El programa de la jornada comprendía la visita de Sibiu y el regreso a Bucarest, con un total de 371 kilómetros. La primera parte, desde Sighisoara hasta Sibiu supuso 91 kilómetros y hora y media de viaje. La segunda parte… Bueno, ese fue otro cantar al que me referiré después. El perfil que aparece en Google Maps es el siguiente:
El recorrido desde Sighisoara hasta Sibiu me resultó muy entretenido, contemplando un bonito paisaje y pueblos muy pintorescos, algunos casi escondidos entre la vegetación, incluso había uno con la torre de la iglesia inclinada, como en Pisa (bueno, no tanto ).
No faltaron iglesias fortificadas, cúpulas llamativas y también me fijé en el cohete de la Casa Museo de Hermann Julius Oberth, uno de los padres fundadores de la astronáutica y los cohetes espaciales y que, aunque de nacionalidad alemana, nació en Sibiu.
SIBIU.
Llegamos temprano e hicimos un recorrido guiado para pasar después a movernos cada uno por nuestra cuenta. Sibiu es otra de las ciudades fundadas por los sajones en el siglo XIII. Actualmente, cuenta con unos 150.000 habitantes. Un cuidadoso proceso de recuperación de edificios históricos, así como de reformas y peatonalización del caso histórico llevó a la ciudad a convertirse en Capital Europea de la Cultura en 2007 junto con Luxemburgo. Se nota que está mejor preparada que otras localidades rumanas para recibir a una gran cantidad de turistas. De hecho fue donde vimos más visitantes, dejando aparte Bucarest.
El recinto fortificado de Sibiu llegó a contar con 39 torres defensivas, 5 baluartes y 4 puertas, de las que solo se conservan tres torres del siglo XV y una del siglo XVI.
El lugar más grande y concurrido de la Sibiu histórica es la Piata Mare (Plaza Grande), rodeada de hermosos edificios, que nos vigilaban con sus “ojos”, la seña de identidad de esta ciudad. En realidad, se trata de pequeñas ventanas con forma de ojos rasgados, abiertas en las tejas de las partes altas de las casas y en las buhardillas y cuya fija “mirada” parece seguirte a todas partes.
La lástima fue que se estaba montando un gran conglomerado en el centro de la plaza para eventos y actuaciones, con lo cual las fotos panorámicas quedaban bastante deslucidas. Uno de los edificios más atractivos es el Palacio Brukenthal, construido en 1785 para residencia de Samuel Von Brukenthal, por entonces Gobernador del principado de Transilvania, y que actualmente alberga el Museo Nacional, con una gran colección de arte.
En esta plaza también se encuentra la Iglesia Católica de la Santísima Trinidad, barroca, del siglo XVIII. Pese a su sencillo exterior, merece la pena entrar (es gratis) para descubrir sus columnas de mármol, las vidrieras y la pintura al fresco situada detrás del altar, que data de 1777.
El arco bajo la Torre del antiguo Ayuntamiento comunica la Piata Mare con la Piata Mica o Plaza Pequeña, igualmente rodeada por bonitas casas de colores, algunas con soportales, que ocupaban los diferentes gremios en otras épocas. La mayoría están restauradas y algunas se han convertido en cafeterías y restaurantes con sus correspondientes terrazas.
Muy cerca está otro símbolo de Sibiu, el Puente de las Mentiras (también de los mentirosos o de los enamorados). Construido en 1859 por Friedrich Hütte, fue el primer puente en hierro forjado de Rumanía y existen varias versiones sobre su curioso nombre: que en el puente quedan olvidadas las promesas falsas de los enamorados, que se derrumbará si alguien cuenta una mentira estando sobre él o que es un puente de mentira porque no tiene columnas. Que cada cual escoja su favorita. Ofrece bonitas estampas para fotografiar.
La Piata Albert Huet es la tercera más importante del casco antiguo de Sibiu, está rodeada de edificios de los siglos XV al XVIII y en su centro se encuentra la enorme mole gótica de la Iglesia Evangélica de Santa María, cuyo origen se remonta al siglo XIV. La torre del campanario mide 74 metros de altura.
En una de las esquinas de la plaza aparece la curiosa escultura del árbol de los gremios, y a su izquierda la Torre de las Escaleras, de 1542, cuyos peldaños conducen a la ciudad baja. En su base, se obtiene una panorámica muy sugerente del casco antiguo y, siguiendo a la izquierda, se puede rodear la muralla por el Pasaje de las Escaleras.
En la Estrada Mitropolei, tras pasar una casa presidida por dos espectaculares cariátides, surge de improviso el pórtico de la Catedral Ortodoxa de la Santísima Trinidad, construida entre 1902 y 1906 en estilo neobizantino y que parece una copia en miniatura de la de Santa Sofía en Estambul. Si está abierta, merece la pena pasar a ver el interior. Además, es gratis.
Como no quiero eternizarme, comentar solo que en Sibiu lo mejor es pasear por sus calles, contemplar sus edificios y vivir su ambiente, tanto en la parte alta como en la baja. Y, en cualquier momento o en muchos, pasaremos por la Strada Nicolae Balcescu, la más importante turísticamente hablando de la ciudad, repleta de tiendas, cafeterías y restaurantes.
Después de almorzar en un restaurante del centro, salimos hacia Bucarest. Entonces, eché de menos no haber podido surcar la carretera Transfagarasan, que no se halla lejos de Sibiu y que, por las fotos que he visto, guarda cierto parecido (salvando las diferencias, claro está) con la Carretera de los Trolls de Noruega, que tanto me gustó. Bueno, otra vez será.