JUEVES 25 SEPTIEMBRE 2014
A las 4 de la mañana nos despertamos ya, nos duchamos e hicimos la maleta. A las 6 bajamos a desayunar. Nos sentamos con Jordi y María. Estaba todo buenísimo: salchichas, salsa de tomate con guisantes y cilantro, tortitas, plátano frito, arroz con frijoles, fruta, croissants, jugos, etc.
Nos lavamos los dientes, bajamos a recepción a las 6:30 y ya estaba allí el bus del Hotel Pachira Lodge que nos llevaría a Tortuguero. Devolvimos las tarjetas del hotel en recepción y pagamos una botella de agua que habíamos cogido de la mini nevera (1600 colones=2’3euros). Se me olvidó devolver el adaptador que nos habían prestado en el hotel para poder cargar el móvil, pues allí la corriente es a 110 voltios.
El guía se llamaba Ronny Zuñiga y era un poco vende humos. Nos subimos al bus e hicimos varias paradas más para recoger gente de varios hoteles. El viaje fue bastante ameno gracias a la explicación del guía.
Atravesamos las llanuras de Guápiles, en el Parque Nacional de Braulio Carrillo, que se ubica en la Cordillera Volcánica Central. Muy cerca se encuentran los Parques Nacionales del Volcán Poás y del Irazú. El parque de Braulio Carrillo está sólo a 25km de San José y tiene una gran variedad de fauna y flora. Pelayo tuvo la oportunidad de ver una mariposa Morpho.
Además Eduardo, el conductor, que era un gran amante de los animales, nos enseñó por el camino un pavón (Crax rubra) que se encontraba descansando en una rama. Se trata de una especie muy escasa pero aún quedan algunas en puntos concretos del país, entre ellos Braulio Carrillo, por lo que tuvimos mucha suerte de verlo. Está bajo la amenaza de extinción por pérdida de su hábitat y deforestación. También vimos un par de tucanes volando a lo lejos, fáciles de reconocer por el pico grande que tienen.
Paramos a desayunar, por segunda vez, en el Restaurante El Ceibo. El menú era muy parecido al del hotel Balmoral: arroz, salchichas, salsa de tomate, plátano frito, fruta, café…Pero mucho peor de calidad y cantidad en El Ceibo.
Al terminar de desayunar me lavé los dientes y salí fuera, en donde estaba nuestro conductor. Le pregunté si había algún perezoso por la zona y me contestó que sí, que había uno que pasaba meses en la finca del restaurante para después desaparecer otra temporada y volver después de nuevo. Estaba enganchado en una rama y no se movió nada de nada.
En Costa Rica hay dos tipos de perezosos: de dos dedos (Choleopus hoffmani), que se encuentran en lugares más altos y fríos, y de tres dedos (Barypus variegatus), típicos de la zona a nivel de mar como Cahuita. Pasan la mayor parte del tiempo en las copas de los árboles. Nos contó un guía que sólo bajan alrededor de una vez por semana para defecar.
También me enseñó las ranitas rojas con patas negras que aquí llaman blue jeans, al lado de un regato. Son muy pequeñas pero monísimas. En realidad se llama rana flecha roja y azul. Su coloración llamativa advierte a los depredadores del veneno que posee en la piel. Posee más de 230 alcaloides que actúan como neurotoxinas y que obtiene de los insectos que come (principalmente hormigas y garrapatas). Se puede coger pero si tienes una herida en la mano te afectará el veneno, Pelayo cogió varias a lo largo del viaje.
Continuamos nuestro viaje, tras la comida, hacia Tortuguero, atravesando innumerables plantaciones de banano hasta que llegamos al embarcadero. Tortuguero se encuentra en la región norte de la provincia de Limón, bañado por el Mar Caribe.
Nos despedimos del conductor, no sin antes darle algo de propina. Subieron todas nuestras maletas al barco y comenzamos el viaje por los canales del Parque Nacional de Tortuguero hasta nuestro hotel. La mayoría no llevábamos incluida la entrada así que tuvimos que pagar 10 colones por persona que se encargó de recoger el guía antes de subir al barco.
Los canales fueron creados con lagunas y ríos naturales, siendo una de las zonas más lluviosas del país. Tortuguero es famoso por las tortugas que acuden a sus playas para desovar pero también por su variada flora y fauna, pues es una de las áreas con mayor biodiversidad de Costa Rica. Fue creado en 1975 para proteger la naturaleza de la región pero también para propiciar las investigaciones científicas. Además Tortuguero es el lugar más importante del hemisferio occidental en cuanto a desove de la tortuga verde (Chelonia mydas), especie en peligro de extinción.
Por el camino en barco ya vimos numerosos animales: caimanes, aves, basiliscos, etc. Pelayo llevaba una revista de Motociclismo que habíamos comprado en el aeropuerto de Coruña; un chico que iba en la excursión se le acercó y le empezó a hablar de motos. Se llamaba Dani y era de Girona. Estaba de viaje de luna de miel con su ya mujer, Noemí. Hablamos con ellos durante el viaje largo y tendido, parecen muy majetes.
Llegamos al embarcadero del hotel Pachira Lodge y nos recibieron en la piscina con un cóctel de bienvenida riquísimo. El Gerente, Roberto (un negro enorme y con un vozarrón de ultratumba) nos dio a todos la bienvenida. El hotel tenía cafetería, piscina, bosque a porrillo y luego estaba formado por bungalós bastante grandes pero sin grandes lujos. Dos camas y un baño. Estábamos en medio de la selva, por lo que había muchísimos bichos.
Nada más llegar nos apuntamos a la excursión del desove de tortugas (25€ por persona) y luego fuimos a comer. Era tipo buffet y ese día habían preparado pasta al pesto, ensaladas, arroz, puré de camote/batata (riquísimo), pollo, carne de res,…Para beber jugo de mango o agua. De postre macedonia de frutas. En el comedor, nada más entrar, nos encontramos con una Morpho y una polilla gigante verde y blanca. Lo bueno de este hotel es que hay máquinas dispensadoras de agua potable y por tanto se pueden rellenar las botellas que llevamos sin tener que comprar. Tengo que decir que estas máquinas no volvimos a verlas más durante nuestro viaje.
Tras la comida fuimos para el cuarto y yo aproveché para dormir un rato mientras Pela se daba un paseo por los alrededores del hotel. A las 14:30 estábamos citados en el embarcadero para hacer un tour en una barquita por los canales hasta las 16:30. Nuestro conductor se llamaba Héctor y era una mole con bigotito de pocas palabras, sin embargo era buenísimo a la hora de ver animales, vimos un montón de ellos: monos araña, caimanes, tortugas, basiliscos, iguanas, garzas tigre, etc. Además tuvimos suerte que hizo buen tiempo.
A la vuelta nos dimos un baño en la piscina cuya agua estaba ardiendo por el calor que hacía fuera, y después tomamos una cerveza Imperial en el embarcadero, ya anocheciendo. Las leves luces de la orilla de enfrente se veían preciosas, en medio de la selva, y el cielo estaba lleno de estrellas.
En ese momento nos comunicaron que haríamos el tour de las tortugas en el primer turno (20-22h), pues te adjudican un turno horario para que no se junte demasiada gente en la playa.
Fuimos para el cuarto a cambiarnos y de ahí al comedor, cenando sobre las 18:30 (aquí las comidas son mucho más temprano que en España). Para cenar había pollo, ensalada, pastel de yuca con carne y queso (riquísimo), etc. Tras la cena volvimos al cuarto para ponernos ropa larga (con el fin de evitar las picaduras de mosquito) y oscura (para no asustar a las tortugas) además de coger los frontales. Además en el hotel nos prestaron un par de katiuskas a cada uno, pues el suelo con la lluvia podía estar muy embarrado. Antes de marchar pagué en recepción la excursión al Canopy/tirolinas (25€ por persona) para el día siguiente.
A las 19:30 nos esperaban en el embarcadero, sin cámaras, pues están prohibidas para no dejar ciegas a las tortugas. Nos tocó con una guía que se llamaba Susana y llevaba un grupo de ocho personas, entre ellos Dani y Noemí (Girona), Alberto e Inés (de Benidorm), Jordi y María (Manresa) y Pelayo y yo. A nosotros nos adjudicaron un tramo de playa que estaba justo enfrente del hotel así que cruzamos en barco hasta la orilla de enfrente y, una vez allí, caminamos unos pocos metros hasta un refugio. Allí teníamos que esperar hasta que los avistadores de tortugas, que están en la playa, nos diesen luz verde a través de la radio que llevan.
La playa, por lo que nos explicó Susana, está dividida en sectores y a cada grupo le corresponde uno de ellos. Sin embargo si sólo aparece una tortuga, todos los grupos pasarán por orden y rotativamente por ese sector para que todo el mundo la vea.
Nosotros éramos el grupo primero así que teníamos suerte. Al rato nos avisaron de que había una sola tortuga así que pasamos todos. Te avisan cuando ya ha cavado el hoyo con las aletas y ha empezado a desovar para que no se asuste y se vaya.
Nosotros fuimos el primer grupo en verla, era muy grande, estaba poniendo huevos que parecían bolas de ping-pong. Por lo que nos explicaron mientras desova está en trance y no se entera de que nos acercamos. Los guías además siempre van con una luz roja para no molestarlas. En cada desove suele poner alrededor de 100-200 huevos. Salimos dos veces más para ver cómo los ponía y cómo los enterraba.
Luego hizo otro agujero al lado para despistar a los depredadores. De repente se puso a llover a cántaros de tal modo que hasta el impermeable empezó a calar.
El problema fue Pela, que había venido sin impermeable y cada vez que salíamos a ver la tortuga desde unos pequeños refugios que había en la entrada de la playa, en donde esperábamos hasta que fuese nuestro turno, se ponía pingando (como si se hubiera metido en una piscina).
Finalmente todo el grupo de personas, que seríamos sobre unas 50-60, acompañamos a la tortuga verde hasta el agua, en plan procesión, en donde desapareció muy rápido. A mí me pareció un poco parque de atracciones, estoy segura de que a la tortuga no le gusta que le sigan tantas personas. Crítica a Sea Turtle Conservatory: www.tripadvisor.es/ ...ml#REVIEWS
Además de la verde, en estas playas desovan también otras especies de tortugas como la cabezona (Caretta caretta), la carey (Eretmochelys imbricata) y la baula/laúd (Dermochelys coriácea), pero en esta época del año sólo desova la verde. En esta zona se llevan a cabo los Programas de Monitoreo y Marcaje de Tortugas Marinas por la organización CCC (Caribean Conservation Corporation), lo que ha favorecido la conservación de las mismas, pues en la zona hasta hace poco se comían los huevos y se vendían, siendo una importante fuente de ingresos para sus habitantes. Hoy en día está prohibidísimo, bajo multas de muchos colones.
Sin embargo las tortugas lora (Lepidochelys olivácea), menos comunes, prefieren desovar diciembre a abril en el Caribe, las carey en la playa de la costa pacífica llamada Ostional de agosto a septiembre (playa que está plagada de huevos, es el único lugar en donde permiten recoger la primera puesta del año; al parecer la gente puede incluso coger las tortuguitas bebé y llevarlas hasta el mar GRATIS, no como aquí).
Las verdes desovan de julio a octubre y especialmente de noche, cuando la arena está tibia. También se ven en arrecifes de coral que hay cerca de la playa durante el día. Se calcula que sólo una de cada 5000 tortugas bebé llegará a la edad adulta, de ahí su protección.
La tortuga verde (Chelonia mydas) es bastante grande y debe su nombre a que la grasa que tiene debajo de su caparazón le da esa coloración. Pesan una media de 200kg y pueden llegar a más de metro y medio de largo. Además de la acción humana directa (recogida de huevos o caza para comer su carne), también las daña la contaminación, las redes de pesca, la pérdida de su hábitat, etc.
No desovan hasta que tienen cinco años. Se sabe que recorren grandes distancias entre sus lugares de alimentación y las playas en donde nacieron (hasta 2.500km). Para desovar siempre vuelven a la playa en la que nacieron. Las tortuguitas salen a los 45-75 días durante la noche y se dirigen instintivamente hasta el mar.
Las tortugas adultas tienen pocos depredadores, sólo tiburones grandes y los humanos. Sin embargo las pequeñas tienen numerosos cazadores: cangrejos, pequeños mamíferos, aves, etc. Pueden alcanzar hasta 80 años de vida.
Costa Rica cuida mucho las tortugas, pues suponen una gran fuente de ingresos económicos por parte del turismo. Aún así me parecieron precios abusivos, sobre todo porque si la noche en la que vas a la playa no aparece ninguna tortuga no te devuelven el dinero. Por lo que comentaban los guías hace años había muchísimas cada noche, hoy en día raro es el día que aparecen 2-3, una pena...
Sobre las 21:30 horas volvimos para el hotel. Nos duchamos y pusimos toda la ropa empapada a tender dentro del cuarto. Pelayo se fue a tomar una cerveza al bar con el resto pero yo me quedé en el cuarto porque teníamos los billetes mojados y tendidos encima de una toalla así que por si acaso entraban en el cuarto a robar preferí escribir el diario y acostarme pronto. Pelayo volvió al poco tiempo porque la gente estaba bastante cansada también así que nos debimos de dormir sobre las 23horas.
Nos lavamos los dientes, bajamos a recepción a las 6:30 y ya estaba allí el bus del Hotel Pachira Lodge que nos llevaría a Tortuguero. Devolvimos las tarjetas del hotel en recepción y pagamos una botella de agua que habíamos cogido de la mini nevera (1600 colones=2’3euros). Se me olvidó devolver el adaptador que nos habían prestado en el hotel para poder cargar el móvil, pues allí la corriente es a 110 voltios.
El guía se llamaba Ronny Zuñiga y era un poco vende humos. Nos subimos al bus e hicimos varias paradas más para recoger gente de varios hoteles. El viaje fue bastante ameno gracias a la explicación del guía.
Atravesamos las llanuras de Guápiles, en el Parque Nacional de Braulio Carrillo, que se ubica en la Cordillera Volcánica Central. Muy cerca se encuentran los Parques Nacionales del Volcán Poás y del Irazú. El parque de Braulio Carrillo está sólo a 25km de San José y tiene una gran variedad de fauna y flora. Pelayo tuvo la oportunidad de ver una mariposa Morpho.
Además Eduardo, el conductor, que era un gran amante de los animales, nos enseñó por el camino un pavón (Crax rubra) que se encontraba descansando en una rama. Se trata de una especie muy escasa pero aún quedan algunas en puntos concretos del país, entre ellos Braulio Carrillo, por lo que tuvimos mucha suerte de verlo. Está bajo la amenaza de extinción por pérdida de su hábitat y deforestación. También vimos un par de tucanes volando a lo lejos, fáciles de reconocer por el pico grande que tienen.
Paramos a desayunar, por segunda vez, en el Restaurante El Ceibo. El menú era muy parecido al del hotel Balmoral: arroz, salchichas, salsa de tomate, plátano frito, fruta, café…Pero mucho peor de calidad y cantidad en El Ceibo.
Al terminar de desayunar me lavé los dientes y salí fuera, en donde estaba nuestro conductor. Le pregunté si había algún perezoso por la zona y me contestó que sí, que había uno que pasaba meses en la finca del restaurante para después desaparecer otra temporada y volver después de nuevo. Estaba enganchado en una rama y no se movió nada de nada.
En Costa Rica hay dos tipos de perezosos: de dos dedos (Choleopus hoffmani), que se encuentran en lugares más altos y fríos, y de tres dedos (Barypus variegatus), típicos de la zona a nivel de mar como Cahuita. Pasan la mayor parte del tiempo en las copas de los árboles. Nos contó un guía que sólo bajan alrededor de una vez por semana para defecar.
También me enseñó las ranitas rojas con patas negras que aquí llaman blue jeans, al lado de un regato. Son muy pequeñas pero monísimas. En realidad se llama rana flecha roja y azul. Su coloración llamativa advierte a los depredadores del veneno que posee en la piel. Posee más de 230 alcaloides que actúan como neurotoxinas y que obtiene de los insectos que come (principalmente hormigas y garrapatas). Se puede coger pero si tienes una herida en la mano te afectará el veneno, Pelayo cogió varias a lo largo del viaje.
Continuamos nuestro viaje, tras la comida, hacia Tortuguero, atravesando innumerables plantaciones de banano hasta que llegamos al embarcadero. Tortuguero se encuentra en la región norte de la provincia de Limón, bañado por el Mar Caribe.
Nos despedimos del conductor, no sin antes darle algo de propina. Subieron todas nuestras maletas al barco y comenzamos el viaje por los canales del Parque Nacional de Tortuguero hasta nuestro hotel. La mayoría no llevábamos incluida la entrada así que tuvimos que pagar 10 colones por persona que se encargó de recoger el guía antes de subir al barco.
Los canales fueron creados con lagunas y ríos naturales, siendo una de las zonas más lluviosas del país. Tortuguero es famoso por las tortugas que acuden a sus playas para desovar pero también por su variada flora y fauna, pues es una de las áreas con mayor biodiversidad de Costa Rica. Fue creado en 1975 para proteger la naturaleza de la región pero también para propiciar las investigaciones científicas. Además Tortuguero es el lugar más importante del hemisferio occidental en cuanto a desove de la tortuga verde (Chelonia mydas), especie en peligro de extinción.
Por el camino en barco ya vimos numerosos animales: caimanes, aves, basiliscos, etc. Pelayo llevaba una revista de Motociclismo que habíamos comprado en el aeropuerto de Coruña; un chico que iba en la excursión se le acercó y le empezó a hablar de motos. Se llamaba Dani y era de Girona. Estaba de viaje de luna de miel con su ya mujer, Noemí. Hablamos con ellos durante el viaje largo y tendido, parecen muy majetes.
Llegamos al embarcadero del hotel Pachira Lodge y nos recibieron en la piscina con un cóctel de bienvenida riquísimo. El Gerente, Roberto (un negro enorme y con un vozarrón de ultratumba) nos dio a todos la bienvenida. El hotel tenía cafetería, piscina, bosque a porrillo y luego estaba formado por bungalós bastante grandes pero sin grandes lujos. Dos camas y un baño. Estábamos en medio de la selva, por lo que había muchísimos bichos.
Nada más llegar nos apuntamos a la excursión del desove de tortugas (25€ por persona) y luego fuimos a comer. Era tipo buffet y ese día habían preparado pasta al pesto, ensaladas, arroz, puré de camote/batata (riquísimo), pollo, carne de res,…Para beber jugo de mango o agua. De postre macedonia de frutas. En el comedor, nada más entrar, nos encontramos con una Morpho y una polilla gigante verde y blanca. Lo bueno de este hotel es que hay máquinas dispensadoras de agua potable y por tanto se pueden rellenar las botellas que llevamos sin tener que comprar. Tengo que decir que estas máquinas no volvimos a verlas más durante nuestro viaje.
Tras la comida fuimos para el cuarto y yo aproveché para dormir un rato mientras Pela se daba un paseo por los alrededores del hotel. A las 14:30 estábamos citados en el embarcadero para hacer un tour en una barquita por los canales hasta las 16:30. Nuestro conductor se llamaba Héctor y era una mole con bigotito de pocas palabras, sin embargo era buenísimo a la hora de ver animales, vimos un montón de ellos: monos araña, caimanes, tortugas, basiliscos, iguanas, garzas tigre, etc. Además tuvimos suerte que hizo buen tiempo.
A la vuelta nos dimos un baño en la piscina cuya agua estaba ardiendo por el calor que hacía fuera, y después tomamos una cerveza Imperial en el embarcadero, ya anocheciendo. Las leves luces de la orilla de enfrente se veían preciosas, en medio de la selva, y el cielo estaba lleno de estrellas.
En ese momento nos comunicaron que haríamos el tour de las tortugas en el primer turno (20-22h), pues te adjudican un turno horario para que no se junte demasiada gente en la playa.
Fuimos para el cuarto a cambiarnos y de ahí al comedor, cenando sobre las 18:30 (aquí las comidas son mucho más temprano que en España). Para cenar había pollo, ensalada, pastel de yuca con carne y queso (riquísimo), etc. Tras la cena volvimos al cuarto para ponernos ropa larga (con el fin de evitar las picaduras de mosquito) y oscura (para no asustar a las tortugas) además de coger los frontales. Además en el hotel nos prestaron un par de katiuskas a cada uno, pues el suelo con la lluvia podía estar muy embarrado. Antes de marchar pagué en recepción la excursión al Canopy/tirolinas (25€ por persona) para el día siguiente.
A las 19:30 nos esperaban en el embarcadero, sin cámaras, pues están prohibidas para no dejar ciegas a las tortugas. Nos tocó con una guía que se llamaba Susana y llevaba un grupo de ocho personas, entre ellos Dani y Noemí (Girona), Alberto e Inés (de Benidorm), Jordi y María (Manresa) y Pelayo y yo. A nosotros nos adjudicaron un tramo de playa que estaba justo enfrente del hotel así que cruzamos en barco hasta la orilla de enfrente y, una vez allí, caminamos unos pocos metros hasta un refugio. Allí teníamos que esperar hasta que los avistadores de tortugas, que están en la playa, nos diesen luz verde a través de la radio que llevan.
La playa, por lo que nos explicó Susana, está dividida en sectores y a cada grupo le corresponde uno de ellos. Sin embargo si sólo aparece una tortuga, todos los grupos pasarán por orden y rotativamente por ese sector para que todo el mundo la vea.
Nosotros éramos el grupo primero así que teníamos suerte. Al rato nos avisaron de que había una sola tortuga así que pasamos todos. Te avisan cuando ya ha cavado el hoyo con las aletas y ha empezado a desovar para que no se asuste y se vaya.
Nosotros fuimos el primer grupo en verla, era muy grande, estaba poniendo huevos que parecían bolas de ping-pong. Por lo que nos explicaron mientras desova está en trance y no se entera de que nos acercamos. Los guías además siempre van con una luz roja para no molestarlas. En cada desove suele poner alrededor de 100-200 huevos. Salimos dos veces más para ver cómo los ponía y cómo los enterraba.
Luego hizo otro agujero al lado para despistar a los depredadores. De repente se puso a llover a cántaros de tal modo que hasta el impermeable empezó a calar.
El problema fue Pela, que había venido sin impermeable y cada vez que salíamos a ver la tortuga desde unos pequeños refugios que había en la entrada de la playa, en donde esperábamos hasta que fuese nuestro turno, se ponía pingando (como si se hubiera metido en una piscina).
Finalmente todo el grupo de personas, que seríamos sobre unas 50-60, acompañamos a la tortuga verde hasta el agua, en plan procesión, en donde desapareció muy rápido. A mí me pareció un poco parque de atracciones, estoy segura de que a la tortuga no le gusta que le sigan tantas personas. Crítica a Sea Turtle Conservatory: www.tripadvisor.es/ ...ml#REVIEWS
Además de la verde, en estas playas desovan también otras especies de tortugas como la cabezona (Caretta caretta), la carey (Eretmochelys imbricata) y la baula/laúd (Dermochelys coriácea), pero en esta época del año sólo desova la verde. En esta zona se llevan a cabo los Programas de Monitoreo y Marcaje de Tortugas Marinas por la organización CCC (Caribean Conservation Corporation), lo que ha favorecido la conservación de las mismas, pues en la zona hasta hace poco se comían los huevos y se vendían, siendo una importante fuente de ingresos para sus habitantes. Hoy en día está prohibidísimo, bajo multas de muchos colones.
Sin embargo las tortugas lora (Lepidochelys olivácea), menos comunes, prefieren desovar diciembre a abril en el Caribe, las carey en la playa de la costa pacífica llamada Ostional de agosto a septiembre (playa que está plagada de huevos, es el único lugar en donde permiten recoger la primera puesta del año; al parecer la gente puede incluso coger las tortuguitas bebé y llevarlas hasta el mar GRATIS, no como aquí).
Las verdes desovan de julio a octubre y especialmente de noche, cuando la arena está tibia. También se ven en arrecifes de coral que hay cerca de la playa durante el día. Se calcula que sólo una de cada 5000 tortugas bebé llegará a la edad adulta, de ahí su protección.
La tortuga verde (Chelonia mydas) es bastante grande y debe su nombre a que la grasa que tiene debajo de su caparazón le da esa coloración. Pesan una media de 200kg y pueden llegar a más de metro y medio de largo. Además de la acción humana directa (recogida de huevos o caza para comer su carne), también las daña la contaminación, las redes de pesca, la pérdida de su hábitat, etc.
No desovan hasta que tienen cinco años. Se sabe que recorren grandes distancias entre sus lugares de alimentación y las playas en donde nacieron (hasta 2.500km). Para desovar siempre vuelven a la playa en la que nacieron. Las tortuguitas salen a los 45-75 días durante la noche y se dirigen instintivamente hasta el mar.
Las tortugas adultas tienen pocos depredadores, sólo tiburones grandes y los humanos. Sin embargo las pequeñas tienen numerosos cazadores: cangrejos, pequeños mamíferos, aves, etc. Pueden alcanzar hasta 80 años de vida.
Costa Rica cuida mucho las tortugas, pues suponen una gran fuente de ingresos económicos por parte del turismo. Aún así me parecieron precios abusivos, sobre todo porque si la noche en la que vas a la playa no aparece ninguna tortuga no te devuelven el dinero. Por lo que comentaban los guías hace años había muchísimas cada noche, hoy en día raro es el día que aparecen 2-3, una pena...
Sobre las 21:30 horas volvimos para el hotel. Nos duchamos y pusimos toda la ropa empapada a tender dentro del cuarto. Pelayo se fue a tomar una cerveza al bar con el resto pero yo me quedé en el cuarto porque teníamos los billetes mojados y tendidos encima de una toalla así que por si acaso entraban en el cuarto a robar preferí escribir el diario y acostarme pronto. Pelayo volvió al poco tiempo porque la gente estaba bastante cansada también así que nos debimos de dormir sobre las 23horas.