![]() ![]() ALEMANIA 2013: DESCUBRIENDO LA REGIÓN DE SAJONIA ✏️ Blogs de Alemania
Una semana por la región alemana de Sajonia, con una breve visita a la vecina Turingia.Autor: Marimerpa Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (45 Votos) Índice del Diario: ALEMANIA 2013: DESCUBRIENDO LA REGIÓN DE SAJONIA
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Etapas 4 a 6, total 7
A primera hora cogimos el tren hacia Dresde. Una vez más utilizamos el Sachsen ticket para viajar en tren regional, que en este caso tardaba 1:30 horas. Nos alojamos en el Ibis Dresden Bastei, con una ubicación estupenda, junto a la Estación de tren, y a 5 minutos del centro. Son hoteles grandes (y digo son, porque son 3, iguales por fuera y con distintos nombres), y las habitaciones están bien, aunque un poco antiguas. Creo que son una buena opción por el precio que se paga (45 euros).
Dejamos las maletas y fuimos dirección centro. Lo primero con lo que nos topamos fue con la Kreuzkirche. Como todas las iglesias de la zona, cayó en los bombardeos de la II Guerra Mundial. Cuando la restauraron dejaron las paredes interiores con el cemento a la vista. Vimos un cartel que indicaba que los martes y jueves había 15 minutos de concierto de órgano gratuito, y como era jueves, nos lo apuntamos para más tarde. Muy cerca, hacia la derecha, se divisaba otra torre, así que nos dirigimos hacia allí. Resultó ser el Ayuntamiento, pero era lo único que se podía ver del edificio, pues lo demás estaba escondido tras los andamios. Continuamos hasta el Neumarkt, donde destaca la imponente Frauenkirche. Esta iglesia fue totalmente destruida en los bombardeos, y su reconstrucción no se terminó hasta 2005, utilizando piedra nueva y de la iglesia original (pueden verse piedras negras y claras). Hoy se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad y de la unificación alemana. Seguimos el paseo en la ciudad vieja, por el Albertinum, que alberga una colección de pintura moderna (la Galería de los Nuevos Maestros), la Academia de las Artes Gráficas de Dresde y la terraza Brühl, un gran balcón desde el que se divisa la orilla opuesta del Elba. Llegamos a Schlossplatz, la plaza del palacio, donde se encuentran algunos de los monumentos más importantes de la ciudad. En la adyacente Augustusstraße está el Desfile de los Príncipes (Fürstenzug), un impresionante mural de cerámica que representa a los reyes sajones a caballo. De nuevo en la plaza, atravesando la impresionante puerta Georgentor, llegamos a la “calle del palacio” (Schlossstraße), y entramos a verlo, una de las visitas que teníamos programadas en Dresde. Alberga varios museos, de los que destaca la Cámara Verde, la colección de tesoros de los reyes Sajonia. Compramos la entrada que permite visitar la Cámara Turca, la Armería y la Nueva Cámara Verde (10 euros). La otra parte de esta colección, la Histórica Cámara Verde, se visita con entrada aparte, que son 13 euros. Se supone que la Nueva Cámara Verde alberga los tesoros “menores”, pero a mí algunos me parecieron impresionantes, como el “diamante verde de Dresde”, de 41 quilates (el diamante verde más grande del mundo). Figuras talladas en cristal de roca, piezas increíbles de marfil, piedras preciosas en los más diversos objetos,… son algunos de los tesoros que se pueden ver. La Cámara Turca muestra una colección armas, armaduras y otros objetos decorados al estilo turco. En la época de los príncipes electores, esta decoración era sinónimo de lujo y distinción. Destaca una de las tiendas de campaña, supongo que para recibir visitas. La armería es una sala pequeña, con todo tipo de armaduras para desfiles, algunas de ellas decoradas hasta el extremo. Lo que más me llamó la atención fue la recreación de los combates de torneo, en los que los contendientes se situaban a ambos lados de una pared baja, por lo que llevaban alzas en sus zapatos para poder llegar bien al adversario (eso y que, a juzgar por el tamaño de las armaduras, parece que los sajones de la época eran bajitos). Este mismo sistema de combate con pared en medio también lo empleaban a caballo. No se podían hacer fotos en el interior de las salas, así que os dejo alguna de la web de los museos. ![]() ![]() ![]() La misma entrada permite subir a la torre del palacio. Son 222 escalones, pero la subida merece la pena. Es la torre más alta de Dresde y desde arriba las vistas de la ciudad son espectaculares. Desde lejos vimos el Yenidze, una antigua fábrica de tabaco que no parece tal, pues su aspecto asemeja al de una mezquita. Tuvimos la ocasión de verla más de cerca desde el tren que nos llevó al aeropuerto. En general, la visita al Palacio me pareció muy interesante y más que recomendable si se va con tiempo a Dresde. Se nos había hecho casi la hora, así que nos fuimos rápido a la Kreuzkirche para el concierto de órgano. En total interpretaron 3 piezas. Yo no soy muy fan de la música de órgano, la verdad. Considero que tiene mucha riqueza al poder tocar varias melodías y timbres a la vez, pero pierde en carácter al tener que alargar las notas, haciendo que se solapen unas con otras. Aun así no quería perder la oportunidad de escucharlo en un escenario como Dresde, donde tiene tanta tradición (todas las iglesias, por pequeñas que sean, tienen órganos impresionantes). Unas piezas me gustaron más que otras, y dudo que hubiera aguantado un concierto largo, pero he de decir que disfruté de la interpretación. A la salida ponen una hucha para contribuir con la iglesia. Después de esto nos fuimos a comer, y entramos en el NordSee que hay en el Altmakt Galerie. Un par de bocadillos de pescado y unas cervezas, y de postre, en una frutería, unas moras buenísimas y un yogur de fruta de estos muy espesos y con mucha grasa que tanto gustan por Alemania. Tras la comida, fuimos otra vez en dirección al río. Pasamos por el Zwinger, y nos asomamos al patio. No nos entretuvimos mucho, ya que la visita la teníamos planeada para el siguiente día que pasáramos en Dresde. Pero ya vi que la espectacular Puerta de la Corona estaba cubierta por andamios y me iba a quedar sin verla ![]() En la Theaterplatz vimos la Semperoper, la ópera de Dresde y la Hofkirche, la catedral católica. Tras unas vueltas al edificio (porque nos costó encontrar la entrada) visitamos el interior de la catedral. Es sencilla pero bonita, muy grande y, como las demás, reconstruida. Tras esta visita cruzamos el puente de Augustus dirección a la Ciudad Nueva. No teníamos intención de visitarla ese día, pero con la entrada al Palacio podíamos entrar también en la Sala Damasco en el Palacio Japonés y allá que fuimos. Y la verdad es que nos decepcionó mucho. Las fotos que anunciaban la exposición eran bonitas, pero la realidad era una sala muy pequeña con unos cuantos tapices un poco descoloridos, nada más. En mi opinión no merece la pena ![]() Ya que estábamos por la zona, dedicamos la tarde a recorrerla un poco. Entramos en la Dreikönigkirche, la Iglesia de los Reyes Magos, que se ve desde lejos gracias a su torre de 100 metros. De su interior solo se conserva el altar y un mural llamado “La Danza Macabra”. Después fuimos al Neustadt Market Hall, el mercado. El edificio es bonito y dentro hay diferentes tiendas. Nosotros aprovechamos para comprar agua en el supermercado y algunas especias que no encontramos fácilmente por aquí. Volviendo al río, pasamos por el “Jinete Dorado”, la estatua de Augusto el fuerte. Estuvimos paseando por la zona, por algunos de los monumentos que se veían desde la Terraza Brühl, que resultaron ser ministerios y edificios administrativos. La orilla del río estaba cubierta de césped, e invitaba a sentarse a descansar y disfrutar de las vistas del casco antiguo de Dresde y del río. Y como después de tanto paseo nos estaba entrando hambre, decidimos volver al mercado y comprar algo de comida y unas cervezas para cenar junto al río. No fuimos los únicos, poco a poco el espacio se llenó de gente (parejas, grupos de amigos, personas solas, padres con niños,…) que iban allí a tomarse su cerveza y a comer algo, aprovechando el fresquito de la caída de la tarde, después de un día de bochorno. La verdad es que allí se estaba de maravilla y la cena nos sentó genial. En mi opinión, el mejor rincón de Dresde y el “restaurante” con mejores vistas de la ciudad ![]() ![]() ![]() Ya camino al hotel, en los arcos del Georgentor, una chica cantaba e interpretaba ópera, y lo hacía bastante bien. En mi ciudad los artistas callejeros no tienen tanto glamour ![]() Etapas 4 a 6, total 7
En nuestros viajes nos gusta, siempre que es posible, combinar la visita a ciudades y monumentos con otras actividades en la naturaleza. En Sajonia nos encontramos la posibilidad de hacerlo, ya que a pocos kilómetros de Dresde se encuentra unos de los Parques Nacionales de Alemania.
El Parque Nacional de la Suiza Sajona (Nationalpark Sächsische Schweiz) está al sudeste de Dresde, y protege parte de las Montañas de Arenisca del Elba, hasta la República Checa (la parte checa de estas montañas se conocen como la Suiza Bohemia). La superficie protegida es de 36.000 hectáreas de formaciones rocosas en forma de torres, originadas por el río Elba, que sorprende a los viajeros que hacen el trayecto Dresde – Praga. Compramos un billete familiar de un día para toda la zona del tren de cercanías, y fuimos hasta la localidad de Stadt Wehlen. Para llegar al pueblo hay que cruzar el río, pues el tren para en la orilla opuesta. Para ello tomamos un ferry que sale cada pocos minutos, y desde el que tenemos una bonita perspectiva del pueblo y del río. Desde allí iniciamos una ruta hasta el Bastei, una de las principales atracciones del parque. El comienzo del sendero es cuesta arriba, bordeada primero por algunos campos de cultivo, luego por un bosque cerrado. Había mucha humedad y, teniendo en cuenta que hacía mucho calor, empezamos a sudar la gota gorda enseguida. Hicimos el camino prácticamente solos, con una agradable sensación de tranquilidad. Hasta que nos fuimos acercando al Bastei. Cerca hay un aparcamiento, lo que permite llegar en coche hasta muy cerca. Así que pronto la paz desapareció y nos encontramos entre grupos de visitantes. Esta zona no es muy conocida en España, pero en Alemania es un destino turístico bastante frecuentado. Es por ello que hay muy poca información sobre la zona que no esté en alemán. Pronto llegamos al primer mirador, y las vistas son muy bonitas, con las torres de roca emergiendo del bosque verde. Pasamos por un hotel/restaurante (es una lástima que se haya perdido la esencia natural del paraje) y nos encontramos con otra serie de miradores, con vistas espectaculares de las formaciones rocosas, del río Elba y de la Suiza Sajona. Contemplamos el Puente del Bastei, construido en piedra para conectar unos salientes rocosos con otros. Es una de las vistas más reconocibles de la Suiza Sajona. Luego caminamos por el puente, otro punto desde el que admirar la panorámica del lugar, y continuamos el camino, hacia la localidad de Rathen, por unas profundas escaleras entre rocas, a cuya sombra sentíamos el alivio del calor húmedo que estábamos sufriendo. Una sensación muy reconfortante. El plan original no era bajar directamente hasta el pueblo, sino seguir otra ruta algo más larga que pasa por “Schwedenlöcher”, unos túneles formados por rocas, pero estaba cortada debido a un desprendimiento, así que tuvimos que hacer la ruta corta. Por el camino nos encontramos con gente que hacía el camino inverso, y que iban con la lengua fuera, ya que son muchos escalones los que hay que subir desde Rathen hasta el Bastei. Eso nos hizo pensar que habíamos acertado al elegir el lugar de inicio del recorrido. A medio camino hay más miradores, así que paramos a seguir disfrutando de la panorámica de la Suiza Sajona. Ya casi abajo escuchamos música, una melodía, que al principio identifiqué con un pájaro (que otra cosa podía ser en medio del campo), pero al acercarnos descubrimos a un señor cantando ópera en una encrucijada del bosque. Cosas que pasan en Sajonia… Tomamos un desvío antes de llegar al pueblo, y llegamos a Amselsee, un pequeño lago (bueno, más bien un embalse) flanqueado por una de las formaciones rocosas del parque. Se podían alquilar barcas para dar un paseo por el lago, pero nosotros dimos el paseo a pie. Es un sitio muy bonito. Como detalle curioso, había dispensadores de comida para los peces. Lo había visto en otros sitios para las palomas, pero ¿para peces…? Desde allí llegamos en unos pocos minutos a Rathen, que resultó ser un pueblo precioso, con casitas de madera y flores por todos lados. Después fuimos a coger el ferry para llegar a la estación, pero acababa de marcharse, pasando un rato entre que desembarcó en la orilla opuesta y regresó lleno de pasajeros. Cuando por fin cruzamos el rio, acababa de partir el tren que pretendíamos coger hacía Königstein, y no teníamos muy claro cuándo habría otro, ya que la información que yo tenía era diferente de la que ponía en el tablón, y de la que nos dio un señor, que nos dijo que el servicio de tren estaba suspendido. Nos tomamos una cerveza fría para mitigar el calor y reconsiderar la situación, y al final desistimos del plan original que era ir a la Fortaleza de Königstein. El calor era agobiante, y no me veía yo subiendo el camino hasta coronar la colina donde está la fortaleza. Así que improvisamos, y nos montamos en el tren dirección Dresde, para seguir hasta Meißen, aprovechando que teníamos billete de tren para todo el día. Meißen es una pequeña ciudad, también a orillas del Elba, conocida sobre todo por su porcelana. Ya desde la estación se divisan el castillo (Albrechtsburg) y la catedral, situadas en la parte alta de la ciudad. Como no teníamos ninguna información seguimos las señales buscando la oficina de turismo, en el Altmarkt, donde nos dieron un plano. Esta plaza es muy bonita, con tiendas antiguas y restaurantes. La Frauenkirche, que destaca por el carrillón de campanas de porcelana, también está en esta plaza. Intentamos entrar a ver la iglesia por dentro, ya que según todas las informaciones era horario de visita, pero por más que buscamos no encontramos ninguna puerta abierta. Subimos hacia el burg, por calles estrechas con casas de colores y mucho encanto. La puerta de entrada a la ciudadela es muy bonita, y la Domplatz es preciosa. Entramos a visitar la catedral, de estilo gótico (3 euros). La primera impresión es que es pequeña, y la segunda, que te habías equivocado en la valoración, ya que está hecha “por partes” (diferentes épocas y estilos). Es una iglesia gótica sobre una románica, fusionadas de una forma un tanto particular. Tiene dos naves principales interconectadas a la altura del altar. Además, una capilla donde están enterrados los miembros de la familia Wettin, príncipes electores de Sajonia. Desde allí dimos una vuelta por el pueblo, para acabar nuevamente en el Altmarkt, donde nos tomamos un agua (para hidratar rápido) y una cerveza (para refrescar), antes de volver a la estación de trenes para poner rumbo a Dresde. Meißen nos pareció un pueblo muy bonito, con callecitas estrechas y casitas estilo medieval, que en cierta medida nos recordó a Erfurt, con su fortaleza y catedral en lo alto. Es turístico, pero no se siente tan artificial, se nota cierta vida independiente del ambiente ficticio del turismo. En definitiva, merece una visita, y llegar en barco debe estar muy bien, pasando por colinas llenas de viñas, pero al ser la visita improvisada, no pudo ser, y nos conformamos con el tren. ![]() Ya de vuelta en Dresde, nos bajamos en la Estación de Neustadt (que por cierto, tiene una decoración preciosa rumbo al mercado en busca de comida y cervezas para cenar en “el restaurante con vistas”. Nos había gustado el sitio, sin duda uno de los lugares habituales de ocio de los habitantes de Dresde, ya que se veían algunas barbacoas y había más gente aun que el día anterior. Etapas 4 a 6, total 7
Empezamos el día con un desayuno en el Große Garten, el enorme parque de la ciudad. La pena fue que entramos por una de las puertas laterales y nos topamos con el zoo, que ocupa gran parte del parque, y bordeándolo nos salimos fuera. Así que no llegamos a ver el palacete que hay en el centro, o los lagos, que si hubiéramos entrado por la puerta principal lo hubiéramos encontrado enseguida.
Dedicamos la mañana a visitar las zonas más alejadas del centro. Para ello compramos un billete familiar de un día. Cogimos en tranvía 12, que supuestamente nos llevaba a Schillerplatz, donde está la “Maravilla Azul” (Bleues Wunder), un puente de hierro sobre el río Elba. Pero el tranvía 12 había cambiado su recorrido, y tuvimos que bajarnos para coger el 4 (todo esto nos lo dijo en el último instante una señora muy amable en alemán, que se esforzó en que la entendiéramos, si no, sabe Dios donde hubiésemos acabado). Schillerplatz nos pareció un lugar encantador, con mercado, muchos puestecitos de comida y un biergarten. El puente es muy bonito, pero a mi me gustó más su entorno, con unos cisnes muy listos que se prestaban gustosamente a las fotos a cambio de la comida de los turistas. Desde Schillerplatz cogimos el autobús 61, que cruza el puente y hace un recorrido por el barrio de Loschwitz, con unas casitas típicas muy bonitas. Por cierto, desde el puente hay muy buena vista de los Palacios del Elba. La intención era coger el tranvía 11, que lleva hasta Albertplatz, pero por obras no estaba en funcionamiento, y en su lugar había un autobús que hacía casi el mismo recorrido. Nos bajamos en Pulsnitzer Straße, para hacer una par de visitas recomendadas. Primero nos encontramos con la Martin Luther Kirche, una iglesia que nos encontramos cerrada. Muy cerca, hay un cementerio judío, que también nos encontramos cerrado ![]() También por esa zona visitamos la Pfundsmolkerei, según dicen la lechería más bonita del mundo. Es una tienda de quesos y productos lácteos con una decoración muy cuidada, con azulejos de colores. Pero allí dentro no nos sentimos a gusto, ya que solo queríamos visitar la tienda, y se les notaba en la cara que eso de no comprar no les gustaba nada. Desde allí caminamos en dirección a Albertplatz, y de paso entramos en un supermercado a comprar agua, y allí hicimos un gran descubrimiento: la barbacoa de un solo uso, ¡ya teníamos planes para la cena! ![]() Paramos a comer algo rápido en un restaurante oriental, y cruzamos el río para las visitas que teníamos previstas por la tarde en la ciudad vieja. Primero entramos en la Frauenkirche, que no habíamos visitado aun por dentro. Es impresionante, decorada en tonos pastel, y con forma de teatro. Había muchísima gente, y no dejaban hacer fotos, así que dejo alguna de la web. ![]() Después nos fuimos al Zwinger, donde compramos la entrada para visitar la “Galería de los Viejos Maestros”, que también permite el acceso a los otros dos museos del recinto: el Salón Físico-Matemático y el Salón de la Porcelana. Esta pinacoteca es pequeña pero muy completa, con obras de Rafael, Giorgione, Canaletto, Rubens, Rembrandt, Murillo, El Greco, Tiziano, Van Dyck,… entre otros. Sin duda su obra más famosa es la Madonna Sixtina, de Rafael, que últimamente se ha puesto muy de moda por el detalle de los angelitos aburridos de la parte inferior. Y realmente es una obra fantástica, con unos detalles en las expresiones y vestidos de los personajes muy cuidados. Está en la primera sala, y después de ver este cuadro, algunos de los que comparten ubicación quedan un poco mal parados. ![]() Estuvimos casi dos horas y media visitando las tres plantas de este museo, y descansando en los cómodos sillones de algunas de sus salas, que a estas alturas del viaje resultaba muy necesario. Como nos quedaba sólo una hora para el cierre de los museos, y nos fuimos a visitar el Salón Físico-Matemático. Es una colección bastante curiosa, que la puede disfrutar cualquiera, pero quien tenga conocimientos de física y de astronomía va a salir encantado. Relojes de diversos mecanismos, una calculadora “manual”, mapas celestes y terrestres, instrumentos para orientarse en el mar, telescopios, microscopios, lentes para concentrar la luz,… Una prueba de que en la corte sajona no solo se interesaban por el arte y la cultura, sino también por la ciencia. ![]() No nos dio tiempo a visitar el Salón de la Porcelana, pero era el que menos nos interesaba, y todo no podía ser. En ninguno de estos museos dejaban hacer fotos, las que he puesto son de la web. Después de visitar los museos, nos dedicamos a recorrer los jardines del Zwinger y hacer algunas fotos. Como ya vimos el primer día la Puerta de la Corona estaba tapada por andamios, una pena, porque es muy bonita. En la misma ala que el Salón Físico-Matemático encontramos un patio muy agradable con una fuente en el centro, y allí que nos sentamos con los pies en el agua, para refrescarnos, porque ese día hacía más calor que el anterior. Según nos enteramos después, pillamos una de las mayores olas de calor de los últimos años, llegando hasta los 40 grados y con una humedad bastante alta. ![]() No podíamos acabar nuestra última tarde en Dresde sin dar un último paseo por el Altstadt, pues el primer día nos dio la sensación de haberlo visto muy rápido, ya que está todo muy cerca, y sin duda esa zona merece una mayor atención. Cuando llegó el momento de pensar en la cena, tomamos el tranvía hasta Albertplazt y fuimos al supermercado que habíamos visto esa mañana. Compramos la barbacoa de un solo uso, algunas salchichas artesanas y filetes de carne ya aliñados, mostaza, y cervezas frías. Con ese cargamento nos fuimos a la orilla del río, nuestro “restaurante con panorámica de Dresde”, un lugar que para nosotros ya era especial. Y qué mejor manera de despedirse de Dresde y de las vacaciones que con una barbacoa en ese sitio tan bonito. La comida estaba riquísima, y fue uno de los mejores momentos del viaje, que recordaremos con un cariño ![]() ![]() ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 7
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