DIA 4:
El 4º día fuimos a buscar la furgoneta de alquiler, una WK (no se que modelo) bastante nueva y de nueve plazas para transportar cómodamente a los 6 ocupantes y sus equipajes.
Una vez subidos en la furgoneta, pusimos rumbo a Omish, dónde habíamos alquilado un precioso apartamento nuevo - con preciosas vistas - pero sin ascensor!!!

Aprovechamos el día para hacer unas compras de víveres (los supermercados de Dubrovnik son más caros, solo se salva el de al lado de la estación de buses) y dedicarnos a descansar en diferentes calas en las que nos encontrábamos completamente solos y más tarde una tranquila cena en la terraza del apartamento con vistas al mar...

DIA 5:
Este día nos permitimos el lujo de madrugar poco, comprar unas deliciosas bombas de chocolate para desayunar y poner rumbo a Split para dar un paseo por el puerto (y controlar el tema ferry), visitar el Palacio Diocleciano y alrededores.
Bien, pues para mi Split fue la gran decepción, la zona del Palacio me pareció un decorado de un parque temático de atracciones.



DIA 6:
Bien tempranito, cargamos nuestros equipajes y nos dirigimos al puerto de Split. Una vez allí compramos los billetes para el ferry sin coche - ya que había bastante cola (y existe el tranporte público en la isla)

Una vez en tierra, cambio de planes nuevamente, decidieron ... alquilar una scooter por pareja y la verdad, sino tenéis carnet de moto para llevar una 125 cc, no lo hagáis ya que es algo agotador. Aunque los paisajes son brutales.
Bien después de una media hora en la scooter, empezamos a descender con la maravillosa visión de Zlatni Rat a nuestros pies

Se puede comer allí mismo, ya que hay una zona de picnic y la comida no está mal y tampoco es abusivo el precio.
Disfrutamos un poquito más de la playa más famosa de Croacia y finalmente subimos a las motos para volver al puerto de Supetar, mientras nos aclarábamos con la chica del alquiler (un poco estúpida, porque lo primero que le dije era que perdíamos el ferry), efectivamente, el ferry se escapó, así que nos dimos un paseo por el pueblecito que vale la pena y tomamos algo en una de las terrazas pegadas al puerto.
Llegamos tarde a Split, y por supuesto tuvimos que llamar al sobe reservado en Skradin para avisar de nuestra demora. Allí nos esperaba una de las personas más amables que hemos encontrado y el mejor restaurante de todo el viaje
