El elefante y la jirafa ✏️ Blogs de Africa Este y Centro

Muy buenas viajer@s, gracias por empezar a leer mi diario. En esta ocasión intentaré contaros cómo fue nuestra experiencia en África, y digo “intentaré” porque es complicado transmitir las emociones que sentimos allí. En otros diarios os he machacado con datos, cómo llegar a sitios, etc. En esta ocasión, al estar todo organizado, habrá pocos datos de ese tipo, y casi todo serán fotos y sensaciones, así que espero que os guste igualmente.

Pero como no podía ser de otra manera, comenzamos con algunas consideraciones prácticas…

Fecha del viaje: principios de Junio de 2012. Elegimos esta fecha porque nos venía mejor en el trabajo, y porque, al ser todavía temporada baja, algo de dinero nos ahorrábamos. En positivo, menos gente, más barato. En negativo, la hierba en la sabana está aún alta, y disminuyen las posibilidades de ver animales (salvo que llevéis un rastreador como el gran Tipira…).

Organizador del viaje: Jose Serrano, propietario del Enkewa Mara Camp, en Masai Mara. En un principio, contactamos con Kananga, pero tras leer el diario de otra viajera, Charuca, e informarnos un poco sobre el Enkewa, decidimos contactar con ellos. Tras unos cuantos correos y una conversación telefónica, no teníamos más dudas. Y fue una decisión creemos muy acertada, pues del viaje trajimos momentos inolvidables, y un amigo mallorquín/masai que esperamos lo sea por mucho tiempo. Encontrareis más info del Enkewa en los foros y en su web. De todas maneras, os iré contando cosas a lo largo del diario. Ojo, el Enkewa es un campamento como tal en el Mara, pero te ayudan a organizar tu viaje por la zona.

Recorrido: Masai Mara (4 noches que al final fueron 3…)-Serengeti (2 noches)-Ngorongoro (1 noche)-Tarangire (2 noches).

Alojamientos: Enkewa Mara Camp (y Hotel Sankara en Nairobi, ya os contaré…) - Mbalageti Safari Camp - Ngorongoro Wildlife Lodge - Maramboi Tended Camp.

Equipaje: como siempre, viajamos solo con nuestras mochilas. Imprescindibles (según época del año): protección solar y un buen polar para las mañanas. A principios de junio hacía un frío que no nos esperábamos, de hecho, dormíamos con mantas y bolsas de agua caliente!! (esto último, uno de los muchos detalles del Enkewa…) Por lo demás, camisetas, mudas, pantalones desmontables, bañador y chanclas, y un buen calzado, si bien es cierto que en este tipo de viajes casi siempre estás en el jeep.

Vacunas: fuimos a un centro de vacunación internacional y nos vacunamos de todo lo que nos dijeron: hepatitis A y B, fiebre amarilla, malaria (el temido malarone) y fiebre tifoidea (creo recordar). En cualquier caso, ninguna de las vacunas nos produjo reacción, aunque si te lees el prospecto del malarone te dan ganas de no tomarlo...

Comidas: todo muy occidental. En el Enkewa comimos como en el mejor restaurante, de verdad, toda una experiencia. En los demás alojamientos, buffet de desayuno y cena más o menos variado, y las temidas lunch boxes a medio día… Junto a esto, una cena en el Hotel Sankara y otra en el Karnivore el día de vuelta.

Vuelos: con KLM, Madrid-Amsterdam-Nairobi-París-Madrid. Unos 600 euros por cabeza i/v, vuelos nocturnos. Varios vuelos internos organizados por Enkewa.

Agradecimientos: siempre, y por todo, a Jose.

Y… nos metemos en faena!!!

Día 1: Madrid-Nairobi (o eso creíamos…) Como comentaba antes, volamos con KLM. En principio, muy buena organización, si bien es cierto que no pudimos hacer el check-in on line del vuelo Amsterdam-Nairobi, pues Kenya Airways no lo permitía. No obstante, teníamos escala de 5 horas en Amsterdam, así que teníamos tiempo de sobra para hacerlo, y los asientos sí que estaban reservados. Esta escala no se hizo tan pesada, pues el Aeropuerto de Schipoll (o como se escriba) es de los más cómodos en este sentido, incluso han habilitado una zona de relax, con tumbonas y ruidos de naturaleza, y de uso libre y gratuito, genial!!

El problema vino en la llegada a Nairobi. Tras una noche de vuelo, nos informan, y os contaré la versión resumida, de que no podemos aterrizar en Nairobi, pues un avión de Egypt Air se había salido de la pista, y estaba atascado en el barro. De manera que nos desviaron a Uganda, donde tuvimos que esperar casi ocho horas a que se normalizara el tráfico aéreo de Nairobi, donde tienen una sola pista de aterrizaje/despegue, así que imaginaos el caos. Las ocho horas de Uganda nos sirvieron para dos cosas: 1)conocer a dos personas maravillosas que viajaban también a Nairobi, Laura e Israel, la primera residente allí (española por el mundo) y el segundo colaborador de una ONG; y 2)ver, de lejos eso sí, el Lago Victoria. Bueno, y comprobar que la burocracia dista mucho de nuestro concepto, y que en África todo va a otro ritmo. Tras sacarnos dos veces de la sala de espera, hacernos pasar dos veces por controles (pensarían que habíamos comprado armas en el aeropuerto, no sé) para volver a entrar en la misma sala de la que nos habían sacado, y darnos de comer un plato de arroz (un detalle…) pudimos volver a despegar rumbo a Nairobi, donde llegamos con nueve horas de retraso, con lo que habíamos perdido toda posibilidad de volar ese día al Masai Mara, como estaba previsto. Y menuda llegada!! Imaginad como nueve o diez vuelos retrasados, tratando de obtener visado de entrada… un auténtico lío!!! Menos mal que Laura, que como dije era residente en Nairobi, nos coló por el control de entrada de ciudadanos del país, como amigos suyos, y pudimos salir de allí rápido… En la salida, y sin tener que recoger equipaje, pues las mochilas iban en cabina, de lo que no nos hemos alegrado más en la vida, pudimos ir a buscar a nuestro conductor, Moses.

Aquí quiero señalar y destacar la actuación de Jose. Desde el minuto uno estaba pendiente del estado del vuelo, llamándonos por teléfono, mandándonos energía, con un plan A, B, C y yo creo que D según fuera evolucionando la cosa. En ese momento empezamos a descubrir a una gran persona, pues, siendo realistas, no tenía que haberse preocupado tanto, y menos aún reservarnos el pedazo de hotel que nos reservó, el Sankara, uno de los mejores de Nairobi, todo de su cuenta. Y viendo la cantidad de gente que viajaba con agencias españolas que se desentendieron por completo del problema, nos hizo sentir muy afortunados.

En fin, cansados, pero con unas ganas tremendas de empezar la aventura, llegamos al Sankara, donde nos esperaban unas camas de 1x2 metros, de estas que parecen una nube, que te envuelven sin ahogarte, y un buffet de cena que hizo que se nos olvidaran todos los problemas pasados. Os aseguro que esa noche dormimos como troncos…

Os dejo una foto del lago Victoria, desde el aeropuerto de Uganda, no sé, por poner algo en esta primera etapa. Mañana más, y os aseguro que mejor…

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Tras un sueño más que reparador, y un desayuno buffet realmente espectacular, nos recogió Moses para dirigirnos al aeropuerto Wilson, de vuelos internos, donde tomaríamos la avioneta que nos llevaría, por fin, al Mara. Comimos en el aeropuerto (por cierto, hasta llegar tuvimos oportunidad de apreciar el tráfico de Nairobi, y lo que es conducir allí, os aseguro toda una experiencia…) y partimos rumbo al Mara. El vuelo en avioneta fue una pasada, nos encantó sobrevolar la sabana y cuando aterrizamos, allí estaba Jose, esperándonos, y dispuesto a hacernos recuperar el tiempo perdido, junto con Tipira y Lesaloi, dos masais que nos acompañaron en este safari en ruta hacia el camp.

Tipira es un guerrero masai que ahora trabaja con Jose como rastreador. Se encarga de ir buscando a los animales durante el safari, y es realmente un espectáculo verlo en acción. Esta es otra de las cosas que tiene el Enkewa y no los demás operadores. Poder ir con un auténtico masai, con su historia y su vida, ver cómo observa las huellas en el barro, el movimiento de las manadas para deducir dónde pueden estar los animales, en verdad no tiene precio.

En este sentido, decir que Jose trabaja con masais, pues tiene una vinculación muy fuerte con la comunidad. De hecho, casi todo su personal es masai. No se trata de personas que se disfracen de masais, te bailen, salten y coloquen el sombrero de jefe de la tribu. Son chicos que viven en aldeas cercanas, que visten como en su día a día, y que te tratan con absoluta normalidad. No tuvimos, pues, “espectáculo” masai, pero lo que vivimos, y os iré contando, superó con creces cualquier “representación folclórica”.

Volviendo a este primer safari, no os voy a aburrir con tooooodos los animales que vimos por el camino, pero sí os destacaré una manada de elefantes, ya que fueron nuestros primeros animales, y un guepardo, con el que tuvimos la suerte de pasar un rato a solas.





Esta es una de las ventajas del Enkewa, la soledad en el avistamiento de animales. Los vehículos están completamente adaptados al terreno. De ellos, la Poderosa, que nos acompañó durante nuestra estancia en el Mara, está hecha a medida, de manera que es casi un “reflejo automovilístico” del propio Jose, y los que lo conozcáis sabréis a lo que me refiero. Este tipo de vehículo y concepto de safari permite ir donde y por donde nadie va, de manera que vives momentos absolutamente impagables, lejos de la multitud de coches “estándar” de otros tours, y del inaguantable sonido de las radios comunicándose (en Enkewa no usan radio). Ya iréis viendo en fotos lo que os comento.

También os dejo unas fotos de una manada de leones jóvenes (nuestros primeros leones!!!), topis, y una manada de búfalos (que vistos a pocos metros impresionan, y mucho).







Y así, comenzó a atardecer, momento para el fuimos a un sitio excepcional donde ver la puesta de sol comiendo algo. El lugar era precioso, y, mientras yo montaba el trípode de la cámara, sacaron una mesa, banquetas, y un motón de comida. Tipira y Lesaloi encendieron un fuego usando el sistema de frotar troncos (impresionante) y así pasamos nuestro primer atardecer en la sabana, con un buen vinito, y habiendo olvidado completamente las peripecias pasadas hasta llegar a ese momento.



Una vez se hizo de noche, fuimos al campamento. Nuestro primer contacto con el Enkewa fue de sueño. Nada más llegar, unos chicos masais se acercaron a nosotros con una jarra de agua caliente y una palangana para lavarnos las manos. El campamento estaba iluminado sólo por la luna y por candiles, además de la luz de las tiendas, y, en principio, seríamos los dos únicos habitantes, junto a Jose, Marta (su nueva socia, una mujer muy valiente que lo ha dejado todo por África, simpática y amante del café) y los chicos masais. De verdad, parecía que estábamos en otro mundo. Jose nos acompañó a nuestra tienda. Una maravilla, con muchísimos detalles. Un lujo en mitad de la sabana. La ducha es con agua caliente vertida en un depósito al momento por el personal masai. Les avisas y en cinco minutos te la tienen lista. Y así lo hicimos. Tras la ducha, fuimos a cenar, y vaya cenas!!! Y qué postres!!! El cocinero, Charles es también keniata, pero ha hecho cursos de cocina adaptada podíamos decir al gusto occidental, y, menudas cenas nos pegamos!!! Sopita de primero, plato de carne y postre, cada día variando… una auténtica pasada!!!

Y ya cenados, nos fuimos a dormir. Llevábamos sólo unas horas en el Mara, pero parecían días. Los chicos masais velarían durante la noche el fuego y nuestros sueños, pues en la montaña que hay detrás del campamento viven dos leopardos y, en fin, hay que cuidar sus escapadas nocturnas… Al día siguiente nos despertarían a las 05.30h, para salir a primera hora de la mañana, y ver amanecer ya en ruta. Menudo día nos esperaba!!!

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A las 05.15h sonaba el despertador, y, misteriosamente, nos levantamos llenos de energía!! Es este un concepto que transmite en Enkewa, cuanta más energía positiva, mejor saldrán las cosas… y vaya si fue cierto!! Sobre las 05.30h los masais nos avisaban con un “hello-hello” de que estaba todo listo. Desayunamos un café con galletas, y partimos en busca de animales. Ya os tengo que decir que hacía un frío de coj…, y la Poderosa, que está abierta por todas partes (que mal ha quedado esta frase) no ayudaba a entrar en calor. Peeero aquí otro detallito, en cada asiento había una bolsa de agua caliente y una manta masai, que nos ayudaron a llevar el frío. Os dejo una foto del amanecer en la sabana, como dice Isak Dinesen en “Memorias de África”, “en las tierras altas te despertabas por la mañana y pensabas: -Estoy donde debo estar”.


El madrugón nos trajo la primera sorpresa del día. Gracias a Tipira, pudimos disfrutar del maravilloso amanecer, acompañados de una pareja de guepardos igualmente madrugadores…





Tras dejar a los somnolientos guepardos, y ver de camino un elefante y una familia de hipos, que vaya cómo corrían al vernos, continuamos en busca de felinos y, premio! Encontramos un par de leones de melena negra, y una preciosa dama que estuvo con nosotros a solas un buen rato, descansando a la sombra de la Poderosa, para, posteriormente, acompañar a los machos en un control, rutinario o no, de una manada de búfalos que pastaban en la pradera…







Empezaba a hacer calorcito, y era el momento perfecto para ir a desayunar. El Jose este se conoce los rincones más bonitos del Mara, y en uno de ellos fue donde desayunamos. Desde aquí lanzo un llamamiento a los futuros visitantes del parque: lo que veis en “Españoles por el Mundo” es cierto, Jose se pirra por las galletas de chocolate Príncipe, así que colaborad en la tarea de aumentar sus reservas!!!


La vuelta la hicimos siguiendo el curso de un río cercano al campamento, el Sand River, del que os dejo foto. Al acercarnos al campamento, pasamos por unas aldeas masais. Os digo: por esta zona no pasan coches normalmente, y teníais que ver a los niños masais corriendo detrás del coche, diciéndonos adiós con la mano, riendo… Una pasada. Hoy almorzaríamos en el campamento, junto con una pareja de recién casados que llegaba, Anna y Pascual, dos nuevos amigos de Benicassim, con los que tenemos una buena amistad fraguada en tierras masai. Mientras llegaban, nosotros aprovechamos para disfrutar el campamento, dándonos una ducha en una cascada natural que hay en un rincón del mismo. Qué gozada! (y qué fresquita el agua…)


Aprovecho ahora para hablaros algo del campamento. El Enkewa se encuentra situado en una concesión privada en el sudeste del Masai Mara, cerca de la frontera con Serengeti. Es un campamento con tan solo cinco tiendas, más la de Jose (su casa, qué afortunado!), la tienda comedor y la tienda salón/biblioteca. Hamacas en los árboles y una ducha natural de la que hicimos buen uso! Las tiendas en sí son una pasada, buenas camas, muy amplias, y una zona/porche con sofá donde descansar de los días de safari. Os dejo alguna foto de las tiendas, la zona, y un mapa de ubicación.




Una vez llegaron nuestros nuevos compañeros, y tras un almuerzo riquísimo, salimos en busca de jirafas, pues Anna estaba deseando verlas. Y allí que fuimos, al encuentro de una manada de jirafas, con las que vivimos unos momentos inolvidables, que no soy capaz de expresar con palabras. Os dejo una sola foto, pero creedme si os digo que fue uno de esos momentos que te quedan grabados.


Terminamos el día con un nuevo atardecer, en un lugar igualmente espectacular, con unas vistas alucinantes, y una compañía inmejorable.


Tras esto, vuelta al campamento, cena, ducha y descanso. Mañana, de nuevo, el misterioso pájaro jelou-jelou (te lo tomo prestado, Charuca ;)) cantaría a las 05.30h.

No quiero terminar sin hacer mención de otro de los momentos inolvidables del viaje. Esa noche, mientras esperábamos al fuego del campamento a que llegaran Anna Y Pascual para ir a cenar, estábamos hablando con Jose y Marta, y a unos metros estaban los chicos masais que cuidan el campamento por la noche. Ellos estaban a su rollo, hablando, riéndose y, de repente, empiezan a cantar canciones en swahili. De forma completamente espontanea, a su rollo, nada preparado. Impresionante. Si África tuviera voz para cantar, sería eso mismo lo que se escucharía. Y cantando dejamos a los chicos cuando nos fuimos a cenar.

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