Siguiendo recomendaciones el foro habíamos decidido hacer el primer día por la mañana uno de los tours de toma de contacto a pie por la ciudad. Estuve mirando varias opciones y al final nos decidimos por Vive Berlín y el tour a las 10:00 de “Indispensable”. Son 12€ y no se reserva, sólo tienes que acercarte un rato antes de la salida al puestecillo que tienen en Postdamer Platz. Es muy fácil de encontrar, justo enfrente del famoso café Balzac, ponen una bici-puesto dónde ya hay varios guías de habla hispana a partir más o menos de las 9:30. Desayunamos en el café Balzac mientras esperábamos que la gente fuese llegando. Éramos todos españoles, ¡así que no esperéis puntualidad!

Allí nos dio nuestra guía chilena, Alejandra, una charla introductoria de unos 20 minutos sobre la historia de Berlín y lo que íbamos a poder visitar. Mención especial para Alejandra, pozo de sabiduría y anécdotas que consigue que la visita sea tan instructiva como amena. Nos juntamos únicamente tres parejas en la visita del sábado, lo que unido al solecito que nos acompañó ya durante todo el fin de semana, hizo que fuese un paseo super agradable. Son en total unas cuatro horas dónde te llevan por parte del muro, la puerta de Brandenburgo, el Monumento a los Judíos, el antiguo emplazamiento del Búnker de Hitler en Berlin, el Reichstag, la Isla de los Museos, el Gendarmenmarkt, la Ópera, la Universidad Humboldt y la plaza en la que tuvo lugar la gran quema de libros de 1933. Supongo que dependiendo del día puede variar un poco, pero más o menos pasas por todos los puntos importantes de la historia de Berlín con una completa explicación de cada uno de ellos. Un 10 para la visita, un 10 para Vive Berlín y un 10 para Alejandra (¡y que conste que no me llevo comisión!

Acabamos sobre las 2 de la tarde en la Isla de los Museos. Cogimos un bus hacia la puerta de Brandenburgo y nos paramos en un puestecillo cerca del Reichstag para comernos nuestro primer currywrust

La idea para esa tarde y el día siguiente era repetir más tranquilamente las visitas que habíamos hecho con Vive Berlín (estábamos tan concentrados en el relato que casi no hicimos fotos!) y algunas otras que llevábamos apuntadas. Así que empezamos por el Reichstag. Sólo por el exterior y los jardines, ya que al haber planificado el viaje con tan poca antelación ni hablar de encontrar hueco en las reservas, tan controladas ahora por miedo a atentados terroristas.

De ahí cruzamos el pequeño tramo de Tiergarten hasta la avenida 17 de julio y fuimos a ver el monumento al soldado soviético y los carros de combate que se conservan ahí desde el final de la Guerra.

Desde ahí fuimos hasta la puerta de Brandenburgo (todo recto por avenida 17 de julio, no hay pérdida), fotillos de rigor, y un tranquilo paseo entre los impresionantes bloques del Monumento a los Judíos.

Después otro paseito (llevábamos menos de un día y los pies ya se empezaban a quejar!) hasta la parte del muro que se conserva en el centro, justo delante de la galería del museo Topografía del Horror. El museo es gratuito y se trata de una larga galería donde se recuerda a partir de fotografías y textos lo ocurrido en Berlín de 1933 a 1945. Los textos están en alemán e inglés, pero aunque no entendáis el idioma vale la pena solo por las fotografías. Nos hubiera gustado dedicar un poco más de tiempo, pero nos quedaba un museo para nosotros imprescindible que ver ese día ¡y nos quedábamos sin tiempo!

La última visita cultural del día era el Filmmuseum, el museo del cine de Berlín. Tanto como por afición como por deformación profesional, era uno de los imprescindibles de nuestro viaje. Y no defraudó. El montaje de la exposición permanente es simplemente espectacular. Un edificio prácticamente de cristal y espejos alucinante que alberga un recorrido por los pioneros del cine alemán, las divas del cine mudo y las pelis de la república de Weimar, el cine del nacional-socialismo, la post-guerra y el exilio de muchos cineastas a Hollywood, y el cine contemporáneo. Una parte especial está dedicada, como no, a Marlene Dietrich.

Además hay una exhibición temporal que hasta finales de mayo es sobre el cineasta sueco Ingmar Bergman.
Para acabar el día teníamos una de las pocas cosas de nuestro viaje que nos defraudó totalmente: la visita y la cena en la antena de televisión Fernsehturm. Asustados por el tema de las colas habíamos decidido gastarnos la pasta y comprar el ticket VIP online que valía 19,5€ por persona. Eso te permitía entrar sin hacer colas a la hora seleccionada, visitar la torre y cuando quisieras cenar te daban la primera mesa que quedara libre en el restaurante. ¡Eso era la teoría claro! Para empezar cuando llegamos no había prácticamente cola. Teníamos hora a las 20:15 y llegamos un cuarto de hora antes. Nos subimos al ascensor y nuestra idea era parar en el mirador, dar una vuelta a nuestro aire para hacer las fotos que quisiéramos y disfrutar de las vistas, y luego subir al restaurante ya para ver atardecer y cenar tranquilamente. La realidad fue que tal y como llegamos al mirador una señorita nos cogió los tickets y nos dijo que teníamos que subir al restaurante.



De la cena nada bueno que decir tampoco. La comida más que normalita y el servicio lento hasta la desesperación. No voy a decir que no disfruté de la primera vuelta de la plataforma giratoria intentando descubrir dónde estaba cada cosa de las que habíamos visitado, pero cuando se hizo de noche, la cosa ya se hacía bastante aburrida. ¡No sé las vueltas que dimos pero se nos hizo eterno!
Ya lo peor es que cuando por fin acabamos la cena fuimos a salir y vimos una cola enorme para coger el ascensor. Pensamos, no hay problema, para eso hemos cogido el pase VIP, pero se habían olvidado de especificar que el “no hagas cola” no incluía la bajada, porque claro, ya te habías gastado el dinero de la entrada, de la cena… ahora ya les daba igual hacerte esperar porque no tenían más dinero que sacarte.
Bueno, casi a las 12 nos fuimos para el hotel intentando olvidarnos del cabreo y quedarnos con las vistas impresionantes de la ciudad.

Obviamente no recomiendo la entrada vip ni la cena arriba. Con una visita normal a nuestro aire hasta el mirador hubiésemos tenido suficiente.