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PASEO EN BICI A MICHAELSTEIN Y BLANKENBURG
PASEO EN BICI A MICHAELSTEIN Y BLANKENBURG
Uno de los muchos campos de amapolas que hay por el Harz
Domingo, 21 de Junio, 2015
Amaneció el día lluvioso Me desperté pronto y fui al comedor a desayunar. Había bastante algarabía germánica en el comedor esta mañana. Bastante gente que había venido a la fiesta del Rathaus. Había un grupo de 8 personas y estaban de celebración. Algún cumpleaños o así porque a un chico del grupo le pusieron un sombrero con unos cuernos de alce. Mucha broma. Buen ambiente. En un momento dado Herr Harmonie sacó de una habitación la figura de una bruja del Harz de unos 80 cms. Estaba hecha de cartón. Entonces dió el anfitrión un salto sobre el parqué y con la vibración la bruja se puso a gritar y a reir histéricamente como sólo lo hacen las brujas. Mucho chiste, mucha broma y aire distendido.
Cuando terminé de desayunar le dije a Frauen Harmonie que tenía intención de pagar antes de salir hoy, ya que el día siguiente iba a ser mi ultimo día y quería tenerlo todo ya ultimado. Una vez hecha la gestión les pregunté por el bus para ir a Rübeland y me dijeron que se cogía justamente en la parada que está frente al hotel, pero que al ser domingo, los hay con poca frecuencia. Lo mejor era mirar el horario en la parada. Allí fui bajo la llovizna y desafortunadamente acaba de perder uno y el siguiente vendría en... ¡dos horas! Así que me lo replanteé y decidí que lo mejor iba a ser cambiar los planes, coger la bici e ir de Wernigerode a Blankenburg, pasando Benzingerode y el Monasterio de Michaelstein, de 16 kms, tal como se muestra en el mapa de abajo:
De Wernigerode a Benzingerode hay unos 4 kms a través de un carril de bicis que va junto a la carretera. Es una zona urbana, fácil pero un poco aburrida. Pero en Benzingerode, a partir de una desviación a la derecha, comienza lo bueno cuando tomamos un bonito camino rural que transcurre a través de onduladas lomas, no demasiado exigentes, aunque yo estaba un poco cansado y me lo tomé con calma. Nos adentramos en el área protegida del Harz entre Wernigerode y Blankenburg
Y además ha dejado de lloviznar. El suelo está seco e incluso alguna vez está asomando el sol. Termina la muy bonita zona de lomas y campos de amapolas y llegamos a un cruce. Estamos en la Euro-ruta cicloturista R1
Hay que cruzar una carretera secundaria por la que pasan coches para seguir por nuestro camino rural, adentrándonos en la zona protegida, que cambia repentinamente de paisaje pues dejamos los campos y entramos en una zona de frondosos bosques. Estamos disfrutando del Harz con todo lo que nos ofrece: Campos. lomas, bosques, arroyos, historia y minería. Una auténtica gozada.
Blankenburg Geologische Wanderweg = Ruta Geológica de Blankenburg
Llegué entonces a un nuevo cruce con una carretera. En un árbol había un cartel para los ciclistas, pero estaba tan mal puesto que no estaba claro en qué dirección tenía que seguir para llegar al Monasterio de Michaelstein, así que me dejé llevar por la intuición, bajo riesgo de perderme (porque yo siempre me pierdo...). Y así fue: dos kilómetros después veo un cartel que dice "Bienvenido a Heimburg"... Uhmmm... Pregunté a un automovilista que esperaba en un cruce y me dijo que tenía que dar la vuelta. ¡Hala! Para atrás dos kilómetros... como los cangrejos. Llegué de nuevo al punto donde me perdí y continué ésta vez hacia la dirección acertada: Vi un cartel que ponia "Kloster Michaelstein", confimándomelo. Y poco después, en un nuevo cruce podía ver ya el monasterio:
Kloster Michaelstein
Llegué al recinto. Ví que había un par de restaurantes de alto copete. Vi la puerta que daba al monasterio. Había un hall y a mano izquierda la entrada a la iglesia, que era horrorosamente fea. No vale nada: Gris, con pocos ornamentos y sosa. Volví al hall y vi que a mano izquierda había un mostrador de información, donde me dijeron que lo más interesante era el claustro medieval, los dos jardines y el museo de instrumentos musicales. La entrada cuesta 5 €, pero admiten Harz Card. La chica me enseñó la entrada al museo. Casí me forzó a ir ahí, como temiendo que no fuese o que se me pasase por alto. Me di una vuelta rápida por el museo. Es bastante grande. Tienen instrumentos musicales antiguos. Luego averigüé que en este monasterio hay una muy importante orquesta de cámara, se lleva a cabo una actividad labor musicológica y se organizan muchos conciertos.
Este monasterio cisterciense fue fundado por la Abadesa de Quedlinburg en 1139, pero fue saqueado en las Guerras de campesinos del siglo XVI y de la parte medieval sólo queda el claustro. La iglesia es moderna. En el siglo XIX tras las invasiones francesas el monasterio fue cerrado.
El Gobierno comunista de Alemania del Este comenzó las obras de restauración en 1968 y en él estableció la sede de la Orquesta de Cámara de Telemann, empezando así el carácter musical de este monasterio. En 1988 se creó el museo de instrumentos musicales. Pasé al claustro medieval, que es realmente bonito.
Y de ahí pasé a los dos jardines. Los dos son muy bonitos pero me gustó especialmente el jardín de hierbas.
Kloster Michaelstein: El Jardín de Hierbas
Kloster Michaelstein: El Jardín de Hierbas: Acederilla (Rumex Acetosa)
Una vez terminada la visita, en un banco que había en los jardines de entrada me tomé el bocata, con algo de fruta y seguidamente cogí la bici y me dirigí a la ciudad de Blankenburg que está a unos 4 kms de aquí.
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BLANKENBURG
BLANKENBURG
Blankenburg
El camino hasta ahí fue todo cuesta abajo. Y una vez abajo del todo había que subir de nuevo, por calles de adoquinado para visitar el casco urbano, con su ayuntamiento, calles con casas de entramado de madera, muy al estilo del Harz y, todavía subiendo, llegar hasta la oficina de Turismo, que está junto al jardín barroco, al lado del "castillo pequeño". Luego, más arriba, atravesando dicho jardín se llega al Gran Castillo. Así que fui a la Oficina de Turismo de Blankenburg (de 23.000 habitantes), donde me dieron un mapa de la ciudad, aparqué la bici y me dí un paseo andando.
En el recinto de los jardines había un par de "kioskos" o escenarios donde distintas bandas de folk estaban actuando. La verdad es que aportaban un aire relajado.
Una calle de Blankenburg
Neptuno y sus muchachos en el Jardín Barroco de Blankenburg
Blankenburg: El castillo pequeño y el jardín barroco
Ismail und die Deutsche MirlitonenBande (Ismael y la Banda Germánica del Mirlitón)
[img]hhttps://lh3.googleusercontent.com/u7PclkRwX3Z7VG4Dm5_p_2V-i_yDZESRQJbTGgTXVnzURNNMo6eaOjiYC7E-JcO2W3WNj1rMDevSQoRsnys=w800-no-tmp.jpg[/img]
El Parque del ´Castillo Grande´
Me tomé una bien merecida cerveza en un pub con terracita y vistas panorámicas a Blankenburg y con la música de fondo de una de las bandas que estaba tocando en un parquecito, un poco más abajo: Voces, guitarra acústica, violín y acordeón. Daba un aire distendido a la tarde, aunque a veces la música podía sonar un poquito "ñoña", pero se escuchaba con agrado.
Y ya de ahí tenía que bajar todo el parque, atravesar los jardines barrocos, coger la bici y descender cuesta abajo, sin necesidad de pedalear, hasta la estación de Blankenburg, donde coger un tren a Wernigerode, cambiando en Halberstadt. Me costó 4.50 €. Quería regresar un poco antes porque tenía que devolver a mi compañera taiwanesa de viaje -La bici "Giant"- a sus dueños del Hotel Zur Tanne de Wernigerode.
Llegué a Wernigerode a eso de las 8 y fui al Zur Tanne. La camarera del restaurante me dijo que llevase la bici por la entrada del garage que tenían a la vuelta de la esquina y que me abrió un individuo de unos 60 años con barba "de astrónomo" (esto es: Con barba pero sin bigote), pero que evidentemente por su atuendo era cocinero. Me hizo un gesto con el dedo indicándome dónde dejarla y ya está. Ni adiós, ni "auf wiedersehen", ni "Danke shoen", ni nada...
Seguidamente me di un pequeño paseo porque quería ver anochecer desde lo alto de la colina del castillo, que estaba cerrado. Pero no me entretuve mucho ahí porque otra vez se puso a llover de nuevo. Un par de fotos y de vuelta para el pueblo, donde debido a que eran más tarde 9 el único sitio que me darían de cenar sería en el Kebab. Y eso hice. Una vez cenado, regresé a mi hotel. Por el camino fui comprobando que estaban quitando todos los puestos del mercadillo y escenarios de las fiestas municipales.
Cae la noche sobre Wernigerode