que permiten la vida en la laguna y las masiegas, la enea, los carrizos (plantas acuáticas todas ellas) así como los bosques de ribera y el Taray, árbol que es capaz de sobrevivir en zonas con alto contenido en sal.

El Parque está compuesto también por terrenos de especial protección que son la antesala del mismo y en los que pueden cultivarse determinados cultivos sujetos a restricciones, o servir de pasto de ganado. Es política del parque ir comprando estos terrenos colindantes para mejorar la protección del parque. Aquí hay que mencionar la Dehesa de Zacatena, un enorme encinar que linda con el Parque y ofrece refugio a otro tipo de aves como avutardas.

La visita del parque se realiza en dos fases, la primera consiste en un paseo a pie bien de mañana para evitar el calor y poder observar las aves. Se recorren unos 2,5km. en su mayor parte sobre las tarimas colocadas al efecto


Y se accede a los dos observatorios de aves con que cuenta el parque para acceso del público. El guía iba localizando las aves con su telescopio y así podíamos contemplarlas y nos contaba un poco sobre su hábitat, costumbres, etc. No solo avistamos aves, también rapaces y pájaros. Incluso una culebra de agua tuvo a bien venir a saludarnos.


Se pasa también por un bosque de tarayales. El “taray” es un árbol extraño, capaz de sobrevivir e zonas con una alta concentración de sal en la tierra, por eso suele verse en las zonas costeras y en este parque se conserva un bosque de este árbol, ya que, como hemos dicho, las aguas del río Cigüela son bastante salobres.


También nos explicaron las diferencias entre las distintas plantas acuáticas y la función específica de cada una de ellas en el ecosistema. Así las masiegas forman como islas y entre ellas nidifican y se esconden las fochas y otras aves.


Recorrimos la Dehesa de Zacatena y visitamos la zona que ardió donde pudimos constatar la recuperación tan asombrosa que ha tenido. No faltó una visita a una de esas “motillas” que ocultan restos prehistóricos.


Y para terminar nos acercamos hasta la zona utilizada por los pescadores, que en los años 50 y 60, vivían en el parque; pudimos ver la antigua escuela y el embarcadero. En la zona del embarcadero hubo un molino romano del que quedan restos sumergidos y con cuyas piedras se levantó una casita para una de las familias de pescadores.

Y no debemos olvidar la enorme cantidad de pájaros pequeños ruiseñores, herrerillos, alondras, etc., como este triguero que tuvo a bien posar para nosotros.


Con todo esto terminamos cerca de las 13,30, cansados y acalorados. No me pareció prudente volver a Madrid en estas circunstancias y decidimos acercarnos al Parador de Manzanares a comer y aprovechar sus salones para echar una siesta. Una decisión estupenda. Para comer tiene bufet de primeros platos y segundo a la carta y yo me puse morada a fruta, verduras y todo tipo de comidas frescas del bufet. Y después de la cabezadita nos volvimos a Madrid y, en contra de lo que me esperaba, sin ningún atasco para entrar.

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