Riga, Jurmala y Cêsis ✏️ Diarios de Viajes de Rusia y Ex URSSEl día 4 de nuestro viaje, lunes, llegamos a Riga a eso de las 22.30. La verdad es que desde Klaipeda hasta la capital letona hay un buen trecho, a lo que hay que sumar que nos metimos en otro pueblo para comer (esta vez de supermercado, porque...Diario: Aventura por los países Bálticos⭐ Puntos: 4.3 (15 Votos) Etapas: 6 Localización: Rusia y Ex URSSEl día 4 de nuestro viaje, lunes, llegamos a Riga a eso de las 22.30. La verdad es que desde Klaipeda hasta la capital letona hay un buen trecho, a lo que hay que sumar que nos metimos en otro pueblo para comer (esta vez de supermercado, porque paramos sobre las 16.30 y ya estaban todos los sitios cerrados), y acabamos perdiéndonos por culpa del GPS. Menos mal que nos reconciliamos pronto con el GPS, jejeje. Nuestro primer destino en Riga fue la estación de trenes, donde paramos para cambiar un poco de dinero: en Letonia usan los LATS, cuya equivalencia es de 0,7 LAT por cada euro. Aunque no es excesivamente cara, los precios sí que eran más elevados que anteriormente, y es sin duda la capital más cara de las tres bálticas. En materia de alojamiento volvimos a dar la campanada. Si lo que os he contado antes os ha parecido tirado de precio, atención a éste: nos alojamos en Hostal Riga, en el puñetero centro de la ciudad (Marstalu, 12) por el módico precio de 5,95€ por persona y noche. Todo ello, además, con desayuno gratis (leche, zumo, tostadas, cereales, mantequilla..) y conexión a Internet. Una maravilla. Si os pasáis por Riga, será la mejor opción que podéis tomar. Hostal limpio, gente agradable y, especialmente, una recepcionista que merece una valoración aparte. Ese día salimos a dar una vuelta por la ciudad, y, después de probar en varios locales de los alrededores del hostal, acabamos en uno que se convertiría en nuestro preferido. Al día siguiente, martes, nos levantamos con muchas ganas de conocer la ciudad. Lo poco que habíamos visto la noche anterior nos había gustado mucho. El centro de Riga es pequeñito, lo puedes recorrer andando fácilmente, y lo bueno es que tiene unas cuantas calles peatonales, por lo que es paseo se hace más cómodo. Las calles son estrechitas, con casas muy decoradas a través de diferentes estilos y con diferentes colores que les otorgan una alegría especial. Visitamos la catedral, la plaza del Monumento a la Libertad (muy bonito) y el parque que la rodea (donde estuvimos un rato descansando tomando unas cervecillas sentados en el césped), la Iglesia de San Pedro, la Ópera, el mayor teatro de la ciudad, los edificios de 'Los tres hermanos' y varias atracciones turísticas más. Pero, sin duda, lo que más me gustó fue una de sus plazas céntricas, donde se encuentra la 'Casa de las Cabezas Negras', un edificio precioso que acoge diversas exposiciones, y el museo de la ocupación. Resulta llamativa la conciencia que tienen aquí con respecto a las ocupaciones que han ido sufriendo, porque incluso en la calle había exposiciones en las que podías informarte rápidamente y a grandes rasgos de todos los atropellos que sufrió Letonia en el último siglo. También visitamos el principal puente que atraviesa el río Daugaba, con unas vistas chulas. Más tarde estuvimos en un mercado artesanal del centro, donde aprovechamos para comprar algunos recuerdos a precios bastante asequibles. Las personas letonas con las que interactuamos fueron muy agradables, siempre dispuestas a ayudarnos con cualquier duda (excepto una mujer de una oficina de cambio, caso aparte) y a recomendarnos cosas. Me llamó mucho la atención la cantidad de músicos que puedes encontrar tocando música clásica en la calle, algo que hace la visita más agradable todavía. Y lo que más puedo destacar es la tranquilidad con la que podías ir andando por la calle, puesto que, aunque había turistas, no era una masa. Y esto es algo que comentaba anteriormente: hay que aprovechar para descubrir estas ciudades ahora que su esencia aún no ha sido deteriorada por las hordas turísticas. En materia culinaria, comimos en dos ocasiones en una cadena que nos habían recomendado llamada LIDO: los precios no estaban mal del todo, aunque tampoco eran una ganga, y la comida estaba bastante buena. Se trata de una especie de autoservicio donde puedes elegir entre una gran cantidad de platos, cada uno con su precio, por lo que puedes ir haciendo la cuenta sobre la marcha de lo que te vas a gastar. Yo recuerdo que el primer día pedí unos filetes de cerdo con tomate natural y queso fundido, y unas patatas cocidas con salsa carbonara. Hay carne, ensaladas, sopas y pescado, aunque esto último es ciertamente caro. No estuvo mal el sitio. La fiesta en Riga es muy buena. Aunque estuvimos en sitios diferentes, visitamos cada día el bar que os comenté antes, que se llama Pulkvedis, y que era sin duda el más animado de todos. Justo al lado de nuestro hostal, finalmente nos enteramos de que era el local de moda en la ciudad. Desde las 20 hasta las 22 tienen hora feliz, y por cada copa que te pidas te ponen otra más gratis. Cómo aprovechamos la coyuntura, jejeje. Los precios no eran nada caros (cerveza de medio litro por dos euros, copas alrededor de cuatro euros), y el ambiente era genial. Y eso que nosotros estuvimos allí lunes, martes y miércoles, por lo que imagino que el fin de semana será aún mejor. Muy recomendable. Teníamos pensado quedarnos sólo dos días en Riga, para el tercero pasarnos por Parnu, pero nos gustó tanto la ciudad que acabamos reservando una noche más. Personalmente, Riga fue lo mejor del viaje, y no descarto en un futuro no muy lejano pegarme otra escapada por la zona. La única pega fue que el último día nos pusieron un cepo en la furgoneta por tenerla aparcada en la calle del hostal, un sitio donde había que pagar por aparcar, pero que en el hostal nos dijeron que normalmente nunca pasaba nada. Conste que intentamos pagar, pero había que hacerlo a través del móvil, y no dimos con la tecla. Y claro, al final tuvimos mala suerte y tuvimos que pagar más de cien euros de multa para que nos quitaran el cepo. Aun así, creo que podíamos haber negociado con el tío, porque nos preguntó si queríamos recibo o no. Cuando le dijimos que no, nos bajó el precio a la mitad, jejeje. Así que, si alguna vez os pasa, ya sabéis cómo actuar. El segundo día de estancia en la capital letona aprovechamos para visitar una ciudad cercana costera llamada Jurmala. Tardamos unos cuarenta minutos en llegar. Teníamos ganas de ver cómo serían las playas del norte de Europa, con el frío mar báltico acechando. De la ciudad no os puedo contar nada, pero las playas nos gustaron. No tanto por su atracción, ya que no pudimos siquiera bañarnos del frío que hacía, aparte de que estaba totalmente vacía, sino por la gran diferencia que existe con las playas españolas. Lo mejor, que a ellas se llegan a través de un bosque, nada de pisos u hoteles. Allí sólo había casitas de colores con jardín, muy bonitas. Estuvimos dando un paseo, oxigenando los pulmones, y luego un rato tirados en las hamacas de uno de los bares que había allí. A este sitio recomiendo ir sólo si os quedáis varios días en Riga, puesto que la capital tiene mucho más que ofrecer. La última ciudad que vimos en Letonia fue Cêsis, donde paramos el séptimo día de viaje ya de camino hacia Tallín. Era muy recomendada, pero, aunque no era fea, tampoco fue nada del otro mundo. Lo único destacable en materia turística es una fortaleza y un castillo en el centro del pueblo, así como un par de iglesias. Estuvimos dando un paseo por allí, un sitio tranquilo, totalmente ajeno al estrés. Dado que la fiesta del día anterior en Riga había sido muy larga (cerramos el bar de marras a eso de las 6.30 de la mañana), lo primero que hicimos fue buscar algún sitio para comer. De nuevo volvemos a hacer uso de las tres B: bueno, bonito y barato. Entramos en un restaurante de la calle principal (sí, sólo hay una, jejeje), y comimos divinamente. De nuevo, los platos eran tan grandes que incluso tuvimos que dejar comida porque no podíamos más. Yo pedí unas delicias de pollo rebozado, unos palitos de mozzarella y un refresco (ese día no estaba yo para muchas cervezas), y por todo ello pagué menos de seis euros. Y también os digo que con uno de esos platos habría comido. Es genial cómo puedes comer tanto por tan poco dinero. En resumen, una gran experiencia la que vivimos en Letonia. Riga es espectacular. Índice del Diario: Aventura por los países Bálticos
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