Sin tener clara nuestra última excursión, elegí Florencia (aunque yo ya había estado) porque a mi novia le hacía ilusión verla (por la fama que tiene y todo eso), y al final se vino de allí con la misma idea con la que vine yo la primera vez: Florencia tiene mucho que ofrecer de puertas adentro, pero de puertas afuera... pues carece del encanto de Verona o Venecia (las comparaciones son odiosas...)... Es una opinión personal que seguro que hace rechinar los dientes de mucha gente, pero no me crucifiquéis, porfa... jajaja
El tren, un Frecchiarossa de alta velocidad, salía a las 10:30 de la mañana y llegaba a las 12, aunque llegó casi a las 13... El día también estaba un poco raro, el sol no sabía si salir o no, pero al menos no llovió... Nada má salir de la estación, nos dirigimos a la oficina de turismo, donde una estúpida y antipática señorita nos dio un mapa de la ciudad. Nuestra primera parada fue la Iglesia de Santa Maria Novella, una bella iglesia gótica del siglo XIII con una fachada renacentista de mármol bicolor.
El interior es muy bonito, con un Crucifijo de Giotto, y frescos de Ghirlandaio. Hay que pagar 3,5 euros y en teoría no se pueden hacer fotos. Para ver los claustros, la Capilla de los Españoles y el museo de la iglesia es necesario pagar otra entrada...
Nuestros pasos nos llevaron después hasta la basílica de San Lorenzo, de Brunelleschi, y la Capilla Medicea. Yo ya las había visto en mi anterior visita, por lo que no entramos. Rodeando la iglesia hay un mercadillo muy animado...
Aquí comienza la parte peatonal, que lleva directamente a la imponente plaza del Duomo y a la Piazza della Segnoria. Antes de ver nada, comimos en un pequeño local de comida rápida en la esquina de la plaza del Duomo, bastante barato, pues te cobraban las porciones de pizza al peso.
Con los estómagos llenos, nos dispusimos a ver el Baptisterio de San Giovanni y la Catedral de Santa Maria dei Fiori. El Baptisterio, del siglo XIII, posee tres puertas, dos de ellas decoradas con bronces de Ghiberti y la tercera, con bronces de Pisano. La cúpula está decorada con un gran mosaico de influencia bizantina.
La catedral, por su parte, es famosa por la gran cúpula de Brunelleschi, de gran audacia arquitectónica, ejemplo para las cúpulas posteriores. Su interior está un tanto desangelado, es un gran espacio diáfano sin apenas decoración... Se puede subir a la cúpula (abstenerse claustrofóbicos) y al campanario de Giotto.
Seguimos caminando hasta la plaza de la República (tomada por un gran escenario) y hasta la Logia del Mercato Nuovo, unos soportales del siglo XVI que aun hoy siguen acogiendo un mercado. Aqui se encuentra el Porcellino, la estatua de un jabalí con la que hay que hacerse una foto dejando caer una moneda desde su boca... una turistada...
Esta Logia está muy cerca de la Plaza de la Segnoria, centro neurálgico de la ciudad, donde además de varios caros restaurantes, se encuentran el Palazzo Vecchio, una fortaleza gótica del siglo XIV y la Logia dei Lanzi, que acoge copias de varias famosas esculturas.
Delante del palacio hay varias esculturas, como la fuente de Neptuno o la copia del David de Miguel Ángel, originalmente aquí, y hoy en la Gallería della Accademia.
También en esta plaza se encuentra el acceso a la Galería de los Uffizi, uno de los museos más importantes del mundo, en el que yo entré en mi anterior visita.
No se pueden hacer fotos, pero os dejo con tres de mis dibujos realizados con autoformas de Word, el Tondo Doni, de Miguel Ángel, el Nacimiento de Venus, de Botticelli, y la Madonna de la silla, de Rafael.
Después de las típicas fotos en la plaza, seguimos el Corredor Vasariano hasta el Ponte Vecchio. Este famoso puente, fue el primero de piedra sobre el Arno, y siempre ha tenido negocios encima, sobretodo joyerías.
De ahí al Palazzo Pitti, que hoy acoge varios museos y un bonito jardín. Nos compramos unos buenos helados, e iniciamos el camino de regreso.
Nuestro siguiente objetivo era la plaza de la Santissima Anunziatta, por lo que subimos por la comercial Via Calzauoli para ver la fachada del Orsanmichelle (una iglesia que antes fue almacén), la Vía Cavour, para ver la fachada del Palazzo Medici Riccardi (siglo XV, otro museo), pasamos por delante de la kilométrica cola de la Galeria della Accademia y llegamos a nuestro destino.
Esta plaza porticada contiene la Iglesia de la Santissima Anunziatta, un bellísimo templo barroco. Se accede a él por el famoso Chiostrino dei Voti, con varios frescos de Andrea del Sarto. El Chiostri dei Morti también es muy bello. Entrar es gratis.
Vuelta para atrás hasta la Basílica de Santa Croce (la verdad es que dimos unas vueltas bastante absurdas...), a la que llegamos ya casi anocheciendo. Es toda una galería de arte (en su claustro está la Capilla Pazzi) y un panteón de las glorias italianas, entre ellas Miguel Ángel. Yo entré en mi anterior visita.
Con Santa Croce finalizamos nuestra visita a Florencia. Ya solo nos quedaba cenar (en un restaurante de la Plaza de la Segnoria llamado Castelvecchi, pizza y rissotto), hacer unas cuantas fotos nocturnas y regresar a la estación.
Por el camino, nos encontramos con la basílica de San Lorenzo abierta, porque había un concierto, de modo que la pudimos ver gratis...
El tren, un Frecchiarossa de alta velocidad, salía a las 10:30 de la mañana y llegaba a las 12, aunque llegó casi a las 13... El día también estaba un poco raro, el sol no sabía si salir o no, pero al menos no llovió... Nada má salir de la estación, nos dirigimos a la oficina de turismo, donde una estúpida y antipática señorita nos dio un mapa de la ciudad. Nuestra primera parada fue la Iglesia de Santa Maria Novella, una bella iglesia gótica del siglo XIII con una fachada renacentista de mármol bicolor.

El interior es muy bonito, con un Crucifijo de Giotto, y frescos de Ghirlandaio. Hay que pagar 3,5 euros y en teoría no se pueden hacer fotos. Para ver los claustros, la Capilla de los Españoles y el museo de la iglesia es necesario pagar otra entrada...

Nuestros pasos nos llevaron después hasta la basílica de San Lorenzo, de Brunelleschi, y la Capilla Medicea. Yo ya las había visto en mi anterior visita, por lo que no entramos. Rodeando la iglesia hay un mercadillo muy animado...

Aquí comienza la parte peatonal, que lleva directamente a la imponente plaza del Duomo y a la Piazza della Segnoria. Antes de ver nada, comimos en un pequeño local de comida rápida en la esquina de la plaza del Duomo, bastante barato, pues te cobraban las porciones de pizza al peso.
Con los estómagos llenos, nos dispusimos a ver el Baptisterio de San Giovanni y la Catedral de Santa Maria dei Fiori. El Baptisterio, del siglo XIII, posee tres puertas, dos de ellas decoradas con bronces de Ghiberti y la tercera, con bronces de Pisano. La cúpula está decorada con un gran mosaico de influencia bizantina.

La catedral, por su parte, es famosa por la gran cúpula de Brunelleschi, de gran audacia arquitectónica, ejemplo para las cúpulas posteriores. Su interior está un tanto desangelado, es un gran espacio diáfano sin apenas decoración... Se puede subir a la cúpula (abstenerse claustrofóbicos) y al campanario de Giotto.

Seguimos caminando hasta la plaza de la República (tomada por un gran escenario) y hasta la Logia del Mercato Nuovo, unos soportales del siglo XVI que aun hoy siguen acogiendo un mercado. Aqui se encuentra el Porcellino, la estatua de un jabalí con la que hay que hacerse una foto dejando caer una moneda desde su boca... una turistada...

Esta Logia está muy cerca de la Plaza de la Segnoria, centro neurálgico de la ciudad, donde además de varios caros restaurantes, se encuentran el Palazzo Vecchio, una fortaleza gótica del siglo XIV y la Logia dei Lanzi, que acoge copias de varias famosas esculturas.

Delante del palacio hay varias esculturas, como la fuente de Neptuno o la copia del David de Miguel Ángel, originalmente aquí, y hoy en la Gallería della Accademia.


También en esta plaza se encuentra el acceso a la Galería de los Uffizi, uno de los museos más importantes del mundo, en el que yo entré en mi anterior visita.

No se pueden hacer fotos, pero os dejo con tres de mis dibujos realizados con autoformas de Word, el Tondo Doni, de Miguel Ángel, el Nacimiento de Venus, de Botticelli, y la Madonna de la silla, de Rafael.

Después de las típicas fotos en la plaza, seguimos el Corredor Vasariano hasta el Ponte Vecchio. Este famoso puente, fue el primero de piedra sobre el Arno, y siempre ha tenido negocios encima, sobretodo joyerías.

De ahí al Palazzo Pitti, que hoy acoge varios museos y un bonito jardín. Nos compramos unos buenos helados, e iniciamos el camino de regreso.

Nuestro siguiente objetivo era la plaza de la Santissima Anunziatta, por lo que subimos por la comercial Via Calzauoli para ver la fachada del Orsanmichelle (una iglesia que antes fue almacén), la Vía Cavour, para ver la fachada del Palazzo Medici Riccardi (siglo XV, otro museo), pasamos por delante de la kilométrica cola de la Galeria della Accademia y llegamos a nuestro destino.

Esta plaza porticada contiene la Iglesia de la Santissima Anunziatta, un bellísimo templo barroco. Se accede a él por el famoso Chiostrino dei Voti, con varios frescos de Andrea del Sarto. El Chiostri dei Morti también es muy bello. Entrar es gratis.

Vuelta para atrás hasta la Basílica de Santa Croce (la verdad es que dimos unas vueltas bastante absurdas...), a la que llegamos ya casi anocheciendo. Es toda una galería de arte (en su claustro está la Capilla Pazzi) y un panteón de las glorias italianas, entre ellas Miguel Ángel. Yo entré en mi anterior visita.

Con Santa Croce finalizamos nuestra visita a Florencia. Ya solo nos quedaba cenar (en un restaurante de la Plaza de la Segnoria llamado Castelvecchi, pizza y rissotto), hacer unas cuantas fotos nocturnas y regresar a la estación.

Por el camino, nos encontramos con la basílica de San Lorenzo abierta, porque había un concierto, de modo que la pudimos ver gratis...