Día 2: Etapa a San Martín del Camino.
(17-Mayo-2014)

Me despierta unos ruidos, alguien se ha levantado y se están preparando la mochila. Son las 5:45, hora de ponerse en movimiento.
Tras asearme, me visto y busco donde se da el desayuno. Tras encontrar el comedor veo una mesa llena de peregrinos de un montón de nacionalidades. Una señora muy amable me da los buenos días y me ofrece café. Me sirve un café con leche, que le pido, y me siento en una silla que había libre frente a la mesa donde están todos sentados con tostadas, mantequilla y mermeladas. Desayuno mientras hablo con una pareja de españoles que tenía sentados al lado. Luego limpio lo que he utilizado y en una hucha a la salida que pone “la voluntad” dejo unas monedas. Salgo del albergue y busco el camino.

Parece que soy el primero en salir. Las calles están muy tranquilas y aun es de noche.

No sé ni por dónde empezar. Veo la mochila de un peregrino a lo lejos caminando y me pongo a seguirlo. Es una chica, la alcanzo y le pregunto por dónde es el camino. Me responde que solo tengo que seguir las flechas amarillas. De repente León se llena de flechas amarillas en el suelo y en las esquinas… el día anterior me lo recorrí todo y no vi ninguna.
Las flechitas me dan un rodeo por las calles de León. Luego por un polígono industrial y el resto por un camino de tierra paralelo a la N-121 creo. Veo alguna casa curiosa, hago las primeras fotos. Y de vez en cuando me paro. Al rato almuerzo un bocadillo en una cafetería.



Llego al pueblo y me registro en el primer albergue que encuentro. Uno privado “Santa Ana”. Me indican donde está mi cama, es mucho más confortable que el albergue de León. Estoy dejando mi mochila en la cama y preparándome para la ducha cuando veo salir una chica cubierta con una toalla del aseo. Pienso que se han equivocado y me han metido en el dormitorio femenino, pero la chica, que no habla español, me hace entender que los albergues son mixtos. Me parece curioso, no lo sabía. Esto será lo habitual en la mayoría de albergues que me voy encontrando por el camino.

Me pego una buena ducha y me voy a buscar un sitio donde comer. Encuentro uno donde hay un “Menú del peregrino” por 10€ y en el que como estupendamente. En la mesa de al lado hay un peregrino que superará los 60 años y que al parecer también viaja solo, Ramón. Se le ve buena gente y de alguna forma se nota que la mayoría de la gente que hace este viaje no es por una motivación turística. Conversamos animadamente mientras comemos. Otro peregrino se nos sentó en la mesa de enfrente y se unió a la conversación. Un hombre que había empezado en León y que se llama Camilo. Se nota muy buen ambiente con la gente del camino y de las poblaciones que atravesamos.
San Martín es muy pequeño. Como servicios únicamente tiene dos albergues, un bar y una tienda. Esperaba encontrarme el camino más lleno de tiendas de souvenirs y más explotación turística, pero de momento no es así.
Paso por delante del albergue municipal y me encuentro en el interior, en un patio vallado, a un chico que conocí el día anterior en León lavándose unas prendas a mano. Un chico vasco algo extraño pero muy agradable. Yo estoy fuera sentado en un banco tras la verja después de comer y hablamos sobre cuánto tiempo llevamos en el camino, los motivos, etc. A la conversación se une Vicente, un brigada del ejército que por una promesa, según nos comenta, está haciendo el camino corriendo. Muy interesante y agradable también. Quedamos para ver el fútbol más tarde en el bar donde he comido. Me despido de ellos y me voy a comprar algunas cosas a la tienda del pueblo. Algo para cenar y una libreta donde ir apuntando las cosas que me pasan y pienso durante el viaje. Me encuentro bien, estoy tranquilo y me apetece escribir. Así es como inicio este diario de viaje.

Cerca encuentro un parque, me apetece sentarme ahí un rato y disfrutar de la soledad. Hay una gata muy cariñosa que se acerca y se deja acariciar. Hago unas llamadas a mi hermana y a mi madre, les digo que estoy bien. Disfruto un rato escuchando algo de música en mis auriculares.
El fútbol es a las 18:00, Atlético de Madrid y el FC Barcelona se juegan la liga. No me gusta mucho el fútbol pero creo que es un partido interesante y me apetece ver el partido con gente.
Voy al bar. Me hago unas cervezas y veo a muchos peregrinos y gente del pueblo viendo el partido. Me gusta el ambiente.
Cuando finaliza el partido me despido y me voy al albergue a cenar algo. Me hago un bocadillo de tortilla con jamón en la cocina junto a una familia de coreanos que me indican con señas como utilizar la cocina. No les entiendo nada pero son buena gente.
Cojo el bocadillo y me lo llevo fuera, a unas mesas como las de picnic que hay en el albergue. Paso por delante de dos italianas a las que saludo, me responden con una sonrisa. Me siento y empiezo a cenar. Se acerca Camilo con otro bocadillo y me pregunta si puede sentarse conmigo, le digo que claro. Empezamos a charlar y a conocernos un poco, las italianas me sonríen de vez en cuando, sobre todo una rubia bastante guapa.
Hay un chico masajista, medio loco y muy eufórico comiendo la cabeza a la gente. Primero a las chicas italianas y luego a nosotros en la mesa. Es un tío majo aunque está algo acelerado. Me cae bien, nos damos las manos y se marcha. Continúo un rato charlando con Camilo antes de dormir. Nos despedimos y me acuesto en mi litera.
Durante la primera parte de la etapa, mientras caminaba, continuaba Sara en mi cabeza. Lo de siempre, los motivos por los que dejé de gustarle, si estará con alguien, Ismael etc… pero cuando he terminado de almorzar en el bar y, al salir, noto que había dejado de hacer frío y salido el sol. Me empiezo a encontrar mejor. Luego el contacto con los peregrinos ha ido haciendo que me anime bastante y he disfrutado mucho de la ruta y la tarde de hoy.
(Todos los nombres de las personas que he conocido han sido cambiados a lo largo de todo el diario)