Al igual que cuando de niño ves una película que te encanta, o ya de mayor descubres un disco de música que no pueds dejar de escuchar una y otra vez, como si fuese una obsesión, mi obsesión tiene un nombre y se llama Roma.
Allá por el 2010 visité la ciudad en un viaje organizado, apenas un par de días y a todo correr. Ya al año siguiente volví con mi madre, y terminé de enamorarme de esa ciudad, así que decidí repetir la experiencia el pasado Noviembre y volver yo a Roma tres días en solitario.
Reservé un vuelo en ryanair, encomendándome a San Cristóbal por si acaso, aunque dicho sea de paso nunca que he viajado con esa compañía a la que ponen tan mala fama he tenido problema alguno, con salida de barajas el siete de noviembre. Cogí un vuelo muy temprano, sobre las nueve, para así tener todo el día por delante para visitar la ciudad una vez llegase.
De camino al aeropuerto (en bus y metro, donde por cierto ahora cobran tres euros de recargo en lugar del 1.50 de hace tres años), me empezó a entrar esa familiar sensación mezcla de ansiedad y felicidad que siente uno cuando sabe que va a hacer algo que le va a hacer disfrutar de lo lindo...a ello se le mezclaba la emoción de ir en avión, cosa a la que uno nunca se acostumbra del todo, y sobre todo la de volver a pisar la bella Italia

Mientras pasaba noche en el aeropuerto vi en una de las pantallas donde tenían puesto el canal 24 horas unas imágenes de Roma donde aparecían calles como cascadas, noticias de monumentos cerrados y demás


Tras un vuelo sin incidentes, llegué al aeropuerto de Ciampino, apenas a 17 km al sur de Roma. Esta vez no reservé el viaje an autobús con terravisión como anteriormemnte, porque da lo mismo: en su web pone que las reservas tienen preferencia, pero es totalmente falso, lo hacen para vender más billetes, así que mejor lo compras allí directamente y ya está. Salí al exterior a esperar al bus, y comenzó a llover a mares, lo que unido a que el bus no venía nos dejó a los de la cola totalmente empapados y cabreados

Ya en el bus, chorreando agua, si uno se fija puede observar a la izquierda varios monumentos funerarios situados en la via appia antica, con lo que uno va entrando en materia un poco


Llegamos a Términi y como aún falta una hora para poder entrar al Hotel, que se encuentra dos calles más abajo, entro en una cafetería dentro de la estación para tomerme un capuccino y entrar en calor.
El Hotel se encuentra en la calle prícipe Amedeo, a dos calles de Términi, muy bien situado, recién renovado y barato (50 euros la noche), y lo mejor es que no cobrar suplemento por habitación individual, por lo que para mi es perfecto

Tras ducharme, cambiarme y demás, salgo a las calles de la ciudad eterna dispuesto a disfrutar como gorrino en lodazal.
La primera parada es la iglesia de Santa María Maggiore, a apenas trescientos metros del hotel...aunque ya la conocía, su enormidad (es el tempolo dedicado a la virgen más grande del mundo) y sus techos decorados con oro del nuevo mundo siguen impactándome. Después de una breve visita, sigo por la vía del Corso hacía los foros imperiales y el Coliseo. La mañana ha mejorado y empieza a brillar el sol...esto promete.
La imagen del Coliseo es siempre magnífica...nada que no se haya contado ya, pero esta vez me centré más en el foro de Trajano, con el mercado (el primer centro comercial de la historia) y su famosa columna. ESte pasado verano había leído la novela "circo máximo", donde Santiago Posteguillo relata las guerras dacias, al igual que la columna Trajana, que es como una lección de historia esculpida en piedra, así que el interés que suscita en mi es enorme.
Una vez paseado el foro, callejeo hacía el panteón pasando por la "via pie di marmo", donde supuestamente se encuentra un enorme pie que perteneció a una escultura antigua de proporciones gigantescas, pie que no se si porque la calle se eencontraba en obras o porque veo menos que un gato de escayola, no vi por ninguna parte

LLegué al Panteón por la plaza que se encuentra un poco detrás y a la derecha del mismo, donde está ubicada la famosa estatua del elefantino de Bernini, que consiste en un elefante con un obelisco encima (hay que ver cómo les gustaban los obeliscos a los Romanos) con el trasero estratégicamente situado hacia las ventanas de un convento donde parece ser que no se llevaban muy bien con el artista, por lo que este, con mucho sentido del humor y mala uva a partes iguales, orientó las posaderas del mismo en aquella dirección

Llego a la plaza del Panteón y bueno...el panteón no se puede contar, hay que verlo con tus propios ojos...me quedo hipnotizado un buen rato mirando la enorme cúpula, que parece sostenerse por arte de magia, los marmoles del colores del suelo, las columnas de pórfido rojo del atrio y las tumbas del pintor Rafael y de Víctor Manuel II que se encunetran una enfrente de la otra. Si hay un momumento que muestra la grandeza de la antigua Roma es este
