Después de circular bastantes kilómetros por las tan famosas Autobahn alemanas, llegamos a Marktschellenberg, un pueblo a 14 km. de Salzburgo, aunque en territorio alemán.
En cuanto a las Autobahn, nuestra opinión ha sido que están bien, permitiéndote en algunas zonas libres de límite de velocidad, poner algo a prueba el motor, con cuidadito siempre, pero no son muchos los tramos tan buenos, porque al ser gratis, lo cuál viene muy bien para el bolsillo, están demasiado transitadas por coches y camiones y hay que extremar la prudencia al máximo. Si hay que elegir, nos quedamos con las autopistas francesas. Caras pero realmente las mejores.
Dejamos las maletas en el Hotel Lampllehen, del que luego hablaré y el dueño nos explicó cómo coger el autobús hasta Salzburgo, para poder ponernos bien de cerveza ese día. Dejó de llover y llegamos a la ciudad natal de Mozart.
Ese día había fútbol, y un ambiente sensacional . Podría parecer que ese día lo menos importante era ver la ciudad, pero realmente su belleza te cautiva desde el primer momento. No obstante, decidimos centrarnos en comer, beber y disfrutar del ambiente futbolístico y volver otro día a conocerla mejor.
Lo pasamos muy bien entre la alegría de los muchos españoles que había por allí. Inauguramos el concepto merienda-cena, es decir, a eso de las 6 de la tarde proceder a comer o merendar o cenar, o qué sé yo, pero en todo caso ponernos las botas y aguantar hasta más de las 11 que podía acabar el fútbol.
Pasamos un calor tremendo en el llenísimo tranvía que nos llevó al estadio, por algo era gratis ese día. (un inciso, olé a la organización austriaca, son unos fenómenos), encontramos a otros palentinos en bastante peor estado alcohólico que nosotros y así nos echamos unas risas (mejor me ahorro la foto, que tendrán familia).
El estadio, muy cuco, estábamos además en cuarta fila, muy cerca de un corner y de Manolo el del Bombo. Fue muy divertido y encima al final ganamos , qué más se puede pedir.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Llegamos muertos al hotel, era tarde, había sido un día muy duro. Me tendrías que haber visto el miedo que pasé atravesando el camino de ascenso al hotel con la oscuridad más tremenda que yo haya visto (o no visto).
En cuanto a las Autobahn, nuestra opinión ha sido que están bien, permitiéndote en algunas zonas libres de límite de velocidad, poner algo a prueba el motor, con cuidadito siempre, pero no son muchos los tramos tan buenos, porque al ser gratis, lo cuál viene muy bien para el bolsillo, están demasiado transitadas por coches y camiones y hay que extremar la prudencia al máximo. Si hay que elegir, nos quedamos con las autopistas francesas. Caras pero realmente las mejores.
Dejamos las maletas en el Hotel Lampllehen, del que luego hablaré y el dueño nos explicó cómo coger el autobús hasta Salzburgo, para poder ponernos bien de cerveza ese día. Dejó de llover y llegamos a la ciudad natal de Mozart.
Ese día había fútbol, y un ambiente sensacional . Podría parecer que ese día lo menos importante era ver la ciudad, pero realmente su belleza te cautiva desde el primer momento. No obstante, decidimos centrarnos en comer, beber y disfrutar del ambiente futbolístico y volver otro día a conocerla mejor.
Lo pasamos muy bien entre la alegría de los muchos españoles que había por allí. Inauguramos el concepto merienda-cena, es decir, a eso de las 6 de la tarde proceder a comer o merendar o cenar, o qué sé yo, pero en todo caso ponernos las botas y aguantar hasta más de las 11 que podía acabar el fútbol.
Pasamos un calor tremendo en el llenísimo tranvía que nos llevó al estadio, por algo era gratis ese día. (un inciso, olé a la organización austriaca, son unos fenómenos), encontramos a otros palentinos en bastante peor estado alcohólico que nosotros y así nos echamos unas risas (mejor me ahorro la foto, que tendrán familia).
El estadio, muy cuco, estábamos además en cuarta fila, muy cerca de un corner y de Manolo el del Bombo. Fue muy divertido y encima al final ganamos , qué más se puede pedir.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Llegamos muertos al hotel, era tarde, había sido un día muy duro. Me tendrías que haber visto el miedo que pasé atravesando el camino de ascenso al hotel con la oscuridad más tremenda que yo haya visto (o no visto).