Otro madrugón pero de muy buena gana, porque el día pintaba interesante, y porque hasta el momento todo nos estaba saliendo de lujo, Escocia preciosa y los escoceses de lo más amable que hay por ahí junto a los húngaros.
Dejamos Aberdeen como habíamos llegado, sin dedicarle ni un ratito, y cogimos la A96, siendo nuestra primera parada Dufftown, el pueblo donde se encuentra la destilería de Glenfiddich. La visita en Español era a las 11, y llegamos a las 9, así que en inglés nos valió. La visita es curiosa, pero nuestro inglés no daba para entenderlo todo. Al final de la visita te invitan a una pequeña cata de su whisky de 12, 15 y 18 años. He de decir que no me gusta el whisky nada, pero desde que estuve en Escocia mi opinión ha variado ligeramente: el whisky bueno está bueno

Volvimos a la carretera y la siguiente parada fue Elgin, donde había visto en internet fotos de una catedral en ruina y me gustó. Efectivamente, me alegré de haber parado. Eso sí, está vallado y si quieres pasear dentro hay que pagar. Por fuera se ve perfectamente. Estuvimos como una media hora viéndolo y tomando café, y nuevamente tiramos millas (nunca mejor dicho), con la alegría de que íbamos muy bien de tiempo. El día constaba de 300km y temíamos habernos pasado, pero no fue así.
En Inverness fuimos a parar a un Aldi, por dos razones: teníamos que reponer víveres y nos pareció un buen sitio para aparcamiento. Así fue. El centro estaba a un paso (es una ciudad pequeña) y el Aldi a un precio razonable (junto con el Lidl son los que recomiendo). Es curioso como un país tan caro como Escocia, algunas cosas de comida tienen un precio similar a España. Es curioso y mosquea, también.
Total, que dimos nuestro paseo por Inverness. Es bonita, pero no increíble. Con esto quiero decir que si no pilla de paso, nadie se agobie. Pero suele pillar de paso, y está bien verlo. Lo más bonito de la ciudad me pareció el nombre, espero que esto no ofenda a nadie.
Como no sabía qué carreteras me iba a encontrar -decían que distintas a lo habitual-, quería llegar a Skye con luz, y lo conseguimos. Estoy hablando de que el día y las visitas previstas transcurrían sin pausa, pero sin prisa. En Inverness comimos y tomamos café tranquilamente (por los 300km, digo).
El camino de Inverness a Skye, precioso. El lago Ness nos resultó digno de ver, más que por su belleza, por imponente. Es inmenso. No me lo esperaba tan... así.
Respecto a Urquhart Castle, tipo Dunnotar. Ruinas que te hacen intuir lo que un día fue, en un entorno envidiable.
La llegada a Skye también te deja muchas sensaciones, pero sólo son un pequeño anticipo de todo lo que vas a ver. Ya en Broadford, segunda población más grande de Skye, paramos en una gasolinera a ver si alguien nos podía orientar sobre cómo llegar a la casa de nuestro anfitrión, también vía couchsurfing (los precios en Skye son disparatados, Escocia es cara, pero Skye crees que es broma). La señora era tan maja (como buena escocesa) que al grito de follow me se subió en su coche y nos llevó hasta la misma puerta. Como no sabía cómo agradecérselo, le di chocolate, que aceptó de buen grado. Simplemente adorables. Nuestro anfitrión era un tío grande, por dentro y por fuera. Hablaba fuerte y reía de verdad, tenía buen sentido del humor, no tomaba té sino café, y odiaba a los ingleses. Un gran tipo, una gran suerte dar con él. El resto de la jornada la pasamos charlando con él y gente de su entorno. Toda una experiencia.
