De Berlín a Sajonia: la magia de la Navidad ✏️ Blogs de Alemania

En el mes de Julio y con unos precios desorbitados reservo vuelos para el puente de diciembre, que es el más largo de los que recuerdo en mi vida laboral. 6 días completos a los que sacar partido en algún lugar de Alemania.
Los precios este verano ya se sabe como estaban y los coches de alquiler ni me lo planteo. Así que decido reservar vuelos a Berlín pensando que allí prescindiríamos de coche y con transporte público sería más que suficiente.

Los meses van pasando y los precios de los coches vuelven a la normalidad (al menos de momento) y 6 días me parecen demasiados para Berlín (que oye, nunca son suficientes, pero que me apetecía a mi combinar una gran ciudad con algo más pequeño), así que reservamos un coche de alquiler para los 3 primeros días y dedicaríamos el resto a patear Berlín.

La capital alemana nos recibe un viernes 2 de Diciembre a las 23h con una puntualidad digna de los británicos, con un grado bajo cero y amenaza de nieve.
En esta ocasión, en las puertas nos espera Isidro, un conocido que nos ha alquilado una de sus casas, y que es guía de Berlín, así que contrataremos sus servicios uno de los días que estemos allí.

Un tren y un par de tranvías después llegamos a la zona de Weissen See (me es imposible escribir la beta en mi teclado, así que, que me perdonen los que saben alemán la doble ss), zona en la que Isidro tiene sus apartamentos y nos alquila uno súper cuqui de 2 plantas, con escaleras de madera, terraza, jardín y todo lo necesario para pasar unos cuantos días.

Nos levantamos temprano, a las 8:30 tenemos que recoger el coche de alquiler en Alexanderplatz, así que un desayuno rápido con cosas que nos ha comprado Isidro la noche anterior, reorganizo rápidamente maletas para el fin de semana y salimos hacia Europcar cogiendo el tranvía 12 y el 4 posteriormente. Ha nevado durante toda la noche y una capa de nieve cubre la ciudad.

En la oficina de alquiler de coches nos dan a elegir entre varios y nos decantamos por un Toyota Corolla, nuevo, y además le regalan a Hugo uno en miniatura junto con unos dulces felicitándole la Navidad (la cosa empieza bien). Recogemos el coche, nos despedimos de Isidro hasta el lunes (que nos ha acompañado hasta la oficina) y ponemos rumbo a nuestro primer destino...

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Llevo años viendo el famoso RAKOTZBRÜCKE en internet, bueno, más bien sus montajes: que si un hombre paseando por lo alto del puente, un ciervo que se refleja en sus aguas, vegetación que emerge alrededor...todo falso. Pero el puente y su reflejo es verdadero, doy fe.
Quizá con ese nombre no os suene, pero si lo ponéis en google y conocéis un poco Alemania rápidamente lo reconoceréis.
Es un puente creado por y para ser fotografiado, no une zonas ni tiene ninguna leyenda, simplemente se levantó con una finalidad meramente estética, y es que su reflejo produce una circunferencia prácticamente perfecta, de ahí que se llame Puente del diablo, porque se cree que para conseguir esas formas tan perfectas solo pueden ser creados por el mismísimo satanás. Está completamente prohibido caminar por encima de él, de hecho está todo vallado.
Está ubicado en el Parque Nacional de los Rododendros, en la región de Sajonia, a 2h exactas del centro de Berlín, y si lo ponéis en google maps no tiene pérdida.
Estuvo nevando durante todo el camino así que cuando llegamos pensamos que poco reflejo podríamos ver, porque la condición para ver esta maravilla es que refleje el sol o haya mucha claridad.
Hay un parking muy cerquita y en unos minutos andando por la nieve ya divisamos la parte superior del puente. Había -2º en esa fría mañana de sábado y éramos los únicos allí.






Como podéis ver nosotros no pudimos conseguir la circunferencia total porque el agua estaba prácticamente congelada, pero disfrutamos un montón haciendo fotos desde diferentes ángulos, y nos fuimos maravillados. La nieve le daba el toque navideño y además estábamos completamente solos, solo se veían niños en la lejanía jugando con trineos.
En otra época del año debe ser más espectacular si cabe, además de que es un parque con otros atractivos que nosotros no visitamos, como un estanque con muchas variedades de nenúfares. Bien merece una tarde completa en primavera o verano.

Nuestra siguiente parada es el WALDEISENBAHN MUSKAU.
Se trata de un tren a vapor de los conocidos como nostálgicos. Funciona con carbón, como antaño, tiene su propia estación y realiza viajes a través del bosque de Muskau durante los meses de verano y en algunas fechas concretas de otoño e invierno como Halloween, Navidad y Año Nuevo. Está solo a unos kilómetros del Rakotzbrücke.
Lo descubrí trasteando por internet, y decidí reservar el viaje para el día 3, puesto que solo circulaba ese fin de semana y en Año Nuevo. Me mandaron los billetes por correo postal a casa, y creo que pagué unos 25 euros ya con el envío incluido.
Durante este fin de semana del 3 y 4 de diciembre el viaje está dedicado al Weihnachtsmann, que no es otro que Papá Noel o un intento del mismo. En cualquier caso fue muy divertido, y aunque Hugo ya con 11 años no cree en estas cosas también lo disfrutó. Para él solo es real el que vio en Laponia hace unos años.

Los vagones son de madera, elegimos uno que estaba vacío e hicimos el trayecto solos tanto a la ida como a la vuelta. Una mascota con forma de ardilla va paseando por los vagones y reparte a los niños unos pasatiempos sobre el tren a vapor y su museo.
A mitad de camino, en pleno bosque, todo nevado, la locomotora para, baja todo el mundo y los niños y la ardilla comienzan a llamar a Papá Noel: Weihnatchtsman!!Weihnachtsmann!! y de repente aparece en otro tren, por otra vía, junto con otros personajes de cuentos.
Baja, charla con los niños, cantan un villancico en alemán y les reparte a cada uno una bolsa con chocolatinas, pulseras,... Volvemos a subir e iniciamos el regreso a la estación. En total algo más de una hora. Una experiencia formidable para toda la familia, porque nosotros lo disfrutamos tanto como ellos.
El tren parte de la estación de Weisswasser-Teichstrasse (perdón por las betas de nuevo), y nos costó un poco encontrarla, menos mal que fuimos con tiempo.
Os dejo fotos:





Continuamos nuestro viaje hacia GÖRLITZ, allí hemos reservado la noche del sábado, está a una hora escasa de Muskau y nos vamos directos a su Weihnachtsmarkt o mercado navideño, conocido como el Mercado de Silesia.
Aparcamos en las inmediaciones y lo primero que hacemos es comer en sus puestos. Yo me decanto por unas kartoffelpuffel que llevo años sin probar y los chicos por unas currywurst, lo amenizamos con un vinito caliente y después paseamos y paseamos entre sus puestos.
Me encantan las ventanas de los tejados que parecen ojos...eran antiguas casas donde se confeccionaban textiles.


Esperamos la llegada del Kristkind al mercado, el niño de la navidad, que suele ser elegido entre los habitantes, es rubi@ y con el pelo largo, simboliza al Niño Jesús y en Alemania trae regalos a los más pequeños.


Görlitz está dividida en dos, una parte es alemana, y la otra es polaca (Zgorzelec) y un puente une ambas. En la Edad Media 2 importantes vías cruzaban la ciudad: la Vía Regia que iba de Kiev a Santiago de Compostela y la que unía el norte de Alemania con los Balcanes. Por ello se benefició de las influencias de diferentes culturas e hizo de la ciudad un lugar próspero que además no sufrió los envites de las guerras. Diferentes arquitecturas poblaron Görlitz llegando a tener hoy en día 3500 edificios catalogados como históricos, y bajo este bagaje cultural y arquitectónico se han rodado decenas de películas en sus calles, por lo que es conocida como GÖRLIWOOD. Algunos ejemplos son La ladrona de libros, Malditos Bastardos, El Gran Hotel Budapest...

Tras recorrer el mercado navideño nos dirigimos al puente para cruzar a Polonia, estaba completamente nevado y congelado y era una auténtica pista de patinaje, de hecho los niños se lanzaban de rodillas a lo largo del mismo. Nosotros nos conformamos con llegar sanos y salvos de una orilla a la otra.
Es una pena que los edificios históricos en Alemania permanezcan sin iluminar para contribuir al ahorro energético, porque le da a las ciudades un aspecto aún más lúgubre y oscuro.


Nos fuimos al hotel para hacer el check in, descansar y recargar las baterías de móviles y cámaras. Hemos elegido el Parkhotel Görlitz, un 4 estrellas a orillas del río y a un paseo de 20 minutos del Altstadt. Las instalaciones están bastante bien, es sencillo aparcar en los alrededores de manera gratuita y la habitación era muy grande. El desayuno muy flojo, masificado de gente y con poca variedad. Pero bueno, para una noche estuvo bastante bien.

Volvimos a salir ya con noche cerrada, paseamos hasta la fuente Muschelminna (que fue en su día la plaza del mercado) y caminamos por su calle comercial, la Berliner strasse. Compramos algo en un Lidl y nos vamos a cenar al hotel, estamos muuuuy cansados.




Al día siguiente, tras hacer el check out acercamos el coche al centro de nuevo y volvemos a cruzar el puente para disfrutar de las vistas de la iglesia de San Miguel desde el lado polaco. Por la noche ha llovido y la nieve y el hielo han desaparecido de la ciudad.




Volvemos al Altstadt, el mercado está cerrado, pero nosotros tenemos como objetivo el Arco Susurrante, situado en la Untermarkt, y al igual que el de Bolonia, se trata de un arco por el que se transmiten las ondas sonoras a través de sus arquivoltas. Si susurras algo en un extremo, la otra persona lo oye en el lado contrario si está pegado al arco. Muy divertido, sobre todo para Hugo que se mostraba incrédulo, jaja.


Visitamos la zona de Görliwood y continuamos hasta el siguiente destino de nuestro viaje navideño.

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Llegamos a Dresde a media mañana. Hoy suben las temperaturas hasta los 5º, cosa que se agradece.
Somos conscientes de que Dresde o Dresden necesita más días de visita y una dedicación exclusiva a todo su patrimonio, pero nosotros solo disponemos de 24 horas y nos vamos a centrar en la Navidad, prometemos regresar en otra época del año y disfrutar del resto de atractivos que ofrece la ciudad.

Llevo apuntada la ubicación de todos los mercados de la ciudad, así que comenzamos con el más alejado al Altstadt. Teniendo coche todo es más sencillo ya que queda bastante retirado del centro.
Se trata del mercado de ELBHANGFEST, en el barrio de Loschwitz, y abre cada día de 11 a 20h y los lunes desde las 13h.
Lo reconoceréis fácilmente ya que está junto al inmenso y famoso puente conocido como Maravilla Azul, aunque tiene una parte en obras.
Tuvimos mucha suerte y aparcamos en el parking que hay antes de entrar al primer mercado (son como 2 o 3 a lo largo de varias calles). La zona, aunque exclusiva, tiene un aire de pueblo, con casas de entramado de madera dedicadas a las antigüedades, galerías de arte, tiendas de regalos... Había mucha gente, cosa normal, era domingo.



Después nos acercamos al Altstadt, aparcamos delante de la imponente Opera Semper y ahí nos dimos cuenta de la grandiosidad de esta ciudad. Nos sentíamos diminutos delante de semejantes edificios.

El primer mercado que visitamos fue el de la FRAUENKIRCHE, en Münzgasse, que abre de 10 a 21h y cierra los lunes, muy pequeño pero entrañable. Y muy cerquita está la Terraza de Brühl, un lugar desde el que admirar el río Elba.


Seguimos con el MERCADO DEL CASTILLO, en Taschenberg 2, del que no hicimos fotos porque tenía más atracciones que otra cosa y no nos llamó demasiado la atención. Además que está rodeado de tiendas de chocolates tipo Lindt, y a mi se me fueron más los ojos a este tipo de atracciones, jaja.

Por su cercanía y porque ya nos rugían las tripas entramos en la joya de la corona de los mercados...el MERCADO DEL ALTSTADT, en Altmarkt, que abre de 10 a 21h, y en el que cada día Santa Claus visita el mercado a las 16:15, hacen un pequeño teatro con otros personajes y a las 16:30 abren una de las puertas del calendario de Adviento. Ya os adelanto que es un auténtico parque temático de la Navidad. Pasamos allí horas porque cada uno de los puestos es digno de ver. Además presume de tener la pirámide navideña más grande del mundo.
Y por su fuera poco, hay un puesto para mandar postales de Navidad a casa por un euro (más el sello claro)
Aquí comimos cómodamente en unos bancos con cojines mientras nos deleitábamos con la cantidad de adornos que tienen todos los puestos, desde ferrocarriles eléctricos, a animales que se mueven, pompas de jabón, villancicos...todo lo que os podáis imaginar y más.
Y por supuesto aquí vimos atardecer para inmortalizar la hora azul y ver el mercado en su máximo esplendor.











El mercado de NEUMARKT está a pocos pasos pero tampoco había demasiado ambiente, todo estaba concentrado en el Altmarkt.
Y el último que visitamos en ese rato fue el mercado de la cabaña en POSTPLATZ, donde nos tomamos de nuevo otro vinito caliente y hacer frente así al frío que ya empezaba hacer a esas horas.

Después nos fuimos hacer el check-in en nuestro hotel, el NH Neustadt, A 10 minutos en coche de la Opera Semper, además toda la zona de la estación central está en obras y nos demoró la llegada.
El hotel estuvo fenomenal, tanto en instalaciones como en el desayuno del día siguiente, además aparcamos gratis muy cerquita.
Descansamos un rato, de nuevo cargamos las baterías y volvemos de nuevo al centro de Dresde, estamos maravillados y queremos seguir viendo cosas.

Volvemos a dejar el coche en el mismo sitio y misma plaza, que seguía libre y ahora en lugar de adentrarnos en el Altstadt decidimos cruzar el puente de Augustus para acercarnos a la noria y al mercado que lleva el mismo nombre que el puente AUGUSTUS WEIHNACHTSMARKT.
El mercado empieza a los pies de la figura del Goldener Reiter, la estatua ecuestre de Federico Augusto y que por lo visto fue el "culpable" del esplendor de Dresden y de muchos de sus edificios históricos, y extiende hasta Dreikönigskirche. Es un mercado dedicado sobre todo a la gastronomía de diferentes ciudades y países, además tiene hogueras a lo largo de todo el mercado donde poder cenar tranquilamente sin quedarte helado.




Ahora sí, nos retiramos definitivamente, los pies empiezan a no entrar en calor, así que volvemos a cruzar el puente, cogemos el coche y de nuevo conseguimos aparcar en la misma plaza donde lo habíamos dejado al llegar al hotel.
Dormimos como bebés, el día había sido intenso.

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