Por fín! Aunque no fue desagradable, las horas en el coche empezaban a pasar factura.
Aviso a navegantes!! Cuando entras en Portugal por carretera encontrarás una pequeña parada con unas maquinitas donde pagar por entrar pero no verás nada de peajes. Nosotros (que somos unos listillos) probamos a no pagar y ver que pasaba. Resulta que las carreteras en Portugal no son gratuitas pero los peajes no son como los de España, cada ciertos kilómetros encuentras unas cámaras que graban las matrículas del coche y que las registran para luego mandar la facturita a casa. Pues bien, en el caso de los no residentes en Portugal están esas maquinitas. Nosotros, en todos los kilómetros que recorrimos, no vimos más de esas con lo cual no pagamos y tuvimos la suerte de que no nos parase la policía porque nos habrían hecho pagar esas tasas en el acto.
Nuestro primer destino era el pueblo de Quarteira. Eran las 8 de la mañana de un domingo y aquello parecía un pueblo fantasma por lo que, tras comprar un mapa y dar una paseo por la playa, decidimos ir a pasar la mañana a Faro, ya que no podíamos entrar en nuestro hotel hasta las 14:00.
Aunque Faro es la ciudad más grande de la zona y tiene muchas cosas que parecen interesantes, nos podía el cansancio del viaje por lo que no pudimos disfrutar demasiado de ella. Paramos a comer en el primer sitio que vimos (un Burguer king) y decidimos volver a Quarteira para descansar en el hotel.
Encontrar el hotel en Quarteira fue algo complicado (creo que no a esa hora ya no serviamos para nada


Alrededor de las 6 de la tarde dejamos el hotel y fuimos a dar una vuelta por la zona pero Quarteira es un pueblo muy pequeñito (aunque con un paseo muy bonito) que queríamos visitar por morriña de mi señor acompañante (se me olvidó mencionar que su padre es portugués y pasó allí su infancia).
Un par de horas después estábamos visitando el bonito pueblo de Albufeira.
Sin duda, su estupendo mirador y cenar en una de sus múltiples terrazas viendo el mar es una de las mejores cosas que recuerdo del Algarve.
La forma tan acelerada de visitar estos pueblos es que, como enamorada del mar que soy, quería ver todas las calitas y playas que me fueran posibles antes de ir a Lisboa. El Algarve es una zona muy bonita, pero si no te gusta el sol, el mar y su brisa olvida esta zona porque no encontrarás grandes monumentos ni museos pero sí unos paseos muy bonitos por los que caminar

La mañana siguiente, después de un desayuno (el mejor de toda mi vida) en el hotel, cogimos las maletas y el coche y el rumbo nos llevó a Carvoeiro. ME ENAMORÉ!

Lástima que solo pasamos allí la mañana, recorriendo sus playas, sus preciosos acantilados y observando el bello pueblo de casitas blancas y azules.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Desde uno de sus acantilados vimos una barquita turística con la que podías entrar en unas grutas y allí que nos lanzamos. Lo recomiendo a todos los amantes del mar.
Seguimos nuestro camino y llegamos a Praia da Rocha en Portimao donde pasaríamos otra noche antes de ir hasta Lisboa y donde comimos el famoso frango del que mi novio tanto me hablaba (la verdad es que está mucho más bueno que el pollo asado de aquí y es que el proceso no tiene nada que ver jeje)
Este, sin duda, es un pueblo mucho más turístico. Nuestro hotel estaba en el paseo marítimo, donde si pasais un fin de semana no dormireis nada ya que es una zona de discotecas!
Ese mismo día visitamos Lagos por la tarde y volvimos a Praia da Rocha para cenar y tomar algo en la zona del hotel

El plato fuerte aún estaba por llegar.