Anillo de Oro I ✏️ Diarios de Viajes de Rusia

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El avión llegó a Moscú sobre las 18:30, nuestra intención era recoger el coche alquilado y salir para Suzdal pero antes teníamos que pasar los controles del aeropuerto que, según nos habían dicho, eran bastantes y muy lentos. Al final pasamos rápido pero el retraso llegó cambiando Euros por Rublos en una máquina que se “quedó” con 100€ de nada, 1 hora de retraso… Media hora más hasta que llegó a la terminal Nikita, el empleado de Hertz que nos entregaría el coche, un Hyundai Solaris nuevecito con tan solo 2000 km. Solo había un problema, habían olvidado incluir el GPS que ya habíamos pagado y que queríamos para hacer la ruta así que la única solución que encontramos fue que nos acercará en el coche hasta la oficina en Moscú para recogerlo. Precisamente queríamos salir del aeropuerto para no perder tiempo en los atascos de la capital rusa pero parecía que no quedaba otro remedio…, fue el primer contacto que tuvimos con los malos (muy malos) conductores de Moscú. Mi novia no es amiga de la velocidad y pocas veces la he visto pasarlo peor y por mi cabeza no pasaba otra cosa que “si tenemos un choque por lo menos lo paga él que es quien conduce”.

Al final teníamos el coche, teníamos el GPS, estábamos en medio de Moscú e íbamos con 2 o 3 horas de retraso… El objetivo era hacer 220km hasta Suzdal para dormir allí. Al final conducir por Rusia no era para tanto, hasta salir de la ciudad mucho tráfico pero una vez en camino nada especial, como he dicho en la sección de transportes yendo tranquilo no hay demasiados problemas (solo algún adelantamiento por el prado a la derecha del arcén jeje)


Dormíamos en el Godzillas Hostel (de la misma gente que el Godzilla de Moscú), era lo más barato que encontramos por la zona de Vladimir y Suzdal. Costó un poco encontrarlo a pesar de ser un pueblo pequeño porque el GPS no tenia callejero (por llamar calles esos caminos) pero al final lo conseguimos a las 2 de la mañana gracias al plano/croquis de su web. Como era de esperar estaba totalmente cerrado (con tanto trajín a ninguno de los 4 se nos ocurrió llamar para avisar) y por no ser una época turística no había casi nadie allí que pudiese oírnos. Tras 20 minutos llamando a la ventana (incluso llegué a colarme al jardín por si había algo abierto o a quien avisar), y cuando nos veíamos durmiendo en el coche, el dueño apareció sin camisa y cara de dormido para abrirnos, no os imagináis la pena que pudo llegar a darnos…


El hostal es una cabaña bastante grande y muy chula en frente del rio. Nuestra habitación era de 4 personas, con dos literas, mucho espacio y un balcón al patio. Las habitaciones de grupos deben ser igual pero con el balcón al rio. Por la mañana vimos que el hombre al que despertamos era el dueño, hubiésemos entendido que nos quisiera matar por lo de la noche anterior pero no pudo ser más amable, él junto a su mujer e hijos pequeños fueron increíblemente majos. Desayunamos, no dijeron que teníamos que ver en Suzdal y nos despedimos de ellos con una muy buena primera impresión de los rusos.


Se trata de un pueblo pequeñito pero con muchas cosas que ver en relación a su tamaño y donde iniciamos nuestro bautismo en cuanto a cúpulas rusas se trataba. Había bastantes turistas pero todos rusos, hasta el punto de que hubo un grupo que nos pidió hacerse una foto con nosotros. Empezamos por los monasterios de San Eufemio Redentor y de Convento de la Intercesión que hay en la parte norte del pueblo separados por el rio. El primero de ellos es el más llamativo y hay que pagar para entra, en el segundo se sigue haciendo vida religiosa y por ello es menos turístico.



Pero para mí lo más bonito del pueblo es la zona del kremlin. Una iglesia con una gran cúpula azul con estrellas doradas. No está sola en el recinto, también hay un museo y más iglesias además de una bonita pradera en la zona trasera donde se ve el pueblo y se puede descansar tranquilamente. Solo quedaba echar un vistazo a la iglesia de madera que también hay en el pueblo pero en la que no pagamos por entrar, para iglesias de madera ya tendríamos la isla de Kizhi. Por lo que si pagamos fue por un medovukha, una bebida típica de la zona hecha con miel y que no estaba mala, a pesar de su curioso sabor que no supimos definir.


De ahí camino a Vladimir (por el que ya pasamos de noche a la ida) y que está bastante cerca, es bastante más grande pero no por ello más bonito. Lo más impresionante es sin duda su Catedral de la Asunción con su gran aguja dorada. Está situada en una zona de parques en la que se puede dar un paseo y de donde no queda muy lejos la “Puerta dorada” también típica de la ciudad.


Tampoco vimos mucho más y salimos hacia Rostov, 190 kilómetros de camino por carreteras no tan buenas como las del día anterior. Esta vez era una carretera de doble sentido bastante bacheada y 1000 veces parcheada en la que si no ibas bien atento podía sorprenderte un llantazo. Aun con esas llegamos sin problema pero con tan solo el nombre de la calle, una foto de la habitación y el teléfono. Los rusos volvieron a sorprendernos con su amabilidad hasta el punto de que uno de ellos llamó desde su propio teléfono y se montó con nosotros en el coche hasta llegar al hotel… estábamos a 300 metros del kremlin que visitaríamos al día siguiente y que parecía impresionante.

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