Como decía, el resto del personal del hotel era contrariamente al primero, amabilísimo y la recepcionista de la mañana nos preguntó si querríamos cambiar a una mejor habitación, y aunque la inicial estaba muy bien, era amplia, limpia y con una gran cama, la nueva era más grande y con balconcito, situada un piso más arriba y con mejores vistas, todo ello sin coste alguno.
Así que con el cambio de habitación y todo ya llegamos a Montepulciano pasadas las diez y media de la mañana y como habíamos dejado el coche en el parking 8 lo primero que visitamos fue la Fortezza, solo por fuera porque estaba cerrada y la Piazza Grande dónde se encuentran el Palazzo del Comune, a cuya torre subimos (la primera de muchas a lo largo de esta semana) y desde donde hay unas vistas excelentes de la Iglesia de San Biagio, el Palazzo Contuzzi del que visitamos la bodega en la que se hace vino Nobile de Montepulciano.



Montepulciano es un pueblo 2.0, me explico, tiene wifi gratuito en muchos sitios, especialmente monumentos y además tiene códigos IQ en todos ellos, cosa que hoy en día es de agradecer. Y por eso me enteré de que ha sido un lugar muy utilizado para el rodaje de películas como El paciente inglés o Luna Nueva, por citar las más conocidas aquí.

Casualmente ese día había una concentración de Ferraris que llenaron rápidamente la plaza y aunque son espectaculares no es lo que yo quería ver, francamente, visitamos la catedral y seguimos callejeando, caminando arriba y abajo y descubrimos que para visitar Montepulciano y otros muchos pueblos toscanos necesitas unas buenas piernas... no hay nada plano.

Llegamos a la otra punta del pueblo hasta la Iglesia de San Bernardo, la Porta al Prato y la iglesia de Santa Agnese dónde estaban preparando la Infiorata, este año sin flores sino con material reciclado como respuesta a la crisis; luego regresamos por la calle más comercial llena de tiendecitas de productos típicos desde pasta hasta jamones de jabalí que los preparan con el pelo y todo y eso me llamó mucho la atención, no tenía ni idea de que el jabalí es el animal toscano por excelencia pero lo iría descubriendo a lo largo de los días, y luego cogimos el coche y bajamos hasta San Biagio que también estaba cerrada y visitamos solo por fuera, visto esto nos fuimos a comer a Pienza.

Pienza es un pueblo pequeñito pero con gran encanto y con un mirador que rodea el pueblo desde el que se puede ver el típico paisaje con cipreses, el tema de la comida fue complicado porque estaba todo lleno y tuvimos que contentarnos con un restaurante fuera de la muralla y dónde se comía muy bien por cierto llamado La mensa del Conte, ni colas ni esperas como en los de dentro, que quizás son más típicos en cuanto a construcción pero que no tienen nada que envidiar en cuanto a la comida se refiere.


Tras visitar Pienza cambiamos de tercio y decidimos ir a Castiglione del Lago a las orillas del lago Trasimeno en Umbria, por donde estuvimos paseando y tomando un helado pero nos entretuvimos demasiado y cuando quisimos entrar al castillo resulta que ya habían cerrado, con lo cual solo pudimos verlo por fuera. Hay que estar al tanto con los horarios porque muchos monumentos y museos cierran pronto y si no te das cuenta te los acabas perdiendo.


Volvimos a Montepulciano dónde cenamos de maravilla en la Osteria del Conte y tras la cena acabó nuestro segundo día.