Desde que decidimos que viajaríamos a China, tenía clara una cosa: no regresaría sin una Seagull TLR, la clásica cámara china de medio formato. Aunque es relativamente fácil de encontrar en cualquier mercadillo callejero, quería tener unas mínimas garantías, así que nos encaminamos al Centro Comercial Xin Guang, en Luban Lu, 228, frente al Hotel Ramada Plaza, parada de metro Damuqiao Rd de la línea 4.
Se trata de un gran edificio de seis plantas, con centenares de tiendecitas de fotografía. Todo tipo de materiales y cámaras, nuevas y usadas, desde antiguas cámaras analógicas de fuelle hasta material para la fotografía aérea. Todo se puede encontrar aquí. Encontré mi cámara en una tiendecita de la cuarta planta, regentada por un hombre de edad avanzada. Tras revisarla a conciencia y comprobar que no tenía moho, que todos los mecanismos funcionaban y que los objetivos no estaban dañados, negociamos el precio y salí feliz y encantado con mi cámara. Aproveché también para llevarme unos cuantos carretes, tanto de 120 como de 35 en blanco y negro y color.
La cámara debe tener unos 40 años y funciona perfectamente, hace unas fotos fantásticas. No debería sorprenderme habiendo visto el mimo y cuidado con el que el dueño de la tienda trataba a su material.
Regresamos al hotel para dejar la cámara a buen recaudo y aprovechamos para hacer unas últimas compras en el Dongtai Road Antique Market.
Ciertamente hoy es el día que habíamos destinado a las compras. Nos resistimos durante todo el viaje, para no ir incrementando el peso de nuestro equipaje, así que en Shanghai debíamos resolver los recuerdos y regalos para la familia. Con esa intención, nos encaminamos al mercadillo de Yatai Xinyang, instalado en las galerías subterráneas de la parada de metro del Museo de la Ciencia y la Tecnología de la línea 2.
No hay nada substancialmente diferente a lo que se puede encontrar en Taobao, así que con visitar uno de ellos es suficiente. Resolvimos las cuatro tonterías pendientes y nos encaminamos a la que era nuestra última noche en Shanghai.
Y el atardecer y la noche pertenecían a Pudong. Tras pasear de nuevo un rato por el Bund, atravesamos el río por un túnel panorámico, que no deja de ser un entretenimiento para niños, pero como cuando viajas es bueno dejarse llevar por la inocencia, también lo disfrutamos nosotros.
Ya en Pudong nos acercamos hasta el pie de la Torre de la Perla Oriental, pero ante lo excesivo del precio y de la cola, decidimos no subir, nos dedicamos a pasear por los alrededores para acabar en la orilla del Huangpu, mucho más amable y accesible que en la ribera del Bund, disfrutando de la maravillosa vista del Bund iluminado.