"Cinque giorni cinque città" (Cinco días, cinco ciudades) ✏️ Blogs de ItaliaCinco dias por Lombardía, el Véneto y la ToscanaAutor: Anthony1345 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (6 Votos) Índice del Diario: "Cinque giorni cinque città" (Cinco días, cinco ciudades)
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He de admitir que siempre he sentido cierta fascinación por Italia, no sé si será por eso de que es una de las metas de a todo el que le gusta el arte, pero en cuanto mi novia me dijo “tenemos que ir a Madrid”, a mí se me encadenaron en la cabeza rápidamente las palabras Madrid – Avión – Italia... De modo que realizamos una pequeña escapada de cinco días al país de la pasta, cinco días dedicados a cinco ciudades distintas. Datos prácticos Idioma En Italia se habla el italiano, que para los españoles nos es relativamente fácil de entender, al menos el escrito. Por otro lado, los italianos hablan menos inglés que nosotros, por lo que salvo en zonas muy turísticas no nos será de demasiada utilidad. Muchos italianos hablan español... Vuelos y traslados interciudad. A pesar de todo lo que se está diciendo de Ryanair, volamos con esta compañía y la verdad es que no tuvimos ningún problema. La ida y la vuelta Madrid – Bérgamo nos salió por 40 euros cada uno, el avión salió puntual a las 6 de la mañana y regresó puntual a las 9 de la noche. Sí que es cierto que los aviones son algo más incómodos y que durante todo el trayecto te están vendiendo cosas, pero se puede sobrellevar... De Bérgamo a Milán se puede ir en tren (salen cada media hora de la estación de Bérgamo por 5,40 euros el trayecto), o en autobús, que enlazan directamente el aeropuerto de Orio al Serio con la Stazione Centrale de Milán por 5 euros (se tarda algo más que con el tren). Para movernos hasta Verona, Venecia y Florencia utilizamos el tren, que habíamos comprado por internet (en la página de Trenitalia) con mucha antelación. Milán – Verona Porta Nuova se hace en un tren Frecchiabianca, tarda hora y media y nos costó 18 euros cada uno ida y vuelta. Milán – Venecia Santa Lucia se hace en otro Frecchiabianca, tarda dos horas y media y también nos costó 18 euros. Por último, Milán – Florencia lo hicimos en un Frecchiarossa, un alta velocidad que tardó una hora y media y nos costó 32 euros ida y vuelta. Hotel Pasamos las cuatro noches en Milán, en el hotel Cristallo, situado a tres minutos andando de la Estación Central. Nos costó unos 60 euros la noche sin desayuno (no cogimos desayuno porque los trenes salían muy temprano), y aunque no es nada del otro mundo, está limpio... Por cierto, no sé si lo hacen todos los hoteles, pero nos cobraron un impuesto de tres euros por cabeza y por noche, que tuvimos que sumar al precio total... Transporte público Depende de cada ciudad: En Bérgamo, un autobús urbano une el aeropuerto, la estación de trenes y la Ciudad Alta. El billete, que también vale para el funicular, cuesta en función del tiempo de validez, por ejemplo, para 90 minutos son 2,10 euros. Milán dispone de metro, con tres líneas, tranvías y autobuses. Se puede comprar un billete para un día, válido para cualquier medio de trasporte por 4,50 en las máquinas de las estaciones de metro. En Verona hay autobuses urbanos a 1,50 el trayecto, aunque Verona es muy pequeña y no merece la pena cogerlos salvo de la estación al centro, y tampoco es necesario... En Venecia el medio de trasporte más habitual es el Vaporetto, que nos sirve para recorrer el Gran Canal y para acercarnos a las islas. Su precio es ridículamente caro (7 euros el trayecto!!!!!!), pero se pueden comprar bonos por 12 horas, un día, tres, cuatro... También están los taxis de precios desorbitados (dicen que ningún trayecto baja de los 45 euros) y los motoscafi, aunque estos no sé como van... En Florencia hay autobuses urbanos, que solo es necesario coger para quien esté interesado en subir a la Plaza de Miguel Ángel. Nosotros no tuvimos tiempo de hacerlo, por lo que no sé cuanto cuestan... Comida y bebida Poco hay que decir de la comida italiana, pasta, rissotto, pizzas, quesos, gelatti... tienen fama internacional... Comer es caro salvo excepciones (puestos callejeros) y en la mayoría de restaurantes tienen la mala costumbre de cobrar el cubierto, precio que puede oscilar entre 1 euro y 4 euros (que nosotros viéramos...) La bebida es casi más cara qe la comida, y no es de extrañar que un refresco cueste entre 3 y 4 euros. El café es más barato, un expresso cuesta 1 euro y un caffe latte o un capucchino, 1,60 euros. Cuestión de marcha nocturna no tengo ni idea... Souvenirs y otras compras Las chorraditas típicas, como llaveros, imanes, lápices, figuritas... son bastante caras, aunque depende mucho de la ciudad, y del punto de la ciudad donde se compre, pero suelen costar entre 3 y 4 euros (excepto imanes de máscaras venecianas, que los podéis encontrar en Rialto por 0,85). Una reproducción del Duomo de Milán o de Florencia viane a costar unos 5 euros... Tanto en Verona como en Venecia se venden muchas máscaras de carnaval y mucho cristal de Murano. El cristal es caro, y las máscaras dependen de donde se compren y lo ornamentadas que sean... Las máscaras son más baratas en Venecia que en Verona. Etapas 1 a 3, total 7
La idea de ver Bérgamo vino de que el avión aterrizaba allí a las 8 de la mañana y de que había leído que era una ciudad muy bonita, de modo que dedicamos la mañana para verla. El único problema fue que cogimos un día gris y feo y creo que la ciudad perdió parte de su encanto para nosotros por ese motivo... Bérgamo es una ciudad de unos 120000 habitantes situada a 40 kilómetros de Milán, de modo que su aeropuerto actúa de aeropuerto secundario de ésta. Está dividida en dos, Ciudad Alta, que es la parte medieval amurallada y la Ciudad Baja, la parte moderna que carece casi de atractivo. Nada más aterrizar cogimos un autobús que por 2.10 nos llevó a la Cittá Alta, a las cercanías del funicular que nos permite subir a las ruinas de San Vigilio, en la Porta de San Alessandro. Atravesamos la Piazza de la Cittadella, donde se encuentra el Museo Arqueológico y el Museo de Historia Natural. En los soportales medievales del Museo Arqueológico había un pequeño mercadillo gastronómico (nos dieron a probar un queso buenísimo) Tomamos la Via Coleoni, donde entramos en la iglesia de Santa Agata, (muy bonita, barroca aunque muy oscura) y continuamos hasta el lugar más emblemático de Bérgamo, la Piazza Vecchia. Se trata de una preciosa plaza medieval en la que podemos ver el Palacio de la Ragione, del siglo XII y reconstruído por el venecianos en el XVI, la Torre Cívica o Campanone, que cada noche repica 100 veces para recordar el toque de queda o la fuente, regalada por el podestá Contarini en el siglo XVIII. Fotos de rigor, y atravesamos las arquerías del Palacio de la Ragione hasta la Plaza del Duomo, donde nos encontramos con la catedral, la iglesia de Santa Maria Maggiore, la Capilla Coleoni y el Baptisterio. Primero entramos en la Capilla Coleoni, del siglo XV, una joya del Renacimiento lombardo, con una fachada de mármol de diversos colores. Entrar es gratis, pero no permiten hacer fotos. A su lado se encuentra el Baptisterio, que solo se abre para bautizos. Despues nos encaminamos a la basílica de Santa Maria Maggiore, un bello templo fruto de diversas remodelaciones y ampliaciones que lo convierten en una fusión de estilos, del románico al barroco. Su interior es muy bello, aunque algo recargado. Entrar es gratis y se pueden hacer fotos. Por último, entramos en la catedral, barroca, con un bonito interior blanco y dorado, muy luminosa. Aquí nos encontramos con un hombrecito muy amable (no sé si era el cura o algo), que por gestos nos llevó hasta una bellísima capilla, la del Santo Crucifijo, y que cuando nos íbamos nos dió un mapa de Bérgamo. A la salida comenzó a llover, pero por suerte no duró. Vista la plaza, nos dispusimos a pasear por la agradable Via Gombito, muy comercial. Desde ella se tiene acceso a la Rocca Viscontea, un castillo veneciano del siglo XIV desde el que se tiene una bonita vista de la ciudad baja y que hoy pertenece al ejército... Con el día malo, que no mejoró, pues la verdad es que no apetecía mucho pasear, de modo que iniciamos el regreso a la Estación de Trenes. Eso sí, antes no comimos en inmensa galleta con virutas de chocolate que compramos en una pastelería cercana a la Piazza del Mercado Nuovo, buenísima. Sobre la una y media del mediodía cogimos el tren a Milán (compramos el billete en unas máquinas expendedoras por 5,40 euros. Por cierto, es imprescindible validar el billete antes de subir al tren). Cerca de las 14:30 llegamos a la Estación Central de Milán y nos quedamos boquiabiertos nada más bajarnos del tren. La Estación Central de Milán es un mastodóntico edificio de estilo art – decó y art – noveau inaugurado en 1931, un inmenso espacio en el que no es difícil perderse. Está completamente decorada con esculturas, mosaicos y anuncios publicitarios. Salimos de la estación y en tres minutos llegamos al hotel, hicimos el check in y decidimos descansar un ratito, pues arrastrábamos muchísimo cansancio. Cuando salimos del hotel, el día no había mejorado. Volvimos a la estación para comer unas porciones de pizzas en uno de los bares, y nos dispusimos a coger el metro (en esta parada hay multitud de pedigüeños que quieren sacarse unos cuartos “ayudando” a los turistas a sacar el billete) y dirigirnos hacia mi meta personal de este viaje: El Duomo de Milán. Nada más salir del metro, la catedral se alzaba sobre nosotros, inmensa, blanca..., una de las catedrales más bellas que he visto nunca. El Duomo de Milán es la tercera catedral más grande del mundo (caben 40000 personas en su interior), fue iniciada en el siglo XIV en estilo gótico francés y no se terminó hasta principios del XX. Posee más de 2000 estatuas en su exterior, y tiene las vidrieras más grandes del mundo (las de la cabecera, que se ven mejor por la noche desde fuera). Entrar es gratis, y su interior es un tanto oscuro aunque muy bonito. Atención a la estatua gore de San Bartolomé desollado... Se puede subir al tejado, pero preferimos dejarlo para el último día a ver si teníamos mejor tiempo. En la Plaza del Duomo se encuentra la monumental entrada de las Galerías Victorio Enmanuel II, construídas en el siglo XIX, antes plagadas de tiendas pijas, aunque ahora también aloja alguna que otra cadena de comida rápida. Del otro lado, la Plaza de la Scala, en cuyo centro se alza un monumento a Leonardo da Vinci, y el famosísimo Teatro alla Scala, a la que no pudimos entrar... Después de hacer fotos en la plaza nos dimos un paseo por el agradable barrio de Brera, donde se encuentra la famosa Pinacoteca de Brera, en la que no entramos. Pero al final nos venció el cansancio, y decidimos volver a la Plaza del Duomo para ver la catedral iluminada (bien lo merece). De ahí, a la cama, que al día siguiente había que madrugar... Etapas 1 a 3, total 7
Nuestro segundo día en Italia amaneció a las 5:30 de la mañana con unas cuantas nubes en el cielo. Después de ducharnos y adecentarnos, salimos para la estación, desayunamos en una cafetería junto a los andenes (muy barato para ser Italia, y ponían unos brioches de crema buenísimos), y nos subimos en el Frecchiabianca que nos llevaría hasta la estación de Verona Porta Nuova. Salió puntual y llegó exactamente una hora y media después. El día en Verona estaba igual de nublado que en Milán, aunque el Sol hacía tímidos intentos por salir... La idea de visitar Verona me la disteis en esta página, en los foros, y la verdad es que no nos arrepentimos lo más mínimo. La forma más práctica de ahorrar en Verona es con la Verona Card, que permite ver casi todos los monumentos e iglesias de la ciudad, y cuyo precio depende del tiempo que vayamos a utilizarla. Hay otra tarjeta que permite ver por 6 euros las cuatro iglesias más importantes de la ciudad (San Zeno, Santa Anastasia, San Fermo y el Duomo, cuya entrada individual es de 2,5 euros), iglesias que están incluídas en la Verona Card... Se admite el carné de estudiantes tanto en el precio de la Verona Card como en las entradas individuales. Nada más llegar, cogimos un bus urbano que nos llevó hasta la Piazza Bra (los billetes se compran en máquinas en el propio autobús, que solo aceptan monedas... así que nosotros solo pudimos comprar un billete...). La Piazza Bra es el centro neurálgico de Verona, un gran espacio enmarcado por varios edificios neoclásicos, una hilera de casas de colores de estilo veneciano, y por la archifamosa Arena de Verona. En el centro hay un pequeño parque. Nuestra primera idea era ir a San Zeno, el monumento más alejado. Para ello nos encaminamos al Castelvecchio (una fortaleza medieval del siglo XIV junto al Adigio que hoy es el Museo Cívico, y que nosotros no vimos), y cruzamos el bello puente Scaligero. Tras un paseo, llegamos a la plaza de San Zeno y la basílica románica que le da nombre. Construída en el siglo XII, es la iglesia románica más importante del norte de italia. Posee frescos de los siglos XII y XIV, y tiene un pequeño claustro muy agradable. Muy recomendable. Visto san Zeno, iniciamos el regreso por la otra orilla del río y nos dispusimos a entrar en la Arena. La Arena, del siglo I, es uno de los anfiteatros más grandes que se conservan. Ha sido restaurado, de forma que hoy se utiliza como la ópera de Verona durante el verano, y así fue como nosotros nos la encontramos, con gradas y un gran escenario en el que estaban montando los decorados de la representación de esa noche. Muy interesante. Después de la Arena, tomamos la Via Mazzini (calle comercial) hacia la Piazza della Erbe, quizás la plaza más agradable de la ciudad. En ella hay varios palacios y la torre de Lamberti, el edificio más alto de Verona a la que se puede subir (nosotros no lo hicimos). A lo largo de toda la plaza hay un mercadillo permanente de souvenirs y alimentación. Antes de llegar a la plaza tomamos la Via Cappello hacia la archifamosa Casa de Julieta, una casa del siglo XIII que según la tradición perteneció a los Capuletti. Para llegar a la casa hay que entrar por un pasaje lleno de pintadas y chicles pegados con pintadas de corazones y nombres de parejitas... En el patio de la casa, se encuentra una estatua de Julieta a la que la gente le toca un pecho, y también hay un balcón, que para los turistas es el de “¡Oh! Romeo, ¡¿donde estás que no te veo?!”, aunque en realidad se añadió a la casa en el siglo XX. La casa se puede visitar. Vista la casa, y aprovechando que había salido el sol, fuimos hasta el Duomo, la catedral, de sobrio exterior románico – gótico, pero de un bellísimo interior, en el que las capillas están decoradas con ricos frescos. También se puede ver el baptisterio paleocristiano y las ruinas de la basílica romana. Después de esto, nos fuimos a comer, y lo hicimos en un restaurante situado en una pequeña calle que une el Corso Santa Anastasia con la Piazza dei Segnori. No se comía mal y no era demasiado caro... Después de comer vimos la Piazza dei Segnori, con varios palacios medievales (aquí siempre ha estado el poder de la ciudad), una estatua de Dante, y las Arcas Scaligeras, tumbas de los gobernantes de la ciudad más importantes. Después, nos dirigimos hacia Santa Anastasia, un gran templo gótico que en su interior acoge a los famosos jorobados de Verona, sosteniendo las pilas de agua bendita, y el fresco de Pisanello “San Jorge y la princesa de Trebisonda”. Muy recomendable. Salimos de Santa Anastasia y nos encaminamos a las ruinas del teatro romano, al otro lado del río para lo que hay que atravesar el Ponte Pietra, también romano. Al igual que la Arena, el teatro también se usa actualmente (aunque está en mucho peor estado). La entrada también permite ver el pequeño museo arqueológico, situado en un monasterio que literalmente cuelga sobre el teatro. Las vistas sobre Verona son inmejorables. Aquí nos empezó a llover, menos mal que nos cogió a cubierto... Salimos del teatro, que era lo último que queríamos ver, y nos dimos cuenta de que aun nos quedaba mucho tiempo..., por lo que nos dirigimos hacia la iglesia de San Fermo, pero por el camino cayó un tormentazo y una tromba de agua que tuvimos que refugiarnos en un café (un cappucchino muy bueno y muy caro)... Por suerte no duró mucho, y después salió el sol, que ya nos acompañó hasta que nos fuimos. Llegamos a San Fermo justo antes de que cerrara. Son en realidad dos iglesias, una superior del siglo XIV y otra inferior, románica. Interesante. El resto del tiempo, lo dedicamos a pasear, comer helados, hacer fotos y esperar a que llegara la hora de coger el tren. Cenamos en la estación antes de cogerlo, y al llegar directos al hotel que al día siguiente había que madrugar más aun... Etapas 1 a 3, total 7
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