
Una de los lugares "obligatorios" cuando uno visita la capital de la república Checa, es el barrio judío llamado Josefov, visitando las seis sinagogas que ésta acoge. Cuando se compra la entrada para visitarlas, que existen diferentes modalidades según lo que se quiera visitar, también adquirimos la entrada para visitar su famoso cementerio judío.
Llamar bello un cementerio puede resultar macabro, sin embargo, la disposición de las lápidas dan al paisaje que presenta, una imagen misteriosa, que llama al visitante a querer explorarlo. Según la época que se visita, los caprichos atmosféricos la dotan de personalidad, pasear en otoño con todas las hojas caídas, en primavera con la hierva brillante o en invierno cubierto de nieve, proporcionan a éste lugar cambiante la capacidad de sorprender a aquellos que lo visitan.

Dista mucho de los cementerios cristianos, no encontramos estatuas, panteones o flores en el lecho de las tumbas. El pequeño camino que puede seguirse nos acerca a la tumba más visitada y querida de todas, la del rabino Low, donde los visitante depositan monedas, deseos escritos en papel o guijarros sobre su lápida en señal de respeto.

Para poder acceder a él, debe hacerse desde la sinagoga Pinkas, fundada en 1479 y situada en la entrada del Cementerio Judío, ésta tienen en sus paredes inscritos los nombres de los 77.297 judíos checoslovacos asesinados por los nazis. A la salida del cementerio nos encontramos con la sinagoga Klausen.
La lapida más antigua data de 1439 (de Avigdor Karo). El cementerio ésta aposentado sobre otro cementerio más antiguo llamado "el jardín judío". Aunque puede verse gran cantidad de lapidas, el numero de personas enterradas es incierto, porque existen varias capas de tumbas. Se calcula que en el camposanto hay alrededor de 12000 tumbas aparentemente visibles, donde reposan aproximadamente unos 100.000 judíos. El último sepelio fue el de Moses Beck en 1787.

La explicación de éste suceso, está relacionado con el Halajá (ley judía), pues los judíos no pueden destruir tumbas judías y tampoco se les es permitido transportar las tumbas a otro lugar. Por eso, al quedarse sin espacio y no poder extender el cementerio por los edificios que lo rodeaban, comenzaron a colocar más tierra encima de las tumbas existentes, de manera que las más antiguas iban quedando debajo de las nuevas. Eso explica porque las tumbas están tan cercas entre si. El cementerio acumuló más de 12 capas de tierra.
