A unos 20 km de Split se encuentra la ciudad de Trogir, una bella localidad a la que hemos decido ir en barquita en lugar de en bus porque nos pareció más bonito el recorrido y acertamos.

Esta es la línea que hace el trayecto Split-Slatine-Trogir y viceversa www.buraline.com/
El ticket vale 24kunas (unos 3€) y se compra al subir al barquito.
Una hora de trayecto, en mitad del cual hemos parado en el precioso pueblecito de Slatine, y llegamos a Trogir.
De planta y diseño octogonal helénico, originariamente aliada de Hungría, esta isla-ciudad debe su aspecto actual a los casi cuatro siglos de dominación veneciana.
Desde su asedio y devastación en 1420 por las tropas venecianas hasta su recuperación por el imperio austro-húngaro, la ciudad fue reconstruida con numerosos palacios, murallas, torres y fortalezas.

Unida al continente por un sencillo puente y a la isla Ciovo por otro, esta pequeña ciudad está considerada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

De un blanco cegador son casi todos los edificios, tan bien conservado todo que ha merecido la calificación de complejo gótico mejor conservado y ciudad gótica más antigua del Adriático.
La catedral es el edificio más imponente de la ciudad. Construida como suele se habitual sobre los cimientos de una antigua basílica, en su pórtico destacan las figuras de piedra de Adán y Eva.

En esta misma plaza se encuentran los edificios más emblemáticos de la ciudad, palacios, lonja y la iglesia de San Salvador, conocida por su torre del reloj

En cuestión de minutos la pequeña población se ha llenado de gente (imagino excursiones de cruceristas) así que vamos a huir un poco de las masas subiendo al campanario, para hacernos una idea de la distribución de la isla.
Un cartel advierte en varios idiomas que a partir de este punto asumes voluntariamente el riesgo de subir.
No me extraña, dado el estado de corrosión que tienen las escalera, aún así, nos arriesgamos

Visitamos algún que otro palacio más, todo muy "veneciano" y perfectamente restaurado mientras seguimos callejeando un poco más.

La ciudad es pequeñita y casi todo está enfocado al turismo.
Los habitantes locales no se dejan ver o quizás no existen en esta zona.
Nos sentamos a comer en uno de los muchos restaurantes un plato de la casa y una cerveza bien fría, que el calor empieza a ser insoportable.
Después de comer las hordas de turistas han desaparecido, así que iremos a visitar la fortaleza del Camarlengo, en una punta de la isla.

Actualmente es un espacio cultural que alberga eventos y un cine al aire libre pero su construcción, también veneciana, fue con objeto de ser la base naval de esta parte del Adriático.
Si os gustan las piedras y las murallas vale la pena entrar, todo es exterior pero hay buenos sitios para hacer fotos
Regresamos al punto donde nos dejó el barquito para coger el de regreso, y una hora más tarde estábamos de regreso en Split.
Mañana nos vamos a Dubrovnik, vamos a aprovechar para volver a pasear por el antiguo palacio y a tocar el dedo de la gigantesca estatua de Grgur Ninski (Gregorio Nin) para que nos de suerte.

La estatua está en restauración, pero al dedo se puede acceder por una ventanita del andamio.
Regresamos a la zona del puerto pesquero, volviendo a atravesar la ciudad hasta llegar al paseo de la Riva, muy bonito, pero a nosotras nos ha gustado más la zona del puerto pesquero, con los marineros cosiendo las redes y reparando la madera de sus barcas, como si el resto del mundo no existiera.
Está anocheciendo y la luz dorada se refleja en las paredes, en las piedras, integrándolo todo en la belleza de la sencillez.

Me quedé con esta imagen, que quizás no es la más bella, pero representa un momento en el que me sentí muy a gusto en esta ciudad.