Con frío y el cielo encapotado nos recibió el nuevo día. Bueno, estamos de vacaciones, pensamos, así que aunque lo que realmente apeteciese era quedarse en el apartamento y ver unas películas, tapados con una mantita, hay que salir a turistear.
Cogimos el tren hasta Amberes, ciudad a la que llegas en un periquete desde Bruselas. Su nombre viene de una leyenda según la cual una gigante habitaba el río Escalda, cobrando peaje a todos aquellos barcos que quisieran navegarlo y si algún capitán se negaba a pagar les cortaba la mano y la arrojaba al río. Cansado ya de tanta barbarie, el soldado romano Brabo decidió enfrentarse al gigante, y tras conseguir vencerle, le impuso el mismo castigo. Cortó su mano y la arrojo al río... Ant = mano y Werpen = lanzar, o sea Antwerpen = Amberes.
Cogimos un metro, sin pagar esta vez el ticket, porque allí parece que nadie pasa por taquilla... hasta la Groenplaats, bonita y supuestamente bulliciosa plaza, a nosotros el tiempo nos acompañó por lo que suponemos que por eso estaba más desierta.
En uno de sus lados podemos ver como destaca la Onze-Lieve-Vrouwekathedraal, o Catedral de Nuestra Señora, que se levanta varios metros por encima de los edificios que la rodean. De hecho es la catedral más grande de Bélgica.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
De estilo gótico, su torre de más de 100 metros de altitud es el orgullo de Amberes. Además en su interior alberga importantes obras del maestro Rubens, el vecino más insigne de la ciudad.
A unos pocos pasos está la Grote Markt, con su escultura en medio del héroe de la ciudad, Brabo que está a punto de lanzar la mano del gigante al río...
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Las casas que rodean esta plaza vuelven a ser las mismas que hemos encontrado en Bruselas y Brujas en sus plazas mayores. Siguiendo el mismo estilo.
Pero destaca su ornamentado Ayuntamiento, de estilo manierista, con un montón de banderas colocadas en su fachada.
Callejeamos un poco siguiendo el recorrido que nos remienda nuestra guía, en busca de la Sint-Pauluskerk, importante centro de estudios durante la edad media. En el Jardín de las esculturas encontramos un bonito y solitario lugar donde hacernos unas fotos.
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Queríamos haber entrado dentro, pero había una boda y no nos dejaron pasar a su interior... vaya tendremos que dejarlo para otra ocasión. Y lo lamento porque la gente dice que realmente vale la pena entrar, por sus obras de arte, y también por la exquisita decoración. Bueno, que le vamos a hacer, volveremos...
Bueno, tras la decepción por no poder entrar continuamos con el recorrido impuesto, que nos llevaría en este caso hasta el Vleenhuis (casa de la carne), un edificio de ladrillo rojo y piedra que actualmente alberga el Museo de Historia. Las calles estaban desiertas así que deambular entre algunas de éstas casi te transportaba a antiguas épocas.
Nos acercamos al río, y más concretamente al Het Steen, un bonito castillo medieval a orillas del Escalda. Data del siglo XIII y es probablemente el edificio más antiguo que puedes encontrar en Amberes.
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Su nombre, que significa La Roca del Rey, fue impuesto por Carlos V después de una importante restauración. También alberga un museo en su interior, en este caso el de Arqueología.
Era ya hora de comer y nos habíamos preparado unos sandwiches, pero el tiempo en Amberes no invitaba a sentarte a la fresca y montarte un picnic, así que para calmar un poco el runrun de nuestros estómagos, entramos en un puestos de esos de patatas fritas... estaban mucho más ricas las de Bruselas, todo hay que decirlo, pero bueno, estas tampoco estaban mal.
Cogimos el tren de vuelta a Bruselas, y allí el tiempo parecía más apacible. Subimos hacia el Koekelberg, o Basílica del Sagrado Corazón, y comimos en uno de los bancos del Parc Elisabeth, cuyo trazado reproduce la forma del anagrama del rey Leopoldo II, un bonito lugar donde descansar y dedicarse a la vida contemplativa.
Pero habíamos ido hasta allí para ver el Koekelberg, no? Es un edificio que, de entrada, impresiona, tanto por sus dimensiones es la quinta iglesia más grande del mundo, como por su característica arquitectura. Su exterior probablemente resulta anodino, construida en el siglo XX con materiales y de la época y estilo de la época, no como todas esas iglesias góticas románicas, renacentistas, etc. que estamos acostumbrado a ver.
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Para entrar hay que pagar 3 €, además se puede subir a su cúpula, pero nosotros queremos llegar hasta el Museo del Cómic antes de que lo cierren, así que dejamos esa visita para otra vez... si es que volvemos algún día. En el número 20 de la Rue des Sables se encuentra el Centre Belge de la Bande Dessinée, en un edificio Art Nouveau diseñado por Victor Horta.
Personalmente no es un sitio que repetiría, yo me espera algo más, pero bueno, si os gusta mucho el cómic no os lo podéis perder. Hay un montón de tiras originales de diferentes cómics y algunas maquetas de personajes, como Tintin, tal vez el belga más conocido...
La verdad es que nosotros lo pillamos en parte en obras, así que igual por esos no nos gustó tanto. Bueno hicimos unas cuantas fotos y a otra cosa, mariposa.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y esa cosa era comprar los regalos y cosillas de última hora, ya que al día siguiente nos íbamos. Entre esas viandas no podían faltar los típicos chocolates, en este caso Leonidas, que llevamos para casa, el trabajo, los amigos... etc. un montón de cajitas, vamos. Y están buenos, muy buenos, así que su fama es más que merecida.
Sin más con nuestros regalitos nos fuimos hacia el apartamento a preparar las maletas, con la tristeza en el cuerpo de que al día siguiente había que volver... snif. Vistas desde el ático en el que pasamos nuestros días en Bruselas...
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Gastos del día:
Cestos de patatas fritas --> 2 X 2,8 € = 5,60 €