Llegamos a Génova y otra novedad con respecto al viaje anterior: todos los pasajeros, ya fueran de la Unión Europea o no, tenían que rellenar un impreso y entregarlo a unos carabinieri en el mismobarco antes de desembarcar.

Después de bajar del barco nos montamos a nuestro autobus porque todavía nos quedaban algo más de 4 horas hasta llegar a Cittadella, el pueblo dónde dormiríamos esa noche.
El hotel era el Palace de Cittadella. Dejamos los trastos en el hotel y cómo todavía quedaban un par de horas para la cena, fuimos al pueblo, a pesar de la lluvía intermitente.

El pueblo está rodeado por una muralla

La iglesia en la plaza del pueblo
Al volver al hotel nos estaba esperando el chófer bastante enfandado. Aunque ya vimos que tenía malas pulgas, su enojo estaba más que justificado. Miren ustedes como habían dejado el autobus nuestros angélitos:

En fin... sin comentarios. ¡¡Pero si hasta encontramos el pasaporte de una alumna en el suelo!! Y ellos tan felices... Durante la cena recibieron mi primera gran bronca. Fíjaros como fue, que otro grupo de estudiantes italianos que estaban cenando enmudecieron.
Después de cenar, más calmados, fuimos al pub que había en el mismo hotel junto con algunos alumnos.

Y al retirarnos ya a dormir nos esperaba otra: el de recepción y los dos profesores italianos del otro grupo nos esperaban con una lista de quejas. Estoy seguro que algo de esas quejas eran ciertas pero no otras como pasar de balcón a balcón o vaciar extintores. De hecho fueron incapaces de decirnos quienes de nuestros alumnos habían sido. Yo creo que se aprovecharon de nosotros y nos cargaron lo que hicieron ellos, lo que hicieron los italianos y algún extra del que se aprovecharon los del hotel.
Bueno, la fianza que les pidieron al hacer el check-in en el hotel que se quedó...