Hoy se podía hacer una excursión a Bruselas, pero preferimos quedarnos todo el tiempo en Brujas.
El barco atraca muy cerca del centro al que se llega atravesando un parque precioso, lleno de cisnes que es la mascota de Brujas.

No hay grandes monumentos en Brujas. Aquí la ciudad en sí misma es el monumento a ver. Visitamos el Beginhof (hay dos, menos antiguos que el de Amsterdam), las casas de caridad (creadas por los católicos para dar casa a la gente que se arruinó cuando se secó el puerto en el siglo XVI), la iglesia de la Santa Sangre y la capilla de San Basilio, el ayuntamiento, la plaza y paseamos por el centro.

Como no iba a ser todo bueno al volver al barco me di cuenta de que me habían robado la cartera con las tarjetas de crédito. Afortunadamente no llevo la documentación junto con las tajetas, así que sólo perdí las tarjetas. A preguntar en recepción dónde está la comisaría y a volver de nuevo a la ciudad. Brujas es una ciudad pequeña y está todo cerca, tambien la comisaría, pero la escena fué un poco surrealista pues yo hablo español y etiendo el francés y mi marido habla inglés, pero la policía que nos atendió sólo hablaba flamenco, así que os podeis imaginar la escena. Por fin conseguí mi denuncia pues era imprescindible para pedir al seguro que se hiciera cargo de los gastos.
En fin, una anécdota más.