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CINCO HORAS EN GÖTTINGEN
CINCO HORAS EN GÖTTINGEN
Lunes, 22 de Junio, 2015
Tras desayunar en el Garni Harmonie, pedí a mis anfitriones como pude que me pidiesen un taxi para que a las 10 me llevase a la estación. Era la mañana de un lluvioso lunes y el final de mi estancia en Wernigerode se estaba aproximando. El taxi llegó puntual y me despedí de los Harmonie. Es un sitio que recomiendo a pesar de la barrera idiomática. Han sido unos días fantásticos en la "Alemania profunda". El conductor me cobró 9 € por llevarme a la estación.
Mi avión de Hannover a Londres salía a las 9.30 de la noche. Tenía, pues, tiempo para hacer algo de turisteo hoy también. Y decidí visitar la ciudad de Göttingen, a pesar de que no se encuentra exactamente en el Harz y que en principio tampoco me venía de paso. ¿Por qué Göttingen y no Hannover o Hamelin? Pues porque en el período previo a mi viaje, cuando estaba documentándome, leí una serie de cosas que hicieron que ésta ciudad no muy conocida fuera de Alemania llamase mi atención.
En primer lugar, Göttingen es una ciudad de unos 120.000 habitantes, de los cuales casi la mitad tienen entre 18 y 30 años. Es una ciudad joven gracias a su universidad, fundada en el siglo XVIII y considerada la mejor de Alemania. Nada menos que 40 Premios Nobel han salido de sus aulas bien en calidad de alumno como en la de profesor. La mayoría de estos premiados lo han sido por su contribución a las ciencias (sobre todo matemáticos y físicos). En ella han estudiado y trabajado los Hermanos Grimm, el teólogo y orientalista Heinrich Ewald, Wilhelm Eduard Weber (que con Gauss inventó el primer telégrafo electromagnético). Los matématicos Gauss, Riemann y David Hilbert enseñaron aquí. Los cancilleres Otto Von Bismarck y Gerhard Schroeder estudiaron en la facultad de derecho de la Universidad de Göttingen. Vamos, igualito, igualito que cualquiera de las Universidades españolas. ¿Cuándo se le dió el último Premio Nobel a un científico español? ¿1953?
Todos estos factores le dan a Göttingen un ambiente muy joven, muy dinámico. Además es una ciudad antigua, fundada en el siglo X, que tuvo un período de prosperidad tardo-medieval que hizo que fuese miembro de la liga hanseática y apenas fue destrozada por los desastres de la II Guerra Mundial. A eso hay que añadir que no está incluída en los circuitos turísticos habituales y no hay masificación. Conserva todo su carácter.
Plano de Göttingen: 1- Ayuntamiento y Plaza del Mercado. 2.- "La Niña de la Oca" 3.- Estatua de bronce del físico y filósofo Georg Christoph Lichtenberg 4.- Punto desde el cual se ven las cuatro iglesias 5.- San Juan 6.- Paulinerstaße; 7.- Pauliner Church; 8.- Biblioteca Universitaria del Estado de Baja Sajonia; 9.- Grätzel House; 10.- Casa de Lichtenberg; 11.- Escultura de bronce: "La Danza"; 12.- Iglesia de Santiago (St Jacobi); 13.- Schröder House; 14.- Museo Municipal; 15.- Auditorium Maximum; 16.- Antiguo Jardín Botánico; 17.- Teatro Alemán; 18.- Colección Etnológica; 19.- Hall Municipal; 20.- Cheltenham Park; 21.- St Alban; 22.- Gran Sala Universitaria; 23.- Casa Junkernschänke; 24.- Casa de Abel Bornemann; 25.- Farmacia Municipal (construída en 1322); 26.- Fundación Holborn; 27.- Schwarzer Bär; 28.- Iglesia Católica de San Miguel; 29; Monumento al químico Friedrich Wöhler; 30.- Junges Theatre; 31.- Hospital de la Maternidad; 32.- Nuevo Ayuntamiento; 33.- Edificios administrativos; 34.- Observatorio (lugar de trabajo del matemático y astrónomo Gauß; 35.- Monumento a Gauß y Weber; 36.- Muralla de la ciudad y torre de vigía; 37.- Bismarck Cottage; 38.- Iglesia Gótica de Santa María.
En Wernigerode cogí un tren a Goslar, donde tuve que cambiar hasta llegar a Göttingen hacia la 1 de la tarde. Llovia como si no fuese haber mañana. Lo primero que hice fue dejar la maleta en la consigna de la estación por la que pagué 5 €. Comí algo en un fast food de comida oriental y compré un paraguas en una tienda del centro comercial que hay en la misma estación y salí de ésta para encaminarme hacia el centro de la ciudad. Tuve que preguntar por direcciones e inmediatamente me dí cuenta de que aquí la mayoría de la gente sí que habla inglés.
En diez minutos me hallaba en la intersección de dos de las principales arterias comerciales, donde se encuentra la Iglesia de Santiago (o St Jacobi). Decidí entrar a visitarla y llegó la primera sorpresa. Santiago, discípulo de Jesus, es el santo de aquellos que están en camino (de ahí el Camino de Santiago...). De hecho esta iglesia se encuentra en una antigua via cercana al río Leine. Es la iglesia de todos los que viajan, especialmente los más desfavorecidos, aquellos que han tenido que emigrar. En esta iglesia luterana se dan clases de alemán a los emigrados y tienen una ONG, Göttingen Tafel para la ayuda y manutención a los más necesitados.
El interior es espectacular. La nave se construyó en 1383 y la decoración a base de pinturas geométricas sigue los patrones de un modelo que se creó en 1480, cuando los maestros pintores, que acababan de descubrir la perspectiva, se dedicaron a experimentar con ella en esta iglesia con efectos ópticos. Especialmente esto se percibe si se mira desde el presbiterio hacia el órgano, situado sobre la entrada en la parte trasera de la nave. Y a veces da la impresión de que algunos pilares no están completamente paralelos si no que se inclinan los unos hacia los otros.
Interior de la Iglesia de St Jacobi de Göttingen. Obsérvese cómo el primer pilar del lado derecho parece estar inclinado
El órgano de St Jacobi. Vista desde el presbiterio.
Las vidrieras son contemporáneas y muy coloristas. En el presbiterio hay un altar del año 1402, una especie de "tríptico de 8 lados", en cada uno de los cuales se relatan distintos episodios de la vida de Santiago, a quien está dedicada la iglesia, y de Jesús. En la parte delantera de este altar se muestra un lado u otro dependiendo de que el día sea domingo, festivo o laboral.
Salí de la iglesia y tras preguntar a un lugareño me dirigí a la Plaza del Mercado que es donde se encuentra la Oficina de Turismo, donde adquirí un mapa y guía de Göttingen.
Antiguo Ayuntamiento, Iglesia de San Juan y Plaza del Mercado
En medio de la Plaza se encuentra la fuente con la estatua de la Niña de la Oca, que es la niña más besada del mundo, pues todo estudiante que consigue el doctorado tiene que subirse hasta ella, vestido de una forma determinada (y ridícula, al parecer) y besarla. Ella es la gran figura emblemática de Göttingen.
a) La Niña de la Oca; b) La Danza
Un triste león
Continué por las calles de Göttingen bajo la lluvia: Kommarkt, donde se encuentra el Schawzer Bär (hoy Black Bear Restaurant): Es una casa de entramado de madera de la época del Renacimiento, donde hizo testamenteo el viajero Dr. Eisenbart. Al fondo se puede ver la Iglesia de San Miguel.
Schwarzer Bär
Llegué al final de Kurze-Geimar Straße. Me encontraba en la intersección de ésta con Bürgerstraße y viendo que salía de la zona centro decidí preguntar a un ciclista de unos 60 años, que estaba esperando en un semáforo, por Barbarastraße. Y me dijo:
- "Se encuentra bastante lejos. Tendrías que coger un autobús para llegar hasta allá. ¿Cuánto tiempo vas a estar en Göttingen?
- "Sólo hoy. A las 7.30 tengo que estar en el aeropuerto de Hannover"
- "Entonces no te molestes en ir hasta allí. Perderías mucho tiempo y en realidad es una calle que no ofrece nada para ver. Sólo la placa."
- "Me quedaré disfrutando del centro, entonces. Gracias".
De este modo, aprovechando que había parado un poco de llover, me encaminé hacia la Plaza del Mercado de nuevo:
MarktPlatz
Torcí hacia la izquierda y rodeé la plaza hasta llegar a la Biblioteca Universitaria y del Estado de Baja Sajonia, donde se veía que había bastante actividad académica hoy. Junto a la entrada de la Biblioteca hay un par de esculturas
Biblioteca Universitaria y Estatal
Pues eso: ¿Habéis llamado?
Seguí callejeando por el centro. Las calles están llenas de estudiantes y el medio de transporte dominante es la bicicleta. La ciudad es llana, perfecta para recorrerla a pedales, y muy bonita con todas esas casas de entramado de madera.
Kurze Straße
Las puertas de muchas casas y edificios de Göttingen tienen picaporte con forma de animal
Casa de Abel Borneman
Junkernschänke: Detalle de la fachada de la casa gótica construída en 1446 y decorada con hermosas tallas de temas bíblicos.
Continué paseando por las calles de Göttingen, una ciudad que me gustó mucho, hasta llegar a la Iglesia de Santa Maria, que es gótica, con dos naves y sólo un ábside y que tiene un altar de Berthold Kastrop (1524). En la parte de abajo del campanario se puede ver la puerta de entrada a la ciudad nueva. El edificio que hay al lado es el "Kommende" (prebenda), construído en 1318 como estancias de trabajo para los Caballeros de la Orden Teutónica.
Callejeando por Göttingen
Iglesia Católica de Sta María
Ya eran las 6 y tenía que regresar a la estación para recuperar mi equipaje que estaba en consigna y coger el tren a Hannover. Cuando llegué a la estación llovía... a mares, no... lo siguiente: "A océanos". Frente al edificio de la estación había un aparcamiento con cientos de bicicletas y a una pobre estudiante que no se acordaba dónde había dejado la suya
Göttingen me ha gustado mucho. Es una ciudad que realmente merece la pena. Pero no quiero marcharme y dar por finalizado el relato de mi viaje sin antes contar una historia que hizo que me atrayese esta ciudad, aunque al final no he estado en Barbarastraße:
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Una con final feliz:
La historia de Göttingen y Barbara
La reconciliación después de la II Guerra Mundial entre Francia y Alemania se consagró en el Tratado del Eliseo firmado en 1963. Veinte años antes media Francia estaba ocupada por los alemanes, que posteriormente fueron rechazados de una forma sangrante centímetro a centímetro, pueblo por pueblo. Tras el fin de la Guerra los alemanes habían estado intentando conseguir un acuerdo que estipulase, no sólo su derrota absoluta, si no que también les permitiese sobrellevar con el hecho de que ellos, una nación supuestamente civilizada, llegaron a perpetrar uno de los mayores crímenes de la historia.
Y es en medio de éste clima de dolor, rencor y resentimiento entre los pueblos francés y alemán cuando aparece Barbara en escena.
Su verdadero nombre era Monique Serf, francesa nacida en Paris en 1930. En su infancia fue víctima de los abusos de su padre y, por si fuera poco, era además judía y, por lo tanto, objetivo de los nazis, teniendo que emigrar, esquivando a los invasores que la perseguían, primero al sur de Francia, escondiéndose en Saint Marcellin y después a Bélgica. Tras la guerra regresó a la capital francesa y recibió clases de canto y piano en el Conservatorio de París. Comenzó cantando en cabarés pero luego su fama creció haciendo versiones de Brassens y Jacques Brel, pero en los años 60 su éxito fue aún a más cuando empezó a interpretar canciones compuestas por ella misma.
En 1964, un año después de la firma del Tratado del Eliseo, recibió una invitación para dar varios conciertos en el Teatro Junges de Göttingen. Y ella, venciendo el rechazo y las reticencias de cantar en un país que había sido su verdugo, aceptó.
Y allí se encontró al cabo de unos meses: Dando un concierto en una desconocida ciudad en el centro de ese país que había sido su enemigo, haciendo lo que le dictó su corazón, cantando con él, directamente hacia el de los asistentes a ese su primer concierto en una ciudad situada en pleno corazón de Alemania, que es un corazón musical y que como tal se entregó a la artista, que recibió la más increíble ovación que nunca hubiera imaginado. Enamorada de la ciudad y de sus gentes, al día siguiente en un parque y en tan sólo una hora escribió la que iba a ser su canción más recordada: "Göttingen".
Un estudiante de doctorado en derecho llamado Gerhard Schroeder asistió al día siguiente al segundo concierto de Barbara. Años después, ya como Canciller de Alemania, recitaría los versos de la canción en el discurso que dio conmemorando el 40 aniversario del Tratado de Eliseo, mientras recuerda: "Estuve en ese concierto cuando estrenó la canción. Y consiguió que llegase directamente a nuestros corazones. Fue un momento muy especial que significaba el comienzo de una fabulosa amistad entre los dos países".
¿Puede la música contribuir a la paz? ¡Desde luego! Esta canción lo demuestra. Barbara se la dedicó a los niños de París y de Göttingen deseando que finalizasen de una vez el odio y el derramamiento de sangre que ambas ciudades han sufrido. La escribió originariamente en francés y la tradujo al alemán. Es un himno de admiración hacia "las cualidades del otro". Göttingen en agradecimiento le dio la medalla de honor y su nombre a una de sus calles: Barbarastraße, "por su aire de tranquilidad y enfático entendimiento, contribuyendo a la reconciliación franco-alemana".
Cuando Barbara murió en 1997 de una infección pulmonar 250.000 personas asistieron a su funeral.
Bien sûr, ce n'est pas la Seine, / Ce n'est pas le bois de Vincennes, / Mais c'est bien joli tout de même, / A Göttingen, à Göttingen.
Pas de quais et pas de rengaines / Qui se lamentent et qui se traînent, / Mais l'amour y fleurit quand même, / A Göttingen, à Göttingen.
Ils savent mieux que nous, je pense, / L'histoire de nos rois de France, / Herman, Peter, Helga et Hans, / A Göttingen.
Et que personne ne s'offense, / Mais les contes de notre enfance, / "Il était une fois" commence / A Göttingen.
Bien sûr nous, nous avons la Seine / Et puis notre bois de Vincennes, / Mais Dieu que les roses sont belles / A Göttingen, à Göttingen.
Nous, nous avons nos matins blêmes / Et l'âme grise de Verlaine,/ Eux c'est la mélancolie même, / A Göttingen, à Göttingen.
Quand ils ne savent rien nous dire, / Ils restent là à nous sourire / Mais nous les comprenons quand même, / Les enfants blonds de Göttingen.
Et tant pis pour ceux qui s'étonnent / Et que les autres me pardonnent, / Mais les enfants ce sont les mêmes, / A Paris ou à Göttingen.
O faites que jamais ne revienne / Le temps du sang et de la haine / Car il y a des gens que j'aime, / A Göttingen, à Göttingen.
Et lorsque sonnerait l'alarme, / S'il fallait reprendre les armes, / Mon cœur verserait une larme / Pour Göttingen, pour Göttingen.
Mais c'est bien joli tout de même, / A Göttingen, à Göttingen.
Et lorsque sonnerait l'alarme, / S'il fallait reprendre les armes, / Mon cœur verserait une larme / Pour Göttingen, pour Göttingen.
Foto tomada de necessities123.wordpress.com/ ...gottingen/
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Una con final feliz:
La historia de Göttingen y Barbara
La reconciliación después de la II Guerra Mundial entre Francia y Alemania se consagró en el Tratado del Eliseo firmado en 1963. Veinte años antes media Francia estaba ocupada por los alemanes, que posteriormente fueron rechazados de una forma sangrante centímetro a centímetro, pueblo por pueblo. Tras el fin de la Guerra los alemanes habían estado intentando conseguir un acuerdo que estipulase, no sólo su derrota absoluta, si no que también les permitiese sobrellevar con el hecho de que ellos, una nación supuestamente civilizada, llegaron a perpetrar uno de los mayores crímenes de la historia.
Y es en medio de éste clima de dolor, rencor y resentimiento entre los pueblos francés y alemán cuando aparece Barbara en escena.
Su verdadero nombre era Monique Serf, francesa nacida en Paris en 1930. En su infancia fue víctima de los abusos de su padre y, por si fuera poco, era además judía y, por lo tanto, objetivo de los nazis, teniendo que emigrar, esquivando a los invasores que la perseguían, primero al sur de Francia, escondiéndose en Saint Marcellin y después a Bélgica. Tras la guerra regresó a la capital francesa y recibió clases de canto y piano en el Conservatorio de París. Comenzó cantando en cabarés pero luego su fama creció haciendo versiones de Brassens y Jacques Brel, pero en los años 60 su éxito fue aún a más cuando empezó a interpretar canciones compuestas por ella misma.
En 1964, un año después de la firma del Tratado del Eliseo, recibió una invitación para dar varios conciertos en el Teatro Junges de Göttingen. Y ella, venciendo el rechazo y las reticencias de cantar en un país que había sido su verdugo, aceptó.
Y allí se encontró al cabo de unos meses: Dando un concierto en una desconocida ciudad en el centro de ese país que había sido su enemigo, haciendo lo que le dictó su corazón, cantando con él, directamente hacia el de los asistentes a ese su primer concierto en una ciudad situada en pleno corazón de Alemania, que es un corazón musical y que como tal se entregó a la artista, que recibió la más increíble ovación que nunca hubiera imaginado. Enamorada de la ciudad y de sus gentes, al día siguiente en un parque y en tan sólo una hora escribió la que iba a ser su canción más recordada: "Göttingen".
Un estudiante de doctorado en derecho llamado Gerhard Schroeder asistió al día siguiente al segundo concierto de Barbara. Años después, ya como Canciller de Alemania, recitaría los versos de la canción en el discurso que dio conmemorando el 40 aniversario del Tratado de Eliseo, mientras recuerda: "Estuve en ese concierto cuando estrenó la canción. Y consiguió que llegase directamente a nuestros corazones. Fue un momento muy especial que significaba el comienzo de una fabulosa amistad entre los dos países".
¿Puede la música contribuir a la paz? ¡Desde luego! Esta canción lo demuestra. Barbara se la dedicó a los niños de París y de Göttingen deseando que finalizasen de una vez el odio y el derramamiento de sangre que ambas ciudades han sufrido. La escribió originariamente en francés y la tradujo al alemán. Es un himno de admiración hacia "las cualidades del otro". Göttingen en agradecimiento le dio la medalla de honor y su nombre a una de sus calles: Barbarastraße, "por su aire de tranquilidad y enfático entendimiento, contribuyendo a la reconciliación franco-alemana".
Cuando Barbara murió en 1997 de una infección pulmonar 250.000 personas asistieron a su funeral.
Bien sûr, ce n'est pas la Seine, / Ce n'est pas le bois de Vincennes, / Mais c'est bien joli tout de même, / A Göttingen, à Göttingen.
Pas de quais et pas de rengaines / Qui se lamentent et qui se traînent, / Mais l'amour y fleurit quand même, / A Göttingen, à Göttingen.
Ils savent mieux que nous, je pense, / L'histoire de nos rois de France, / Herman, Peter, Helga et Hans, / A Göttingen.
Et que personne ne s'offense, / Mais les contes de notre enfance, / "Il était une fois" commence / A Göttingen.
Bien sûr nous, nous avons la Seine / Et puis notre bois de Vincennes, / Mais Dieu que les roses sont belles / A Göttingen, à Göttingen.
Nous, nous avons nos matins blêmes / Et l'âme grise de Verlaine,/ Eux c'est la mélancolie même, / A Göttingen, à Göttingen.
Quand ils ne savent rien nous dire, / Ils restent là à nous sourire / Mais nous les comprenons quand même, / Les enfants blonds de Göttingen.
Et tant pis pour ceux qui s'étonnent / Et que les autres me pardonnent, / Mais les enfants ce sont les mêmes, / A Paris ou à Göttingen.
O faites que jamais ne revienne / Le temps du sang et de la haine / Car il y a des gens que j'aime, / A Göttingen, à Göttingen.
Et lorsque sonnerait l'alarme, / S'il fallait reprendre les armes, / Mon cœur verserait une larme / Pour Göttingen, pour Göttingen.
Mais c'est bien joli tout de même, / A Göttingen, à Göttingen.
Et lorsque sonnerait l'alarme, / S'il fallait reprendre les armes, / Mon cœur verserait une larme / Pour Göttingen, pour Göttingen.
Foto tomada de necessities123.wordpress.com/ ...gottingen/
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Recogí mi equipaje de la consigna de la estación de Göttingen, me tomé un café y cogí el tren a Hannover, donde tomé un tren de cercanías que me llevase al aeropuerto. El vuelo de regreso ocurrió sin contratiempos.