A las 13:20, de regreso de Medina Azahraa, el autobús nos dejó de nuevo en el Paseo de la Victoria. Desde allí, fuimos hasta la plaza.de las Tendillas, donde me acerqué a la Oficina de Turismo para pedir un mapa turístico de la ciudad en condiciones porque los que teníamos nos estaban volviendo locos. Por fortuna, me dieron uno muy chulo, con el cual nos manejamos perfectamente en lo sucesivo. Así que consejillo: en cuanto lleguéis, id a una Oficina de Turismo (están en la Pza. de las Tendillas, en la Estación de Renfe y frente al Alcázar) para que os den uno de sus planos detallados (como anécdota, contar que a un inglés le gustó y me paró en plena calle para preguntarme dónde lo había conseguido, ).
Apretamos el paso para llegar a la visita del Palacio de Viana, que no podíamos encajar en ningún otro momento. También lo había reservado por internet. Nos dieron hora para el pase de las 14:00, ya que para ver el interior del Palacio hay que ir con visita guiada, que se agradece realmente, dura unos 35 minutos y no se hace nada pesada. Mientras tanto, dimos una vuelta por los patios (se va por libre) que son realmente bonitos, aunque en primavera deben lucir infinitamente más. La visita completa cuesta 8 euros; los patios solos, creo recordar que era 5 euros.
Exterior del Palacio de Viana:
El edificio se levanta en torno a 12 patios y un jardín. Su origen es medieval, del Siglo XV, y desde su construcción ha tenido 18 propietarios diferentes pertenecientes a importantes familias nobiliarias y ha sufrido diferentes transformaciones y ampliaciones. La última la llevó a cabo el duque de Rivas, que cuando se trasladó de Madrid a Córdoba, copió el trazado de su casa en Madrid, el Palacio de Viana (donde se ubica actualmente una parte del Ministerio de Asuntos Exteriores) para acomodar muebles, utensilios y obras de arte, de modo que quedase una réplica perfecta del palacio madrileño. El interior es bastante interesante y cuenta con importantes colecciones de pintura, tapices, alfombras, azulejos… Sobre todo me gustó ver unos libros enormes de canto gregoriano del S.XV, y breviarios de la misma época, que conservan sus bellísimos colores originales, incluso sin restaurar. No se puede hacer fotos en el interior del Palacio, sí en los patios. Si no os interesa o no os cuadra la visita del Palacio, intentad por lo menos ver los patios: merece la pena. Y si es en primavera, debe ser una gozada.
Como pone en el folleto que dan a la entrada, no hay que olvidar asomarse a la fachada del Palacio que da a la calle de las Rejas de Don Gome para ver el patio desde el exterior.
Salimos del Palacio a las 15:00 y fuimos hasta la calle Romero, donde teníamos reservada mesa en Casa Pepe de la Judería. Y menos mal porque estaba también a tope, como la mayoría de los restaurantes. Pedimos salmorejo, ensalada de bacalao con vinagreta de anchoas, lomo de atún con verduritas y muslo de pato con peras al Pedro Ximénez; de postre, espuma de gachas con helado de anís. La comida bastante rica, el precio sobre 35 euros por persona, a la carta.
Cuando terminamos, ¡horror!: se cumplían las pesimistas previsiones meteorológicas y llovía a cántaros. Menos mal que el tiempo nos había respetado la visita a Media Azahara. Como el callejeo previsto en un principio para la tarde del domingo se presentaba imposible, cambiamos de planes y decidimos hacer la visita de la Mezquita/Catedral aunque tuviéramos que pagar los 8 euros de la entrada (el lunes quizás hubiésemos entrado gratis, y digo quizás, porque ya no está claro si se puede permanecer en el interior después del horario de misas).
La Mezquita de Córdoba está catalogada por la UNESCO como Patrimonio Nacional de la Humanidad desde 1984. Su construcción la inició Abderramán I en el año 785 sobre una antigua basílica visigoda y fue ampliada posteriormente por Abderramán II, Al-Hakam II y Almanzor. El Alminar se construyó en tiempos de Abderramán III y convertido (forrado) en Torre barroca a fines del Siglo XVI. El Patio de los Naranjos se puede visitar sin pagar entrada.
El salón de oración, compuesto por un conjunto de columnas y arcadas dobles, la inferior con arco de herradura, influencia del arte visigodo, y la superior de medio punto, y se sustentan en columnas de mármol, jasque y granito, de variada procedencia, romana, bizantina y visigótica, Su aspecto bicolor se obtuvo por la utilización de la alternancia de piedra y ladrillo. Posteriormente se fueron añadiendo elementos más ricos y refinados según fue creciendo la importancia y esplendor del califato cordobés.
En 1236, tras la conquista de Córdoba por Fernando III, la Mezquita se convierte en Catedral, adicionando a lo largo del tiempo capillas y otros elementos cristianos. Pero hasta el Siglo XVI no se inició la construcción del Altar Mayor de la Catedral dentro de las naves de la Mezquita, que afectó principalmente a las zonas edificadas por Abderramán II y Almanzor. Las obras, muy polémicas, se prorrogaron hasta 1766 y la edificación final es una suma de estilos gótico, plateresco, renacentista y barroco.
Altar Mayor
Coro y crucero.
El interior se apreciaba más oscuro que la otra vez que la visitamos, debido a la menor cantidad de luz que se filtraba desde el exterior; pero tenía un encanto especial al cobrar más importancia la delicada luz de las lámparas y las decenas de figuras humanas desdibujadas entre las arcadas, que le otorgaban un aspecto como de mayor recogimiento, que parecía acallar incluso las voces a simples murmullos. Al final, dejando aparte la obra que se destruyó de un lado para construir de otro, perdura una sorprendente simbiosis entre lo musulmán y lo cristiano:
Cuando salimos, seguía lloviendo. Así que decidimos ir al hotel a descansar. El día había sido agotador y las previsiones meteorológicas apuntaban que el lunes estaría despejado, con lo cual podríamos madrugar y aprovechar para visitar lo que no habíamos visto todavía. A las 22:00 dejó de llover y salimos a cenar, en un bar cercano al hotel, en la calle Claudio Marcelo (Capitone): con la bebida entra una tapa y el resto de tapas, a 1,20 euros/unidad. Nos pusimos como el tío quico: salmorejo, ensaladilla, tortilla, patatas alí-oli, bacalao, magra, tosta de anchoa con puré de tomate… y cervecitas: todo,12 euros.
Nos acercamos a la Plaza de la Compañía, junto a nuestro hotel, y sacamos esta foto nocturna con la fachada del Colegio Iglesia de Santa Victoria.
El día siguiente, lunes, amaneció espléndido, con sol y con una temperatura de 17 grados. Fuimos a desayunar al bar donde cenamos la noche anterior. En el precio del desayuno incluyen zumo de naranja natural y un botellín de agua mineral (café con leche, bollo y media barrita con tomate y jamón serrano, zumos y aguas, 9 euros).
La mañana se presentaba de callejeo, sin horarios hasta la salida del tren, ¡qué bien! Bajamos por la Calle San Fernando (también llamada calle de la Feria) hasta el río y contemplamos el Puente Romano desde el Puente de Miraflores.
La mañana se presentaba de callejeo, sin horarios hasta la salida del tren, ¡qué bien! Bajamos por la Calle San Fernando (también llamada calle de la Feria) hasta el río y contemplamos el Puente Romano desde el Puente de Miraflores.
Cruzamos el Puente de Miraflores y por el otro lado del río, el parque de Miraflores, fuimos paseando hasta la Torre de Calahorra. Desde esta zona se obtienen unas preciosas vistas del río, la Mezquita y el casco antiguo de Córdoba. Es un paseo realmente agradable, lo recomiendo.
Cruzamos el Puente Romano hasta la Puerta del Puente, y seguimos hacia la izquierda, por la Avenida del Alcázar, contemplando el rápido curso del Guadalquivir y el antiguo molino de la Albolafía. Una zona muy bonita también.
Subiendo por la Avenida del Corregidor, nos encontramos con otro tramo de la muralla cristiana del Siglo XIV, que seguimos hasta la llamada Puerta de Sevilla, el acceso principal al popular barrio de San Basilio.
Paseamos por sus pulcras y encantadoras calles, las aceras flanqueadas con grandes maceteros con flores, muy solitarias a esa hora de la mañana. Nos dirigimos a la famosa Casa Patio de la calle San Basilio 50, pero estaba cerrada, vaya decepción. Me había confundido al mirar el horario, no abre a las 10:00, sino a las 10:30 y eran las 10:10. No podíamos esperar tanto tiempo, así que lamentándolo un montón, nos quedamos sin ver el patio, pero vale la pena acercarse simplemente para caminar por sus calles.
Por fin encontramos la Calleja de las Flores, no hay que explicar el por qué de su nombre, claro. Sin embargo, aparte de la foto mil veces vista, también es muy bonita la plaza, con su fuente.
Misión cumplida, no podíamos marcharnos de Córdoba sin verlas.
Al salir de un callejón nos encontramos con el Alminar de San Juan, que conserva su fisonomía árabe del Siglo X, aunque después pasó a formar parte de la iglesia de San Juan, en la plaza del mismo nombre.
He dejado para el final las Iglesias Fernandinas, que en realidad fuimos viendo poco a poco, conforme recorríamos las diferentes plazas en las que se encuentran. Se denominan iglesias fernandinas porque las mandó construir Fernando III el Santo tras la conquista de Córdoba en 1236. Muchas de ellas se erigieron sobre antiguas mezquitas, para confirmar la supremacía cristiana. En ellas, el estilo románico se entrelaza con el gótico y el mudéjar. De algunas de estas iglesias sólo pude ver las fachadas, ya que estaban cerradas a la hora en que pasé por allí. Recuerdo que sí pude entrar a la de San Miguel, que tiene un bello retablo, y, sobre todo, a la de San Lorenzo, con sus frescos restaurados y una impresionante talla del Cristo de las Ánimas.
Fachada e interior de la Iglesia de San Lorenzo:
También me gustó mucho la Iglesia de San Agustín, con su colorido campanario. Muy bonita la vista desde la calle de las Rejas de Don Gome, junto a los balcones del Palacio de Viana.
Esta la Iglesia de San Rafael, y una bonita fuente en la Pza. de su nombre:
Vimos de pasada, la plaza de Colón y su parque, el llamativo edificio de la Diputación Provincial y muy cerquita de allí, la Torre de la Malmuerta, del Siglo XV, cuyo nombre dicen que recuerda a una dama cordobesa, a la que su marido mató por celos.
Volvimos a la plaza de los Capuchinos para ver el Cristo de los Faroles de día:
Ya de retirada, aún nos encontramos con otros hermosos rincones:
La Casa de los Luna - el Palacio de los Villalones
y la Iglesia Conventual de San Pablo:
Y tras comprar unos típicos pastelones cordobeses en una confitería (bollo de hojaldre relleno de cabello de ángel, que también puede llevar jamón serrano), se acabó la escapada. La verdad, quedamos muy satisfechos. Córdoba nos gustó mucho, lo pasamos muy bien en todos los sentidos (visitas a monumentos, paseos, gastronomía…). Nos cundió bastante, pero salvo en la visita al Palacio de Viana, en ningún momento tuvimos la sensación de ir agobiados, ya que a casi todos sitios se puede ir andando. También llevábamos preparadas las visitas que requerían horario. Había leído bastantes comentarios de foreros sobre este problema y me estudié bien el recorrido previamente. Nos faltaron cosas, naturalmente, como la Casa de Sefarad, la Posada de la plaza del Potro o el Museo de Julio Romero de Torres, pero es bueno dejar algo pendiente para una futura ocasión, que debería ser en un mes de mayo para que coincida con la Feria de los Patios.
Repito las gracias al foro y a los foreros que con sus comentarios me ayudaron a planificar esta estupenda escapada. Espero no haberme equivocado en las localizaciones, que os guste el diario y que alguien pueda encontrarlo de utilidad: mi intención ha sido sobre todo animar a los que no la conozcan a ir a esta preciosa ciudad.
Hasta siempre, Córdoba. Repito las gracias al foro y a los foreros que con sus comentarios me ayudaron a planificar esta estupenda escapada. Espero no haberme equivocado en las localizaciones, que os guste el diario y que alguien pueda encontrarlo de utilidad: mi intención ha sido sobre todo animar a los que no la conozcan a ir a esta preciosa ciudad.