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Para alguien que vive en España, Marruecos es un estupenda posibilidad para viajar, se trata de un destino que puede ser de aventuras (por el Sáhara, por el Atlas, el Rift), puede ser cultural (Fez, Marraketch, Tetuán… ), puede ser un destino de playa (Larache…), o también puede ser todo a la vez.
Mi primera incursión en Marruecos fue en 1.998, un amigo se acababa de comprar un todoterreno, estábamos en verano y no sabíamos donde ir de vacaciones, de repente se nos ocurrió ir a Marruecos, compramos mapas, revisamos algunas rutas 4x4, nos enteramos de los ferrys y dicho y hecho se lo dijimos a nuestras chicas y nos pusimos rumbo a Marruecos.
Fuimos hasta Málaga, era primeros de Agosto y el puerto de Málaga estaba de bote en bote, miles de magrebíes estaban cruzando el estrecho, después de una larga espera embarcamos el coche y nos pusimos rumbo a Melilla. El trayecto Málaga-Melilla es mucho más largo que el Algeciras-Ceuta, sin embargo en el segundo el riesgo de no encontrar billetes o tener que esperar mucho tiempo era mayor, por las fechas en las que estábamos.
Llegamos a Melilla, es una ciudad más interesante de lo que la gente cree y la mezcla multicultural de magrebíes y españoles, a los que se han unido en los últimos años muchos africanos subsaharianos, la mayoría de ellos en tránsito (legal o ilegal), la hace muy dinámica e interesante. Sin embargo no nos detuvimos mucho tiempo aquí.
Al día siguiente pasamos la frontera de Marruecos, nos revisaron el coche de arriba abajo, revisaron las maletas y las cámaras de fotos y de vídeo, era curioso la gente pasaba la frontera cargada con grandes paquetes, el tráfico de mercancías para comerciar al otro lado es alucinante y sin embargo a nosotros nos revisaban más, más tarde comprendí que buscaban una propina.
Al final atravesamos la frontera y nos encontramos con la parte más dura de Marruecos, Nador y la zona del Rift, es la zona más pobre de Marruecos, las casas parecen a medio construir, sin embargo esto contrasta con algunos mercedes aparcados en la puerta, son algunos de los emigrantes europeos que vuelven a casa por vacaciones, gente que deja de ser aquí y que tampoco es de allí. Los mercados son muy dinámicos, el mercadeo con Melilla y los inmigrantes en tránsito hacen que sea así. No obstante no paramos mucho, habíamos planificado el viaje de Sur a Norte, y esta primera etapa era un palizón de carretera hasta llegar a Marraketch.
Pero lo primero que nos encontramos fue la conducción en Marruecos, aquí las normas de circulación y las señales de tráfico, sencillamente no existen y si existen nadie se las sabe, cada uno adelanta donde le da la gana, si te cruzas con dos coches adelantando te tienes que ir al campo, no se si es una regla no escrita que el forastero se vaya al campo o simplemente es que nos entra el miedo antes que a ellos, la velocidad no es excesiva, sin embargo no es fácil circular por Marruecos, al final, no obstante le cogimos el gusto.
Atravesamos Fez muy rápido, teníamos pensado pasar una semana allí pero a la vuelta, recuerdo de ese primer paso fugaz por Fez dos detalles, el primero es que al bajar la ventanilla, la bofetada de calor fue tremenda y el segundo fue con u policía que en pleno atasco a 10 por hora nos intentó poner una multa por exceso de velocidad, nos hicimos los tontos e hicimos que no entendíamos nada, al final el truco funcionó, le dimos pereza y nos dejó en paz.
Enseguida nos adentramos en el alto Atlas, y pasamos por la bonita y señorial ciudad de Ifrane, aquí el paisaje cambió bruscamente, era un paisaje alpino y casi hacía fresquito, las casas era chalets y el contraste con lo anterior era rompedor, empezamos a conocer que Marruecos es un país de grandes contrastes. Seguimos hacia el sur por zona montañosa hasta Kenitra y atravesamos Kasba Tadla y Beni Mellal, puntos gorgianos que atravesaríamos varias veces en nuestro periplo. Después de muchísimas horas llegamos a Marraketch.
El objetivo era hospedarnos en Marraketch más de una semana, tanto para disfrutar de la ciudad como para hacer incursiones hacia el este y hacia el sur, es un punto magnífico desde el que se pueden hacer muchas cosas. No voy a detallar lo que hicimos día por día sino que lo comentaré en general.
Marraketch es una ciudad cuya fundación fue sobre el año 1.100 y su máximo desarrollo y esplendor lo alcanzó durante los 200 años de dominación de los almorávides y de los almohades, dinastías estas que también fueron muy importantes en España, en esta época se construyeron multitud de mezquitas y jardines y se establecieron en ella poetas e intelectuales como Averroes, después de una decadencia se recuperó con los Mereníes hasta que el esplendor de Fez le quitó protagonismo.
No es difícil orientarse en Marraquetch, a pesar de las callejuelas de su zoco, todas llenas de antiguos palacetes que con el paso del tiempo se han ido convirtiendo e “Riads” (maravillosos hotelitos muy recomendables), la medina antigua tiene en el centro la plaza de Djemaa El Fna, corazón de la ciudad y centro desde el que salen todas las callejuelas. Si algo merece la pena destacar de Marraketch, aparte del palacio de El Badi o el alminar de la Koutubia es esta plaza.
La plaza de Djemaa El Fna, es un herbidero de vehículos por el día, con teterías y restaurantes por el día y conforme va cayendo la tarde se llena de puestos de todo tipo de cosas y sobre todo de puestos de comida callejeros, también se llena de luz, de olores, de bullicio, es importante disfrutarla una y otra vez, por la tarde y por la noche, siempre vas a parar a ella, cuando paseas por el zoco, cuando te desplazas de una medina a otra, para cenar, para tomar el té. Marraketch está asociada a esta plaza y en los últimos tiempos los turistas la han añadido color, aunque la han quitado un poco de su autenticidad, pero sigue siendo fantástica.
Marraketch está dividido entre la ciudad nueva (Gueliz), construida por los franceses y sus dos medinas (la alta y la baja), entre excursión y excursión nos pateamos sus zocos y sus mezquitas y entramos en el Marruecos mítico.
Teníamos previstas algunas excursiones en los alrededores de Marraketch, una de ella fue ir a la zona del Toubkal, que es el pico más alto de Marruecos, por encima de 4.000 metros y que cuenta hasta con un pista de esquí, nos lo pasamos bomba en las carreteras de montaña y llegamos hasta la falda de la montaña para subir un trecho a pie, las vistas así como algunos pueblecitos de la zona como Imlil son maravillosos.
Otra ruta fundamental desde Marraketch es la Ruta de las Kashbash, las llamadas Kasbash son preciosas poblaciones de adobe del mismo color de la tierra del Atlas bajo presahariano, situadas en las márgenes de los ríos que se hayan cultivados en sus riveras que son muy verdes, el contraste de colores las hace tremendamente bellas, destacan Ait Benadou, Tinehir, Tolouant,…, están pobladas por beduinos, que viven muy aislados y a las mejores sólo se puede acceder en todoterreno. Hicimos varias rutas, una de ellas terminó en Ouarzazate, ciudad donde se han rodado montones de películas de Hollywood sobre el desierto y que tiene una fortificación de una Kasbash muy bonita. También hicimos el valle del Draa, hasta Zagora puerta del desierto y nos perdimos durante horas por el Sáhara.
Desde Marraketch, también se puede acceder hacia el note al medio Atlas e hicimos 2 rutas de montaña desde Beni Mella a la aventura por las altas montañas del Atlas, aquí estuvimos en lugares perdidos a más de 3.000 metros y nos cayó la noche sin comida y con frío y salimos como pudimos preguntado casi por señas a algún paisano que nos encontramos por el camino. Vamos que probamos el coche a base de bien.
Una vez disfrutado de Marraketch, nos dirigimos hacia la moderna costa este marroquí y visitamos Casablanca y Rabat de paso. El este de Marruecos es una zona moderna muy afrancesada, de hecho las calles de Casablanca recordaban a París en pequeño. Pero no era esta zona objeto de nuestro viaje, nos dirigíamos a Fez.
Antes de llegar pasamos por Meknes, que tiene un bonita medina y por fin el punto fuerte del viaje Fez, teníamos previsto hacer excursiones como desde Marraketch, sin embargo sólo un día nos adentramos en el Rift desde Chefchauen (bonito pueblo blanco que es como un pueblecito andaluz) y justo estuvimos por pistas entre las plantaciones de hatchis, una zona muy interesante, pero un poco peligrosa, pero disfrutamos muchísimo.
Fez fue durante diez siglos el corazón de la historia marroquí y durante cinco de ello uno de los mayores centros intelectuales y culturales del mundo. Por lo que se refierea sus monumentos, sobre todo, el conjunto de sus madrasas (universidades), o los colegios, posee tantos como el resto de ciudades marroquíes juntas. Los zocos mantienen sus zonas de gremios artesanales y sus sonidos y olores son imposibles de olvidar.
Fez se divide en tres zonas, Fez el Djedid, la medina judía y la Ville Nouvelle. Es imposible describir uno a uno los palacios, mausoleos, mezquitas de las dos primeras, es mejor dejarse llevar por sus calles e irlas descubriendo con un guía.
El zoco de Fez e muy complejo, es tremendamente laberíntico y perderse es muy fácil, enseguida encontrarás a algún chaval dispuesto a ser tu guía por unos cuantos dirhams. Nos costó tres días empezar a atrevernos con las callejuelas secundarias, pero al final nos sentimos tan a gusto en la medina que nos quedamos más de una semana, en la que hicimos de todo, nos ofrecían, pipas, te y comida en las tiendas y nos reíamos observando los regateos que les hacían a algunos turistas con poca experiencia en este arte. En Marruecos son verdaderos expertos.
Visitamos muchos barrios de artesanos, pero el más atractivo es el de los curtidores de pieles con sus depósitos donde tiñen el cuero, de colores y que desde lo alto parece una caja de acuarelas. Fez me dejó un sabor de boca maravillosa y desde entonces la considero un destino de fin de semana fantástico, sobvre todo si lo combinas con un bonito RIAD, que aquí hay cientos.
Después de Fez, volvimos hacia Melilla, pero daba la casualidad que era 31 de Agosto, el día en el que pasaba más gente hacia España en la operación estrecho de vuelta de vacaciones, la cola en la frontera era kilométrica, aunque enseguida un espabilado localizó nuestro todoterreno occidental y por una buena propina nos pasó la frontera mucho más rápido. El paso a España fue complicado, no se cuantas veces nos pasaron los perros por el coche, no se si buscaban drogas o a algún inmigrante escondido, el caso es que fue muy pesado. Al final cogimos el barco, nos dejamos arrastrar por la masa y pasamos la noche en un camarote hecho polvo, a la mañana siguiente salimos del barco casi sin andar arrastrados por una gran masa humana y con una sensación de claustrofobia horrible, pero al final llegamos y siempre podremos contar que hemos pasado el estrecho de Gibraltar el día cumbre de la operación retorno.
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