El segundo día teníamos planeado conocer el lago más famoso de Suiza,pero como para verlo en todo su esplendor hay que estar seguros de gozar de una meteorología lo más benévola posible,posponemos la visita para màs adelante,ya que mirando el parte meteorológico parece que lloverá por allí. Miramos todos los lugares que traemos apuntados en nuestra lista uno por uno y en Berna parece que brillará el sol,asi que para allá nos vamos
Había leído en otros diarios que hay zonas donde se puede aparcar un par de horas gratis con el "disco-reloj de cartón" que puedes adquirir en las oficinas de turismo,pero al llegar no encontramos ninguna oficina de información,hay bastante tráfico,no conocemos la ciudad y además pensamos que dejar el coche en una zona de parquímetro donde tienes que estar continuamente renovando el ticket es una lata,así que optamos por dejarlo en el parking del casino,que además está muy céntrico (ésta opción no resulta barata,pagamos 13 € por 4 o 5 horas que estuvimos aproximadamente,pero tienes la tranquilidad de tener el coche bien aparcado y que no tendrás la desagradable sorpresa de una multa si se te pasa el tiempo como en un parquímetro o de que no recuerdes donde dejaste aparcado el coche).
Comenzamos nuestra ruta por la ciudad antigua de Berna en la torre del reloj astronómico y seguimos paseando calle abajo flanqueados por sus arcadas llenas de tiendas a ambos lados.
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Según bajamos a mano derecha vemos la fachada de la que fué la casa de Einstein y al llegar al final de la calle principal vemos como el rio Aare con su gran caudal y su fuerza separa la parte antigua de la ciudad de lo que suponemos que será la parte moderna.
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Cruzamos el puente "Nydeggbrüke" para ver el foso de los osos (he de decir que dá bastante pena verlos allí tirados,adormilados y perezosos,no sé si presa del aburrimiento o de la tristeza...)
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Justo detrás está la oficina de turismo (ahora la encontramos sin buscarla),nos acercamos a coger un plano de la ciudad y con éste en mano volvemos a cruzar el puente para volver al centro,pero esta vez en lugar de volver por la calle principal,volvimos por la paralela que queda detrás y vimos otros puntos de interés como el ayuntamiento y la iglesia de San Pedro y Pablo.
Una vez en el centro de nuevo buscamos algún sitio para comer,es medio dia,hay bastante afluencia de turismo y eso se nota en las terrazas y restaurantes bastante llenos.Al final decidimos la opción más rápida y más barata: entrar a un establecimiento Migros donde tienen comida para llevar;tienen bastante donde elegir: bocadillos,ensaladas,pasta,nuggets,pollo asado,arroz,sandwiches,wraps,postres,etc. Nosotros tres optamos por un muslo de pollo asado para cada uno y una ración de patatas fritas para compartir y de postre tres porciones de tarta selva negra
Nos sentamos a comer en uno de los soportales de la calle,fusionándonos con el resto de berneses y de turistas que hacen lo propio mientras contemplamos el ir y venir de las gentes y el movimiento de la ciudad. Después de comer volvemos al parking y cambiamos de localización.
Llegamos a Thun,una pequeña ciudad que ese día estaba muy animada. Dejamos el coche en el parking de un centro comercial que vimos y comenzamos a callejear aprovechando el estupendo sol que nos acompañaba.
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Encontramos un puente florido sobre el rio que tiene un parecido razonable con el de Lucerna,como si fuese su hermano pequeño
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Como el lago Thunersee no queda lejos,decidimos que merece una visita,asi que acabamos la tarde disfrutando de la placidez de la vida contemplativa sentados frente al lago,hipnotizados por las suaves ondas que la brisa dibuja en el agua,seducidos por la tranquilidad que nos rodea cuando las pequeñas embarcaciones a vela y el gran barco que lo recorre se marchan,dejando vacío el escenario al aire libre que la naturaleza nos regala para contemplar la puesta de sol.
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Vemos como el sol se vá escondiendo poco a poco detrás de las nubes primero y tras las montañas después.Nos embarga una profunda sensación de bienestar.
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Cuando vemos que la poca gente que queda empieza a marcharse,nosotros hacemos lo mismo;nos ponemos en marcha de vuelta al apartamento,pero antes de llegar vemos algo que nos hace parar el coche y salir a contemplar por unos instantes aquella bella estampa: es el pueblo de Spiez.
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Nota: tanto en Thun (en el centro comercial) como en Thunersee,tuvimos que dejar el coche en un parking,pero ninguno de éstos resultó tan caro como el de Berna (supongo que sería por ser el casino...).