El vuelo desde Barcelona con la compañía Tarom ha sido puntual y agradable. El Henri Coanda es un aeropuerto mediano, comparado con los de Madrid o Barcelona (su tamaño se asemeja más al aeropuerto de Málaga), moderno, limpio y funcional.
Recogida ágil de equipaje y a buscar la oficina con la que tenía reservado el alquiler del vehículo. Todas las empresas que se dedican a ello se encuentran en la primera planta del aeropuerto, juntas en un rincón, y al lado de una de las oficinas de cambio (schim valutar) una vez has superado el control de pasaportes. El cambio en ésta es de los menos ventajosos. Conviene, en todo caso, cambiar una escasa cantidad de dinero, el justo para manejarse en los primeros minutos (un café, agua, un mapa…).
Para hacerse una idea de lo comentado: en el aeropuerto el cambio, en ese momento, estaba el euro a 4,02 lei, cuando en el resto del país no realicé cambios por debajo de 4,40 lei/€. 20 euros cambiados en la oficina del aeropuerto fueron 80,4 lei, esos mismos 20 euros cambiados a 4,40 suponen 88 lei (7,60 lei más). Para hacernos una idea de lo que representan esos 7,60 lei más: una botella de agua embotellada (apa plata) de 2 litros, adquirida en una tienda me costó 2,20 lei. Una cerveza (bere) Ursus de 500cc en un bar 5 lei. Conclusión: no es ninguna tontería aplazar el cambio de cantidades sustanciales en oficinas que ofrezcan cambios ventajosos, te pueden arreglar una comida (sí, una comida) o una compra.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Una curiosidad respecto a la moneda (aunque mejor decir billetes): sorprende cuando observas que están nuevos y muy limpios y lo justificas con que son los que te dan en las oficinas. Pues no, cuando te dan el cambio en una tienda, los billetes suelen estar también nuevos y limpios. ¿El truco?, tienen una apreciable cantidad de plástico (no será exactamente plástico…con polímeros he leído en algún sitio) y eso permite o facilita que no se adhiera “la roña”. En charquitos o lagunitas de esas donde hay gente que gusta de echar monedas para algo relativo a la suerte… sorprende ver billetes de leu ¡¡flotando¡¡. Las monedas son de tan escaso valor que en bastantes ocasiones cuando pagas algo ni siquiera te las cobran. Me ha ocurrido en alguna gasolinera y en un par de tiendas. Los precios suelen estar en “números redondos”.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Compañías de alquiler de vehículos en el aeropuerto Henri Coanda (por cierto, interesante tipo este Henri, inventor y pionero rumano) conté hasta seis (conocidas como Avis, Hertz o Sixt y locales como Autonom). Una vez realizado el contrato de alquiler y pagada la factura, te trasladan en vehículo hasta el aparcamiento donde cada compañía tiene dispuestos los coches preparados para recoger por los clientes.
Una vez familiarizado con el vehículo (era un Seat Toledo), puesto el aire acondicionado (hacía 31º) y colocado mi navegador actualizadísimo y mirado el mapa plegable que había comprado en la librería del aeropuerto…le comento al chico que acababa de entregarme el coche: “…y pa Sinaia pa dónde cojo?”… A la izquierda Bucuresti, a la derecha Sinaia.
Confirmada la dirección (Calea Bucurestilor, tomando la carretera DN1) pongo rumbo a mi primer destino. Carretera de doble carril en ambas direcciones y escaso arcén con un tráfico intensísimo en dirección Bucuresti.
En ese primer tramo pude darme de bruces con lo, que luego confirmaría, era la realidad de la conducción rumana… (Reconozco que es una generalización injusta). Continuas salidas y entradas a la vía, cambios de carril sin apenas señalización, tres coches en paralelo (¡¡), eso sí, con mucha naturalidad y sin grandes sensaciones de inseguridad…y mucho uso del claxon. En la conducción se combinan, sin solución de continuidad, conductores vehementes y arrojados con mucha amabilidad y colegueo…
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras 110 kilómetros y casi hora y media (ya he insistido con que en este país es difícil conseguir medias kilométricas por hora más allá de los 60), considero que este tramo me ha sido útil para comenzar a circular por las carreteras rumanas y quitarme el temorcillo que llevaba con este asunto.
El aterrizaje fue sobre las tres y media (hora local) y entre la recogida del equipaje y formalizar todo lo relativo al coche, salía en dirección de Sinaia alrededor de las cinco (17 h.).
Durante el trayecto pude observar que había bastante industria, de otra época, abandonada y casi derruida, a la entrada y salida de algunos pueblos.
El primer pueblo por el que atravesé es Petresti y las primeras señales anuncian “Brasov, Ploiesti, Balotesti”. Por cierto, a la salida de esta última población me llamó la atención que hubiera a pie de carretera, y casi al finalizar el núcleo urbano, dos negocios de pompas fúnebres (servicii funerare) y uno de ellos anunciaba ufano “non stop”…
Ploiesti se nota que es una ciudad grande con un desarrollada zona industrial y tramos de autovía homologables con las españolas (bien señalizadas, doble vía, con arcén amplio y vallados).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
65 kilómetros y una hora después, llegaba a Sinaia. Zona montañosa, frondosos bosques y algunas curvas. Y muy bien el firme de la carretera. Tras cruzar el río Prahova, que da comienzo al pueblo, comienza, también, kilómetros de línea continua que no siempre es respetada.
Pasada la estación de ferrocarril, que está a pie de carretera, en un bonito edificio, tomo la dirección del Castelul de Peles y Pelisor que es donde se encuentra, también, el hotel que he reservado. No muy lejos (en la otra dirección) se encuentra la casa que usaba el conocido compositor musical rumano, George Enescu.
Percibes que esta es una localidad muy turística.
El hotel está ubicado en lo que fueron las caballerizas del castillo o palacio de Peles. Desde el mismo, andando, supone diez o quince minutos llegar a Peles y luego a Pelisor. (Hotel Bastión, strada Aleea Pelesului, 2A. Unos 175 lei con desayuno incluido). El entorno es extraordinario. El sonido es el del viento en los enormes y exuberantes árboles y el agua incesante del arroyo que baja. La noche te arrulla con ese sonido. No podía comenzar mejor mi viaje.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras la visita a ambos lugares (preciosos), bajo al pueblo para cenar. Y guiado por las recomendaciones del foro, me dirijo al, muchas veces mencionado, Irish House (Bulevardul Carol I 18). Se puede aparcar, pagando, justo en un descampado enfrente (Parcare cu plata. 4 lei la hora. De los más caros que he encontrado en mi recorrido). Es un establecimiento ubicado en una avenida donde hay bastantes restaurantes y algunos hoteles. Complicado para aparcar si no encontraras hueco en el referido aparcamiento. El establecimiento tiene mesas dentro y en dos terrazas, una al aire libre y otra cubierta. Forma parte del hotel del mismo nombre. Un poco oscura la terraza cubierta que esa noche era apetecible porque había refrescado un poco. Precios para hacerse una idea: ensalada de tomate, 6 lei (1,30€); un plato mixto de carne a la parrilla (cerdo, choricillos-mici- y salchichas), 30 lei (6,80€) una cerveza Silva Originala de medio litro, 7,50 lei (1,70€). Mi impresión es que es un local que está bien sin ser especial.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras la cena dormí plácidamente.
Por la mañana, antes de salir hacia Brasov, visita tranquila al Monasterio de Sinaia (5 lei -1,10€-) la entrada, incluido el museo. En ese momento estaban los monjes aspirando y cambiando las alfombras que cubren el suelo. Existe un aparcamiento de pago en un lateral del monasterio (3 lei/hora). En la fuente me sorprendió que hubiera unas tazas de plástico para uso general (no son de un sólo uso). Pongo una fotografía donde se puede apreciar lo comentado. En otras fuentes de algún otro monasterio también las encontré.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Recogida ágil de equipaje y a buscar la oficina con la que tenía reservado el alquiler del vehículo. Todas las empresas que se dedican a ello se encuentran en la primera planta del aeropuerto, juntas en un rincón, y al lado de una de las oficinas de cambio (schim valutar) una vez has superado el control de pasaportes. El cambio en ésta es de los menos ventajosos. Conviene, en todo caso, cambiar una escasa cantidad de dinero, el justo para manejarse en los primeros minutos (un café, agua, un mapa…).
Para hacerse una idea de lo comentado: en el aeropuerto el cambio, en ese momento, estaba el euro a 4,02 lei, cuando en el resto del país no realicé cambios por debajo de 4,40 lei/€. 20 euros cambiados en la oficina del aeropuerto fueron 80,4 lei, esos mismos 20 euros cambiados a 4,40 suponen 88 lei (7,60 lei más). Para hacernos una idea de lo que representan esos 7,60 lei más: una botella de agua embotellada (apa plata) de 2 litros, adquirida en una tienda me costó 2,20 lei. Una cerveza (bere) Ursus de 500cc en un bar 5 lei. Conclusión: no es ninguna tontería aplazar el cambio de cantidades sustanciales en oficinas que ofrezcan cambios ventajosos, te pueden arreglar una comida (sí, una comida) o una compra.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Una curiosidad respecto a la moneda (aunque mejor decir billetes): sorprende cuando observas que están nuevos y muy limpios y lo justificas con que son los que te dan en las oficinas. Pues no, cuando te dan el cambio en una tienda, los billetes suelen estar también nuevos y limpios. ¿El truco?, tienen una apreciable cantidad de plástico (no será exactamente plástico…con polímeros he leído en algún sitio) y eso permite o facilita que no se adhiera “la roña”. En charquitos o lagunitas de esas donde hay gente que gusta de echar monedas para algo relativo a la suerte… sorprende ver billetes de leu ¡¡flotando¡¡. Las monedas son de tan escaso valor que en bastantes ocasiones cuando pagas algo ni siquiera te las cobran. Me ha ocurrido en alguna gasolinera y en un par de tiendas. Los precios suelen estar en “números redondos”.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Compañías de alquiler de vehículos en el aeropuerto Henri Coanda (por cierto, interesante tipo este Henri, inventor y pionero rumano) conté hasta seis (conocidas como Avis, Hertz o Sixt y locales como Autonom). Una vez realizado el contrato de alquiler y pagada la factura, te trasladan en vehículo hasta el aparcamiento donde cada compañía tiene dispuestos los coches preparados para recoger por los clientes.
Una vez familiarizado con el vehículo (era un Seat Toledo), puesto el aire acondicionado (hacía 31º) y colocado mi navegador actualizadísimo y mirado el mapa plegable que había comprado en la librería del aeropuerto…le comento al chico que acababa de entregarme el coche: “…y pa Sinaia pa dónde cojo?”… A la izquierda Bucuresti, a la derecha Sinaia.
Confirmada la dirección (Calea Bucurestilor, tomando la carretera DN1) pongo rumbo a mi primer destino. Carretera de doble carril en ambas direcciones y escaso arcén con un tráfico intensísimo en dirección Bucuresti.
En ese primer tramo pude darme de bruces con lo, que luego confirmaría, era la realidad de la conducción rumana… (Reconozco que es una generalización injusta). Continuas salidas y entradas a la vía, cambios de carril sin apenas señalización, tres coches en paralelo (¡¡), eso sí, con mucha naturalidad y sin grandes sensaciones de inseguridad…y mucho uso del claxon. En la conducción se combinan, sin solución de continuidad, conductores vehementes y arrojados con mucha amabilidad y colegueo…
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras 110 kilómetros y casi hora y media (ya he insistido con que en este país es difícil conseguir medias kilométricas por hora más allá de los 60), considero que este tramo me ha sido útil para comenzar a circular por las carreteras rumanas y quitarme el temorcillo que llevaba con este asunto.
El aterrizaje fue sobre las tres y media (hora local) y entre la recogida del equipaje y formalizar todo lo relativo al coche, salía en dirección de Sinaia alrededor de las cinco (17 h.).
Durante el trayecto pude observar que había bastante industria, de otra época, abandonada y casi derruida, a la entrada y salida de algunos pueblos.
El primer pueblo por el que atravesé es Petresti y las primeras señales anuncian “Brasov, Ploiesti, Balotesti”. Por cierto, a la salida de esta última población me llamó la atención que hubiera a pie de carretera, y casi al finalizar el núcleo urbano, dos negocios de pompas fúnebres (servicii funerare) y uno de ellos anunciaba ufano “non stop”…
Ploiesti se nota que es una ciudad grande con un desarrollada zona industrial y tramos de autovía homologables con las españolas (bien señalizadas, doble vía, con arcén amplio y vallados).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
65 kilómetros y una hora después, llegaba a Sinaia. Zona montañosa, frondosos bosques y algunas curvas. Y muy bien el firme de la carretera. Tras cruzar el río Prahova, que da comienzo al pueblo, comienza, también, kilómetros de línea continua que no siempre es respetada.
Pasada la estación de ferrocarril, que está a pie de carretera, en un bonito edificio, tomo la dirección del Castelul de Peles y Pelisor que es donde se encuentra, también, el hotel que he reservado. No muy lejos (en la otra dirección) se encuentra la casa que usaba el conocido compositor musical rumano, George Enescu.
Percibes que esta es una localidad muy turística.
El hotel está ubicado en lo que fueron las caballerizas del castillo o palacio de Peles. Desde el mismo, andando, supone diez o quince minutos llegar a Peles y luego a Pelisor. (Hotel Bastión, strada Aleea Pelesului, 2A. Unos 175 lei con desayuno incluido). El entorno es extraordinario. El sonido es el del viento en los enormes y exuberantes árboles y el agua incesante del arroyo que baja. La noche te arrulla con ese sonido. No podía comenzar mejor mi viaje.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras la visita a ambos lugares (preciosos), bajo al pueblo para cenar. Y guiado por las recomendaciones del foro, me dirijo al, muchas veces mencionado, Irish House (Bulevardul Carol I 18). Se puede aparcar, pagando, justo en un descampado enfrente (Parcare cu plata. 4 lei la hora. De los más caros que he encontrado en mi recorrido). Es un establecimiento ubicado en una avenida donde hay bastantes restaurantes y algunos hoteles. Complicado para aparcar si no encontraras hueco en el referido aparcamiento. El establecimiento tiene mesas dentro y en dos terrazas, una al aire libre y otra cubierta. Forma parte del hotel del mismo nombre. Un poco oscura la terraza cubierta que esa noche era apetecible porque había refrescado un poco. Precios para hacerse una idea: ensalada de tomate, 6 lei (1,30€); un plato mixto de carne a la parrilla (cerdo, choricillos-mici- y salchichas), 30 lei (6,80€) una cerveza Silva Originala de medio litro, 7,50 lei (1,70€). Mi impresión es que es un local que está bien sin ser especial.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras la cena dormí plácidamente.
Por la mañana, antes de salir hacia Brasov, visita tranquila al Monasterio de Sinaia (5 lei -1,10€-) la entrada, incluido el museo. En ese momento estaban los monjes aspirando y cambiando las alfombras que cubren el suelo. Existe un aparcamiento de pago en un lateral del monasterio (3 lei/hora). En la fuente me sorprendió que hubiera unas tazas de plástico para uso general (no son de un sólo uso). Pongo una fotografía donde se puede apreciar lo comentado. En otras fuentes de algún otro monasterio también las encontré.