![]() ![]() 4- La primera noche en Athos ✏️ Travel Journeys of Greece
Llegamos al monasterio de Philotheou cuando estaban a punto de cerrar las puertas e irse todos a dormir. El amable monje que nos acogió nos preguntó si teníamos hambre y, ante la obviedad, nos condujo al comedor. La estancia estaba ya cerrada...![]() Travelogue: Mi viaje al Monte Athos⭐ Points: 5 (2 Votes) Travelogues: 6 Localization:![]() Llegamos al monasterio de Philotheou cuando estaban a punto de cerrar las puertas e irse todos a dormir. El amable monje que nos acogió nos preguntó si teníamos hambre y, ante la obviedad, nos condujo al comedor. La estancia estaba ya cerrada, apenas iluminada por alguna vela. Nos sentó en una de las enormes mesas y desapareció por una puerta, por la que momentos después reapareció con dos platos de sopa de verduras caliente y una cesta de pan. Deboramos con rapidez el escaso banquete y el pan y nos dejamos acompañar a una habitación de dos personas para pasar la noche. Ya en pijama y por los pasillos del ala de huéspedes, haciendo la última visita al lavabo, nos topamos con un chico joven, estudiante para monje, que quiso conocernos. Y enseguida empezó con un monólogo sobre el monte Athos, los monjes y la vida monacal, la escritura griega y expresó su enfado con la visión que tenían la "gente de fuera" de los monjes. "¡The monks are not monkeys!", era su frase. Con la cabeza caliente y los pies cansados nos lo quitamos de encima como pudimos pero con la promesa de que nos levantaríamos dos horas después para acudir a la misa de la una de la madrugada. Sobre las doce y media, con el sueño recién adquirido empezó a sonar una débil y lejana campana en el patio. Pero poco a poco el ruido se fue acelerando e intensificando para, hacerse un silencio a continuación y volver a comenzar, arrancándonos de nuestro sueño e invitando a todo aquél que quisiese a los ritos nocturnos. Fatigados y algo malhumorados declinamos tan sutil invitación, aún en conciencia de estar rompiendo la promesa que le hicimos al joven aspirante, y seguimos durmiendo. Sobre las cuatro de la madrugada, hora en la que acaban su misa, celebran un pequeño desayuno al que por supuesto acudimos. En la mesa, a la que llegamos tarde, estaba el joven muchacho que, al vernos, nos invitó a sentarnos junto a él. Al poco de estar sentados, incómodos por haber faltado a nuestra promesa, le pedimos disculpas por no ir a la iglesia pero en seguida nos interrumpió haciendo señas de que nuestra disculpa no era necesaria, aunque a su cara se le asomaba cierto sentimiento de rencor. El comedor estaba lleno. Los monjes y los huéspedes estábamos sentados, mezclados, alrededor de largas mesas en las que había pan, mermeladas, queso, olivas, algo para beber y algunas cosas más. Empezamos a servirnos en nuestros platos cuando me fijé en que los monjes y los huéspedes se ofrecían comida unos a otros. De pronto, el monje que tenía frente a mí me ofreció el plato del queso. Agradecido se lo recogí y le ofrecí el mio que, mucho más agradecido, me aceptó con una amplia sonrisa. Mi compañero, quizá algo más despistado, también recibió un plato de un monje y él, ni corto ni perezoso, lo cogió para empezar a zamparse su contenido, sin ni siquera mirar al monje que se quedó con cara horrorizada, aunque no despreciativa, ante nuestras costumbres más mundanas. Y tras el resopón nos fuimos a dormir unas horitas más para levantarnos al alba y partir hacia Mejía Lavra, el mayor monasterio de Athos y el más importante. 📊 Statistics of Journey ⭐ 0 (0 Votos)
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