Teníamos nueve días para pasar en el archipiélago de la Sociedad, y ahí viene la primera decisión: ¿cómo repartir los días entre la multitud de islas y atolones que allí hay? En nuestro caso nos decidimos por la ruta típica: 2 días en Tahití, 3 en Bora-Bora y 4 en Moorea.
Hoy, una vez regresado, quitaría un día de Moorea y lo pondría en Bora-Bora. Y para un viaje futuro añadiría Maupiti, Rangiroa, Huahine...muchos sitios idílicos que descubrir... Pero da igual la ruta que hagas, porque cualquiera de ellas es un sitio fantástico para quedarse.
Necesario saber que cuando viajas a la Polinesia debes tener en la mano el billete de regreso. No te puedes quedar, por más que te apetezca. Las autoridades te exigen, en el aeropuerto de salida, mostrar tu billete de salida del país. Nosotros volamos desde Honolulu en cinco horas y media con Haawaian airlines, una compañía de primera (puntuales, buena comida…).
El aeropuerto internacional está en la capital, Tahití, una isla grande con multitud de cosas que hacer, aunque no tan espectacular como el resto de islas más pequeñas o atolones.
La comida está muy bien y no es tan caro como dicen. Los alojamientos lo mismo. Todo va en función del viajero: si te mueves por la isla encuentras muchas opciones de todos los precios. La clave es fijar tu prioridad: si prefieres cerca del mar, o buscas lo más barato, o es necesario que tenga wifi (que lo normal es que no haya)... todo ello hará que el precio vaya subiendo, pero opciones hay.
Hay variedad de precios. Los precios astronómicos son siempre en los grandes resorts, donde los turistas alojados en ocasiones ni salen del hotel pues disponen de todo en ellos: playa de arena blanca, tiendas, restaurantes... aunque eso sí, todo muy caro.
La gente local es muy amable y aunque todo el mundo habla francés la mayoría también habla inglés.
Si hay algo común en todas las islas que estuvimos es que necesitas un medio de locomoción, es decir, una moto o una bici. Eso te permitirá moverte y recorrer toda la isla, pudiendo ver todas las playas y lugares de interés.
Los aeropuertos son muy pequeños y todo (facturación, desembarque...) va rápido.
Los pagos se pueden hacer en casi todos lados con tarjeta, y por supuesto en moneda local, el franco CFA (1 €=119 CFA). Menos mal en las tiendas pequeñas claro. Hay algunos cajeros en las zonas más populosas.
Es conveniente llegar con una idea de las excursiones que se quieren hacer, así ganas tiempo. Y cuando llegas hay que pasear y salir a buscar alternativas para contratarlas. Normalmente donde te hospedas te ofrecen de todo, y está bien para hacerte una idea. Pero saliendo de tu alojamiento hay más sitios y a veces más baratos (no mucho) que ofrecen las mismas actividades.
Respecto a las actividades puedes elegir entre cascadas, dar de comer a los tiburones, treking... y por supuesto coger la moto y recorrer la isla parando donde quieres, que es lo más barato.
Para comer hay multitud de sitios, y no tan caros (una buena cena para dos con pescado y bebida sale por 50 euros). Las roulottes son baratas y la comida es buena (pizza, crepes), las cuales aparcan a partir de cierta hora cada día en los mismos lugares. Y hay en las tres islas.
En Tahití apenas estuvimos dos días, y como era festivo apenas había servicio de bus. No pudimos alejarnos mucho del bungalow, pero como lo cogimos cerca de la playa no nos importó, pudiendo pasear por la playa. Aunque andando llegas a las playas de los hoteles, está permitido pasar, nadie te dice nada.
Es importante destacar que las playas de allá no son grandes extensiones de arena, anchas orillas y demás. No. Aquí son de otra manera: estrecha orilla, playa de arena fina y blanca y agua turquesa, transparente, con una enorme visibilidad para el buceo. Pero son playas pequeñas, eso sí.
Y con respecto a las perlas hay que tener cuidado. Venden por todos lados, de todos los precios. Es difícil saber si son buenas o no. Nosotros nos informamos en Moorea, donde nos alojamos, y nos recomendaron una tienda de gente local que tiene granja propia en las Tuamotu. Compramos una, bonita, no barata. Y en España nos confirmaron que sí era buena (menos mal) pero estaba mal pegada al anillo. Es decir, una perla buena pero un mal trabajo. Así que lo mejor es preguntar, comparar, investigar y regatear. Y luego rogar porque en casa te confirmen que no te han estafado