Tras desayunar en nuestra habitación por el mal tiempo, pusimos rumbo hasta Hallein, tardamos una hora aproximadamente. Allí visitamos sus famosas minas de sal, primero te colocan un mono blanco y luego la visita empieza con un paseo en un tren minero, continua a pie por uno de sus túneles, donde en ingles te explican la historia y la forma de trabajar. Después te lanzas por un largo tobogán minero de madera, muy divertido. Lo del tobogán lo haces dos veces.
Otra curiosidad es que se cruza subterráneamente la frontera entre Alemania y Austria, paso que se utilizo durante la guerra con mayor o peor fortuna. Casi al final de la visita atraviesas un mini lago subterráneo en una barcaza de madera. Y por último coges el tren de nuevo para salir de la mina, antes de salir te regalan unos pequeños botes de sal. La experiencia fue positiva y nos pareció divertida, el precio era de de 18€ por persona. Al salir de la mina hay un pequeño poblado celta que se puede visitar, curioso sin más. De aquí partimos hasta el cercano nido del águila, tienes que dejar el coche en el aparcamiento de Hintereck, y desde allí cuatro autobuses salen cada 30 minutos más o menos hasta el nido del águila, el precio es de 13€ por persona incluida la subida en ascensor hasta la cima. La subida en bus es curiosa ya que la carretera es muy estrecha y las vistas son espectaculares. Llegas a donde te dejan los autobuses y te tienes que apuntar en una lista donde dices la hora de bajada y tú eliges cuanto tiempo quieres pasar allí. Había mucha gente el día que nosotros fuimos. Se trata de un pintoresco chalet que fue construido como extensión del Obersalzberg, un complejo construido a su vez por los nazis en estas montañas cerca de Berchtesgaden.
Este chalet fue de hecho el regalo por el cumpleaños número 50 de Hitler y se lo llama “nido del águila” desde que así lo llamó un diplomático francés.
La construcción de la casa tardó poco más de un año y se terminó en el verano de 1938, a tiempo para el 20 de abril, el cumpleaños de Adolf Hitler. Lo curioso es que Hitler lo odiaba, tenía claustrofobia en el ascensor y miedo a las alturas. Está en la cima del Kehlstein, una montaña de 1834 metros y está rodeado por una carretera espectacular de 6.5 kilómetros de largo y 4 metros de ancho con cinco túneles. Los últimos 124 metros a la cima se hacen a bordo de un elevador que se conecta con la cima por un túnel de granito de 124 metros de largo. A mi particularmente me gusto mucho no el edificio en si ya que ahora es un restaurante, sino el lugar donde esta enclavado
y las vistas que desde el se obtienen,
y también por su significado histórico.
Estuvimos alrededor de hora y media en este lugar y después cogimos el bus de vuelta. Cogimos el coche y partimos hacia el lago Königssee, llegamos en unos veinte minutos.
Cogimos el barco que nos llevaba primero hasta la iglesia de San Bartolomé, durante el trayecto tocan un instrumento en el centro del lago y se escucha el eco por la acústica del lago. Las fotos desde el barco a la iglesia son una pasada.
Al llegar paseamos un rato por la zona haciéndonos bastantes fotos y visitando la iglesia, para nosotros nada del otro mundo en su interior pero muy bonita por fuera. Al rato volvimos acoger el barco hasta Salet el punto más lejano del lago, desde el barco se aprecia una bonita cascada enfrente del embarcadero. Tras un pequeño paseo de unos diez minutos llegamos a uno de los lugares más bonitos que hemos visitado no en este viaje, sino en todos los que hemos hecho que no son pocos.
El lago Obersee una maravilla poco conocida y un poco escondida, el lago esta encajado entre montañas al fondo se ve una alta cascada caer, llevando su agua al lago.
El reflejo en el agua es precioso se ve como la imagen reflejada en un espejo, las aguas tranquilas del lago son totalmente cristalinas,
echamos un buen rato disfrutando del entorno, haciéndonos bastantes fotos, hay una caseta de madera sumergida en el lago, desde se pueden sacar algunas de ellas.
Se pueden hacer varias rutas por la zona, la más interesante alrededor del lago hasta llegar a los pies de la cascada. Tras esto volvimos al embarcadero, como consejo tener muy presente el horario del último barco, para no quedarnos sin posibilidad de salir hasta el día siguiente ya que no hay lugar donde pernoctar. Cogimos el barco y ya de vuelta hasta la primera parada, fuimos apreciando las bonitas vistas del lago. Como ya he dicho creemos que para la gente que disfrute de la naturaleza es una visita que no se puede obviar. Tras coger el coche volvimos a nuestra buhardilla y aprovechamos la última noche para ir a cenar a la Gasthof Höllwirt una recomendación de los dueños, y fue uno de los mejores sitios en el que estuvimos, el servicio era muy amable, la carta también disponible en inglés y la comida sencillamente riquísima, pedimos una carne de ternera típica con salsa de champiñones, servida con una fuente de ensalada y medallones de solomillo de cerdo con salsa a la pimienta exquisita también con ensalada y de postre un popurri de postres de la zona. El lugar estaba adecuadamente decorado y contaba con una terraza al aire libre, con un ambiente muy agradable. Tras la cena volvimos andando hasta la casa apenas un kilómetro disfrutando de la noche. Para despedir la noche cogimos unas botellitas del licor de manzana que hacen en la zona a buen precio, para brindar por lo bien que lo estábamos pasando y para despedir el lugar en nuestra última noche.
Otra curiosidad es que se cruza subterráneamente la frontera entre Alemania y Austria, paso que se utilizo durante la guerra con mayor o peor fortuna. Casi al final de la visita atraviesas un mini lago subterráneo en una barcaza de madera. Y por último coges el tren de nuevo para salir de la mina, antes de salir te regalan unos pequeños botes de sal. La experiencia fue positiva y nos pareció divertida, el precio era de de 18€ por persona. Al salir de la mina hay un pequeño poblado celta que se puede visitar, curioso sin más. De aquí partimos hasta el cercano nido del águila, tienes que dejar el coche en el aparcamiento de Hintereck, y desde allí cuatro autobuses salen cada 30 minutos más o menos hasta el nido del águila, el precio es de 13€ por persona incluida la subida en ascensor hasta la cima. La subida en bus es curiosa ya que la carretera es muy estrecha y las vistas son espectaculares. Llegas a donde te dejan los autobuses y te tienes que apuntar en una lista donde dices la hora de bajada y tú eliges cuanto tiempo quieres pasar allí. Había mucha gente el día que nosotros fuimos. Se trata de un pintoresco chalet que fue construido como extensión del Obersalzberg, un complejo construido a su vez por los nazis en estas montañas cerca de Berchtesgaden.
Este chalet fue de hecho el regalo por el cumpleaños número 50 de Hitler y se lo llama “nido del águila” desde que así lo llamó un diplomático francés.
La construcción de la casa tardó poco más de un año y se terminó en el verano de 1938, a tiempo para el 20 de abril, el cumpleaños de Adolf Hitler. Lo curioso es que Hitler lo odiaba, tenía claustrofobia en el ascensor y miedo a las alturas. Está en la cima del Kehlstein, una montaña de 1834 metros y está rodeado por una carretera espectacular de 6.5 kilómetros de largo y 4 metros de ancho con cinco túneles. Los últimos 124 metros a la cima se hacen a bordo de un elevador que se conecta con la cima por un túnel de granito de 124 metros de largo. A mi particularmente me gusto mucho no el edificio en si ya que ahora es un restaurante, sino el lugar donde esta enclavado
y las vistas que desde el se obtienen,
y también por su significado histórico.
Estuvimos alrededor de hora y media en este lugar y después cogimos el bus de vuelta. Cogimos el coche y partimos hacia el lago Königssee, llegamos en unos veinte minutos.
Cogimos el barco que nos llevaba primero hasta la iglesia de San Bartolomé, durante el trayecto tocan un instrumento en el centro del lago y se escucha el eco por la acústica del lago. Las fotos desde el barco a la iglesia son una pasada.
Al llegar paseamos un rato por la zona haciéndonos bastantes fotos y visitando la iglesia, para nosotros nada del otro mundo en su interior pero muy bonita por fuera. Al rato volvimos acoger el barco hasta Salet el punto más lejano del lago, desde el barco se aprecia una bonita cascada enfrente del embarcadero. Tras un pequeño paseo de unos diez minutos llegamos a uno de los lugares más bonitos que hemos visitado no en este viaje, sino en todos los que hemos hecho que no son pocos.
El lago Obersee una maravilla poco conocida y un poco escondida, el lago esta encajado entre montañas al fondo se ve una alta cascada caer, llevando su agua al lago.
El reflejo en el agua es precioso se ve como la imagen reflejada en un espejo, las aguas tranquilas del lago son totalmente cristalinas,
echamos un buen rato disfrutando del entorno, haciéndonos bastantes fotos, hay una caseta de madera sumergida en el lago, desde se pueden sacar algunas de ellas.
Se pueden hacer varias rutas por la zona, la más interesante alrededor del lago hasta llegar a los pies de la cascada. Tras esto volvimos al embarcadero, como consejo tener muy presente el horario del último barco, para no quedarnos sin posibilidad de salir hasta el día siguiente ya que no hay lugar donde pernoctar. Cogimos el barco y ya de vuelta hasta la primera parada, fuimos apreciando las bonitas vistas del lago. Como ya he dicho creemos que para la gente que disfrute de la naturaleza es una visita que no se puede obviar. Tras coger el coche volvimos a nuestra buhardilla y aprovechamos la última noche para ir a cenar a la Gasthof Höllwirt una recomendación de los dueños, y fue uno de los mejores sitios en el que estuvimos, el servicio era muy amable, la carta también disponible en inglés y la comida sencillamente riquísima, pedimos una carne de ternera típica con salsa de champiñones, servida con una fuente de ensalada y medallones de solomillo de cerdo con salsa a la pimienta exquisita también con ensalada y de postre un popurri de postres de la zona. El lugar estaba adecuadamente decorado y contaba con una terraza al aire libre, con un ambiente muy agradable. Tras la cena volvimos andando hasta la casa apenas un kilómetro disfrutando de la noche. Para despedir la noche cogimos unas botellitas del licor de manzana que hacen en la zona a buen precio, para brindar por lo bien que lo estábamos pasando y para despedir el lugar en nuestra última noche.