
Llegamos al mercado de Camden Town más o menos a la hora de comer. Estaba lleno de gente. Era sábado, uno de los días en que el mercado está más concurrido. Para los que no conozcan Camden Town, es un enorme mercado que ocupa una gran calle, y luego más callejuelas y un recinto más cerrado, donde hay multitud de tiendas, sobre todo de souvenirns, pero también de ropa, bolsos y calzado, todo de un raollo muy alternativo. Encuentras todo tipo de gente en este mercado. Sí, hay muchos turistas, pero también hay mucha gente con estilos de vestir de los que no pasan desapercibidos, y que compran aquí su ropa habitual. Además las calles tienen un decorado especial. Muchas fachadas tienen enormes decoraciones estilo pop art. Algunas de ellas, tienen grandes objetos colgando de la pared, como motos, botas o dragones. La verdad que a mi es uno de los lugares que más me gustó de Londres.
Tras un paseo donde queríamos entrar en todas las tiendas, llegamos a una especie de lago o río. Allí había mucha gente comiendo, sentadas en la hierba o en las mesas, porque de nuevo hacía bastante sol y calor. Camden también es un mercado de comida, donde hay puestos de comida asiática, hindú... En este lugar vimos unos asientos muy curiosos, con forma de vespas, donde te sentabas a comer y realmente te sentabas en una moto. Muy chulo, arriba tenéis una foto. Llegamos entonces a un recinto donde había aún más tiendas y puestos de comida. Era un sitio donde antiguamente debía haber cuadras de caballos o algo así, porque había muchas referencias a los caballos y los herreros. Allí tuvimos que entrar en Cyberdog, una tienda muy especial. En ella el amiente es 100% el de una discoteca. Hay poca luz, neones, focos de colores, DJs pinchando en directo, go-gos bailando... Es increible. Además la ropa que venden en la típica que se llevaba en las discotecas españolas hace unos años, con colores muy chillones. Vendían además de ropa, objetos eróticos, y también cosas curiosas como bebidas energéticas decoradas con dibujos de Pacman o Super Mario. Tras echar un vistazo, salimos de allí y comimos algo. Tras la comida me tomé un zumo de naranja en el puesto de mis sueños, un enorme puesto de naranjas donde hacía zumos. Precioso de verdad. Hay que decir que me pirra el zumo de naranja, es por esto, ¿eh? Antes de irnos, mi novia se compró un bolso muy chulo con una vespa, y vimos otros también muy originales.
La siguiente parada fue el British Museum. Nos pasó algo parecido a lo que nos ocurrió con la National Gallery. Que no sabemos apreciar el arte. Entramos ya cansados, y porque de nuevo la entrada volvía a ser gratuita. Sólo nos fijamos en las cosas más destacadas del museo, la piedra Rosetta, algunas salas de Egipto, una cabeza creo que de la Isla de Pascua, y algun objeto maya que nos llamó la atención. Pero ya estábamos de nuevo cansadísimos, y queríamos ir al hostal a descansar un poco. Nuestra estancia en Londres iba acabando, y aproveché para decirle a mi novia la sorpresa que le tenía preparada. Había comprado con anterioridad (desde España) unas entradas para el musical del Rey León. Se lo conté y le hizo muchísima ilusión.
Así que tras descansar un poco en el hostal, nos cambiamos y fuimos al teatro Lyceum, junto a Covent Garden. Decir que aquello fue impresionante. Estábamos situados casi en lo más alto del anfiteatro, pero es lo mejor que he visto en un teatro en mi vida. Además nos hizo mucha ilusión el ver un musical en inglés. Super bien montado y muy emocionante. Salimos contentísimos. Sin duda uno de los mayores aciertos de nuestra visita. Os dejo aquí un enlace a un vídeo para que veais lo espectacular que es.
Nuestro viaje estaba acabando. Al salir del teatro, fuimos hacia el hostal en Picadilly, pasando antes por Trafalgar Square donde comimos una hamburguesa con la vista del Big Ben de fondo. Decir que son momentos de esos que seguramente recordarás siempre. Nosotros somos los dos de Soria, y verte allí es muy impactante. Descansamos en el hostal, aún sin terminar de creernos los dos días que habíamos pasado en la capital de Inglaterra.
Nos despertamos aún de noche, a eso de las 04:00 ó 05:00 y tomamos de nuevo un bus al aeropuerto de Stansted. Y así concluyó nuestro viaje a Londres. Un viaje corto y de bajo presupuesto, pero que recomiendo a cualquier persona que se considere a si misma joven, y sin limitaciones ni niños pequeños a los que se les pueda hacer duro el patear tanto. Nosotros no lo olvidaremos.
Tras un paseo donde queríamos entrar en todas las tiendas, llegamos a una especie de lago o río. Allí había mucha gente comiendo, sentadas en la hierba o en las mesas, porque de nuevo hacía bastante sol y calor. Camden también es un mercado de comida, donde hay puestos de comida asiática, hindú... En este lugar vimos unos asientos muy curiosos, con forma de vespas, donde te sentabas a comer y realmente te sentabas en una moto. Muy chulo, arriba tenéis una foto. Llegamos entonces a un recinto donde había aún más tiendas y puestos de comida. Era un sitio donde antiguamente debía haber cuadras de caballos o algo así, porque había muchas referencias a los caballos y los herreros. Allí tuvimos que entrar en Cyberdog, una tienda muy especial. En ella el amiente es 100% el de una discoteca. Hay poca luz, neones, focos de colores, DJs pinchando en directo, go-gos bailando... Es increible. Además la ropa que venden en la típica que se llevaba en las discotecas españolas hace unos años, con colores muy chillones. Vendían además de ropa, objetos eróticos, y también cosas curiosas como bebidas energéticas decoradas con dibujos de Pacman o Super Mario. Tras echar un vistazo, salimos de allí y comimos algo. Tras la comida me tomé un zumo de naranja en el puesto de mis sueños, un enorme puesto de naranjas donde hacía zumos. Precioso de verdad. Hay que decir que me pirra el zumo de naranja, es por esto, ¿eh? Antes de irnos, mi novia se compró un bolso muy chulo con una vespa, y vimos otros también muy originales.
La siguiente parada fue el British Museum. Nos pasó algo parecido a lo que nos ocurrió con la National Gallery. Que no sabemos apreciar el arte. Entramos ya cansados, y porque de nuevo la entrada volvía a ser gratuita. Sólo nos fijamos en las cosas más destacadas del museo, la piedra Rosetta, algunas salas de Egipto, una cabeza creo que de la Isla de Pascua, y algun objeto maya que nos llamó la atención. Pero ya estábamos de nuevo cansadísimos, y queríamos ir al hostal a descansar un poco. Nuestra estancia en Londres iba acabando, y aproveché para decirle a mi novia la sorpresa que le tenía preparada. Había comprado con anterioridad (desde España) unas entradas para el musical del Rey León. Se lo conté y le hizo muchísima ilusión.
Así que tras descansar un poco en el hostal, nos cambiamos y fuimos al teatro Lyceum, junto a Covent Garden. Decir que aquello fue impresionante. Estábamos situados casi en lo más alto del anfiteatro, pero es lo mejor que he visto en un teatro en mi vida. Además nos hizo mucha ilusión el ver un musical en inglés. Super bien montado y muy emocionante. Salimos contentísimos. Sin duda uno de los mayores aciertos de nuestra visita. Os dejo aquí un enlace a un vídeo para que veais lo espectacular que es.
Nuestro viaje estaba acabando. Al salir del teatro, fuimos hacia el hostal en Picadilly, pasando antes por Trafalgar Square donde comimos una hamburguesa con la vista del Big Ben de fondo. Decir que son momentos de esos que seguramente recordarás siempre. Nosotros somos los dos de Soria, y verte allí es muy impactante. Descansamos en el hostal, aún sin terminar de creernos los dos días que habíamos pasado en la capital de Inglaterra.
Nos despertamos aún de noche, a eso de las 04:00 ó 05:00 y tomamos de nuevo un bus al aeropuerto de Stansted. Y así concluyó nuestro viaje a Londres. Un viaje corto y de bajo presupuesto, pero que recomiendo a cualquier persona que se considere a si misma joven, y sin limitaciones ni niños pequeños a los que se les pueda hacer duro el patear tanto. Nosotros no lo olvidaremos.